Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada
 

 

Tema: Perseverancia, compromiso


La decisión de la gotita


Se cuenta que, en un lugar distante, a los pies de una montaña, nació un rosal.

En esa región casi no llovía y, con mucha dificultad, el rosal creció. Una gota de agua, sin embargo, todas las mañanas caía
sobre el rosa. La gotita era pequeña, pero brillaba con la luz del día.

Una vez, el viento pasó por ese lugar y, viendo a esa bonita gotita de agua esforzándose tanto por mojar el rosal, dijo:

- ¿Qué haces, perdida entre las hojas? Esa es una tarea muy grande para una gota tan pequeña. ¡Deja de hacer eso! Ven conmigo, recorramos todo el mundo. Conocerás lindos jardines y tierras distantes, llenas de colores.

La gota apenas respondió:

- Gracias por la invitación. Me gustaría ir, pero no puedo. Tengo el compromiso de mojar el rosal todas las mañanas. Soy pequeña, pero hago lo mejor que puedo.

El viento, intentando convencerla, continuó:

- ¿Piensas que tanto esfuerzo hará alguna diferencia?

- ¡Claro que sí! – respondió la gotita – yo limpio las hojas y mojo el suelo. Un día, lindas rosas brotarán...

La mañana pasó, la gotita fue al suelo y ahí se quedó hasta que el sol la hizo subir. Cuando la madrugada la transformó en rocío, nuevamente cayó sobre el rosal.

El viento volvió y, al volver a ver a la pequeña gotita, se rio mucho, pues a pesar de tanto esfuerzo el rosal estaba casi marchito y no había ningún botón de rosa. La gotita quedó triste, pero continuó refrescando las hojas del rosal.

- ¡Ven conmigo! – invitaba el viento.

- ¡No puedo! – respondía la gotita, fiel a su compromiso de ayudar al rosal.

El tiempo pasó y el viento también pasó después de mucho tiempo sin aparecer por aquellos lares. De repente, surgió alisando las hojas verdes y retirando las amarillas de las ramas de los árboles. Estaba así, en su danza, cuando cargó consigo un suave perfume que se esparció por todo el campo.

El viento comenzó a buscar de dónde venía el aroma y, al llegar cerca de la montaña, sintió todavía más fuerte el delicado perfume. Admirado, vio entonces, el pequeño rosal con hojas exuberantes y una linda rosa roja abriendo los pétalos a la luz brillante del sol.

El viento se acercó y encontró a la gotita entre los tiernos pétalos de la rosa. Con mucho cuidado, para no lastimar la flor, sopló despacio y habló:

- ¡Felicidades, gotita! ¡El rosal está lindo! No creí que lo conseguirías, pero ahora veo que tu perseverante trabajo venció.

La gota de agua agradeció. Estaba muy feliz y confiada por haber tomado la opción correcta. Al final, ningún paseo o diversión puede traer más felicidad que la satisfacción de un deber bien cumplido.


(Adaptación del texto “La gota de agua”, del libro Conta Mais, vol. 4, FERGS.)

 


Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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