Se conmemoró el
día 5 de junio
un aniversario
más de la
fundación de la
USE – Unión de
las Sociedades
Espíritas del
Estado de San
Paulo, que nació
en 1947, dos
años antes de la
firma del
llamado Pacto
Áureo, un
acuerdo
celebrado entre
la Federación
Espírita
Brasileña (FEB)
y representantes
de varias
Federaciones y
Uniones de
ámbito estatal,
con vistas a la
unificación del
movimiento
espírita
brasileño. El
Pacto fue
firmado en la
sede de la FEB,
en la ciudad de
Río de Janeiro,
el 5 de octubre
de 1949, y esa
denominación es
atribuida a
Artur Lins de
Vasconcellos
Lopes, uno de
sus dignatarios
en la época y,
como sabemos,
uno de los
grandes
personajes de la
historia del
Espiritismo en
Brasil.
En base a ese
acuerdo, nació
el 1º de enero
de 1950 el
Consejo
Federativo
Nacional (CFN),
que desde
entonces ejerce
la función de
esclarecer
dudas,
orientando al
movimiento
espírita
brasileño y
recomendando
normas y
directrices para
los Centros
Espíritas.
El advenimiento
del Pacto Áureo
– que completa
60 años en
octubre – fue la
base para una
comprensión
mayor entre las
instituciones
espíritas
brasileñas, lo
que posibilitó
una nueva fase
en la difusión
de la Doctrina
Espírita y
viabilizó la
convivencia
entre las casas
espíritas, sin
perjuicio de la
libertad de
pensamiento y de
la acción
individual, una
vez que no
existe
vinculación
jerarquía en la
estructuración
del movimiento
espírita en
Brasil o fuera
de él.
El tema
unificación, que
es el principal
asunto de la
entrevista de
esta semana
concedida por el
compañero Hélio
Ribeiro Loureiro
al editor Orson
Peter Carrara,
merece de todos
nosotros una
cuidadosa
atención e
integral apoyo,
una vez que tal
preocupación
surgió en los
principios de la
Codificación del
Espiritismo.
Kardec habló de
eso con claridad
en 1861 al
escribir el
texto que
compondría El
Libro de los
Médiums. Como
sabemos, el
Codificador
entendía que la
homogeneidad
sería un factor
indispensable a
la constitución
de los grupos
espíritas,
porque una
sociedad en que
tal hecho se
verificara
sería, en el
decir de él,
indisoluble.
(El Libro de los
Médiuns, item
334.)
Como era y aún
es notoria la
dificultad de
reunirse un
crecido número
de elementos
homogéneos en un
mismo grupo, él
afirmó entonces
que, en el
interés de los
estudios y el
bien de la causa
misma, las
reuniones
espíritas
deberían tender
antes a la
multiplicación
de pequeños
grupos, que a la
constitución de
grandes
aglomeraciones.
En los grupos
poco numerosos –
justificó el
Codificador –
todos se conocen
mejor y hay más
seguridad en
cuanto a la
eficacia de los
elementos que
para ellos
entran. El
silencio y el
recogimiento son
más fáciles y
todo pasa como
en familia. Las
grandes
asambleas
excluyen la
intimidad, por
la variedad de
los elementos de
que se componen.
La divergencia
de los
caracteres, de
las ideas, de
las opiniones
ahí se diseña
mejor y ofrece a
los Espíritus
perturbadores
más facilidad
para sembrar la
discordia. (L.M.,
335.)
Sin embargo,
para que no
quedaran
aislados, esos
grupos deberían
mantener
relaciones
constantes, ya
que
correspondiéndose
entre sí,
visitándose,
intercambiando
observaciones,
podrían formar
el núcleo de la
gran familia
espírita, que
es, sin
contestación, el
propósito de la
llamada
unificación, el
objetivo del
Pacto Áureo y la
finalidad de
instituciones
venerables como
la USE, cuyo
aniversario de
fundación sólo
podemos
aplaudir.
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