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El proceso de la evangelización
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No todo dirigente de centro espírita tiene noción exacta
sobre lo que es y cuál es la importancia de la
evangelización, y mucho menos sobre el proceso de
educación del espíritu inmortal que todos somos, de ahí
encontrarnos escuelas de evangelización infantil
distanciadas del verdadero proceso enseñanza-aprendizaje,
y tener en cuenta las implicaciones pedagógicas de la
filosofía espírita y de los principios que forman el
Espiritismo. En muchos casos se repite el viejo y
anticuado modelo de la escuela formada en el siglo 19,
replicado por el sistema de enseñanza brasileña y
copiado por los centros espíritas. Ese sistema es
anacrónico, equivocado y de pésimos resultados, bastando
para ese reconocimiento verificar la masa de analfabetos
funcionales que salen de la escuela todos los años,
además de jóvenes que no saben pensar, que apenas
memorizaron contenidos para utilización en pruebas. ¿Por
qué insistimos en dar aula y seguir currículum cerrado,
cuando eso no funciona?
Para proseguir esa reflexión, pasemos la palabra a Allan
Kardec, en un texto que extraímos del ítem 350 de El
Libro de los Médiuns: “Si el Espiritismo debe,
como fue anunciado, realizar la transformación de la
humanidad, solo podrá hacerlo por el mejoramiento de las
masas, lo que solo se dará gradualmente, poco a poco,
por el mejoramiento de los individuos.” La palabra
del codificador es cristalina. Solamente la mejora, la
transformación, el perfeccionamiento de los individuos,
podrá transformar, mejorar, perfeccionar la sociedad.
¿Cómo vamos a alcanzar eso sin la participación cada vez
más consciente del alumno en el proceso de su educación?
¿Sin que el trabajo de evangelización espírita esté
realmente ligado a las enseñanzas morales de Jesús y a
la realidad del espíritu inmortal presentemente
reencarnado, pero con vida futura?
Educación es proceso que implica la participación del
evangelizador, del evangelizado y de los padres,
integrando el centro espírita y la familia. No es
proceso de fuera para dentro con decisiones tomadas de
arriba para abajo, o sea, no es proceso en que se
intenta enseñar y más enseñar a través de un currículo
planeado por los responsable por la evangelización. Los
niños y los jóvenes, que saben pensar y sentir, que
poseen habilidades y sentimientos, necesitan tener
participación en ese proceso, que no puede ocurrir
divorciado de la familia, configurada por los espíritus
superiores como la primera escuela del espíritu
reencarnado, mostrando que los padres también tienen que
participar.
¿Cuál es la finalidad de la evangelización? Religar a
los espíritus al Evangelio, a las enseñanzas morales de
Jesús, comprendiendolos y poniéndolos en práctica por sí
mismos, abrazando con conciencia la solidaridad, la
fraternidad y la caridad. No porque aprendió eso con el
evangelizador, sino porque estudió, debatió, pensó y
vivió en acciones pedagógicas, cuando entonces une la
teoría con la experiencia, y, en la secuencia, incorpora
lo aprendido a su patrimonio psíquico. Él hace porque
entiende los beneficios para él y para los otros, él
quiere el bien porque comprende que el bien es bueno
para todos.
Precisamos acabar con la sala de aula y la enseñanza
antidemocrática del evangelizador, que no es un mero
pasador de contenidos, que no es un simple instructor de
informaciones, y sí, es un orientador y facilitador del
proceso de aprendizaje, debiendo, por encima de todo,
dar buenos ejemplos a partir de su conducta en la
convivencia con los otros. ¿Qué adelanta ser dirigente
del centro espírita, ser evangelizador espírita, ser
coordinador de estudio de la doctrina espírita, ser
médium, y así por delante, si eso no significa ser menos
orgulloso, menos egoísta, menos vanidoso, menos
hipócrita?
Es urgente que los
espíritas se vuelquen para la educación, pero no la
educación intelectual, cognitiva, repetitiva, que lleva
al niño y al joven a memorizar informaciones. Ya Allan
Kardec, en El Libro de los Espíritus, en la
pregunta 685A, muy bien esclarece lo que sea la
verdadera educación: “Hay un elemento que no se
consideró bastante, y sin el cual la ciencia económica
no pasa de teoría: la educación. No la educación
intelectual, sino la moral, y ni aun la educación moral
por los libros, sino la que consiste en el arte de
formar los caracteres, aquella que crea los hábitos,
porque educación es conjunto de hábitos adquiridos.” Y
en la pregunta 917 complementa: “El
egoísmo es la fuente de todos los vicios, como la
caridad es la fuente de todas las virtudes. Destruir uno
y desenvolver a otra debe ser el blanco de todos los
esfuezos del hombre, si él desea asegurar su felicidad
en este mundo, tanto como en el futuro.”
¿En los centros espíritas estamos trabajando para
asegurar nuestra y la felicidad de los otros? ¿Será que
los esfuerzos en realizar tratamiento espiritual para
dolencias orgánicas es la finalidad del Espiritismo?
¿Será que recibir mensages psicografiados de los
espíritus recién desencanados para sus familiares es
finalidad del Espiritismo? ¿Será que enseñar a los niños
lo que es el periespíritu y decorar sentencias sobre
Jesús es la finalidad de la evangelización espírita? No
somos contra ninguna actividad que ampare, consuele y
esclarezca al prójimo; estamos llamando la atención para
las prioridades del Espiritismo y, por extensión, de los
centros espíritas.
Hasta aquí hablamos de la evangelización volcada para
los niños y para los jóvenes, pero ya es hora de
extendernos, de ampliar ese entendimiento. Hoy, en que
los medios de comunicación de masa, a través de poderoso
aparato tecnológico, influyen a las personas en todos
los aspectos vivenciales, y en que muchos valores están
en crisis frente al embate entre el materialismo y el
espiritualismo, tenemos que pensar en la evangelización
espírita como evangelización espírita de la familia,
para que esta, con el soporte pedagógico del
Espiritismo, pueda ser el centro irradiante de la
transformación moral humana. A no ser así, continuaremos
asistiendo a pesados grupos de individuos adentrando a
la sociedad sin tener límites, llevados por la corriente
de las pasiones, por los más diversos vicios que
degradan el alma, sin ideales más ennoblecidos,
dejandose enredar por el sensualismo, en una palabra,
individuos egoístas y orgullosos, justamente lo que la
educación moral debería combatir y transformar.
El Espiritismo surgió en el horizonte humano para
auxiliar a todos nosotros en la transformación moral que
debemos realizar, primero con nosotros, después con los
otros y, finalmente, con el colectivo humano, con la
humanidad. Es en la realidad del espíritu inmortal que
vibramos, y la educación moral es el único camino que
puede acelerar nuestra marcha ascensional para la
perfección. ¿Hasta cuándo vamos a vivir el sueño de los
obstinados que no quieren reconocer la realidad, y que
hacen todos los esfuerzos para adaptar el Espiritismo a
sus propias conveniencias, así evitando encarar de
frente la necesidad de transformación íntima, interior,
de realizar el autoconocimiento y la autoeducación?
La evangelización espírita debe ser prioridad en el
centro espírita, cuando entonces estaremos aprendiendo y
practicando el Espiritismo como el nos fue entregado por
los espíritus superiores y organizado y estudiado en sus
consecuencias por Allan Kardec.
Marcus
De Mario es educador, escritor y conferenciante.
Coordina el Seara de luz (Siembra de Luz), grupo online
de estudio espírita. Es editor del canal Orientación
Espírita en YouTube. Posee más de 35 libros publicados.