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Kardec enseña obsesión,
desobsesión y pases
Parte 3
y final |
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¿Cómo los Espíritus obsesores pasaron a ser conocidos? ¿Qué
llevó al descubrimiento de esa causa de severos
tormentos espirituales?
“La mediumnidad. Fue por la mediumnidad que los
enemigos ocultos trajeron su presencia. Ella hizo para
ellos lo que el microscopio hizo para los infinitamente
pequeños: reveló todo un mundo”. (subrayados
míos)
¿El Espiritismo atrae a los malos Espíritus?
“El Espiritismo no atrajo a los malos Espíritus: los
descubrió y ofreció los medios de paralizar la acción y,
consecuentemente, apartarlos. El no trajo el mal, pues
este siempre existió. Al contrario, trajo el remedio al
mal, mostrándole las causas. Una vez reconocida la
acción del mundo invisible, se tendría la clave de una
porción de fenómenos incomprendidos y la ciencia,
enriquecida con esta nueva ley, verá nuevos horizontes
abiertos a su frente. ¿Cuándo ella llegará? Cuando no
más profese el materialismo, pues este le detiene el
avance, con barreras intransponibles”. (subrayados
míos)
Kardec levanta una cuestión que en medios
espiritualistas diversos atormenta a muchos compañeros
que enfrentan procesos obsesivos más graves. Analicemos:
¿El Espíritu Protector (que está actuando en el
tratamiento de la obsesión) podría ser menos poderoso
que el Espíritu Obsesor?
“... imaginemos un médium envuelto y penetrado del
fluido periespiritual de un mal Espíritu. Para que el
bueno pueda obrar sobre el médium es necesario que
penetre ese envoltorio y se sabe que difícilmente la luz
penetra una bruma espesa. Conforme el grado de la
obsesión, la bruma será permanente, tenaz o intermitente
y, consecuentemente, más o menos fácil de disipar.
“No es el buen Espíritu que es más débil: es el
médium que no es bastante fuerte para librarse del manto
que sobre sí fue lanzado, para desembarazarse de los
brazos que lo aprietan con lo que – es bueno decir - que
a veces se complace. Se comprende que, en este caso,
el buen Espíritu no pueda dominar, pues el otro es
preferido. Admitamos, ahora, el deseo de desembarazarse
de ese envoltorio fluidico, de que el suyo se encuentra
penetrado, como una vestimenta penetrada de humedad: no
bastará el deseo y no siempre la voluntad es
suficiente.” (subrayados
míos)
Kardec discute la acción de los Espíritus protectores,
la cual, a veces, a nuestro ver, puede parecer muy sutil
o excesivamente lenta y gradual para el tratamiento de
los casos graves. ¿No sería más interesante una acción
más intensa y rápida? En otras palabras, preguntaríamos:
¿Por qué los Espíritus superiores no fuerzan la retirada
de los Espíritus obsesores del contacto con los
Espíritus obsesados?
“Sin duda lo pueden y, a veces, lo hacen. Pero,
permitiendo la lucha, también dejan el mérito de la
victoria. Se dejan si debatiendo personas de mérito a
ciertos respectos, es para probar su perseverancia y
hacer que adquieran “más fuerza” en el bien. Y para
ellas una especie de “gimnasia moral”. (subrayados
míos)
Kardec comenta sobre la ineficacia de fórmulas
exteriores y la necesidad de “fortalecimiento
espiritual”. Acompañemos el pensamiento kardecista:
“... ciertas personas preferirían otra receta más fácil
para expulsar los Espíritus: algunas palabras que
pronunciar o señales que hacer, por ejemplo, lo que
sería más cómodo de lo que corregir los propios
defectos. Lamentamos, pero no conocemos proceso más
eficaz para “vencer a un enemigo que ser más fuerte que
él”. Cuando estamos enfermos, tenemos que resignarnos a
tomar medicamentos, por más amargos que sean. ¡Pero, se
siente bien y como queda fuerte! Tenemos que
persuadirnos de que, para alcanzar tal objetivo, no hay
palabras sacramentales, ni fórmulas, ni talismanes, ni
señales materiales cualquiera. Los malos Espíritus se
ríen y, a veces, gustan de indicar algunos, que dicen
infalibles, para mejor conquistar la confianza de
aquellos de quien abusan, porque, entonces, estos,
confiantes en la virtud del proceso, se entregan sin
miedo”. (subrayados
míos)
Sobre la necesidad de autodominio, voluntad y oración para
superar el proceso obsesivo. Analicemos la discusión
kardecista:
“Antes de esperar dominar al mal Espíritu, es preciso
dominarse a sí mismo. De todos los medios para adquirir
la fuerza de conseguirlo, el más eficaz es la voluntad,
secundada por la oración, entendiendo la oración de
corazón y no aquellas en las cuales la boca participa
más que el pensamiento. Es necesario pedir a su
ángel de la guarda y a los buenos Espíritus que nos
asistan en la lucha. Pero no basta pedirles que expulsen
al Espíritu: es necesario acordarse de la máxima:
“Ayúdate, y el cielo te ayudará”, y pedirles, sobre
todo, la fuerza que nos falta para vencer nuestras malas
inclinaciones, que para nosotros son peores que los
malos Espíritus, pues son esas inclinaciones que los
atraen, como la podredumbre atrae a las aves de rapiña.
Orando también por el Espíritu obsesor, pagamos con el
bien por el mal, nos mostramos mejores que él, lo que ya
es una superioridad. Con la perseverancia se acaba, en
la mayoría de los casos, por conducirlo a mejores
sentimientos, transformando al obsesor en amigo
reconocido”. (subrayados
míos)
Kardec esclarece que la oración, la transformación
moral y la paciencia para tolerar tales presencias
espirituales (espíritus obsesores) son fundamentales
para resistir a la influencia negativa y hasta incluso
eliminarla definitivamente. También resartar, una vez
más, la ineficacia de fórmulas exteriores. Veamos:
“En resumen, la oración fervorosa y los esfuerzos
serios por mejorarse son los únicos medios de apartar a
los malos Espíritus, que reconocen como señores
aquellos que practican el bien, al paso que las fórmulas
les provocan la risa. La cólera y la impaciencia los
excitan. Es preciso cansarlos, mostrándose más
pacientes”. (subrayados
míos)
El Codificador del Espiritismo también esclarece sobre la
mayor complejidad del tratamiento desobsesivo en
casos más graves de obsesión, tales como la subyugación,
la cual requiere auxilio magnético de otras personas,
esto es, de pasistas y/o magnetizadores. Él, igualmente,
destaca la necesidad de la llamada “autoridad moral”, o
sea, de un nível de espiritualización razonable por
parte del agente responsable por la terapia desobsesiva.
Analicemos el texto kardecista:
“... la subyugación llega al punto de paralizar la
voluntad del obsesado y que de este no se puede esperar
ningun concurso valioso. Es sobre todo entonces que
la intervención de un tercero se vuelve necesaria, sea
por la oración sea por la acción magnética. Pero el
poder de esa intervención también depende del ascendente
moral que el interventor pueda tener sobre los Espíritus.
Porque si este no vale más, su acción será estéril”. (subrayados
míos)
Enseguida, Allan Kardec esclarece sobre el mecanismo
de acción fluidica de la acción magnética (que podríamos
identificar en el “Pase Espírita”) en el auxilio al
obsesado. Vale destacar que Kardec ya resaltaba el
efecto en el cuerpo físico de la acción magnética. Sigue
la explicación:
“... la acción magnética tendrá por efecto penetrar
el fluido del obsesado por un fluido mejor y desprender
el fluido del Espíritu malo. Al operar, debe el
magnetizador tener el doble objetivo de oponer una
fuerza moral a otra fuerza moral, y producir sobre el
paciente una especie de reacción química, para usar una
comparación material, expulsando un fluido por otro
fluido. Así, no sólo opera un desprendimiento
saludable, sino da fuerza a los órganos debilitados por
una larga y, a veces, vigorosa dominación. Además,
comprender que el poder de la acción fluidica no sólo
está en la razón de la fuerza de voluntad, sino, sobre
todo de la calidad del fluido introducido y, conforme
dijimos, tal calidad depende de la instrucción y de las
cualidades morales del magnetizador. (subrayados
míos)
Kardec también destaca la diferencia de un proceso
magnético ordinario, o sea, un cambio fluidico
espontáneo que ocurre en el día-a-día, para una acción
magnética espírita (Pase espírita versus magnetismo
espontáneo). Observemos el texto:
“... un magnetizador común, que obrase maquinalmente
para magnetizar pura y simplemente, produciría poco o
ningún efecto. Es de toda necesidad un magnetizador
“espírita”, que obre con conocimiento de causa, con
la intención de producir, no el sonambulismo o la cura
orgánica, sino los efectos que acabamos de describir”. (subrayados
míos)
Kardec também destaca la diferença en el tratamiento
del subyugado para el tratamiento del obsesado simple,
una vez que el subyugado no obra conscientemente para
salir de la situación de asedio espiritual, en cuanto el
obsesado simple obra juntamente con el magnetizador
espírita para conseguir la cura. Por tanto, se trata de
dos voluntades sumadas y no apenas una. Leemos:
“... es evidente que una acción magnética dirigida en
este sentido no deja de ser útil en los casos de
obsesión ordinaria, porque entonces si el
magnetizador fuera secundado por la voluntad del obesado,
el Espíritu será combatido por dos adversarios, en vez
de por uno sólo”. (subrayados
míos)
Sobre la auto-obsesión, al final del artículo,
Allan Kardec afirma:
“Es relevante decir aun que muchas veces se
responsabilizan a los Espíritus extraños por maldades de
que no son responsables. Ciertos estados mórbidos y
ciertas aberraciones, que son atribuidas a una causa
oculta, son, a veces, debidas exclusivamente al Espíritu
del individuo. Las contrariedades frecuentemente
concentradas en sí mismo, los sufrimientos amorosos,
principalmente, han llevado al cometimiento de muchos
actos excéntricos, que erradamente son tenidos a cuenta
de obsesión. Muchas veces la criatura es su propio
obsesor”. (subrayados
míos)
Kardec también esclarece que “personas de mérito”
también sufren obsesión. Veamos:
“... ciertas obsesiones tenaces, sobre todo de
personas de mérito, a veces forman parte de las pruebas
a que se encuentran sometidas. A veces ocurre
incluso que la obsesión, cuando es simple, sea una tarea
impuesta al obsesado, que debe trabajar para mejorar al
obsesor, como un padre a un hijo vicioso”. (subrayados
míos)
Considerando la amplitud de asuntos y la profundidad del
abordage, destacamos la necesidad de la lectura,
integramente, de los artículos de Allan Kardec sobre los
llamados “posesos de Morzine”, abarcando no solamente
los dos textos presentemente analizados, que son las
publicaciones de 1862, si no aquellos de 1863.
Referências bibliográficas:
Kardec, A. A Obsessão – Origem,
sintomas e curas [Tradução de Wallace Leal V.
Rodrigues]. Casa Editora “O Clarim”. Sexta edição. 2000.
Kardec, A. Revista Espírita (Quinto
Ano – 1862) [Tradução de Salvador Gentile]. Instituto de
Difusão Espírita (IDE). Primeira edição. 1993.
Kardec. A. Revista Espírita (Sexto
Ano – 1863) [Tradução de Salvador Gentile]. Instituto de
Difusão Espírita (IDE). Segunda edição. 2002.