Tema: Perseverancia,
compromiso
La decisión de la gotita
Se cuenta que, en
un lugar distante, a los pies de una montaña, nació un
rosal.
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En esa región
casi no llovía y, con mucha dificultad, el rosal
creció. Una gota de agua, sin embargo, todas las
mañanas caía
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sobre el rosa. La
gotita era pequeña, pero brillaba con la luz del
día. |
Una vez, el viento pasó
por ese lugar y, viendo a esa bonita gotita de agua
esforzándose tanto por mojar el rosal, dijo:
- ¿Qué haces, perdida
entre las hojas? Esa es una tarea muy grande para una
gota tan pequeña. ¡Deja de hacer eso! Ven conmigo,
recorramos todo el mundo. Conocerás lindos jardines y
tierras distantes, llenas de colores.
La gota apenas respondió:
- Gracias por la
invitación. Me gustaría ir, pero no puedo. Tengo el
compromiso de
mojar el rosal todas las mañanas. Soy pequeña, pero hago
lo mejor que puedo.
El viento, intentando
convencerla, continuó:
- ¿Piensas que tanto
esfuerzo hará alguna diferencia?
- ¡Claro que sí! –
respondió la gotita – yo limpio las hojas y mojo el
suelo. Un día,
lindas rosas brotarán...
La mañana pasó, la gotita
fue al suelo y ahí se quedó hasta que el sol la hizo
subir. Cuando la madrugada la transformó en rocío,
nuevamente cayó sobre el rosal.
El viento volvió y, al
volver a ver a la pequeña gotita, se rio mucho, pues a
pesar de tanto esfuerzo el rosal estaba casi marchito y
no había ningún botón de rosa. La gotita quedó triste,
pero continuó refrescando las hojas del rosal.
- ¡Ven conmigo! –
invitaba el viento.
- ¡No puedo! – respondía
la gotita, fiel a su compromiso de ayudar al rosal.
El tiempo pasó y el
viento también pasó después de mucho tiempo sin aparecer
por aquellos lares. De repente, surgió alisando las
hojas verdes y retirando las amarillas de las ramas de
los árboles. Estaba así, en su danza, cuando cargó
consigo un suave perfume que se esparció por todo el
campo.
El viento comenzó a
buscar de dónde venía el aroma y, al llegar cerca de la
montaña, sintió todavía más fuerte el delicado perfume.
Admirado, vio entonces, el pequeño rosal con hojas
exuberantes y una linda rosa roja abriendo los pétalos a
la luz brillante del sol.
El viento se acercó y
encontró a la gotita entre los tiernos pétalos de la
rosa. Con mucho cuidado, para no lastimar la flor, sopló
despacio y habló:
- ¡Felicidades, gotita!
¡El rosal está lindo! No creí que lo conseguirías, pero
ahora veo que tu perseverante trabajo venció.
La gota de agua
agradeció. Estaba muy feliz y confiada por haber tomado
la opción correcta. Al final, ningún paseo o diversión
puede traer más felicidad que la satisfacción de un
deber bien cumplido.
(Adaptación del texto “La gota de
agua”, del libro Conta Mais, vol. 4, FERGS.)
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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