Los términos Espiritismo, o Doctrina Espírita, y
espírita, o espiritista, fueron creados por Allan Kardec
para designar la nueva doctrina de los Espíritus y sus
adeptos, que surgían con la Codificación Espírita, cuyas
justificaciones se encuentran en la introducción en El
Libro de los Espíritus, ítem I.
Esas denominaciones fueron escogidas por el Codificador
del Espiritismo para evitarse la confusión con otras
designaciones como espiritual, espiritualista y
espiritualismo, que ya tenían sus concepciones bien
definidas.
El Espiritismo tiene por principio las relaciones del
mundo material con el de los Espíritus o con los seres
del mundo invisibles, cuya doctrina deriva de su
codificación por Allan Kardec, auxiliado por los
Espíritus Superiores, mediante cinco obras básicas que
envuelven todo un conjunto coherente, lógico y racional
de principios e ideas fundamentales, los cuales están
sistematizados según sus aspectos científico, filosófico
y religioso.
Además de eso, la Doctrina Espírita es dinámica y
complementada por la literatura espírita subsecuente, en
razón de las revelaciones y de las enseñanzas de los
Espíritus, acompañando el progreso humano, los avances
de la Ciencia y la progresividad de las revelaciones
espíritas, conforme nuestro grado evolutivo, como dice Jesús: “Aun
tengo mucho que deciros, pero vosotros no lo podéis
soportar ahora. Pero, cuando viniera aquel Espíritu de
Verdad, él os guiará en toda la verdad; porque no
hablará de sí mismo, pero dirá todo lo que hubiérais
oído, y os anunciará lo que ha de venir” (Juan
16:12-13).
Eso porque los Espíritus, por el desenvolvimiento de la
inteligencia, del libre-albedrío y de la moral,
comienzan sus procesos evolutivos. Desde el inicio de su
formación, el Espíritu no goza de la plenitud de sus
facultades. La inteligencia solo poco a poco se
desenvuelve. En cada nueva existencia, el hombre dispone
de más inteligencia y mejor puede distinguir el bien del
mal.
El progreso moral acompaña el progreso intelectual, pero
no siempre lo sigue inmediatamente. El progreso moral
sigue el intelectual cuando el Espíritu desenvuelve su
libre-albedrío y comienza a comprender el bien y el mal,
realizando eleccions correctas y teniendo conciencia de
las responsabilidades de sus actos. La moral y la
inteligencia son dos fuerzas que solo con el tiempo
llegan a equilibrarse, cuyos avances permiten absorver
más conocimientos y verdades.
Por eso, el Espiritismo vino, en la época predicha, a
cumplir la promesa del Cristo, y “Si el Espiritismo
hubiese venido antes de los descubrimientos científicos,
se habría malogrado, como todo cuanto surge antes del
tiempo”. (KARDEC. La Génesis.)
Así, la Doctrina Espírita es producto de la construcción
colectiva, formado por el conjunto de los seres del
mundo espiritual, cada uno trayendo el tributo de sus
luces a los hombres, para volverlos conocido ese mundo y
la suerte que los espera.
Para la Doctrina Espírita, Espiritismo y Ciencia se
completan, principalmente con los conocimientos
resultados de las revelaciones espirituales transmitidas
por Espíritus superiores y de las leyes que rigen las
relaciones del mundo corpóreo con el mundo espiritual,
que son leyes de la Naturaleza, trayendo luz a los
fenómenos incomprendidos por el hombre.
Para el Espiritismo, el Universo no es solo materia,
tiene un principio inteligente rigiendo todo lo que
existe. De la acción simultánea de los principios
materiales e inteligente, nacen fenómenos que son
inexplicables si no considera uno de los dos. Por encima
de todo, está Dios.
“Como medio de elaboración, el Espiritismo procede
exactamente de la misma manera que las ciencias
positivas, esto es, aplicando el método experimental.
Cuando hechos nuevos se presentan, que no pueden ser
explicados por las leyes conocidas, el Espiritismo los
observa, compara, analiza y, remontando de los efectos a
las causas, llega a la ley que los preside; después, les
deduce las consecuencias y busca las aplicaciones
útiles”. (KARDEC. La
Génesis.)
La Ciencia Espírita vino a partir de Allan Kardec, que
se dedicó en cuerpo y alma al trabajo científico de
manera incansable en la elaboración de la Codificación
Espírita, pasando a analizar los hechos espíritas bajo
el rigor de la metodología científica y de los
principios filosóficos.
Para garantizar la veracidad, Kardec estableció un
control universal de las enseñanzas de los Espíritus por
la universalidad y concordancia de sus revelaciones, o
sea, la garantía por la concordancia de las revelaciones
de los Espíritus que ellos hagan espontáneamente,
mediante gran número de médiuns, extraños unos a los
otros, y de varios lugares.
En ese sentido y contexto, el espírita es el adepto que
sigue, se orienta y conduce su vida, las actitudes y
acciones de acuerdo con la Doctrina Espírita. Por
consiguiente, no todo espiritualista, practicante de
determinada creencia o médium es un espírita.
Importante destacar que la mediumnidad es inherente a
una aptitud o una disposición orgánica de cada ser
humano, concedida sin distinción, que cualquiera puede
ser dotado, sirviendo de medio de comunicación con los
Espíritus, no necesariamente ser un espírita.
“Todo aquel que siente, en un grado cualquiera, la
influencia de los Espíritus es, por ese hecho, médium.
Esa facultad es inherente al hombre; no constituye, por
tanto, un privilegio exclusivo. Por eso mismo, raras son
las personas que de ella no posean algunos rudimentos.
Puede, pues, decirse que todos son, más o menos,
médiuns. Todavía, usualmente, así solo se califican
aquellos en quien la facultad mediúmnica se muestra bien
caracterizada y se traduce por efectos patentes, de
cierta intensidad, lo que entonces depende de una
organización más o menos sensitiva”. (KARDEC. El
Libro de los Médiuns. Capítulo XIV. De los médiuns.
Ítem 159.)
Espiritismo como filosofía de vida
El Espiritismo como doctrina filosófica de efectos
religiosos trae reglas morales de vida y comportamiento
a todos los seres humanos, teniendo a Jesús como modelo
de perfección moral a que la Humanidad puede aspirar,
por cuanto Dios nos ofrece al Cristo, desde el principio
de todo, como el Gobernador del Orbe Terrestre, siendo
el Maestro divino el camino, la verdad y la vida en
dirección al Padre, y la doctrina que nos enseñó es la
expresión más pura de la ley del Señor, porque Él es el
más puro de cuantos ha aparecido en la Tierra, pues el
Espíritu Divino lo animaba (KARDEC. El Libro de los
Espíritus. Pregunta 625).
El Espiritismo, como todas las religiones, se basa en
los vínculos de amor a Dios y al prójimo, en la caridad
que salva y libera el alma, en la fraternidad universal
y en la comunión de pensamientos con base en las leyes
de Dios, uniendo la fe y la razón. Además de eso, se
preocupa con las consecuencias morales de su enseñanza,
buscando, en la ética y en la moral predicadas por
Jesús, los elementos que deberán guiar la conducta del
ser humano rumbo al Creador.
Uno de sus efectos es infundir sentimientos religiosos
en los que no poseen y fortalecerlos en los que los
tengan vacilantes.
En esa dirección, el Espiritismo busca proporcionar la
transformación moral del hombre, retomando las
enseñanzas de Cristo, para que sean aplicadas en la vida
diaria de cada persona, reviviendo el Cristianismo en su
verdadera expresión de amor y caridad, religando a la
criatura a su origen divino.
Entre tanto, el Espiritismo no es una religión
constituida, visto que no tiene culto, ni rito, ni
templos y que, entre sus adeptos, ninguno tomó, ni
recibió el título de sacerdote o de sumo-sacerdote.
Moral y ética espíritas
La moral y la ética delante de las leyes de Dios deben
orientar la moral y la ética de los espíritas. Las leyes
de Dios son eternas, inmutables, infinitas y
universales. En la misma dirección, la moral y la ética
espíritas no pueden ser relativizadas.
La moral envuelve valores que rigen el comportamiento
delante de las normas instituidas por la sociedad o por
el grupo social, determinando el sentido moral de cada
individuo en sus relaciones saludables y armoniosas.
Busca el bienestar social.
Para la Doctrina Espírita, en El Libro de los
Espíritus, de Allan Kardec, en la pregunta 629, “la
moral es la regla del bien proceder, esto es, de
distinguir el bien del mal. Se funda en la observancia
de la ley de Dios. El hombre procede bien cuando hace
todo por el bien de todos, porque entonces cumple la ley
de Dios”. (KARDEC. El Libro de los Espíritus)
En la pregunta 630, “el bien es todo lo que es
conforme a la ley de Dios; el mal, todo lo que le es
contrario. Así, hacer el bien es proceder de acuerdo con
la ley de Dios; hacer el mal es infringirla”.
(KARDEC. El Libro de los Espíritus)
En el libro La Génesis, de Allan Kardec, en la
parte acerca del origen del bien y del mal, “si el
hombre fuese creado perfecto, fatalmente sería llevado
para el bien. Dios quiso que él fuese sometido a la ley
del progreso, y que ese progreso fuese fruto de su
propio trabajo, a fin de que de el tenga el mérito, de
la misma manera que la responsabilidad del mal que es
practicado por su voluntad”. (KARDEC. La Génesis)
“Como el hombre tiene que progresar, los males a los
cuales está expuesto son un estímulo para el ejercicio
de su inteligencia, de todas sus facultades físicas y
morales, incitandolo a la búsqueda de los medios de
preservarse de ellos. Si él no tuviese nada que temer,
ninguna necesidad lo llevaría a la búsqueda de lo mejor;
él se entorpecería con la inactividad de su espíritu; no
inventaría nada, no descubriría nada. El dolor es
aguijón que fuerza al hombre a avanzar en el camino del
progreso”.
(KARDEC. La Génesis)
El Evangelio de Jesús es el Código Moral de los
cristianos, que se fundamenta en la Ley de Dios, y la
moral que la Doctrina Espírita enseña es la de
Jesucristo, razón que no hay otra mejor. En ese sentido,
la moral espírita debe tener el mismo referente.
Las orientaciones morales ofrecen subsidios para la
construcción y aplicación de normas de conducta,
colectivas e individuales, subsidios que pueden ser
utilizados por el ser humano, independientemente de sus
costumbres, religión y tradiciones..
Por ese motivo, la moral es siempre interpretada como el
bien, como todo lo que promueve la mejoría integral del
hombre, ajustandolo a la realidad de la vida,
independientemente de religión y creencia, o hasta
incluso en la ausencia de estas, volviéndose una persona
de bien. Entre tanto, para ser efectivamente bueno, el
ser humano precisa vivir la Ley de Amor: el bien es todo
lo que es conforme a la Ley de Dios, y el mal es todo lo
que de ella se aparta.
La conciencia moral deriva de la estructuración del
mundo moral en lo íntimo del ser, pues el individuo
moralizado es alguien que considera el sentido de la
vida dentro de un contexto mayor, que no se resume
apenas al atendimiento a las necesidades de
sobrevivencia biológica de la especie.
En fin, para que un acto sea considerado efectivamente
moral es necesario que sea voluntario, espontáneo,
libre, consciente, intencional, jamás impuesto.
Revestido de esas características, el acto moral
presenta responsabilidad y compromiso.
Responsable es aquel que responde por sus actos, esto
es, la persona consciente y libre asume la autoría de su
acto, reconociéndolo como suyo y respondiendo por sus
consecuencias.
La ética espírita comprende el obrar de acuerdo con la
Doctrina Espírita, que se basa en la Ley de Dios, en las
enseñanzas de Jesucristo y en la moral espírita, en la
práctica del bien y de la caridad. La ética sintetiza
reglas y preceptos de orden valorativo y moral de un
individuo, grupo o sociedad. Busca fundamentar el modo
de vivir y obrar. De este entendimiento, es posible
definir reglas y prescripciones que determinan el
comportamiento y las conductas, consideradas validas
para un grupo, una comunidad o para un individuo.
En cuanto la moral trata de los valores, que deben
fundamentar el comportamiento colectivo e individual, la
ética cuida de sus aplicabilidad, por medio de normas y
reglas que regulan las relaciones humanas. Se puede
decir, entonces, que si la moral alcanza todas las
culturas, en cualquier época, por ser principios
universales, la ética se constituye de reglas
especificas definidas para una sociedad o grupos.
Otro aspecto importante es el “dad gratuitamente lo
que gratuitamente recibiste”, que está incluido en
el contexto de la moral y de la ética cristiana,
regulando el comportamiento y guiando los actos de sus
seguidores, en particular de nuestra reflexión: del
espírita.
De todos los hechos que dan testimonio del poder de
Jesús, los más numerosos son las curas. Los apóstoles
habían recibido gratuitamente el don de Dios para curar
enfermos y expulsar demonios.
En el cumplimiento de su misión, Jesús contó con la
colaboración de los apóstoles y de otros discípulos. Los
grandes operarios de la Espiritualidad, llenos de coraje
y de austeridad, surcaron los caminos de villa en villa,
de aldea en aldea, sin preocuparse con haberes, con
ropas, con bolsas, con alforjas ni con sandalias, en el
cumplimiento de las ordenes que recibieron, ya curando
enfermos y llevando la paz a las multitudes sofocadas
por las tribulaciones, ya anunciando a viva voz y sin
desear otros valores, la llegada del Reino de Dios, que,
debería dominar los corazones.
Para ser considerados discípulos de Jesús es necesario
el desenvolvimiento de valores morales: desinterés,
abnegación, sacrificio, mansedumbre, coraje, dignidad,
humildad, amor. En cuanto a la gratuidad de las curas de
las enfermedades y de los alivios de los sufrimientos,
Dios quiere que la luz llegue a todos. No quiere que el
más pobre quede de ella privado y pueda decir: no tengo
fe, porque no la pude pagar; no tuve el consuelo de
recibir las valentias y los testimonios de afecto de los
que gimo, porque soy pobre.
La Doctrina Espírita no se combina con cualquier tipo de
cobros para la prestación de servicio espiritual. Las
enseñanzas tratan de la desaprobación de mercantilismo
en nombre de la Doctrina Espírita. Si recibimos de
gracia, de gracia debemos dar.
Para obtener benevolencia de los buenos Espíritus es
condición tener humildad, dedicación y abnegación; el
más absoluto desinterés material. Entre el Cielo y la
Tierra, los intermediarios (médiuns) no pueden recibir
dinero por esa tarea. El Creador no vende los beneficios
que concede.
La mediumnidad es dada gratuitamente por Dios para
alivio de los que sufren, no pudiendo ser empleada
comercialmente. Los interpretes de los Espíritus no
pueden obtener lucro material para instruir a los
hombres, mostrarles el camino del bien y conducirlos a
la fe. No deben vender mensajes que no les pertenecen,
tampoco ser objeto de lucro financiero, pues no son
productos de su autoría, ni de sus investigaciones, ni
de su trabajo personal. El médium no puede vender la
posible cura bajo cualquier contexto. Esa cuestión no se
relativiza. El médium curador transmite el fluido
saludable de los buenos Espíritus. Jesús y los apóstoles
nada cobraban por las curas.
El médium que ejerce su facultad según el Cristo, sin
intereses materiales o egoístas, recibe la
correspondiente recompensa espiritual. La única moneda
que el Creador acoge como cambio es el amor al prójimo.
El Espiritismo debe ser la diseminación de la palabra de
consuelo tal como Jesús nos enseñó. El Espiritismo no se
asienta con intereses comerciales.
Los buenos médiuns tienen afinidades con los buenos
Espíritus. Los malos médiuns tienen afinidades con los
malos Espíritus. Las cualidades morales de los médiuns
tienen influencias con la naturaleza de los Espíritus
que se comunican por su intermedio.
Las cualidades de los buenos Espíritus son: bondad,
benevolencia, simplicidad de corazón, amor al prójimo y
desprendimientos de las cosas materiales. Los defectos
que los apartan son: orgullo, egoísmo, envidia, celos,
odio, sensualidad y todas las pasiones por las cuales el
hombre se apega a la materia.
La mediumnidad no es arte, ni talento, por lo que no
puede volverse profesión. Ella no existe sin el concurso
de los Espíritus; faltando estos, ya no hay mediumnidad.
Explotar alguien la mediumnidad es disponer de una cosa
de la cual no es realmente dueño. Afirmar lo contrario
es engañar a quien paga. Es diferente del trabajo del
médico, del abogado, del ingeniero y del profesor, que
ofrecen el fruto de sus estudios, de sus esfuerzos y
hasta de sus sacrificios en los bancos académicos y de
ahí pudieran obtener lucros de sus aptitudes, bien lejos
de las huestes espíritas.
Así, es en el ejercicio de la mediumnidad con Jesús y en
la aplicación de sus valores a beneficio del prójimo y
en nombre de la caridad que el ser alcanza la plenitud
de sus funciones y facultades, convirtiéndose en
bendiciones, sembrador de la salud espiritual y de la
paz: “Dad gratuitamente lo que gratuitamente
recibiste”.
Para finalizar esa reflexión, en El Evangelio Según
el Espiritismo, de Allan Kardec, en el Capítulo
XVII, “Sed perfectos”, en “Los buenos espíritas”,
tenemos: “El Espiritismo no instituye ninguna nueva
moral; apenas facilita a los hombres la inteligencia y
la práctica de la del Cristo, facultando fe
inquebrantable esclarecida a los que dudan o vacilan.
(...) Se reconoce al verdadero espírita por su
transformación moral y por los esfuerzos que emplea para
domar sus inclinaciones malas.”
Bibliografia:
KARDEC, Allan; tradução de Evandro Noleto
Bezerra. A Gênese. 2ª Edição. Brasília/DF:
Federação Espírita Brasileira, 2013.
KARDEC, Allan; tradução de Evandro Noleto
Bezerra. O Céu e o Inferno. 2ª Edição.
Brasília/DF: Federação Espírita Brasileira, 2013.
KARDEC, Allan; tradução de Guillon
Ribeiro. O Evangelho Segundo o Espiritismo. 1ª
Edição. Brasília/DF: Federação Espírita Brasileira,
2019.
KARDEC, Allan; tradução de Guillon
Ribeiro. O Livro dos Espíritos. 1ª Edição.
Brasília/DF: Federação Espírita Brasileira, 2019.
KARDEC, Allan; tradução de Guillon
Ribeiro. O Livro dos Médiuns. 1ª Edição.
Brasília/DF: Federação Espírita Brasileira, 2019.
KARDEC, Allan; tradução de Evandro Noleto
Bezerra. O que é o Espiritismo. 2ª Edição.
Brasília/DF: Federação Espírita Brasileira, 2017.
ROCHA,
Cecília (organizadora). Estudo Sistematizado da
Doutrina Espírita: Programa Fundamental, Tomo I. 2ª
Edição. Brasília/DF: Federação Espírita Brasileira,
2018.