Tema: Hacer a los demás lo que te gustaría que te
hicieran a ti; tolerancia
El Zorro y el Arroyo
Era un verano muy caliente y hacía días que no llovía.
El zorro, después de andar por el bosque durante buena
parte de la mañana, se topó con un pequeño arroyo de
agua fresca y cristalina.
Tenía mucha sed y bebía agua rápidamente, cuando notó
que había una liebre a su lado, bebiendo también del
arroyo.
— ¿Qué crees que estás haciendo? ¿No ves que me estás
molestando? — dijo el zorro.
La liebre miró al zorro, sorprendida por su tono
grosero.
— Solo estoy bebiendo un poco de agua, zorro… No sé cómo
podría estar molestándote, pero me iré pronto.
— ¡Estás ensuciando el agua con el barro de tu pelaje! —
gruñó el zorro. — ¡Mira qué turbio está el arroyo donde
estás!
— ¡Oh! En realidad, como soy más pequeño, necesito
acercarme al agua para poder beber. No te preocupes
zorro, saltaré a la otra orilla para no ensuciar el agua
que vas a beber.
— ¡No es suficiente! ¡Ve a beber agua donde no pueda
verte o no bebas agua en absoluto!
La liebre, muy asustada, se alejó saltando. El zorro
volvió a beber del arroyo, cuando apareció un pequeño
gorrión. El pajarito se daba pequeños chapuzones en la
parte poco profunda del arroyo y sacudía sus alas para
refrescarse.
— ¡Era justo lo que me faltaba! ¡Un gorrión descuidado!
— volvió a gruñir el zorro. — ¡Estás desperdiciando agua
preciosa y me estás mojando con ese baño exagerado!
— Hace mucho calor, zorro... Soy tan pequeño que solo
necesito unas gotas para
refrescarme. Puedo
alejarme un poco, para no salpicarte agua.
— ¡Puedes alejarte de mi arroyo, sí!
El gorrión tomó vuelo y se fue rápidamente. El zorro
pensó que por fin podría beber agua con tranquilidad
cuando escuchó que alguien se acercaba.
— Vete, quienquiera que seas. ¡Este es mi arroyo!
—El arroyo es de todos, zorro — dijo una voz profunda.
El zorro rápidamente se dio vuelta y vio un gran león
mirándolo fijamente.
— Estaba observando a los animales que pasaban por aquí
y vi la forma cómo trataste a la liebre y al gorrión.
Aunque la liebre estuviera ensuciando el agua con su
pelaje, bastaba que uno de los dos se alejara un poco
para que ambos pudieran beber agua limpia. En cuanto al
gorrión, aunque estaba tirando agua a los lados, podrías
haberte alejado para no recibir las salpicaduras.
El zorro estaba acobardado, pues sabía que no había
actuado correctamente.
— La tolerancia es una virtud muy importante,
especialmente en tiempos difíciles. Dime, zorro, ¿cómo
te sentirías si yo te asustara como lo hiciste con la
liebre y el gorrión?
— Me daría mucho miedo y todavía tendría sed...
— ¡Pues bien! — dijo el león, bajando la cabeza para
beber del arroyo. — Espero que hayas aprendido la
lección.
Desde ese día, el zorro comenzó a actuar con los demás
como le gustaría que actuaran con él, especialmente a la
hora de compartir el agua de un arroyo.
(Texto de Lívia Seneda)
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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