Forma y ubicuidad de los
Espíritus
Presentamos en esta edición
el tema
nº
68
del Estudio Sistematizado de
la Doctrina Espirita, que
está siendo presentado aquí
semanalmente, de acuerdo con
el programa elaborado por la
Federación Espirita
Brasileña, estructurado en
seis módulos y 147 temas.
Si el lector utiliza este
programa para el estudio en
grupo, sugerimos que las
cuestiones propuestas sean
debatidas libremente antes
de la lectura del texto que
a ellas sigue.
Si es destinado solamente
para uso por parte del
lector, pedimos que el
interesado intente
inicialmente responder las
cuestiones y solo después
lea el texto referido. Las
respuestas correspondientes
a las cuestiones presentadas
se encuentran al final del
texto abajo.
Cuestiones para debate
1. ¿Los Espíritus tienen una
forma determinada, limitada
y constante?
2. ¿Los Espíritus pueden
dividirse y estar en muchos
lugares al mismo tiempo?
3. ¿Existe alguna relación
entre el fenómeno de la
ubicuidad y el fenómeno de
la bicorporiedad?
4. ¿Cómo el Espiritismo
explica el fenómeno de la
obicuidad?
5. ¿Qué factor tiene mayor
peso en lo tocante al poder
de irradiación de los
Espíritus?
Texto para la lectura
El Espíritu es una llama, un
foco, una centella etérea
1. Consultados por Kardec si
los Espíritus tienen una
forma determinada, limitada
y constante, los Espíritus
Superiores respondieron:
“Para vosotros, no; para
nosotros, sí. El Espíritu es,
si quieres una llama, un
foco, o una centella éterea”
(L.E., 88). Enseguida,
completando el asunto,
esclarecieron que esa llama
o centella tiene una
coloración que va, a los
ojos humanos, del colorido
oscuro y opáco a un color
brillante, como el del rubí,
conforme el Espíritu sea más
o menos puro.
2. Véase por las
explicaciones mencionadas,
que los Espíritus procuraron
establecer una comparación,
aunque pálida, de lo que
existe en el plano
espiritual, en cuanto a la
forma y al color de los
Espíritus, con las
limitaciones de nuestro
mundo físico y de nuestros
sentidos.
3. Queda claro a la vista de
las enseñanzas espíritas que
los Espíritus tienen forma y
color, pero sólo por alto se
puede compararlas con la
forma y el color que
estamos, como seres
encarnados, acostumbrados a
observar.
4. Gabriel Delanne asevera:
“La Ciencia nos enseña que
nuestros sentidos apenas nos
hacen conocer una ínfima
parte de la naturaleza, sin
embargo que, más allá y del
lado de los límites
impuestos a nuestras
sensaciones, existen
vibraciones sutiles, en un
número infinito, que
constituyen modos de
existencia de que no podemos
formarnos una idea, por
falta de palabras para
expresarla” (El Fenómeno
Espírita, pág. 213).
Los Espíritus son
indivisibles y no pueden ser
fraccionados
5. Según Delanne, el alma
asiste, de ese modo, al
espectáculo que no tenemos
medios de describir, oír
armonías que ningún oído
humano han apreciado y se
mueve en una completa
oposición a las condiciones
de viabilidad terrestre. “El
Espíritu liberado de las
cadenas del cuerpo – asevera
él – no tienen más necesidad
de alimentarse, no se
arrastra más por el suelo:
la materia imponderable de
que está formado le permite
transportarse para los más
lejanos lugares con la
rapidez del relámpago, y,
según el grado de su
adelantamiento moral, sus
ocupaciones espirituales
apartarse más o menos de las
preocupaciones que nutría en
la Tierra.” (Obra citada).
6. Cuestionados sobre si los
Esp´riitus tienen el don de
la obicuidad (1),
o sea, si un Espíritu puede
dividirse o estar en muchos
puntos al mismo tiempo, los
inmortales dijeron: “No
puede haber división de un
mismo Espíritu; pero cada
uno es un centro que irradia
para diversos lados. ¿Eso es
que hace parecer estar un
Espíritu en muchos lugares
al mismo tiempo. ¿Ves el
sol? Es uno solamente. No
obstante, irradia en todos
los sentidos y lleva muy
lejos sus rayos. Con todo,
no se divide” (L.E.,92).
7. Se observa así que los
Espíritus son indivisibles y
constituyen una unidad que
no puede ser fraccionada.
Pueden ser percibidos en más
de un lugar por efecto de su
poder de iradiación, poder
ese que puede ser mayor o
menor, dependiendo del grado
de pureza de cada uno. Ese
hecho nos permite comprender
un fenómeno muchas veces
verificado, en que se
registra la presencia de
Espíritus Superiores en
diversos lugares al mismo
tiempo.
8. El fenómeno de la
obicuidad guarda, de cierta
forma, relación con el
fenómeno de la bicorporiedad.
Como sabemos, aislado del
cuerpo, el Espíritu de una
persona viva puede – como el
de un muerto – mostrarse con
todas las apariencias de la
realidad y hasta incluso
adquirir momentáneamente
tangibilidad. Ese fenómeno
conocido por el nombre de
bicorporiedad fue el que dio
motivo a las historias en
dos lugares diferentes se
llegó a comprobar. (Lea
sobre el asunto “El Libro de
los Médiums”, item 119.)
El poder de iradiación
aumenta con la evolución del
alma
9. El fenómeno de la
bicorporiedad ocurre cuando
el Espíritu está encarnado.
Estando la persona
adormecida, o en un estado
más o menos extático, puede
su Espíritu, desligado del
cuerpo, aparecer, hablar e
incluso volverse tangible.
10. En tales casos, si el
fenómeno fuera auténtico, se
podrá comprobar que la
persona se encuentra en dos
lugares al mismo tiempo,
sólo que en un lugar estaba
el cuerpo material y en el
otro lugar el Espíritu
revestido por su cuerpo
espiritual o periespíritu.
11. En el fenómeno de la
ubicuidad, como ya dijimos,
el Espíritu no se divide
para estar en dos lugares
diferentes. Él se irradia
para diversos lados y puede
así manifestarse en muchos
puntos, sin haberse
fraccionado. Ocurre ahí lo
que se da con luz, que puede
reflejarse para todos los
lados y ser vista
simultáneamente en muchos
espejos.
12. Cuanto más evolucionado
fuera el Espíritu, mayor
será su poder de iradiación,
más potente será su don de
ubicuidad relativa. Tanto en
la bicorporiedad como en la
ubicuidad, se ve que el
periespíritu desempeña un
papel fundamental, lo que
demuestra que sea
indispensable un mayor
conocimiento acerca del
cuerpo periespiritual,
objeto de estudio de
numerosas obras, como el
libro Evolución en Dos
Mundos, de André Luiz, y
La Evolución Anímica,
de Gabriel Delanne.
Respuestas a las cuestiones
propuestas
1. ¿Los Espíritus tienen una
forma determinada, limitada
y constante?
R.: A esa misma pregunta los
Espíritus Superiores
respondieronb: “Para
vosotros, no; para nosotros,
sí. El Espíritu es, si
quieres, una llama, un foco,
o una centella etérea”.
Enseguida, completando el
asunto, esclarecieron que
esa llama o centella tiene
una coloración que va,a los
ojos humanos, del colorido
oscuro y opáco a un color
brillante, como el rubí,
conforme el Espíritu sea más
o menos puro.
2. ¿Los Espíritus pueden
dividirse y estar en muchos
lugares al mismo tiempo?
R.: No. Los Espíritus no
pueden dividirse, pero cada
uno es un centro que irradia
para diversos lados. Eso es
lo que hace parecer que un
Espíritu esté en muchos
lugares al mismo tiempo. Es
como el Sol, que irradia en
todos los sentidos y lleva
muy lejos sus rayos, pero no
se divide.
3. ¿Existe alguna relación
entre el fenómeno de la
ubicuidad y el fenómeno de
la bicorporiedad?
R.: Sí. Como sabemos,
aislado del cuerpo, el
Espíritu de una persona viva
puede – como el de un muerto
– mostrarse con todas las
apariencias de la realidad y
hasta incluso adquirir
momentánea tangibilidad. Ese
fenómeno conocido por el
nombre de bicorporiedad fue
el que dio motivo a las
historias de hombres dobles,
o sea, de individuos cuya
presencia simultánea en dos
lugares diferentes se llegó
a comprobar. He ahí la
relación entre los dos
fenómenos.
4. ¿Cómo explica el
Espiritismo el fenómeno de
la ubicuidad?
R.: En el fenómeno de la
ubicuidad, como ya dijimos,
el Espíritu no se divide
para estar en dos lugares
diferentes. El se irradia
para diversos lados y puede
así manifestarse en muchos
puntos, sin haberse
fraccionado. Ocurre ahí lo
que se da como la luz, que
puede reflejarse para todos
los lados y ser vista
simultáneamente en muchos
espejos.
5. ¿Qué factor tiene mayor
peso en lo tocante al poder
de la iradiación de los
Espíritus?
R.: Cuanto más evolucionado
fuera el Espíritu, mayor
será su poder de iradiación,
más potente será su don de
ubicuidad relativa.
Bibliografia:
El Libro de
los Espíritus, de Allan
Kardec, items 88 y 92.
El Livro de
los Médiums,
de Allan
Kardec, item 119.
El Fenómeno
Espírita,
de Gabriel
Delanne, p. 213.
Evolución
en Dos Mundos, de André
Luiz, p. 174.