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Ascendencia espiritual
en los hechos históricos
de la humanidad |
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En la rica literatura espírita se destaca una obra
mediúmnica que aun no fue debidamente entendida y
valorada, y que muchos, apresuradamente, la clasifican
como un libro de historia, cuando el propio autor aclara
no tratarse de obra sobre la historia humana, y sí, una “contribución
a la tesis religiosa, esclareciendo la influencia
sagrada de la fe y el ascendente espiritual en el curso
de todas las civilizaciones terrestres”. Estamos
refiriendonos al libro A Camino de la Luz,
autoría del Espíritu Emmanuel, psicografiado por el
médium Francisco Cândido Xavier.
Aun según las palabras de Emmanuel en el Antelóquio
(presentación), la obra es un esfuerzo “por mostrar
la verdadera posición del Evangelio del Cristo”, y,
aun, “nuestro esfuerzo consistirá, tan solamente, en
apuntes al margen de la tarea de grandes misioneros del
mundo y de pueblos que ya desaparecieron, esclareciendo
la grandeza y la misericordia del Divino Maestro”.
No se trata, como vemos, de una obra que reescribe la
historia de la humanidad, que pormenoriza hechos y trae
nuevos documentos, pero sí, una obra que destaca la
acción de Jesús, como gobernador espiritual de la
Tierra, directa e indirectamente, a través de los
diversos misioneros que aquí reencarnan, o de las
falanges espirituales del bien que actuan sobre los
personajes que hacen la historia humana. Para eso,
Emmanuel sigue la línea histórica de los tiempos
humanos, sin traer revelaciones fantasiosas, pues ese no
es el temperamento de los Espíritus Superiores.
Hay un hecho, sin embargo, a ser observado, pues es de
importancia: el libro fue escrito entre el 17 de agosto
de 1938 y el 21 de setemtiembre del mismo año, o sea, en
poco más de treinta días, viniendo a ser publicado por
la Federación Espírita Brasileña en el comienzo del año
siguiente, o sea, en 1939, antecediendo en algunos meses
el inicio de la Segunda Gran Guerra Mundial, ocurriendo
el 1º de septiembre con la invasión de Alemania sobre
Polonia. Percibimos en la lectura de la obra el
ascendente espiritual de ese acontecimiento, con la
preocupación del autor espiritual en acentuar la acción
de los Espíritus a beneficio de los seres humanos,
mostrando que no estamos abandonados, que todo tiene su
razón de ser, y que de los escombros de las luchas
fratricidas emerge siempre un nuevo tiempo, bajo la
égide del Cristo.
Emmanuel hace expresiva anotación en su texto,
recordándonos que todo se modifica, todo pasa con el
tiempo, cara a las leyes de la reencarnación y del
progreso, entre tanto, Jesús no pasa, es el único que
subsiste al tiempo y continua iluminando nuestros pasos
vacilantes en este mundo, sea que estemos encarnados o
desencarnados, pues la humanidad es el conjunto, es la
unión del mundo corporeo con el mundo espiritual.
Nada, absolutamente nada, que ocurre en la historia
humana, es fruto del acaso o apenas y tan solamente del
uso del libre albedrío por parte de los hombres, pues la
Ley Divina todo rige y coloca límites en nuestra acción,
responsabilizándonos por las consecuencias de nuestras
decisiones y acciones, en el maravilloso y perfecto
funcionamiento de la justicia de Dios. Y como Él es
bondad y misericordia, no nos abandona, permitiendo la
acción de los desencarnados sobre nosotros, para el bien
y para el mal, siempre en los límites de la Ley Mayor,
dejando a nosotros la responsabilidad de las decisiones
y de los movimientos que hacen la historia. En otras
palabras: no son apenas los encarnados que hacen la
historia humana, pues esta también recibe el concurso de
los desencarnados. Esa es la tesis de Emmanuel, y que él
procura resartar en el libro, mostrando que muchos
acontecimientos tuvieron la influencia y participación
de los Espíritus, inclusive, en muchos casos, el
planeamiento espiritual antecediendo el hecho histórico.
Sabemos, los espíritas,
que Jesús es el Espíritu más perfecto que ya estuvo en
la Tierra, siendo nuestro guía y modelo, conforme vemos
en la pregunta 625 de El Libro de los Espíritus,
y por la enseñanza universal de los Espíritus, sabemos
igualmente que él, desde la creación del planeta, es el
gobernador espiritual del mismo, por tanto, de la
humanidad. Su encarnación fue planeada, y varios
Espíritus misioneros encarnaron antes de él, y junto a
él, para preparar el terreno, para que todo estuviese de
acuerdo para que él realizase su misión. Ese es el
abordaje del capítulo 12, que aquí vamos a destacar: “El
pesebre señalaba el punto inicial de la lección
salvadora del Cristo, como decir que la humildad
representa la llave de todas las virtudes. Comezaba la
era definitiva de la mayoría espiritual de la humanidad
terrestre, ya que Jesús, con su ejemplificación divina,
entregaría el código de la fraternidad y del amor a
todos los corazones.”
Emmanuel no discute si Jesús nació o no en Belén, si los
reyes magos existieron o no, apenas utiliza la figura
exaltada por los evangelistas para resaltar la finalidad
de la venida del Mesías, iniciando por el
ejemplificación de la humildad. Y completa: “su
lección de amor y de humildad fue única en todos los
tiempos de la humanidad”.
Resaltando la misión
redentora de Jesús, informa que “el
Cristo venía a traer al mundo los fundamentos eternos de
la verdad y del amor. Su palabra, mansa y generosa,
reunía todos los infortunados y todos los pecadores.
Escogió los ambientes más pobres y más sencillos para
vivir la intensidad de sus lecciones sublimes, mostrando
a los hombres que la verdad dispensaba el escenario
suntuoso de los areópagos, de los foros y de los
templos, para hacerse oir en su misteriosa belleza. Sus
predicaciones, en la plaza pública, se verifican a
propósito de los seres más desprotegidos y
desclasificados, como a demostrar que su palabra venía a
reunir todas las criaturas en la misma vibración de
fraternidad y en el mismo camino luminoso del amor.
Combatió pacificamente todas las violencias oficiales
del judaísmo, renovando la Ley Antigua con la doctrina
del esclarecimiento, de la tolerancia y del perdón.
Esparció las más claras visiones de la vida inmortal,
enseñando a las criaturas terrestres que existe algo
superior a las patrias, las banderas, la sangre y a las
leyes humanas. Su palabra profunda, enérgica y
misericordiosa, refundió todas las filosofías, aclaró el
camino de las ciencias y ya habría hermanado todas las
religiones de la Tierra, si la impiedad de los hombres
no hiciese valer el peso de la iniquidad en la balanza
de la redención.”
Aun en ese mismo
capítulo, Emmanuel nos recuerda de las consecuencias de
esas lecciones si son aplicadas convenientemente por los
hombres en todos los campos del conocimiento y de las
instituciones humanas: “De
sus lecciones inolvidables, derivan consecuencias para
todos los departamentos de la existencia planetaria, en
el sentido de renovarse los institutos sociales y
políticos de la Humanidad, con la transformación moral
de los hombres dentro de una nueva era de justicia
económica y de concordia universal.”
Finalmente, en el último
ítem, mirando para el tiempo humano y para el infinito
del crecimiento del Espíritu rumbo a la perfección,
declara: “la
lección del Cristo quedó para siempre en la Tierra, como
el tesoro de todos los infortunados y de todos los
desvalidos. Su palabra construyó la fe en las almas
humanas, haciéndoles entrever sus gloriosos destinos.”
Destacamos en este texto apenas el significado
transcendente de la presencia del Cristo en la Tierra, y
la ascendencia moral y espiritual de sus enseñanzas en
la historia de la humanidad, y para todo o siempre, en
una muestra de lo que el lector encontrará en las
páginas de A Camino de la Luz, obra mediúmnica,
de autoría de Emmanuel, por las manos bendecidas de
Chico Xavier, mostrando que en todos los hechos
históricos registrados existe siempre la ascendencia
espiritual, bajo la égide de Jesús, con su divino amor
trabajando para que entendamos la necesidad del bien y
del amor para alcanzar la paz y la felicidad, aquí mismo
en la Tierra, llevando esas conquistas para el después
de la muerte, en la patria espiritual que aguarda
nuestro retorno.
De hecho, A Camino de la Luz no es un libro de
historia, sino acompañando los hechos históricos
registrados y de conocimiento de todos, Emmanuel nos
muestra que esa historia no es realizada al margen de la
realidad espiritual de la vida, por el contrario, muchos
hechos tienen su origen en el planeamiento y en la
acción realizada por los Espíritus, en la constante
interacción entre los que se encuentran desencarnados y
los que se encuentran encarnados, en una interacción
hecha de acuerdo con la sublime lección y
ejemplificación de Jesús: “amaos unos a los otros”.
Marcus De Mario es escritor, educador,
conferenciante; coordina el Siembra de Luz, grupo
on-line de estudio espírita; edita el canal Orientación
Espírita en YouTube; posee más de 35 libros publicados.