Especial

por Anselmo Ferreira  Vasconcelos

Reforma íntima y la evolución espiritual

Aspecto altamente desafiador enfocado por el Consolador prometido por Jesús, el Espiritismo, reserva sagrada de sabiduría y esclarecimientos a la humanidad dado por eminentes y amorosas entidades espirituales, es la necesidad de iniciar nuestra reforma íntima. Se trata de una iniciativa absolutamente vital a los que aspiran a algo más de lo que las efímeras glorias o infantiles distracciones típicas de la vida corpórea. Considerando los ingentes e intransferibles esfuerzos que abarca, es comprensible que la idea de reforma íntima geralmente evoque algún tipo de malestar a la mayoría de las personas. Al final, su propuesta es la de promover cambio, transformación o alteracción en la manera de ser de los individuos, emprendimiento que suena como desagradable o innecesario para muchos. Convengamos que la necesidad de ceder a ciertos deseos puramente materiales o hábitos perniciosos puede ser encarada como inaceptable en ciertos circulos humanos.

Entre tanto, a medida que la criatura va madurando psicológicamente su pensamiento comienza a razonar aspectos metafísicos y, por extensión, su manera de observar las cosas, así como su patrón de juzgamientos y prioridades, también va perfeccionándose. O sea, un nuevo cuadro existencial pasa a ser divisado. Por consiguiente, lo que era relevante hasta recientemente pasa a no ser más. En el plano práctico, la reforma íntima del individuo no es raro se inicia a partir de cierta exhaustación con lo que lo cerca, esto es, cuando las cosas del mundo pasan a no llenar más o distrair.

En otras ocasiones, el proceso de reforma íntima deriva de situaciones por él (a) protagonizadas en las cuales no se conduce apropiadamente, y produciéndole amargo sentimiento de decepción. En suma, en un momento dado, la criatura se siente forzada a cambiar su conducta para mejor y, tomada tal decisión, aumentándole los deseos de desprendimiento y autocrítica. De forma similar, el Espíritu Joanna de Ângelis, en el libro Ofrenda (psicografia de Divaldo Pereira Franco), nos recomienda asumir el compromiso de autoperfeccionamiento espiritual, así como a no tergiversarnos delante del desafío.

Como afirmé arriba, el Espiritismo tiene el compromiso de ayudar a las criaturas humanas en ese particular. En ese sentido, Joanna de Ângelis observa, en la obra Dimensiones de la Verdad (psicografia de Divaldo Pereira Franco), que “Con el Espiritismo, recién-llegado al discernimiento humano, en hora crucial de sozobras morales y delincuencias sociales, resurgen las luminosas oportunidades de ejercitar al Cristo íntimo, en el trabajo de renovación personal intransferible e improrrogable”. Puesto esto, la verdadera reforma interior está completamente vinculada a la idea de internalizarnos el ideal cristiano en nuestras vidas. Cabe destacar que Jesús nos legó lecciones inmortales a la ejecución de nuestra evolución espiritual. Y asimilandolas podremos, en fin, promover la autorreforma – ejercicio imprescindible a nuestra victoria en la esfera corporal.

El Espíritu Emmanuel, a su turno, en la obra Fuente Viva (psicografia de Francisco Cândido Xavier), resalta que “La vida es proceso renovador, en todas partes [...]”. En efecto, todo se modifica incesantemente en nuestra dimensión. A guisa de ejemplo, si quedamos sin visitar cierto lugar por determinado tiempo, es altamente probable que la sorpresa nos aguarde. El mismo razonamiento es válido para cuando nos encontramos con una persona específica que hace mucho no vemos. El tiempo, por regla, tiende a obrar implacablemente en nuestra epidermis, y las marcas de su acción transformadora van aumentando al punto de cambiar nuestra apariencia.

Conviene recordar que la propia naturaleza se transforma todos los días. Las estaciones del año guardan características únicas modificando los paisajes radicalmente. Las instituciones y la vida en sociedad pasan por visibles mudanzas y alteraciones fácilmente observables.

Además, también “[...] la individualidad imperecible se reforma, incesantemente”, conforme pondera Emmanuel. Nuestra identidad permanece, más el “templo interior” es frecuentemente alcanzado por eventos y experiencias sin cuenta que representan el tejido de fondo de nuestras vidas. Y por el meticuloso análisis y reflexión de ellos tenemos la oportunidad de incorporar nuevos valores y elementos a nuestro background. Más allá de eso, cumple admitir que no somos seres emocional y espiritualmente perfectos, lo que presupone la necesidad de constantes aprendizajes y perfeccionamientos (reformas).

En la esencia, aun bajo el inspirado pensamiento de Emmanuel expuesto en la obra Fuente Viva (también psicografiado por el médium Francisco Cândido Xavier), “El único proceso, por tanto, de reformar edificando es aceptar las sugestiones del bien y practicarlas intensivamente, por intermedio de nuestras acciones”. Reiterando: la génesis de los cambios/reformas del individuo nace necesariamente de sus profundas reflexiones. De ese modo, el ejercicio de sopesar, examinar, observar, comparar, perfeccionar y absorver deben ser continuos.

Por tanto, como enseña Emmanuel, “Pensamiento es fermentación espiritual. En primer lugar establece actitudes, en segundo genera hábitos y, después, gobierna expresiones y palabras, a través de las cuales la individualidad influencia en la vida y en el mundo. Regenerado, pues, el pensamiento de un hombre, el camino que lo conduce al Señor se le revela recto y limpio”. Por fin, escogido el desafiador camino de reformarse para Dios, será preciso mirar con mucho coraje moral para dentro de sí mismo, y estar preparado para aceptar el eventual diagnóstico de que hay mucha sombra en su personalidad y pantalla mental careciendo de reparo. Dicho esto, vale también recordar que Jesús nos indicó dos mandamientos básicos: amar a Dios y al prójimo.

Comencemos, entonces, por averiguar nuestra capacidad de amar a Dios. ¿Él realmente forma parte de nuestra vida? ¿O sólo nos acordamos de él en la hora da necesidad y del apuro? Infelizmente, no pocos hablan de Dios apenas de la boca para fuera. ¿Amamos apenas a los que están próximos de nosotros o ya conseguimos expandir ese noble sentimiento para otros que no comparten de nuestro círculo familiar?

Considerando nuestros eventuales deslices relacionados por los caminos de la vida, es preciso preguntar si no hay algo que recomponer en cuanto estamos viviendo en la materia. Si perjudicamos o tratamos mal a alguien, sería oportuno, entonces, intentar recomponer los lazos volviéndolos por lo menos fraternales (no olvidemos, en ese sentido, de que de aquí no llevaremos siquiera un pendrive). En fin, sea cual fuera nuestra mayor dificultad o deficiencia, el hecho es que la reforma íntima es esencial a nuestra evolución espiritual, pues nos infunde nuevos propósitos y significado a nuestras vidas. Siendo así, no pierda más tiempo – la vida es corta. Sea su propio y sincero juez, admita dónde usted no va bien y, fundamentalmente, corrijase.

Sólo los espíritus realmente fuertes tienen fuerza moral y dignidad para realizar ese ejercicio. Comience ahora, mi querido (a) amigo (a), su proceso de reforma interior para no lamentarse despues... 
 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita