Especial

por Leonardo Marmo Moreira

Kardec enseña obsesión, desobsesión y pases 

Parte 3 y final

¿Cómo los Espíritus obsesores pasaron a ser conocidos? ¿Qué llevó al descubrimiento de esa causa de severos tormentos espirituales?

“La mediumnidad. Fue por la mediumnidad que los enemigos ocultos trajeron su presencia. Ella hizo para ellos lo que el microscopio hizo para los infinitamente pequeños: reveló todo un mundo”. (subrayados míos)

¿El Espiritismo atrae a los malos Espíritus?

El Espiritismo no atrajo a los malos Espíritus: los descubrió y ofreció los medios de paralizar la acción y, consecuentemente, apartarlos. El no trajo el mal, pues este siempre existió. Al contrario, trajo el remedio al mal, mostrándole las causas. Una vez reconocida la acción del mundo invisible, se tendría la clave de una porción de fenómenos incomprendidos y la ciencia, enriquecida con esta nueva ley, verá nuevos horizontes abiertos a su frente. ¿Cuándo ella llegará? Cuando no más profese el materialismo, pues este le detiene el avance, con barreras intransponibles”. (subrayados míos)

Kardec levanta una cuestión que en medios espiritualistas diversos atormenta a muchos compañeros que enfrentan procesos obsesivos más graves. Analicemos:

¿El Espíritu Protector (que está actuando en el tratamiento de la obsesión) podría ser menos poderoso que el Espíritu Obsesor?

“... imaginemos un médium envuelto y penetrado del fluido periespiritual de un mal Espíritu. Para que el bueno pueda obrar sobre el médium es necesario que penetre ese envoltorio y se sabe que difícilmente la luz penetra una bruma espesa. Conforme el grado de la obsesión, la bruma será permanente, tenaz o intermitente y, consecuentemente, más o menos fácil de disipar.

No es el buen Espíritu que es más débil: es el médium que no es bastante fuerte para librarse del manto que sobre sí fue lanzado, para desembarazarse de los brazos que lo aprietan con lo que – es bueno decir - que a veces se complace. Se comprende que, en este caso, el buen Espíritu no pueda dominar, pues el otro es preferido. Admitamos, ahora, el deseo de desembarazarse de ese envoltorio fluidico, de que el suyo se encuentra penetrado, como una vestimenta penetrada de humedad: no bastará el deseo y no siempre la voluntad es suficiente.” (subrayados míos)

Kardec discute la acción de los Espíritus protectores, la cual, a veces, a nuestro ver, puede parecer muy sutil o excesivamente lenta y gradual para el tratamiento de los casos graves. ¿No sería más interesante una acción más intensa y rápida? En otras palabras, preguntaríamos:

¿Por qué los Espíritus superiores no fuerzan la retirada de los Espíritus obsesores del contacto con los Espíritus obsesados?

Sin duda lo pueden y, a veces, lo hacen. Pero, permitiendo la lucha, también dejan el mérito de la victoria. Se dejan si debatiendo personas de mérito a ciertos respectos, es para probar su perseverancia y hacer que adquieran “más fuerza” en el bien. Y para ellas una especie de “gimnasia moral”. (subrayados míos)

Kardec comenta sobre la ineficacia de fórmulas exteriores y la necesidad de “fortalecimiento espiritual”. Acompañemos el pensamiento kardecista:

“... ciertas personas preferirían otra receta más fácil para expulsar los Espíritus: algunas palabras que pronunciar o señales que hacer, por ejemplo, lo que sería más cómodo de lo que corregir los propios defectos. Lamentamos, pero no conocemos proceso más eficaz para “vencer a un enemigo que ser más fuerte que él”. Cuando estamos enfermos, tenemos que resignarnos a tomar medicamentos, por más amargos que sean. ¡Pero, se siente bien y como queda fuerte! Tenemos que persuadirnos de que, para alcanzar tal objetivo, no hay palabras sacramentales, ni fórmulas, ni talismanes, ni señales materiales cualquiera. Los malos Espíritus se ríen y, a veces, gustan de indicar algunos, que dicen infalibles, para mejor conquistar la confianza de aquellos de quien abusan, porque, entonces, estos, confiantes en la virtud del proceso, se entregan sin miedo”. (subrayados míos)

Sobre la necesidad de autodominio, voluntad y oración para superar el proceso obsesivo. Analicemos la discusión kardecista:

Antes de esperar dominar al mal Espíritu, es preciso dominarse a sí mismo. De todos los medios para adquirir la fuerza de conseguirlo, el más eficaz es la voluntad, secundada por la oración, entendiendo la oración de corazón y no aquellas en las cuales la boca participa más que el pensamiento. Es necesario pedir a su ángel de la guarda y a los buenos Espíritus que nos asistan en la lucha. Pero no basta pedirles que expulsen al Espíritu: es necesario acordarse de la máxima: “Ayúdate, y el cielo te ayudará”, y pedirles, sobre todo, la fuerza que nos falta para vencer nuestras malas inclinaciones, que para nosotros son peores que los malos Espíritus, pues son esas inclinaciones que los atraen, como la podredumbre atrae a las aves de rapiña. Orando también por el Espíritu obsesor, pagamos con el bien por el mal, nos mostramos mejores que él, lo que ya es una superioridad. Con la perseverancia se acaba, en la mayoría de los casos, por conducirlo a mejores sentimientos, transformando al obsesor en amigo reconocido”. (subrayados míos)

Kardec esclarece que la oración, la transformación moral y la paciencia para tolerar tales presencias espirituales (espíritus obsesores) son fundamentales para resistir a la influencia negativa y hasta incluso eliminarla definitivamente. También resartar, una vez más, la ineficacia de fórmulas exteriores. Veamos:

“En resumen, la oración fervorosa y los esfuerzos serios por mejorarse son los únicos medios de apartar a los malos Espíritus, que reconocen como señores aquellos que practican el bien, al paso que las fórmulas les provocan la risa. La cólera y la impaciencia los excitan. Es preciso cansarlos, mostrándose más pacientes”. (subrayados míos)

El Codificador del Espiritismo también esclarece sobre la mayor complejidad del tratamiento desobsesivo en casos más graves de obsesión, tales como la subyugación, la cual requiere auxilio magnético de otras personas, esto es, de pasistas y/o magnetizadores. Él, igualmente, destaca la necesidad de la llamada “autoridad moral”, o sea, de un nível de espiritualización razonable por parte del agente responsable por la terapia desobsesiva. Analicemos el texto kardecista:

“... la subyugación llega al punto de paralizar la voluntad del obsesado y que de este no se puede esperar ningun concurso valioso. Es sobre todo entonces que la intervención de un tercero se vuelve necesaria, sea por la oración sea por la acción magnética. Pero el poder de esa intervención también depende del ascendente moral que el interventor pueda tener sobre los Espíritus. Porque si este no vale más, su acción será estéril”. (subrayados míos)

Enseguida, Allan Kardec esclarece sobre el mecanismo de acción fluidica de la acción magnética (que podríamos identificar en el “Pase Espírita”) en el auxilio al obsesado. Vale destacar que Kardec ya resaltaba el efecto en el cuerpo físico de la acción magnética. Sigue la explicación:

“... la acción magnética tendrá por efecto penetrar el fluido del obsesado por un fluido mejor y desprender el fluido del Espíritu malo. Al operar, debe el magnetizador tener el doble objetivo de oponer una fuerza moral a otra fuerza moral, y producir sobre el paciente una especie de reacción química, para usar una comparación material, expulsando un fluido por otro fluido. Así, no sólo opera un desprendimiento saludable, sino da fuerza a los órganos debilitados por una larga y, a veces, vigorosa dominación. Además, comprender que el poder de la acción fluidica no sólo está en la razón de la fuerza de voluntad, sino, sobre todo de la calidad del fluido introducido y, conforme dijimos, tal calidad depende de la instrucción y de las cualidades morales del magnetizador. (subrayados míos)

Kardec también destaca la diferencia de un proceso magnético ordinario, o sea, un cambio fluidico espontáneo que ocurre en el día-a-día, para una acción magnética espírita (Pase espírita versus magnetismo espontáneo). Observemos el texto:

“... un magnetizador común, que obrase maquinalmente para magnetizar pura y simplemente, produciría poco o ningún efecto. Es de toda necesidad un magnetizador “espírita”, que obre con conocimiento de causa, con la intención de producir, no el sonambulismo o la cura orgánica, sino los efectos que acabamos de describir”. (subrayados míos)

Kardec também destaca la diferença en el tratamiento del subyugado para el tratamiento del obsesado simple, una vez que el subyugado no obra conscientemente para salir de la situación de asedio espiritual, en cuanto el obsesado simple obra juntamente con el magnetizador espírita para conseguir la cura. Por tanto, se trata de dos voluntades sumadas y no apenas una. Leemos:

“... es evidente que una acción magnética dirigida en este sentido no deja de ser útil en los casos de obsesión ordinaria, porque entonces si el magnetizador fuera secundado por la voluntad del obesado, el Espíritu será combatido por dos adversarios, en vez de por uno sólo”. (subrayados míos)

Sobre la auto-obsesión, al final del artículo, Allan Kardec afirma:

“Es relevante decir aun que muchas veces se responsabilizan a los Espíritus extraños por maldades de que no son responsables. Ciertos estados mórbidos y ciertas aberraciones, que son atribuidas a una causa oculta, son, a veces, debidas exclusivamente al Espíritu del individuo. Las contrariedades frecuentemente concentradas en sí mismo, los sufrimientos amorosos, principalmente, han llevado al cometimiento de muchos actos excéntricos, que erradamente son tenidos a cuenta de obsesión. Muchas veces la criatura es su propio obsesor”. (subrayados míos)

Kardec también esclarece que “personas de mérito” también sufren obsesión. Veamos:

“... ciertas obsesiones tenaces, sobre todo de personas de mérito, a veces forman parte de las pruebas a que se encuentran sometidas. A veces ocurre incluso que la obsesión, cuando es simple, sea una tarea impuesta al obsesado, que debe trabajar para mejorar al obsesor, como un padre a un hijo vicioso”. (subrayados míos)

Considerando la amplitud de asuntos y la profundidad del abordage, destacamos la necesidad de la lectura, integramente, de los artículos de Allan Kardec sobre los llamados “posesos de Morzine”, abarcando no solamente los dos textos presentemente analizados, que son las publicaciones de 1862, si no aquellos de 1863. 

 

Referências bibliográficas:

Kardec, A. A Obsessão – Origem, sintomas e curas [Tradução de Wallace Leal V. Rodrigues]. Casa Editora “O Clarim”. Sexta edição. 2000.

Kardec, A. Revista Espírita (Quinto Ano – 1862) [Tradução de Salvador Gentile]. Instituto de Difusão Espírita (IDE). Primeira edição. 1993.

Kardec. A. Revista Espírita (Sexto Ano – 1863) [Tradução de Salvador Gentile]. Instituto de Difusão Espírita (IDE). Segunda edição. 2002.
 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

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