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¿Debemos revisar los
conceptos sobre impulso
sexual? |
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La obra mediúmnica de Chico Xavier, notadamente los
textos de André Luiz y Emmanuel, fue fuertemente
influenciada por el pensamiento psicoanalítico,
hegemónico en gran parte del siglo XX.
Cuando el DSM - Manual Diagnóstico y Estadístico de
Trastornos Mentales, en su tercera edición (1980), no
validó los conceptos freudianos sobre neurosis, por
falta de base científica, la obra de André Luiz y
Emmanuel se encontraba practicamente concluída.
Uno de los conceptos
examinados por André Luiz es el del impulso sexual, o
impulso creador. Según el autor, la individualidad
espiritual posee en su estructura íntima una fuerza
especial, revestida de potentes facultades creadoras –
el impulso creador. Movida por esa fuerza, la
colectividad humana avanza, despacio, para el supremo
blanco del divino amor. Deseo, posesión, simpatía,
cariño, creatividad, dedicación, renuncia y sacrificio
constituyen aspectos de esa jornada sublimadora, en que
el alma va aprendiendo, paulatinamente, a valerse del
impulso creador para conquistas más nobles. 1
Escribió:
[...] La
energía natural del sexo, inherente a la propia vida en
sí, genera cargas magnéticas en todos los seres, por la
función creadora de que se reviste, cargas que se
caracterizan con potenciales nítidos de atracción en el
sistema psíquico de cada uno y que, acumulándose,
invaden todos los campos sensibles del alma, como que le
oblitera los mecanismos otros de acción, cual si
estuviesemos delante de un motor reclamando control
adecuado. 2
Y también, en la misma obra:
[...] el instinto sexual no es apenas agente de
reproducción entre las formas superiores, pero, por
encima de todo, es el reconstituyente de las fuerzas
espirituales, por el cual las criaturas encarnadas o
desencarnadas se alimentan mutuamente, en el intercambio
de rayos psíquico-magnéticos que les son necesarios al
progreso.
En una única vez, André se vale de la expresión energía
sexual. Examinando los casamientos sacrificados, él dice
que eso puede darse porque, comunmente, es preciso
rescatar esa o aquella deuda que contraemos con la
energía sexual, aplicada de manera infeliz ante los
principios de causa y efecto. 3
Emmanuel se valió frecuentemente de la expresión energía
sexual, dandole el mismo significado de impulso
creador o impulso sexual. En la obra Vida y sexo,
Emmanuel expresa lo que piensa al respecto:
La energía sexual, como recurso de la ley de atracción,
en la perpetuidad del Universo, es inherente a la propia
vida, generando cargas magnéticas en todos los seres, a
la cara de las potencialidades creativas de que se
reviste [...]
A medida que la individualidad evoluciona, no obstante,
pasa a comprender que la energía sexual envuelve el
impositivo de discernimiento y responsabilidad en su
aplicación, y que, por eso mismo, debe estar controlada
por valores morales que le garantizán el empleo digno [...]
[...] en
ningún caso, nos será lícito subestimar la importancia
de la energía sexual que, en la esencia, manada de la
Creación Divina para la constitución y sustentación de
todas las criaturas.
Obrando así, por amor,
donando el cuerpo a servicio de los semejantes, y,
por ese modo, amparando a los hermanos de la Humanidad,
a través de variadas maneras, convierten la existencia,
sin uniones sexuales, en camino de acceso a la
sublimación, ambientandose en climas diferentes de
creatividad, por cuanto la energía sexual en ellos no
estacionó el propio flujo; esa energía simplemente se
canaliza para otros objetivos – los de naturaleza
espiritual.4
Según André Luiz, Froid
identificó ese impulso en la libido – la energía
erótica. 5
Según Freud, las personas son motivadas, primariamente,
por impulsos de los cuales tienen poca o ninguna
conciencia. Freud usó la palabra alemán Trieb para
referirse a ese impulso o estímulo dentro de la persona.
Ese término fue traducido como instinto, impulso o
estímulo. Los impulsos operan como una fuerza
motivacional constante. Los varios impulsos pueden ser
agrupados bajo dos títulos: sexo, o Eros, y agresividad,
destrucción o Tanatos. Freud usó la palabra libido para
el impulso sexual.
El objetivo final del impulso sexual (reducción de la
tensión sexual) no puede ser cambiado, pero el camino
por el cual la finalidad es alcanzada puede variar. Como
ese camino es flexible y como el placer sexual proviene
de otros órganos más allá de los genitales, muchos
comportamientos originalmente motivados por Eros son
difíciles de reconocer como comportamiento sexual.
Para Freud toda actividad
placentera es rastreable hasta el impulso sexual. La
mayoría de las personas es capaz de sublimar una parte
de la libido, a servicio de valores culturales más
elevados, en cuanto, al mismo tiempo, retiene cantidad
suficiente de impulso sexual para perseguir el placer
erótico individual.6
Las neurociencias han entendido la sexualidad humana de
forma bien diferente, pues no conseguirán identificar
ese impulso sexual como algo que existe y fluye
naturalmente en la intimidad humana. Consideran que la
respuesta sexual humana constituye un conjunto de
modificaciones fisiológicas que ocurren después un
estímulo sexual positivo. O sea, el impulso sexual es
generado apenas como consecuencia de activaciones
específicas, y no como algo que existe naturalmente.
Esos estímulos pueden derivar de señalizaciones químicas
(particularmente en los animales), sensoriales
(visuales, auditivas, tactiles, olfativas), o derivadas
de construcciones mentales, fantasías, o recuerdos de
vivencias previas, obrando, primordialmente, sobre el
hipotálamo.
Las bases
neurofisiológicas del deseo sexual no fueron
completamente delineadas, pero se sabe que: 1) depende
de la actividad de una estructura anatómica específica
del cerebro; 2) contiene centros que incrementan el
impulso en equilibrio con centros que lo inhiben; 3) es
servido por dos neurotransmisores específicos – un
inhibidor y un excitador; 4) presenta extensas
conexiones con las otras partes del cerebro, lo que
permite que el impulso sexual sufra influencia y sea
integrado en la experiencia de vida total del individuo.7
Relevante comentar que en
Kardec nada que se aproxime al concepto de impulso
sexual propuesto por Freud y reproducido por André Luiz
puede ser encontrado. Por el contrario, Kardec
estableció que la comunión sexual depende de la
organización física y, bajo este aspecto, la sexualidad
es una expresión de la corporeidad, en la medida en que
los Espíritus no tienen sexo, pues que los sexos
dependen de la organización.8
Kardec bien definió que los
Espíritus no tienen sexo, pues los sexos solo existen en
el organismo; los Espíritus, no reproduciendose unos por
los otros, los sexos serían inútiles en el mundo
espiritual. 9
Cuando se deparaba con
relatos de Espíritus desencarnados fijados en los
placeres hedonistas, Kardec los relacionaba a aquellos
que sienten hambre, sed, sueño y fatiga. Escribió: En
los Espíritus inferiores (su periespíritu) se aproxima a
la materia y es eso que determina la persistencia de las
ilusiones de la vida terrena en las entidades de baja
categoría, que piensan y obran como si aun estuviesen en
la vida física, teniendo los mismos deseos y casi
podríamos decir la misma sensualidad. 10
Examinando el sufrimiento proveniendo de las pasiones
inferiores, Kardec va a decir que aunque las pasiones
no existan materialmente aun persisten en el pensamiento
de los Espíritus atrasados.11
Refiriendose a la
imposibilidad de la interocurrencia sexual entre ellos,
comenta que ese tipo de pasión causa suplicio en el
Espíritu disoluto que ve las orgias de que no puede
participar. 12
Curioso también observar
que Joanna de Ângelis, en una obra de 2007, asume las
ideas de las neurociencias, al comentar que el fenómeno
sexual tiene lugar en el diencéfalo (sede del
hipotálamo), donde se expresan los variados estados de
excitación. En esa región, los neurotransmisores
específicos de la función sexual producen las ansias del
deseo y favorecen con las reacciones orgánicas
indispensables a la comunión fisiológica anhelada. La
autora añade que la Divinidad estableción una área
específica en el cerebro, para que la reproducción
pudiese ocurrir a través de automatismos, que la
evolución cualificó para mejor con la cooperación
consciente del sentimiento de afectividad.13
Concluyendo, nos parece que el concepto de impulso
sexual, como hemos tradicionalmente admitido, debe ser
revisado, por no encontrar apoyo en la Psicología
científica, y tampoco, en los textos de Kardec. En vez
de una energía que nace de la intimidad del Espíritu,
necesitando ser “drenado”, el impulso sexual debe ser
entendido como una tensión sexual, generada en grupos de
neuronas, como consecuencia de estímulos sexuales
positivos. Esa tensión motiva al individuo en la
búsqueda de una pareja para concretización de la
comunión sexual. Aliviada la tensión, por la consumación
del acto sexual, o por el cambio del foco de interés, el
impulso se desvanecer.
[1] No
mundo maior, cap. 11
[2] Evolução
em dois mundos, parte I, cap. 18
[3] Idem,
parte II, cap. 8
[5] No
mundo maior, cap. 11
[6] Teorias
da personalidade,
Feist e Roberts
[7] Roberto
Lent, Cem bilhões de neurônios?
[8] O
Livro dos Espíritos, item 200
[9] Revista
Espírita de janeiro de 1866
[10] O Livro
dos Médiuns, item
74
[11] O
Livro dos Espíritos, item 972
[12] O
Livro dos Espíritos, item 972-a
[13] Encuentro
con la paz y la salud