Tema: Autoestima
La nubecita que no quería ser nube
Había una vez una pequeña nube que se formó allá en el
cielo. Era muy conversadora y amaba las novedades. Todo
estaba bien para ella, pero, a pesar de ello, muchas
veces se sentía triste. Es que veía tantas cosas
interesantes en el cielo, que pensaba que sería mucho
mejor si ella fuera otra cosa, en lugar de una nube.
– Ser una nube es muy aburrido – dijo. No hacemos
absolutamente nada. Simplemente nos quedamos aquí.
A veces, ella se estiraba y se torcía para tomar la
forma de un pájaro, o de un avión. Ya había intentado
transformarse en helicóptero y hasta en un cohete.
También adoraba las estrellas. Muchas veces imitaba su
forma, pero era muy agotador mantenerse llena de puntas.
Después de un tiempo, sin poder brillar, terminaba por
rendirse y volver a su forma natural, redondeada y
esponjosa.
Un día vio una cometa y quedó encantada. La cometa era
colorida y tenía una cola que se movía hacia adelante y
hacia atrás.
Una vez más intentó transformarse y querer ser lo que no
era. Pero, al igual que otras veces, no funcionó y acabó
desistiendo.
La pequeña nube no lo sabía, pero poco a poco, sin darse
cuenta, estaba siendo preparada por Dios para la misión
que Él le había encomendado. Dios no crea nada en vano.
Él siempre tiene un propósito para cada persona y para
cada parte de su creación.
Pasaron los días y ella fue creciendo. La pequeña nube
se convirtió en una señora nube, grande y pesada.
Un día apareció el amigo viento. Él siempre venía con
novedades, pues pasaba por
muchos lugares y conocía a mucha gente. Tenía prisa y le
dijo a la nube:
– ¡Vamos, vamos, hoy es tu gran día! Vamos a un lugar
que realmente te necesita.
La nube no entendió, pero le gustaban las aventuras y se
dejó llevar por el viento.
Fueron a un campo donde las plantas estaban secas y el
calor era fuerte. Entonces, el viento le dio un fuerte
abrazo a su amiga y ella empezó a llover.
El agua que trajo la nube penetró en la tierra y salvó
las plantas. También formó charcos
donde los animalitos pudieron saciar su sed. Purificó y
refrescó el aire.
Cuando terminó la lluvia y el aire estaba muy húmedo, se
formó un hermoso arco iris en el cielo.
Desde lo alto, la nube vio toda la naturaleza
renovándose y se puso muy feliz. Se sintió tan bien, que
pensó que nada podría ser mejor que ser una nube y poder
hacer todo eso.
Después de ese día, nunca más volvió a quejarse, ni
quiso ser diferente.
Cuando ella veía otras cosas interesantes, pensaba que
ella también era interesante y que era genial ser
exactamente tal como era.
Adaptación de la historia La Nubecita
Triste, del sitio web pequenosgrandespensantes
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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