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¿Qué has hecho con
la Doctrina Espírita |
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Es común encontrarse dentro de los proselitos del
Espiritismo aquellos más exaltados con la cultura,
conocimiento y la intelectualidad que el estudio
doctrinario proporciona.
Probablemente, hace cerca de 20 años, surgían las
“listas de discusiones espíritas” que ensayaban las
primeras redes sociales, a partir del intercambio de
e-mails en grupos específicos de debate, aproximando
personas de diversas partes del país y del mundo. Al
inicio, fue un cambio de experiencias muy interesante.
Tuvimos la oportunidad, inclusive, de conocer,
telefonear, conversar y hasta merecer del profesor
Carlos de Brito Imbassahy un ejemplar de la obra escrita
por su padre en 1955, La evolución.
Con su posicionamiento franco, austero a veces, aquellos
espíritas con conocimiento “tibio”, una mezcla de
religiosismo y sincretismo, eran “comidos” por su
elegancia, conocimiento y elocuencia en el debate
doctrinario.
Era admirable la forma con que el profesor Carlos de
Brito Imbassahy conducía su pensamiento de Físico,
delante del conocimiento doctrinario. El rigor
científico, la autonomía intelectual causaban extrañeza
y hasta críticas a su estilo, por la independencia,
fidelidad y objetividad con que llevaba sus reflexiones
doctrinarias a efecto.
Al conhocerlo, entre tanto, raros eran aquellos que no
percibian la dulzura en su corazón y la paciencia ante
las estupideces de aquellos espíritas que intentaban
demostrar algún conocimiento científico apenas leyendo
romances u obras de quilate elevado, aplicándolos fuera
del contexto.
Sensible a lo que había de mejor en la producción del
movimiento espírita, como todo ser humano, poseía sus
preferencias. No dejaba de lado las obras de Allan
Kardec. Era su preferido. Por más que las personas
estimulasen su opinión sobre Chico Xavier y otros
baluartes del movimiento espírita, él se posicionaba de
forma objetiva, directa hasta, y volcaba su atención
para el trabajo de Allan Kardec.
Quien convivió con el profesor Imbassahy en aquella
época, fue regalado con la traducción del libro La
Génesis – los milagros y las predicciones según el
espiritismo. Hasta hoy tenemos los archivos en “Ms
Word©” que fueron gentilmente cedidos a los
participantes de la tal lista. Esa misma traducción
sirvió de base más tarde para la edición de la FEAL.
Su fidelidad al pensamiento científico de Allan Kardec
pasaba por el conocimiento y la comprensión del
Evangelio de Jesús. Sí, el profesor Imbassahy también
conocía el Evangelio y hablaba abiertamente muy poco al
respecto, aun más cuando el público era heterogéneo. O
Dr. Carlos Imbassahy (padre), uno de los mayores
polemistas espíritas que ya tuvimos en Brasil, dedicó la
obra Cuerpo y Espíritu, editora Lake, 1946 (si no
me engaño) para el profesor Imbassahy, único hijo,
hablando, de entre otras cosas, de la riqueza del
Evangelio, pero no del evangelio secuestrado por los
hombres en cambio de poder, y sí del Evangelio del
Cristo.
La salud de los Imbassahy aumentó en ese día cuando nos
deparamos con una anotación cuya autoría, infelizmente,
no registramos, sobre la importancia del método
científico. La anotación es académica, pero sirve para
el pensamiento doctrinario. La frase anotada a pluma es
así: “la metodología de la investigación científica se
ocupa de los procesos de construcción del conocimiento
riguroso. La forma como se llega a una conclusión al
respecto del fenómeno investigado es, en este área
(científica), tan importante como el conocimiento en sí”.
Al leer ese informe, el recuerdo del profesor Imbassahy
se estampó más vivo, por su rigor, estilo,
controversias, más seguridad y convicción delante de la
construcción del pensamiento espírita.
Fueron esas listas que incentivaron la captura del
pensamiento de otro gran pensador espírita que dominaba
la filosofía espírita de forma a ser cognominado por el
Espírito Emmanuel como el “metro que mejor midió a
Kardec”, el profesor Herculano Pires.
En cuanto las librerias espíritas en Minas Gerais, en
aquella época, sólo vendían las producciones de la
Federación, internet nos aproximaba al pensamiento de un
“rebelde” a los ojos de aquella institución. Nos
acordamos, como si fuese hoy: la primera vez en una
reunión de estudios que llevamos a la reflexión el
abordaje de la obra El Espíritu y el Tiempo,
considerada una de las mejores obras espíritas del siglo
XX, del profesor Herculano Pires, muy discretamente,
como de costumbre en Minas, fuimos informados de que el
“autor citado no era bien visto porque él fue crítico de
la Federación”.
Muchos años pasaron, cuando leemos, en una de las
“apostillas” de la Federación, la citación de una obra
de Herculano Pires. Para el lector desatento, era más
una referencia. Para quien conoce un poco de la historia
del movimiento espírita, era, tal vez, el “gemido de
nuevos tiempos”.
Aunque se reconozca, en el habla de muchos oradores, en
la pluma de muchos escritores, la importancia del
pensamiento científico, en la práctica, en el empirismo
necesario al aprendizaje que transforma la mente y el
corazón del individuo, el movimiento espírita continúa
cometiendo los mismos errores del pasado.
Se confía más en la elocuencia de médiuns y escritores
que en la validación del pensamiento utilizado por Allan
Kardec para comprender la influencia de los Espíritus en
nuestras vidas y vice-versa. Un ejemplo clásico es la
reencarnación. Prefieren defender la idea de que fulano
es la reencarnación de sicrano, con entrevistas sin
rigor metodológico, sin análisis de contenido, o
triangulación para reforzar la comprensión y el
entendimiento, sin someter la confiabilidad de técnicas
matemáticas, que no abarcan todo el esbozo de
conocimiento existente, sin embargo, como en el
pensamiento traído, “la forma como se llega a una
conclusión...” es relevante. Eso no disminuye los
esfuerzos de nadie, por el contrario, exalta la
importancia de analizarse efectos y fenómenos con más
conocimiento sobre el asunto y, por tanto, con más
posibilidades de interpretación aproximada de aquello
que los Espíritus intentan transmitir.
Con esa fragilidad en el conocimiento doctrinario, las
discusiones se volverán nocivas, la fuerza del ideal
espírita debilitado, el rigor del pensamiento científico
sustituido para atender a una “actualidad frágil”, de
personas extremamente sensibles, sufridas, de
conocimiento mezquino, pensamiento dogmático, obtuso,
afectos más a los fenómenos que a la comprensión de
aquello que el fenómeno es portador.
La ciencia espírita es el “proceso de construcción del
conocimiento riguroso”. El proceso permite comprender
mejor, con más seguridad, el alcance de aquel
pensamiento. En ese sentido, podría decirse que el
Evangelio presenta elementos científicos, pues la
comprensión de sus enseñanzas puede ser construída a
partir de la clave utilizada por Allan Kardec, en la
introducción de El Evangelio Según el Espiritismo,
cuando divide en cinco partes las “materias contenidas
en los Evangelios”. ¡El preconcepto es nocivo en esas
horas!
Una ventaja poco explorada por los espíritas: el
pensamiento científico no exige del espírita formación
académica ninguna. Allan Kardec ya construyó el camino.
Observen la diferencia entre la construcción del
pensamiento de Allan Kardec y el intento de validarse la
reencarnación de alguien. Lo que se observa es un
intento casi desesperado de encontrar “informaciones”
que validen las ideas que cada uno posee sobre ser o no
la reencarnación de determinado espíritu. Por más que la
forma de escribir sea elocuente, ni de lejos es
científico.
El espírita precisa, merece, necesita revisitar la forma
de estudiarse y comprender el Espiritismo. El proceso de
construcción del conocimiento, que notabilizó la familia
Imbassahy, así como el pensamiento sagaz del profesor
Herculano Pires, es actual y merece ser reflexionado,
por reservar una comprensión doctrinaria capaz de
sustentarse a lo largo del tiempo.
Así, el dirigente auxilia al médium en sus incursiones
mediúmnicas, los médiuns desenvuelven más seguridad y
esa se convierte en trabajo provechoso de
autoconocimiento, responsabilidad y servicio al prójimo
más necesitado. El trabajador, operario, voluntario de
la casa espírita precisa ser, además de invitado al
estudio, convencido de que el estudio y el intercambio
en aquella casa espírita, utilizando aquel modelo
“apostillado” de estudio, va aumentando alguna cosa en
su bagaje. Todavía, para que ese movimiento sea
construido, hay necesidad de preparación de los
trabajadores de las Casas Espíritas, a comenzar por los
líderes, revisando la construcción de su pensamiento,
las bases de su confianza. Sin eso, el sentimiento que
lo invade será la brújula de sus trabajos y el
trabajador correrá el riesgo de quedar a la deriva de un
cambio intempestivo, sin construcción de pensamiento que
apunte para los designios superiores de la Doctrina
Espírita.