Tema: Evolución
La Tortuguita Verde
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Érase una vez una Tortuguita Verde.
Ella vivía en el fondo de una bahía.
Sin embargo, quería
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salir del barro. |
Suspiraba por llegar a la superficie de las aguas y
encontrar un mundo nuevo.
Buscó los consejos del rey.
- Bueno, bueno... – habló el rey cangrejo, desde lo alto
de su trono. - ¿Tengo tiempo para querer otro mundo? Este
me basta...
La Tortuguita, después, escuchó decir que el Cazón era
el representante el mundo de la superficie:
- Se debe tener mucho sentido común – habló el cazón –
es necesario cumplir obligaciones para llegar allá
arriba.
El Cazón amarró muchas cintas en la Tortuguita. La metió
en una madriguera.
- Vive lejos de las tentaciones del barro, Tortuguita,
sino… ¡Pues ya lo sabes!
Pasó algún tiempo y la Tortuguita, en la madriguera,
estaba cansada.
No se sentía ni mejor ni peor.
Se veía, sin embargo, demasiado atada.
En un bello día, abandonó ese agujero.
Buscó a la Estrella de Mar. Ella escuchó, se ajustó los
lentes, se aclaró la garganta.
- Debes memorizar palabras mágicas - aseguró, sacando la
nariz de los libros. – Sin ellas no hay salvación.
La Tortuguita memorizó libros y más libros.
Sin embargo, nunca se sentía en camino a la superficie.
Así es que abandono todo.
Ya medio desanimada, habló con el Pez Espada:
- ¡Hola, señor Espadita!
- ¡Hola, Tortuguita! Escuché que quieres salvarte del
barro.
- Es verdad.
El Pez Espada le dijo:
- No hay ningún misterio para eso. La regla es una sola
para todos:
“Ayuda a los que sufren y te ayudas estudiando”.
La Tortuguita no perdió el tiempo.
Se apresuró a socorrer a un pez reumático.
De allí la llevaron a tratar un corte en el tentáculo de
un Pulpo viejo.
El Pulpo, agradecido, le pidió que se encargara del
dolor de muelas del Erizo.
Ayudando y estudiando, se sentía feliz.
Empezó a dar consejos de paz al Tiburón.
El Tiburón la llevó a visitar a la Ballena.
Entonces, por primera vez, la Ballena escuchó a la
Tortuguita hablar sobre la gula.
De repente...
Bueno, ¿qué pasó de repente?
La Tortuguita, nada más y nada menos, estaba en la
superficie de la bahía.
¡Un mundo maravilloso frente a ella!
Fuente: Cuento de autoría de Roque
Jacintho.
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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