Tema: Creación divina
Dudu, el niño curioso
Había una vez un niño llamado Eduardo, cuyo apodo era
Dudu. Un día, salió a pasear por una granja, donde
vivían los abuelos de su amigo Pedro. Era un lugar muy
hermoso, con muchos árboles, flores, y también muchos
animales diferentes.
A Dudu le gustó mucho ver de cerca gallos, gallinas,
cerdos, caballos e incluso un sapo verde, que saltaba
por los alrededores.
Cuando conoció al gallo, quedó encantado con su forma de
cantar.
El sonido que él emitía era más o menos así:
- Co, co, co...
Enseguida, Dudu pasó a ver al pato, que también hizo un
sonido diferente, pero de otra manera:
- Cuac, cuac, cuac...
Dudu comenzó entonces a imitar a los animales y se
divirtió mucho.
Luego Dudu le preguntó a su madre:
- Mamá, ¿todos los animales se comunican?
- Sí – respondió la madre.
- ¿Y todos tienen nariz, boca y ojos?
- Todos los animales fueron creados por Dios – respondió
la madre. - Pero cada especie tiene sus características.
Le dio a cada uno el cuerpo perfecto para el tipo de
vida que tiene. Los gallos, las gallinas, los cerdos,
los caballos y el sapo producen sus propios sonidos y
tienen oídos para oír.
- Ellos también respiran y sienten los olores –
continuó. – Y, como nosotros, tienen ojos para ver.
Nosotros, los seres humanos, tenemos manos con dedos,
que nos permiten coger y utilizar objetos. Los gallos y
los patos no tienen manos, pero tienen alas. Los demás
tienen patas. Cada uno se adapta a su estilo de vida,
tal como Dios los creó.
A Dudu le resultó increíble observar a los animales y
aprender más sobre la maravillosa creación de Dios. De
repente, se dio cuenta de que su cuerpo también era Su
creación, y dijo:
- ¡Oh! Cuántas cosas ha hecho Dios... Con mi boca puedo
comer, hablar, silbar, soplar, cantar... Tengo dos oídos
para oír, una nariz para respirar y sentir olores... ¡Y
ojos! ¡Qué importantes son! ¡Las manos también lo son!
¡Y los pies!
- Pues sí, hijo mío - dijo la madre, contenta, viendo la
emoción de Dudu. Demos agradecer a Dios por el cuerpo
que tenemos. Es un regalo de Dios.
Dudu asintió sonriendo. Y luego salió corriendo a jugar.
(Adaptado de um texto de Mara
Winsh y Claudia Schmidt.)
Traducción:
Carmen
Morante
carmen.morante9512@gmail.com
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