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La clave
para la felicidad |
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Relaciones positivas mantienen a las personas más
felices y saludables, ayudandolas a vivir por más tiempo...
¡y bien!
Cícero acabó de llegar a la casa, acompañado de su
esposa, después de un exhaustivo día más de trabalho. La
vida, a su ver, estaba tranquila, y la rutina se
encaminaba en los caminos de la normalidad. Cuidaba de
la alimentación, se ejercitaba y tenía un buen empleo,
que le prestaba cierta seguridad para futuros proyectos.
La pareja discutia planes en conjunto con cierta
frecuencia, y varias de las actividades diarias hacían
lado a lado.
A lo largo del horario de trabajo, cada uno en su
emplego, era comun que cambiasen mensajes, comprobando
como el otro estaba. Cícero, con todo, notó cierto
distanciamiento de la esposa en los últimos tiempos,
tanto presencial como virtualmente. “Debe estar apenas
cansada”, pensaba, y procuraba respetar el espacio de
ella.
En aquel día, sin embargo, la indiferencia lo
entristeció y él decidió que no la buscaría. Dejaría que
ella tomase la iniciativa.
Pasó la mañana, nada. Pasó la tarde, nada. Al llegar a
casa, en cuanto él cuidaba de organizar sus cosas, un
abrazo inesperado lo sorprendió. Y él se llenó de
regozijo, de bienestar, de alivio... que duraron poco,
pues el abrazo largo fue seguido de la temida sentencia:
“Necesitamos conversar.”
¿Separación? ¿Por qué? ¿Qué pasó? ¿Qué hice yo? “Yo solo
no la amo”, ella resumió, juzgándole la pesada y súbita
bomba después de siete años de matrimonio, que él
juzgaba felices.
Pero pronto, en el mismo día, Pablo, gran amigo de
Cícero, lo convocó — y no invitó — a salir por la noche
para conversar. “Voy a pasar por ahí, espérame”, y no
dio detalles. En el horario combinado, Pablo dejó el
coche en frente de la casa de Cícero, que intentó
esconder la tristeza que le consumía.
“Ahora tu puedes llorar en mi hombro”, le dice Pablo.
“¿Por qué razón?”, Cícero aun intentó esbozar una
sonrisa, considerando aquello una broma. “Yo ya sé lo
que pasó”, le confesó el amigo.
En aquella tarde, la esposa de Cícero ya había
anticipado a Alice, novia de Pablo, que pediría el
divorcio. Este, anteviendo que el amigo necesitaría de
ayuda, se anticipó, tomó la iniciativa, y le ofreció su
tiempo, sin pensar, haciéndose presente. Introvertido,
Cícero probablemente tardaría en abrirse con alguien
sobre el problema.
Después de la inesperada conversación, la unión conyugal
no encontró fuerzas para sustentarse y encontró su
término en los cinco días siguientes, cuando la esposa
salió definitivamente de casa. Ante el hecho, Pablo
repetió el mismo procedimiento en las semanas
siguientes, de dos a tres veces por semana, hasta tener
la certeza de que Cícero reencontraba el suelo y podría
seguir la vida.
Hoy, Cícero está bien, feliz, y reconoció la actitud
abnegada del amigo. Será a él eternamente agradecido.
***
¿Cuál es la clave para la felicidad? Por eras, la
humanidad se ha quebrado la cabeza para intentar
encontrar el camino que le ofrezca una vida plena, cuya
sensación de bienestar y alegría sea duradera. Sin
embargo, meditamos la felicidad, aquí en la Tierra, de
forma equivocada. La proyectamos en alguna conquista (un
empleo de ensueños; un salario mejor; un amor intenso
etc.) e imaginamos que, al alcanzar la conquista, el
estado de felicidad será pleno y constante.
Todavía, ahora inmersos en el estado de pruebas y
expiaciones, compatible con nuestro nível evolutivo, ya
habíamos sido alertados por Jesús (Juan, 16:33) que “en
el mundo tendréis aflicciones”, informándonos que
inevitablemente nuestra fe sería puesta a prueba, “pero
tened buen ánimo, yo vencí al mundo”, asegurando que
ninguna tristeza es eterna.
Además, tal vez debiesemos dar más atención a la noble
recomendación del Maestro (Mateo, 6:20): “Pero juntad
tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrubre
consumen, y donde los ladrones no socaban ni roban.”
¿Qué son los tesoros del cielo? Todo aquello que hacemos
crecer verdaderamente en nuestra alma y que, por esto,
son imperecibles.
En ese sentido, un estudio divulgado recientemente, y
que demoró 85 años para ser concluido, intentó desvelar
lo que realmente trae felicidad a la vida.[1] Investigadores
de Harvard, en los EUA, reunieron registros de 724
participantes de todo el mundo, desde 1938, e hicieron
preguntas detalladas sobre sus vidas, cada dos años.
Muchos podrían imaginar que las respuestas girasen en
torno de éxito profesional, bienes materiales, una dieta
saludable, práctica constante de ejercicios. Claro, todo
esto puede contribuir para ofrecer bienestar y buena
calidad de vida, y no debe ser despreciado, pero la
conclusión a que se llegó en el estudio es que
relaciones positivas mantienen las personas más felices
y saludables, ayudandolas a vivir por más tiempo... ¡y
bien!
Aptitud social
Repercutiendo la investigación de la Universidad de
Harvard, el psicólogo clínico Marc Schulz, Ph.D. por la
Universidad de California, cuya línea de investigación
es centrada en la dinámica de relaciones en el contexto
del desenvolvimiento adulto, afirma en un artículo
publicado en el portal CNBC Make it[2] sea
importante trabajar lo que él llama como “aptitud
social”, asegurando que las relaciones sean saludables y
equilibradas.
“¿Ya percibió el revigoramiento que siente al creer que
alguien realmente lo entendió durante una buena
conversación? ¿O falta de sueño durante un periodo de
conflictos romanticos? La aptitud social exige que
hagamos un balance de nuestras relaciones y seamos
honestos con nosotros sobre donde estamos dedicando
nuestro tiempo y si estamos cuidando de las conexiones
que nos ayudan a prosperar”, afirma Schulz.
Nunca es demasiado recordar que El Libro de los
Espíritus dedica todo un capítulo a explorar la Ley
de Sociedad, una de las leyes morales presentadas por el
Espíritu de Verdad, enfatizando que somos seres sociales
y dependemos unos de los otros para nuestra propia
evolución. Concluye Allan Kardec en un comentario a la
pregunta 768 de este libro: “Hombre ninguno posee
facultades completas. Mediante la unión social es que
ellas unas a las otras se completan, para asegurarle el
bienestar y el progreso. Por eso es que, precisando unos
de los otros, los hombres fueron hechos para vivir en
sociedad y no aislados.”
Aun según Schulz, hay siete pilares con los cuales
podemos evaluar la importancia y de qué forma estamos
cultivando nuestras relaciones:
1. Seguridad y protección.
¿A quién usted recurriría en un momento de crisis?
2. Aprendizaje y crecimiento.
¿Quién lo encoraja a experimentar cosas nuevas,a correr
riesgos, a perseguir sus objetivos de vida?
3. Proximidad emocional y confianza.
¿Quién sabe todo (o casi todo) sobre usted? ¿Para quién
usted puede unirse cuando estuviera sintiéndose para
abajo y ser honesto sobre cómo está sintiéndose?
4. Afirmación de identidad y experiencia compartida.
¿Existe alguien en su vida que compartió muchas
experiencias con usted y que lo ayuda a fortalecer su
sentido de quién es usted?
5. Intimidad romantica.
¿Usted se siente satisfecho con la cantidad de intimidad
romantica en su vida?
6. Ayuda (informativa y práctica).
¿A quién usted recurre si necesita de algún conocimiento
o ayuda para resolver un problema práctico, como reparar
el Wi-Fi?
7. Diversión y descontraído.
¿Quién lo hace reir? ¿A quién llama usted para ver una
película o hacer un viaje?
El autor enfatiza que no todos los pilares pueden ser
encontrados en una misma relación, pero eso no
necesariamente es un problema, al final siempre es
tiempo de profundizar o desenvolver nuevas conexiones. Y
cada una podrá ofrecer aquello de que necesitamos, así
como nosotros deberemos estar aptos a hacer la
devolución, ejerciendo la reciprocidad.
Finalizando nuestro breve estudio, y asociando la
historia de Cícero con el estudio de Harvard, recordemos
la pregunta 777 de El Libro de los Espíritus:
“Teniedo el hombre, en el estado de naturaleza, menos
necesidades, exento se halla de las tribulaciones que
para sí mismo crea, cuando en un estado de mayor
adelantamiento. ¿Delante de eso, qué se debe pensar de
la opinión de los que consideran aquel estado como el de
la más perfecta felicidad en la Terra? — ¡Qué quieres!
es la felicidad del bruto. Hay personas que no
comprenden a otra. Es ser feliz a la manera de los
animales. Los niños también son más felices que los
hombres hechos.”
El progreso y la madurez, tanto en la Tierra en cuanto
en la vida verdadera, la espiritual, nos presentan cada
vez más desafíos y es enfrentandolos que lapidamos
nuestras virtudes. A pesar de complicados y a veces
aparentemente insolubles, no debemos huir de superar los
obstáculos, pero, sí, intentar entender porqué ellos
llegaron hasta nosotros cual su propósito, así como es
preciso entender las razones del otro que eventualmente
nos abate. La clave para la felicidad está en aprender a
comprender.
1. REDACCIÓN. Esta
es la clave para la felicidad, según estudio de Harvard
que llevó 85 años para ser concluído. Disponible
en: LINK-1 /
Acceso el 24 de mayo de 2023.
2. SCHULZ, Marc;
WALDINGER, Robert. An 85-year Harvard study found the
No. 1 thing that makes us happy in life: It helps us
‘live longer’. Disponível em: LINK-2 /
Acesso em 24 de maio de 2023.
Nota de la
Redacción:
Este artículo fue
publicado originalmente en la RIE – Revista
Internacional de Espiritismo, de agosto/2023.