|
Allan Kardec y la manifestación
de los espíritus animales -
Parte 1 |
|
|
|
“¿Significa eso que despreciamos los hechos? Muy al
contrario, pues toda nuestra ciencia está basada en los hechos.”
(ALLAN KARDEC, RE 1859, jul.)
“Los hechos, he el verdadero criterio de nuestros
juicios, el argumento sin réplica. En la ausencia de los
hechos, la duda es la opinión del hombre sensato.”
(ALLAN KARDEC, OLE, Introducción)
Introducción
Con esas frases puestas en epígrafe, queremos comprobar
que, para Allan Kardec (1804-1869), los hechos deben
guiar todo aquello que sirve de base para tenerse como
verdad una revelación o un fenómeno espiritual. Entre
tanto, para que podamos verlos como fundamento de un
principio, jamás conseguiremos eso si no abdicamos de
nuestros preconceptos. En la Revista Espírita 1863,
alertó el Codificador:
[…] El preconcepto, en un sentido cualquiera, es
la peor condición para un observador, porque, entonces,
todo ve y todo refiere de su punto de vista, descuidando
lo que puede haber de contrario. Ciertamente no es
el medio de llegar a la verdad. […]. (i)
(negrita mío)
Estamos diciendo eso por cuanto es público y notorio
que, en el medio espírita, existen compañeros que tienen
una extremada ojeriza a todo cuanto procede de las obras
de André Luiz, sin darse cuenta que fuentes bien
anteriores a ese autor ya daban cuenta de ciertas cosas
que en ellas encontramos y que, en principio, extrañamos
por no verlas de forma clara y objetiva en las
obras de la Codificación.
Además, el periodista José Herculano Pires (1914-1979),
reconocidamente quien más conocía las obras de Allan
Kardec, no despreció las de ese autor espiritual,
conforme registramos en el artículo Herculano
Pires y las obras de André Luiz (ii)
Podremos hasta rendirnos a algo diferente de lo que él
dice, pero será preciso que sea de alguien que lo supere
en la producción literaria relacionada al Espiritismo.
Usamos el “ver” de forma intencionada, recordando lo que
la mayoría de los creyentes consideran los textos
biblicos bien al estilo “está en la Biblia yo acepto, no
está nada hecho”. Delante de un posicionamiento radical
y bastante apegados al “pie de la letra” niegan, por
ejemplo, que Jesús haya hablado cualquier cosa al
respecto de la reencarnación.
Es importante no ser extremistas, pues, varias veces,
Allan Kardec dejó bien claro que el Espiritismo no
estaba listo y acabado y que sería posible de nuevos
añadidos, obedeciendo al criterio del control universal.
En nuestro artículo El Espiritismo aun no tiene
punto final (iii), citamos algo que
juzgamos vale la pena traer a esa nuestra reflexión. Se
trata del Proyecto Allan Kardec, un convenio
entre la Universidad Federal de Juiz de Fora (UFJF) y la
Fundación Espírita André Luiz (FEAL), que tiene por
principal objetivo permitir el acceso del público en
general y de investigadores a centenas de manuscritos y
documentos originales de Allan Kardec que nunca habían
sido divulgados y editados. (iv)
En 02 de octubre de 2022, en el portal Proyecto
Allan Kardec, fue publicado el manuscrito
“Proyecto Concerniente al Espiritismo”, originado del
Museo AKOL, administrado por Adair Ribeiro (v).
Infelizmente no fue fechado, sin embargo, todo nos lleva
a creer que fue escrito en diciembre de 1868. De ese
documento destacamos el primer parráfo de la página 2
del manuscrito:
Las bases del Espiritismo están, sin duda, establecidas,
pero él precisa ser completado por muchos trabajos que
no pueden ser la obra de un solo hombre. Para
evitar, en el futuro, las falsas interpretaciones,
las aplicaciones erróneas, en una palabra, las
disidencias, es necesario que todos los principios
sean elucidados de manera a no dejar ningún equívoco, a
no dar, tanto cuanto es posible, margen a controversia;
es necesario que los trabajos complementarios sean
hechos en un mismo espíritu y buscando a concurrir a un
único fin. Supongamos, entonces, para cumplir esa obra,
una reunión de hombres capaces, laboriosos y animados
por el celo de una fe viva, trabajando juntos, cada uno
en su especialidad; sometiendo sus trabajos a la sanción
de todos y discutiéndolos, ellos llegarían
incontestablemente al coronamiento del edificio que se
eleva. La autoridad de los principios crecería debido a
la autoridad del número, a la gravedad de su carácter y
a la consideración de que ellos serían capaces de
conciliarse. (vi) (negrita mío)
Por otro lado, el Codificador afirmó que si la Ciencia
viniese a comprobar que la revelación espírita estuviese
equivocada en algún punto, deberíamos abandonarlo y
abrazar la nueva realidad. A nuestro ver, eso coloca
como alterable cualquier detallamiento de los principios
ya establecidos.
En el medio espírita, pocos adeptos tienen conocimiento
de modificaciones ocurridas entre la 1ª y la 2ª edición
de El Libro de los Espíritus. No vamos a citarlas
aquí, pero a los interesados recomendamos nuestro
artículo Cambios de posición después de la
publicación de la 1ª edición de El Libro de los
Espíritus (vii).
Lo que se tiene en El
libro de los Espíritus y en El Libro de los Médiuns
Es necesario ver, en esas dos obras, lo que consta sobre
la cuestión de la manifestación de Espíritus de
animales.
a) El libro de los Espíritus, Libro
Segundo, cap. Cap. XI – Los tres reinos, tema “Los
animales y el hombre”:
600. ¿Sobreviviendo
al cuerpo en que habitó, el alma del animal queda en un
estado errante semejante al que se encuentra el hombre
después de la muerte?
“Queda en una especie de erraticidad, ya que no
está más unida al cuerpo, pero no es un Espíritu
errante. El Espíritu errante es un ser que piensa y
obra por su libre voluntad; el de los animales no tiene
la misma facultad. Es la conciencia de sí mismo que
constituye el principal atributo del Espíritu. Después
de la muerte, el Espíritu del animal es clasificado por
los Espíritus que se encargan de esa tarea y utilizado
casi inmediatamente; no dispone de tiempo para
relacionarse con otras criaturas.” (viii)
(negrita del original, negrita mío)
b) El Libro de los Médiuns, Segunda Parte,
cap. XXV – Evocaciones, ítem 283 – Evocaciones de
animales:
36. ¿Se
puede evocar al Espíritu de un animal?
“Depués de la muerte del animal, el principio
inteligente que en él había se encuentra en estado
latente y es luego utilizado, por ciertos Espíritus
incumbidos de eso, para animar nuevos seres, en los
cuales él continúa la obra de su elaboración. Así, en el
mundo de los Espíritus, no hay Espíritus errantes de
animales, mas solamente Espíritus humanos. Esto
responde a vuestra pregunta.” (ix) (itálico
del original, negrita mío)
Por esas informaciones tenemos que el espíritu de un
animal “queda en una especie de erraticidad”,
infelizmente no detallada como gustaríamos que fuese, y
que “el principio inteligente que en él había se
encuentra en estado latente y es luego utilizado” – o
casi inmediatamente, como es dicho del OLE –,
“por ciertos Espíritus incumbidos de eso, para animar
nuevos seres”.
Así, en principio, todo lleva a creer en la
imposibilidad de manifestación de espíritus de animales,
como varias veces Allan Kardec dio a entender(x).
Situaciones
mencionadas en la Revista
Espírita
Del artículo “De las apariciones”, publicado en la Revista
Espírita 1858, en el mes de diciembre,
destacamos el siguiente parráfo:
El periespíritu, separado del cuerpo, aparenta una forma
determinada y limitada, y esa forma normal es la del
cuerpo humano, pero no es constante; el Espíritu
puede darle, a su voluntad, las apariencias más variadas
y hasta la de un animal o de una llama. De sobra,
esto se concibe muy fácilmente. ¿No se ven hombres dar,
a su rostro, las expresiones más diversas, imitar, al
punto de engañar, la voz, el rostro de otras personas,
pareciendo jorobados, cojos, etc.? ¿Quién reconocería en
la ciudad a ciertos actores que no se vería sino
caracterizado en el palco? Si, pues, el hombre puede
así dar al cuerpo material y rígido apariencias tan
contrarias, con más fuerte razón el Espíritu puede
hacerlo con un envoltorio eminentemente flexible, y que
puede prestarse a todos los caprichos de la voluntad.
(xi) (negrita mío)
La información que más nos importa es que un Espíritu
puede dar a su periespíritu una apariencia de animal.
Pero no es afirmado que todas las probables
manifestaciones de espíritus de animales son Espíritus
que se hacen pasar como tales, de este modo no se debe
generalizar.
Además, en El Libro de los Médiuns, cap.
VI – Manifestaciones visuales, tema “Preguntas sobre las
apariciones”, tenemos confirmación de eso:
30. Los
Espíritus podrían presentarse bajo la forma de animales?
“Esto puede ocurrir, pero solamente Espíritus muy
inferiores toman esas apariencias. En todos los
casos, la forma animalesca no pasará de una
apariencia momentánea, pues sería absurdo creer que
un animal verdadero, cualquiera que sea, pudiese ser la
encarnación de un Espíritu. Los animales son siempre
animales y nada más que esto.” (xii) (itálico
del original, negrita mío)
Tal vez, por ser la forma animalesca una apariencia
momentánea, hay buenas posibilidades de desenmascarar al
impostor.
En la Revista Espírita 1861, en el mes de
julio, fue publicado el artículo “Las visiones del Sr.
O.”. De los comentarios de Allan Kardec, resaltamos este
trecho:
Nos parece que las hay suficientes para permitirnos
apreciarlas, y no pensamos que ninguna persona
esclarecida sobre la causa y la naturaleza de los
fenómenos espíritas pueda considerarlas como verdaderas
apariciones. Queriendo reportarse al primer artículo
de este número, donde intentamos determinar el carácter
de la alucinación, se comprenderá la analogía que ellas
tienen con las figuras que se presentan, frecuentemente,
en la somnolencia, y que deben tener las mismas causas.
De eso estaríamos convencidos únicamente por la multitud
de animales que él vio. Se sabe que no hay Espíritus
de animales errantes en el mundo invisible, y que,
consecuentemente, no puede haber apariciones de animales,
salvo caso en que un Espíritu hiciese nacer una
apariencia de ese género con un objetivo determinado, lo
que no sería siempre sino una apariencia, y no el
Espíritu real de tal o tal animal. El hecho de las
apariciones es incontestable, pero es preciso guardarse
de verlas por todas partes, y de tomar por tales los
juegos de ciertas imaginaciones fáciles de exaltar, o la
visión retrospectiva de las imágenes impresas en el
cerebro; la minucia incluso con la cual el Sr. O… revela
ciertas particularidades insignificantes es el indicio
de la naturaleza de las preocupaciones de su Espíritu.
En resumen, no encontramos nada en las visiones del Sr.
O… que tengan el carácter de apariciones propiamente
dichas, y creemos que hay mucho inconveniente en dar
semejantes hechos sin comentarios, y sin hacer prudentes
reservas, porque se ofrecen, sin quererlo, armas a la
crítica. (xiii) (negrita mío)
Sí, de hecho, al verse las descripciones de las visiones
del Sr. O…, es fácil concluir, conforme Allan Kardec,
que ellas no tienen “el carácter de apariciones
propiamente dichas”, pero que, probablemente, sean
alucinaciones.
Merece destaque este argumento del Codificador: “Se sabe
que no hay Espíritus de animales errantes en el mundo
invisible, y que, consecuentemente, no puede haber
apariciones de animales, salvo caso en que un Espíritu
hiciese nacer una apariencia de ese género con un
objetivo determinado, lo que no sería siempre sino una
apariencia, y no el Espíritu real de tal o tal animal.”
Considerando lo que fue dicho en la transcripción
anterior, en el artículo “De las apariciones”, o “salvo
caso en que un Espíritu hiciese nacer una apariencia de
ese género”, concluimos, s.m.j., que sería la
transformación de su periespíritu en la apariencia de
cierto animal.
Del artículo “Fotografía del pensamiento” publicado en
la Revista Espírita 1868, en el mes de
junio (xiv), transcribimos los siguientes
parráfos que numeramos para facilitar la identificación,
cuando los citamos en los comentarios:
[1] Los fluidos espirituales, que constituyen,
propiamente hablando, uno de los estados del fluido
cósmico, son la atmósfera de los seres espirituales; es
el elemento donde ellos aspiran los materiales sobre los
cuales operan; es el medio donde pasan los fenómenos
especiales perceptibles a la vista y al oido del
Espíritu, y que escapan a los sentidos carnales
impresionados solamente por la materia tangible, donde
formarse esa luz particular al mundo espiritual,
diferente de la luz común por su causa y sus efectos;
es, en fin, el vehículo del pensamiento, como el aire es
el vehículo del sonido.
[2] Los Espíritus obrando sobre los fluidos
espirituales, no los manipulan como los hombres
manipulan los gases, sino con la ayuda del
pensamiento y de la voluntad. El pensamiento y la
voluntad son para los Espíritus lo que la mano es para
el hombre. Por el pensamiento, ellos imprimen a esos
fluidos tal o tal dirección; aglomerándolos, combinánlos
o dispersánlo; con ellos forman conjuntos teniendo una
apariencia, una forma, un color determinado;
cambiándoles las propiedades, como un químico cambia la
de los gases u otros cuerpos, los combinan según
ciertas leyes; es el gran taller o el laboratorio de la
vida espiritual.
[3] Algunas veces, esas transformaciones son el
resultado de una intención; frecuentemente, son el
producto de un pensamiento inconsciente; basta al
Espíritu pensar en una cosa para que esa cosa se
produzca, como basta modular un aria para que ese aria
repercuta en la atmósfera.
[4] Es así, por ejemplo, que un Espíritu se presenta
a la vista de un encarnado dotado de la visión
psíquica, bajo las apariencias que tenía cuando vivo,
en la época en que fue conocido, si hubiese tenido
varias encarnaciones después. Él se presenta con la
ropa, las señales exteriores, enfermedades,
cicatrices, miembros amputados, etc., que tenía entonces;
un decapitado se presentará sin la cabeza al menos. No
es decir que él conserva esas apariencias; no,
ciertamente; porque como Espíritu él no es ni cojo, ni
manco, ni vizco, ni decapitado, pero su pensamiento reportándose
a la época en que era así, su periespíritu le toma
instantáneamente las apariencias, que deja del mismo
modo instantáneamente, desde que su pensamiento deja de
obrar. Si, pues, fue una vez negro, otra vez blanco, él
se presentará como negro o como blanco, según la de esas
dos encarnaciones bajo la cual fue evocado, y donde se
reportará su pensamiento.
[5] Por un efecto análogo, el pensamiento del
Espíritu crea fluidicamente los objetos de los cuales
tenía el hábito de servirse: un avaro manejará el
oro; un militar tendrá sus armas y su uniforme; un
fumador, su cachimba; un labrador, su arado y sus
bueyes; una vieja, su roca para afilar. Esos
objetos fluídicos son tan reales para el Espíritu que
es, el mismo, fluídico, como eran en el estado material
para el hombre vivo; pero, por la misma razón que son
creados por el pensamiento, su existencia es tan efímera
como el pensamiento.
[6] Siendo los fluidos el vehículo del pensamiento,
ellos nos traen el pensamiento, como el aire nos trae el
sonido. Se puede, pues, decir, en verdad, que hay, en
esos fluidos, ondas y rayos de pensamientos, que se
cruzan sin confundirse, como hay en el aire ondas y
rayos sonoros.
[7] Como se ve, es un orden de hechos todo nuevo que
pasan fuera del mundo tangible, y constituyen,
pudiendose así decir, la física y la química especiales
del mundo invisible. Pero como, durante la encarnación,
el principio espiritual está unido al principio
material, de esto resulta que ciertos fenómenos del
mundo espiritual se producen conjuntamente con los del
mundo material, y son inexplicables para quien no les
conoce las leyes. El conocimiento de esas leyes es, pues,
tan útil a los encarnados como a los desencarnados, una
vez que solo ellas pueden explicar ciertos hechos de la
vida material.
[8] El pensamiento,
creando imágenes fluídicas, se refleja en el
envoltorio espiritual como en una vidriera, o aun
como esas imágenes de objetos terrestres que se reflejan
en los vapores del aire; ella allí toma un cuerpo y se fotografía de
alguna manera. Que un hombre tenga, por ejemplo, la
idea de matar a otro, por impasible que sea su cuerpo
material, su
cuerpo fluídico es puesto en acción por el pensamiento
del cual reproduce todos los tonos; él ejecuta
fluídicamente el gesto, el acto que tiene el deseo de
realizar; su pensamiento crea la imagen de la víctima, y
la escena entera se pinta, como en un cuadro, tal cual
ella está en su espíritu.
[9] Es así que los movimientos más secretos del alma
repercuten en el envoltorio fluídico; que un alma,
encarnada o desencarnada, puede leer en otra como en un
libro, y ver lo que no es perceptible por los ojos del
cuerpo. Los ojos del cuerpo ven las impresiones
interiores que se reflejan sobre los indicios del rostro:
la cólera, la alegría, la tristeza; pero el alma ve
sobre los indicios del alma los pensamientos que no se
traducen alrededor.
10; […].
[11]
[11] La teoría de las creaciones fluídicas y,
consecuentemente, de la fotografía del pensamiento,
es una conquista del Espiritismo moderno, y puede ser,
en adelante, considerada como adquirida en principio,
salvo las aplicaciones de detalles que son el resultado
de la observación. Ese fenómeno es,
incontestablemente, la fuente de las visiones
fantásticas, y debe desempeñar un gran papel en
ciertos sueños. (xv) (itálico del original,
negrita mía)
(Continua na próxima
edição.)