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Necesitamos
conversar sobre
la intolerancia
religiosa |
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Joven adolescente en la escuela es víctima de bullying, pues
los amigos toman conocimiento de que él y su familia
profesan una religión de matriz africana. Templo
espiritualista es vandalizado en la callada de la noche,
incendiado y destruido. Evento ecuménico televisivo con
la presencia de espíritas omite la mediumnidad como uno
de los pilares de la doctrina. Protesto contra la
intolerancia religiosa pasa en blancas nubes en la
prensa espírita. Una Barraquita de libros espíritas en
la autopista de la ciudad es inviabilizada por la
persecución de la fiscalización municipal por cuenta de
la intolerancia religiosa.
Nosotros, espíritas, al tomar conocimiento de algunos de
esos hechos narrados en el parráfo arriba, miramos para
el lado, como si ese problema no fuese nuestro, calzados
en la idea de que el Espiritismo es una religión de
matriz cristiana y se coloca al lado de los grupos
hegemónicos, arriba de cualquier persecución o
intolerancia.
Olvidamos que la libertad de culto y el respeto las
manifestaciones religiosas es un principio de
pluralidad, de buena convivencia social, y que la
hostilización de creencias diferentes es una ofensa al
principio de la caridad, causando sufrimiento al
prójimo, de forma totalmente contraria a lo que predica
el Espiritismo.
Pensamos ser parte del grupo hegemónico, y escondemos
los trazos relacionados a la mediumnidad y la
reencarnación, en la búsqueda de ser más aceptados, pues
muchos bien recuerdan, allá en el fondo, de tiempos de
medio siglo atrás cuando éramos objeto de persecución
más ostensiva. Al final, ya fuimos crimen en el código
penal. Y para huir de nuestra opresión, a veces, nos
colocamos como opresores.
Juzgamos aun tener una religión cierta frente a otras
erradas, y que las otras deben ser combatidas.
Pensamiento totalmente extraño a los ideales espíritas,
y la literatura, que muestra a los espíritus actuando
donde hay el bien, y que la religión, sea cual fuera, es
un instrumento de apoyo a la evolución, aunque se vea
tanto mal practicado en nombre de Dios.
El tema de la intolerancia religiosa debería constar con
destaque en la agenda del movimiento espírita. Ser
objeto de debates, de estudios. Lo más curioso de esa
cuestión es que a veces se defiende una postura de
intolerancia pautada en la idea de pureza doctrinaria,
contrapuesto a un silencio en relación la importación de
modelos y prácticas totalmente extrañas a los
fundamentos espíritas, pero aceptados apenas por venir
de religiones de matrices cristianas.
Existe también la negación del problema, en la
afirmación de que nuestro país es plural, y de que esa
intolerancia religiosa es fantasiosa. Esa tesis no
sintoniza con los hechos. El II Informe sobre
Intolerancia Religiosa: Brasil, América Latina y Caribe,
publicación organizada por el Centro de Articulación de
Poblaciones Marginadas y por el Observatorio de las
Libertades Religiosas, con apoyo de la Representación de
la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en Brasil - LINK-1 -
indica un aumento de los casos de forma impresionante.
Los datos del portal Marque 100, del entonces Ministerio
de la Mujer, de la Familia y de los Derechos Humanos,
indican la ocurrencia de 477 casos de intolerancia
religiosa en 2019, 353 casos en 2020 y 966 casos en
2021, considerandose que el fenómeno de la pandemia de
Covid-19 puede haber afectado la caída en 2020. Los
datos de 2022 indican un sentido ascendente de casos –
conceder clicando en este LINK-2
– y, como se imagina, las religiones de matriz africana
siempre figuran entre las más alcanzadas.
Actores de la sociedad, inclusive de denominaciones
religiosas, se han posicionado en el sentido de la
promoción de la tolerancia religiosa, y sí, existen
espíritas oficial y extra oficialmente envueltos en esas
luchas, pero es nítido también que a pesar del esfuerzo
de algunos, inclusive de la Federación Espírita
Brasileña, ese tema, digamos así, no tiene señal en la
agenda del movimiento, lo que se materializa por los
textos, charlas y producción.
Y no, ese no es un tema político. Si lo es, no es más
que otros temas que tienen reflejo político y que son
abrazados efusivamente por el movimiento espírita. Ese
es un tema de la convivencia humana, de la fraternidad y
del diálogo. Temas queridos por nosotros, y la
intolerancia es algo concreto, que se manifiesta en las
micro relaciones, alojado en las mentes y en las
actitudes.
Continuamos creyendo que ese es un problema de las otras
denominaciones, que somos ungidos y que estamos fuera de
esa persecución, olvidados del pasado, del presente que
no detectamos y de nuestro deber en la comprensión de
las diversas expresiones del trato de la cuestión de la
espiritualidad, como fenómenos sociales, históricos y
humanos.
La sociedad continua moviendose, y se tiene el día 21 de
enero como el día Nacional de Combate a la Intolerancia
Religiosa, instituído por la Ley Federal nº 11.635, de
2007, y en enero de 2023 fue promulgada la Ley nº
14.532, de 11 de enero de 2023, que equipara la injuria
racial al racismo y crea el crimen de injuria racial
colectiva, más allá de prever nuevas penas para casos de
racismo en religiones, actividad deportivas y
recreaciones. Iniciativas valorosas, pero nuestro punto
aquí es más interno, de la invisibilización de ese
debate en la casa espírita.
¿Y cómo revertir eso, sin resbalar para un debate
politizado y polarizado? Bien, el día 21 de enero es un
buen lema para que se pueda construir una agenda de
debates, sea en la tribuna, sea en el texto escrito,
promoviendo la reflexión de en qué medida podemos atacar
esa cuestión en nosotros mismos, construyendo un
ambiente de tolerancia religiosa a partir de cada uno.
Tenemos casos concretos donde esa intolerancia se
manifiesta en la casa espírita. Apenas para
ejemplificar: ¿cómo reaccionamos cuando en la reunión
mediúmnica se manifiesta un espíritu utilizando
expresiones típicas de la matriz africana? Cuando en el
atendimiento fraterno a persona revela haber venido de
una casa espiritualista, ¿cómo nos portamos? Si el
colega dice en la casa espírita que va allá solamente
por que le gusta de los estudios, pero en la parte
mediúmnica, va a otra denominación, ¿qué respondemos?
No se trata de una absorción del Espiritismo por otras
prácticas, si no de una comprensión, caritativa, de que
el sincretismo absorbe la practica religiosa en el país,
y que si la persona fue allí a la casa espírita, ella
busca algo, y que demanda un tratamiento respetuoso y
amable de respeto a sus creencias.
Eso, por obvio, es bien diferente del injerto de
contenidos diferentes la lógica Kardecista en textos,
conferencias y libros. Pero, incluso esas cuestiones,
deben ser objeto de análisis fraterno, evitando censuras
truculentas, en el buen diálogo que promueva la
reflexión de que es o de lo que no es Espiritismo, y de
qué factores llevan a un entendimiento y no a otro. Fe
razonada se construye por diálogo y argumentos y no por
bulas de temas prohibidos.
La casa espírita puede también, en los vientos del día
21 de enero, trabajar no solo la intolerancia
intramuros, si no también las conductas en el día a día,
frente a un colega de trabajo que abraza ideas
diferentes de la suya, en situaciones de discriminación
en el ambiente escolar y aun, en la familia, en especial
con la formación de parejas donde el que llega tiene una
religión diferente.
El ejercicio de la tolerancia es una manifestación de la
caridad, y aunque no concordemos con la visión de la
transcendencia del otro, eso no implica en el ser
nuestro enemigo, la fuente del mal, o algo a ser
combatido. Como dice el adagio que oi mucho en la
juventud espírita, el patrón es el mismo, solo cambia el
cliché. Y muchos se colocan pomposos en ciertos clichés,
pero en la práctica sirven a otros patrones.
Al chegar en el país de la luz, la credencial que nos
será pedida es la de la evolución espiritual, y eso
puede darse en cualquier cultura y en cualquier
denominación religiosa, recordando siempre de otro
bordón querido al Espiritismo, de que mucho será dado a
quien mucho será cobrado. No hay garantía de evolución
por afiliarse la creencia A o B. Son apenas instrumentos
de evolución.
Además, cabe siempre recordar que al ser intolerante,
utilizando la violencia en el trato con otras
denominaciones, estamos trayendo para la práctica
espírita visiones extrañas a su esencia, lo que es una
forma de deformación del Espiritismo, contradictoria por
alegar la intolerancia por la pureza doctrinaria,
colaborando con esta en la práctica.
Importante que ese tema, que no debería ser árido,
figure en nuestra pauta. En nada nos es extraño, sea
dentro o fuera de la casa espírita, y en la inserción
del Espiritismo en la sociedad. El diálogo entre las
religiones puede ser objeto de sinergia, mantenida la
identidad de cada creencia y sus presupuestos. El libre
ejercicio de culto es un derecho de cada ciudadano y
todos nosotros estamos sujetos a tener que invocar ese
derecho. Y muchos espíritas han tenido problemas graves
en el ejercicio de su fe.
La tolerancia genera tolerancia. El diálogo es el
ladrillo robusto en la construcción de puentes.La
sinergia en los espacios comunes es una marca de
civilidad y de espíritu fraterno. Jesús decía que sus
discípulos serán reconocidos por mucho amarse. El amor
también prevé el respeto a quien cree de forma diversa
de nosotros, y aun, en relación a quien no cree en nada.
Eso todo son rótulos pasajeros, temporales, y lo que
queda es el espíritu, esencia, que trilla de manos dadas
con cada hermano el camino de la evolución.