Especial

por Juan Carlos Orozco

El espírita

Los términos Espiritismo, o Doctrina Espírita, y espírita, o espiritista, fueron creados por Allan Kardec para designar la nueva doctrina de los Espíritus y sus adeptos, que surgían con la Codificación Espírita, cuyas justificaciones se encuentran en la introducción en El Libro de los Espíritus, ítem I.

Esas denominaciones fueron escogidas por el Codificador del Espiritismo para evitarse la confusión con otras designaciones como espiritual, espiritualista y espiritualismo, que ya tenían sus concepciones bien definidas.

El Espiritismo tiene por principio las relaciones del mundo material con el de los Espíritus o con los seres del mundo invisibles, cuya doctrina deriva de su codificación por Allan Kardec, auxiliado por los Espíritus Superiores, mediante cinco obras básicas que envuelven todo un conjunto coherente, lógico y racional de principios e ideas fundamentales, los cuales están sistematizados según sus aspectos científico, filosófico y religioso.

Además de eso, la Doctrina Espírita es dinámica y complementada por la literatura espírita subsecuente, en razón de las revelaciones y de las enseñanzas de los Espíritus, acompañando el progreso humano, los avances de la Ciencia y la progresividad de las revelaciones espíritas, conforme nuestro grado evolutivo, como dice Jesús: “Aun tengo mucho que deciros, pero vosotros no lo podéis soportar ahora. Pero, cuando viniera aquel Espíritu de Verdad, él os guiará en toda la verdad; porque no hablará de sí mismo, pero dirá todo lo que hubiérais oído, y os anunciará lo que ha de venir” (Juan 16:12-13).

Eso porque los Espíritus, por el desenvolvimiento de la inteligencia, del libre-albedrío y de la moral, comienzan sus procesos evolutivos. Desde el inicio de su formación, el Espíritu no goza de la plenitud de sus facultades. La inteligencia solo poco a poco se desenvuelve. En cada nueva existencia, el hombre dispone de más inteligencia y mejor puede distinguir el bien del mal.

El progreso moral acompaña el progreso intelectual, pero no siempre lo sigue inmediatamente. El progreso moral sigue el intelectual cuando el Espíritu desenvuelve su libre-albedrío y comienza a comprender el bien y el mal, realizando eleccions correctas y teniendo conciencia de las responsabilidades de sus actos. La moral y la inteligencia son dos fuerzas que solo con el tiempo llegan a equilibrarse, cuyos avances permiten absorver más conocimientos y verdades.

Por eso, el Espiritismo vino, en la época predicha, a cumplir la promesa del Cristo, y “Si el Espiritismo hubiese venido antes de los descubrimientos científicos, se habría malogrado, como todo cuanto surge antes del tiempo”. (KARDEC. La Génesis.)

Así, la Doctrina Espírita es producto de la construcción colectiva, formado por el conjunto de los seres del mundo espiritual, cada uno trayendo el tributo de sus luces a los hombres, para volverlos conocido ese mundo y la suerte que los espera.

Para la Doctrina Espírita, Espiritismo y Ciencia se completan, principalmente con los conocimientos resultados de las revelaciones espirituales transmitidas por Espíritus superiores y de las leyes que rigen las relaciones del mundo corpóreo con el mundo espiritual, que son leyes de la Naturaleza, trayendo luz a los fenómenos incomprendidos por el hombre.

Para el Espiritismo, el Universo no es solo materia, tiene un principio inteligente rigiendo todo lo que existe. De la acción simultánea de los principios materiales e inteligente, nacen fenómenos que son inexplicables si no considera uno de los dos. Por encima de todo, está Dios.

“Como medio de elaboración, el Espiritismo procede exactamente de la misma manera que las ciencias positivas, esto es, aplicando el método experimental. Cuando hechos nuevos se presentan, que no pueden ser explicados por las leyes conocidas, el Espiritismo los observa, compara, analiza y, remontando de los efectos a las causas, llega a la ley que los preside; después, les deduce las consecuencias y busca las aplicaciones útiles”. (KARDEC. La Génesis.)

La Ciencia Espírita vino a partir de Allan Kardec, que se dedicó en cuerpo y alma al trabajo científico de manera incansable en la elaboración de la Codificación Espírita, pasando a analizar los hechos espíritas bajo el rigor de la metodología científica y de los principios filosóficos.

Para garantizar la veracidad, Kardec estableció un control universal de las enseñanzas de los Espíritus por la universalidad y concordancia de sus revelaciones, o sea, la garantía por la concordancia de las revelaciones de los Espíritus que ellos hagan espontáneamente, mediante gran número de médiuns, extraños unos a los otros, y de varios lugares.

En ese sentido y contexto, el espírita es el adepto que sigue, se orienta y conduce su vida, las actitudes y acciones de acuerdo con la Doctrina Espírita. Por consiguiente, no todo espiritualista, practicante de determinada creencia o médium es un espírita.

Importante destacar que la mediumnidad es inherente a una aptitud o una disposición orgánica de cada ser humano, concedida sin distinción, que cualquiera puede ser dotado, sirviendo de medio de comunicación con los Espíritus, no necesariamente ser un espírita.

“Todo aquel que siente, en un grado cualquiera, la influencia de los Espíritus es, por ese hecho, médium. Esa facultad es inherente al hombre; no constituye, por tanto, un privilegio exclusivo. Por eso mismo, raras son las personas que de ella no posean algunos rudimentos. Puede, pues, decirse que todos son, más o menos, médiuns. Todavía, usualmente, así solo se califican aquellos en quien la facultad mediúmnica se muestra bien caracterizada y se traduce por efectos patentes, de cierta intensidad, lo que entonces depende de una organización más o menos sensitiva”. (KARDEC. El Libro de los Médiuns. Capítulo XIV. De los médiuns. Ítem 159.)


Espiritismo como filosofía de vida

El Espiritismo como doctrina filosófica de efectos religiosos trae reglas morales de vida y comportamiento a todos los seres humanos, teniendo a Jesús como modelo de perfección moral a que la Humanidad puede aspirar, por cuanto Dios nos ofrece al Cristo, desde el principio de todo, como el Gobernador del Orbe Terrestre, siendo el Maestro divino el camino, la verdad y la vida en dirección al Padre, y la doctrina que nos enseñó es la expresión más pura de la ley del Señor, porque Él es el más puro de cuantos ha aparecido en la Tierra, pues el Espíritu Divino lo animaba (KARDEC. El Libro de los Espíritus. Pregunta 625).

El Espiritismo, como todas las religiones, se basa en los vínculos de amor a Dios y al prójimo, en la caridad que salva y libera el alma, en la fraternidad universal y en la comunión de pensamientos con base en las leyes de Dios, uniendo la fe y la razón. Además de eso, se preocupa con las consecuencias morales de su enseñanza, buscando, en la ética y en la moral predicadas por Jesús, los elementos que deberán guiar la conducta del ser humano rumbo al Creador.

Uno de sus efectos es infundir sentimientos religiosos en los que no poseen y fortalecerlos en los que los tengan vacilantes.

En esa dirección, el Espiritismo busca proporcionar la transformación moral del hombre, retomando las enseñanzas de Cristo, para que sean aplicadas en la vida diaria de cada persona, reviviendo el Cristianismo en su verdadera expresión de amor y caridad, religando a la criatura a su origen divino.

Entre tanto, el Espiritismo no es una religión constituida, visto que no tiene culto, ni rito, ni templos y que, entre sus adeptos, ninguno tomó, ni recibió el título de sacerdote o de sumo-sacerdote.


Moral y ética espíritas

La moral y la ética delante de las leyes de Dios deben orientar la moral y la ética de los espíritas. Las leyes de Dios son eternas, inmutables, infinitas y universales. En la misma dirección, la moral y la ética espíritas no pueden ser relativizadas.

La moral envuelve valores que rigen el comportamiento delante de las normas instituidas por la sociedad o por el grupo social, determinando el sentido moral de cada individuo en sus relaciones saludables y armoniosas. Busca el bienestar social.

Para la Doctrina Espírita, en El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec, en la pregunta 629, “la moral es la regla del bien proceder, esto es, de distinguir el bien del mal. Se funda en la observancia de la ley de Dios. El hombre procede bien cuando hace todo por el bien de todos, porque entonces cumple la ley de Dios”. (KARDEC. El Libro de los Espíritus)

En la pregunta 630, “el bien es todo lo que es conforme a la ley de Dios; el mal, todo lo que le es contrario. Así, hacer el bien es proceder de acuerdo con la ley de Dios; hacer el mal es infringirla”. (KARDEC. El Libro de los Espíritus)

En el libro La Génesis, de Allan Kardec, en la parte acerca del origen del bien y del mal, “si el hombre fuese creado perfecto, fatalmente sería llevado para el bien. Dios quiso que él fuese sometido a la ley del progreso, y que ese progreso fuese fruto de su propio trabajo, a fin de que de el tenga el mérito, de la misma manera que la responsabilidad del mal que es practicado por su voluntad”. (KARDEC. La Génesis)

“Como el hombre tiene que progresar, los males a los cuales está expuesto son un estímulo para el ejercicio de su inteligencia, de todas sus facultades físicas y morales, incitandolo a la búsqueda de los medios de preservarse de ellos. Si él no tuviese nada que temer, ninguna necesidad lo llevaría a la búsqueda de lo mejor; él se entorpecería con la inactividad de su espíritu; no inventaría nada, no descubriría nada. El dolor es aguijón que fuerza al hombre a avanzar en el camino del progreso”. (KARDEC. La Génesis)

El Evangelio de Jesús es el Código Moral de los cristianos, que se fundamenta en la Ley de Dios, y la moral que la Doctrina Espírita enseña es la de Jesucristo, razón que no hay otra mejor. En ese sentido, la moral espírita debe tener el mismo referente.

Las orientaciones morales ofrecen subsidios para la construcción y aplicación de normas de conducta, colectivas e individuales, subsidios que pueden ser utilizados por el ser humano, independientemente de sus costumbres, religión y tradiciones..

Por ese motivo, la moral es siempre interpretada como el bien, como todo lo que promueve la mejoría integral del hombre, ajustandolo a la realidad de la vida, independientemente de religión y creencia, o hasta incluso en la ausencia de estas, volviéndose una persona de bien. Entre tanto, para ser efectivamente bueno, el ser humano precisa vivir la Ley de Amor: el bien es todo lo que es conforme a la Ley de Dios, y el mal es todo lo que de ella se aparta.

La conciencia moral deriva de la estructuración del mundo moral en lo íntimo del ser, pues el individuo moralizado es alguien que considera el sentido de la vida dentro de un contexto mayor, que no se resume apenas al atendimiento a las necesidades de sobrevivencia biológica de la especie.

En fin, para que un acto sea considerado efectivamente moral es necesario que sea voluntario, espontáneo, libre, consciente, intencional, jamás impuesto. Revestido de esas características, el acto moral presenta responsabilidad y compromiso.

Responsable es aquel que responde por sus actos, esto es, la persona consciente y libre asume la autoría de su acto, reconociéndolo como suyo y respondiendo por sus consecuencias.

La ética espírita comprende el obrar de acuerdo con la Doctrina Espírita, que se basa en la Ley de Dios, en las enseñanzas de Jesucristo y en la moral espírita, en la práctica del bien y de la caridad. La ética sintetiza reglas y preceptos de orden valorativo y moral de un individuo, grupo o sociedad. Busca fundamentar el modo de vivir y obrar. De este entendimiento, es posible definir reglas y prescripciones que determinan el comportamiento y las conductas, consideradas validas para un grupo, una comunidad o para un individuo.

En cuanto la moral trata de los valores, que deben fundamentar el comportamiento colectivo e individual, la ética cuida de sus aplicabilidad, por medio de normas y reglas que regulan las relaciones humanas. Se puede decir, entonces, que si la moral alcanza todas las culturas, en cualquier época, por ser principios universales, la ética se constituye de reglas especificas definidas para una sociedad o grupos.

Otro aspecto importante es el “dad gratuitamente lo que gratuitamente recibiste”, que está incluido en el contexto de la moral y de la ética cristiana, regulando el comportamiento y guiando los actos de sus seguidores, en particular de nuestra reflexión: del espírita.

De todos los hechos que dan testimonio del poder de Jesús, los más numerosos son las curas. Los apóstoles habían recibido gratuitamente el don de Dios para curar enfermos y expulsar demonios.

En el cumplimiento de su misión, Jesús contó con la colaboración de los apóstoles y de otros discípulos. Los grandes operarios de la Espiritualidad, llenos de coraje y de austeridad, surcaron los caminos de villa en villa, de aldea en aldea, sin preocuparse con haberes, con ropas, con bolsas, con alforjas ni con sandalias, en el cumplimiento de las ordenes que recibieron, ya curando enfermos y llevando la paz a las multitudes sofocadas por las tribulaciones, ya anunciando a viva voz y sin desear otros valores, la llegada del Reino de Dios, que, debería dominar los corazones.

Para ser considerados discípulos de Jesús es necesario el desenvolvimiento de valores morales: desinterés, abnegación, sacrificio, mansedumbre, coraje, dignidad, humildad, amor. En cuanto a la gratuidad de las curas de las enfermedades y de los alivios de los sufrimientos, Dios quiere que la luz llegue a todos. No quiere que el más pobre quede de ella privado y pueda decir: no tengo fe, porque no la pude pagar; no tuve el consuelo de recibir las valentias y los testimonios de afecto de los que gimo, porque soy pobre.

La Doctrina Espírita no se combina con cualquier tipo de cobros para la prestación de servicio espiritual. Las enseñanzas tratan de la desaprobación de  mercantilismo en nombre de la Doctrina Espírita. Si recibimos de gracia, de gracia debemos dar.

Para obtener benevolencia de los buenos Espíritus es condición tener humildad, dedicación y abnegación; el más absoluto desinterés material. Entre el Cielo y la Tierra, los intermediarios (médiuns) no pueden recibir dinero por esa tarea. El Creador no vende los beneficios que concede.

La mediumnidad es dada gratuitamente por Dios para alivio de los que sufren, no pudiendo ser empleada comercialmente. Los interpretes de los Espíritus no pueden obtener lucro material para instruir a los hombres, mostrarles el camino del bien y conducirlos a la fe. No deben vender mensajes que no les pertenecen, tampoco ser objeto de lucro financiero, pues no son productos de su autoría, ni de sus investigaciones, ni de su trabajo personal. El médium no puede vender la posible cura bajo cualquier contexto. Esa cuestión no se relativiza. El médium curador transmite el fluido saludable de los buenos Espíritus. Jesús y los apóstoles nada cobraban por las curas.

El médium que ejerce su facultad según el Cristo, sin intereses materiales o egoístas, recibe la correspondiente recompensa espiritual. La única moneda que el Creador acoge como cambio es el amor al prójimo. El Espiritismo debe ser la diseminación de la palabra de consuelo tal como Jesús nos enseñó. El Espiritismo no se asienta con intereses comerciales.

Los buenos médiuns tienen afinidades con los buenos Espíritus. Los malos médiuns tienen afinidades con los malos Espíritus. Las cualidades morales de los médiuns tienen influencias con la naturaleza de los Espíritus que se comunican por su intermedio.

Las cualidades de los buenos Espíritus son: bondad, benevolencia, simplicidad de corazón, amor al prójimo y desprendimientos de las cosas materiales. Los defectos que los apartan son: orgullo, egoísmo, envidia, celos, odio, sensualidad y todas las pasiones por las cuales el hombre se apega a la materia.

La mediumnidad no es arte, ni talento, por lo que no puede volverse profesión. Ella no existe sin el concurso de los Espíritus; faltando estos, ya no hay mediumnidad. Explotar alguien la mediumnidad es disponer de una cosa de la cual no es realmente dueño. Afirmar lo contrario es engañar a quien paga. Es diferente del trabajo del médico, del abogado, del ingeniero y del profesor, que ofrecen el fruto de sus estudios, de sus esfuerzos y hasta de sus sacrificios en los bancos académicos y de ahí pudieran obtener lucros de sus aptitudes, bien lejos de las huestes espíritas.

Así, es en el ejercicio de la mediumnidad con Jesús y en la aplicación de sus valores a beneficio del prójimo y en nombre de la caridad que el ser alcanza la plenitud de sus funciones y facultades, convirtiéndose en bendiciones, sembrador de la salud espiritual y de la paz: “Dad gratuitamente lo que gratuitamente recibiste”.

Para finalizar esa reflexión, en El Evangelio Según el Espiritismo, de Allan Kardec, en el Capítulo XVII, “Sed perfectos”, en “Los buenos espíritas”, tenemos: “El Espiritismo no instituye ninguna nueva moral; apenas facilita a los hombres la inteligencia y la práctica de la del Cristo, facultando fe inquebrantable esclarecida a los que dudan o vacilan. (...) Se reconoce al verdadero espírita por su transformación moral y por los esfuerzos que emplea para domar sus inclinaciones malas.” 

 

Bibliografia:

KARDEC, Allan; tradução de Evandro Noleto Bezerra. A Gênese. 2ª Edição. Brasília/DF: Federação Espírita Brasileira, 2013.

KARDEC, Allan; tradução de Evandro Noleto Bezerra. O Céu e o Inferno. 2ª Edição. Brasília/DF: Federação Espírita Brasileira, 2013.

KARDEC, Allan; tradução de Guillon Ribeiro. O Evangelho Segundo o Espiritismo. 1ª Edição. Brasília/DF: Federação Espírita Brasileira, 2019.

KARDEC, Allan; tradução de Guillon Ribeiro. O Livro dos Espíritos. 1ª Edição. Brasília/DF: Federação Espírita Brasileira, 2019.

KARDEC, Allan; tradução de Guillon Ribeiro. O Livro dos Médiuns. 1ª Edição. Brasília/DF: Federação Espírita Brasileira, 2019.

KARDEC, Allan; tradução de Evandro Noleto Bezerra. O que é o Espiritismo. 2ª Edição. Brasília/DF: Federação Espírita Brasileira, 2017.

ROCHA, Cecília (organizadora). Estudo Sistematizado da Doutrina Espírita: Programa Fundamental, Tomo I. 2ª Edição. Brasília/DF: Federação Espírita Brasileira, 2018. 
 

Traducción:
Isabel Porras
isabelporras1@gmail.com

 
 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita