Espiritismo para
los niños

por Marcela Prada
 

 

Tema: Creación divina


Dudu, el niño curioso


Había una vez un niño llamado Eduardo, cuyo apodo era Dudu. Un día, salió a pasear por una granja, donde vivían los abuelos de su amigo Pedro. Era un lugar muy hermoso, con muchos árboles, flores, y también muchos animales diferentes.

A Dudu le gustó mucho ver de cerca gallos, gallinas, cerdos, caballos e incluso un sapo verde, que saltaba por los alrededores.

Cuando conoció al gallo, quedó encantado con su forma de cantar.

El sonido que él emitía era más o menos así:

- Co, co, co...

Enseguida, Dudu pasó a ver al pato, que también hizo un sonido diferente, pero de otra manera:

- Cuac, cuac, cuac...

Dudu comenzó entonces a imitar a los animales y se divirtió mucho.

Luego Dudu le preguntó a su madre:

- Mamá, ¿todos los animales se comunican?

- Sí – respondió la madre.

- ¿Y todos tienen nariz, boca y ojos?

- Todos los animales fueron creados por Dios – respondió la madre. - Pero cada especie tiene sus características. Le dio a cada uno el cuerpo perfecto para el tipo de vida que tiene. Los gallos, las gallinas, los cerdos, los caballos y el sapo producen sus propios sonidos y tienen oídos para oír.

- Ellos también respiran y sienten los olores – continuó. – Y, como nosotros, tienen ojos para ver. Nosotros, los seres humanos, tenemos manos con dedos, que nos permiten coger y utilizar objetos. Los gallos y los patos no tienen manos, pero tienen alas. Los demás tienen patas. Cada uno se adapta a su estilo de vida, tal como Dios los creó.

A Dudu le resultó increíble observar a los animales y aprender más sobre la maravillosa creación de Dios. De repente, se dio cuenta de que su cuerpo también era Su creación, y dijo:

- ¡Oh! Cuántas cosas ha hecho Dios... Con mi boca puedo comer, hablar, silbar, soplar, cantar... Tengo dos oídos para oír, una nariz para respirar y sentir olores... ¡Y ojos! ¡Qué importantes son! ¡Las manos también lo son! ¡Y los pies!

- Pues sí, hijo mío - dijo la madre, contenta, viendo la emoción de Dudu. Demos agradecer a Dios por el cuerpo que tenemos. Es un regalo de Dios.

Dudu asintió sonriendo. Y luego salió corriendo a jugar.


(Adaptado de um texto de Mara Winsh y Claudia Schmidt.)

 


Traducción:
Carmen Morante
carmen.morante9512@gmail.com


 


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