Tema: Cultivar buenos hábitos
La parcela del abuelo
Érase una vez un niño muy alegre que le gustaba pasar
las tarde en el gran patio trasero de su abuelo. Allí
había unos árboles que hacían buena sombra en los días
calientes y pasto donde el niño jugaba con la pelota.
Pero la parte más bonita del patio era la huerta que el
abuelo cuidaba con mucho cariño.
Un día, el niño se dio cuenta de que el abuelo cargaba
una azada y un par de guantes gruesos en dirección a la
huerta.
- Abuelo, ¿vamos a cosechar los tomates hoy? – dijo el
niño animado.
- Hoy no, hijo, todavía necesitan más tiempo para crecer
– dijo el abuelo, apoyando la azada en el piso. – Hoy
voy a limpiar la tierra de esta parcela para plantar
flores. ¿Quieres
ayudarme?
El niño miró sin entender. Esa parcela no parecía
diferente de las otras, pues había varios brotes
creciendo ahí y algunos incluso tenían pequeñas flores
amarillas.
- Pero ya tiene flores creciendo aquí, abuelo. ¿No
podemos dejar que crezcan y plantar las flores nuevas en
otro lugar?
El abuelo sonrió a su nieto y lo llamó para que se
acercara.
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- Mira bien las hojas de estas plantas. ¿Qué
te parecen?
Después de una larga pausa, el
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niño respondió: |
- No sé... Son diferentes de todas las otras plantas de
aquí.
- Exactamente, observaste bien – dijo el abuelo,
satisfecho. – Esas son hierbas malas. Son peligrosas
para la huerta porque crecen muy rápido y toman el
espacio de las otras plantas. Por eso, incluso si tienen
algunas flores, es necesario arrancarlas.
El abuelo se puso los guantes gruesos que había traído
en las manos del nieto. Mientras le niño jalaba las
hierbas malas de la parcela, el abuelo movía la tierra
con la azada, hablando:
- Nuestra vida es como esta parcela. Necesitamos plantar
buenas acciones, así como plantamos buenas semillas. Es
eso que nos traerá buenos frutos. Pero no basta con solo
plantar. Todos los días, debemos regar la huerta y
cuidar de las plantas, ¿no crees? También en nuestra
vida, tenemos que cultivar buenos hábitos y tener
cuidado con los hábitos que son como las hierbas malas:
parecen buenos, pero roban el espacio de otras cosas. ¿Entendiste?
Esa tarde, el niño ayudó a su abuelo a dejar la tierra
suave y lista para el plantío de las flores. Incluso
después de que pasaran muchos años, se acordaba de la
huerta de su abuelo y del precioso consejo que recibió
aquel día.
(Texto de Lívia Seneda.)
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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