Visión espírita de las
curas y pases en la
tradición
judaico-cristiana
A
imposición de manos fue
utilizada con frecuencia
por Jesús, aunque no
haya relatos de pases
(movimiento de manos), y
las obsesiones fueron
casi totalmente tratadas
con diálogos
establecidos con los
Espíritus que Jesús
trataba con autoridad
(2ª
Parte) *
Las curas de los
apóstoles y los dones en
la comunidad cristiana
El libro de los actos de
los apóstoles contienen
la mayoría de las
narraciones de curas
efectuadas por ellos. Al
contrario de Jesús, los
apóstoles eran hombres
comunes, del pueblo, que
muchas veces llegaron a
dudar de Jesús. Aunque
Jesús los hubiera
enviado en su nombre, se
ve que en cuanto el
Maestro vivía, algunas
veces ellos no
conseguían su tarea,
como es el caso del niño
epiléptico citado
anteriormente.
Tal era el centro de
Jesús, que los
sacerdotes del templo
apostaron el fin del
movimiento cristiano con
el sacrificio del
Maestro. Todos conocen
el episodio que sucede a
la prisión de Jesús, en
el cual Pedro
inicialmente corta la
oreja de Malco y
posteriormente niega a
Jesús por tres veces,
conforme el propio
Maestro había
profetizado.
Al contrario de lo que
ellos esperaban, estos
hombres continuaron
cristianos, tomaron para
sí la tarea de
evangelización del
mundo, convirtieron a
otros y mostraron la
capacidad de curar y de
hablar en lenguas
desconocidas, mucha
veces interpretadas en
el lenguaje evangélico
como “dones del espíritu”.
(At. 2:38, At. 10:45, I
Cor. 12:27-30.)
Casio todos los
apóstoles fueron
martirizados, la mayoría
de ellos por Roma, dada
la amenaza cultural o
tal vez la extrañeza que
el Cristianismo pasó a
representar ante los
valores de la
civilización romana,
además de los varios
intereses políticos de
los gobernantes.
Pedro (At. 3: 1-10) cura
a un minusválido que
pedía limosnas en la
puerta del Templo de
Jerusalén con una mirada
y un toque, pronunciando
palabras que serían
célebres: “Ni oro ni
plata poseo. Lo que
tengo, sin embargo, esto
te doy: en nombre de
Jesucristo, el Nazareno,
ponte a caminar.”
Ananias ora e impone las
manos sobre la cabeza de
Saulo, el perseguidor de
los cristianos, a pedido
de Jesús que se le
aparece. El judío-romano
recupera la visión. (At.
9:12-18) Enviado a Roma
para ser juzgado, Pablo
cura al padre de Públio
(At. 28: 7-9) en la isla
de Malta, imponiendo las
manos sobre él y orando.
Este padecía de
disentería y fiebre.
Después del éxito del
apóstol de los gentiles,
los ciudadanos enfermos
en la isla pasan a
buscarlo para ser
tratados.
Otro fenómeno asociado a
la imposición de manos
en las comunidades
cristianas de los
primeros tiempos es la
inducción de dones del
Espíritu (el “don de las
lenguas” y la “profecía”,
entre otros), que el
Espiritismo entiende
como que es una
referencia a la
mediumnidad.
En el libro de Actos de
los Apóstoles (At. 8:
14-17), Pedro y Juan
imponen las manos sobre
los samaritanos y ellos
“reciben el espíritu
santo”. Igualmente Pablo
(At. 19:6) impone las
manos sobre los
cristianos de Éfeso y
ellos “reciben el
Espíritu Santo,
profetizan y hablan
lenguas extranjeras”.
Aun me es oscura la
trayectoria de la
práctica de imposición
de manos entre los
cristianos de los siglos
venideros. Con el
advenimiento de la misa,
la práctica parece
volverse cada vez más
simbólica, quedando las
curas cada vez más
reservada a los relatos
de las vidas de los
santos, de papas y,
curiosamente, de los
reyes cristianos. El
Concilio de Trento
consagró la imposición
de manos como acto de
ordenación y, más
recientemente, los
neopentecostalistas en
el medio evangélico y la
renovación carismática
en el medio católico
utilizan la imposición
de manos con el objetivo
de cura.
El toque de manos de los
reyes cristianos
Frazer (1982) ya había
propuesto una asociación
evolutiva entre los
fetichistas y los reyes
de la antigüedad se
atribuían los poderes de
un fetichero). Michaelus
(1983, p. 70) afirma que
los emperadores romanos
Vespasiano (69-79 d.C.)
y Adriano (117-138 d.C.)
practicaban la
imposición de manos con
fines curativos.
Los libros de hipnosis
sitúan la práctica de
los reyes franceses
tocando a los súbditos
para la cura a partir de
Clóvis (496 d.C.), que
fue el primer monarca
convertido cristiano.
Gomes (2007) encuentra
esta información en los
libros de Historia de la
Medicina y aun afirma
que hubo una disputa
entre franceses e
ingleses sobre el origen
de ese poder real. Los
ingleses defienden que
la práctica sería
oriunda de Eduardo I
(1272-1307), que tiene
registros de curas de
pacientes con tumores,
tuberculosis linfonodal,
también conocida como
“Mal del rey” o
“Dolencia de las
sandalias” (una
enfermedad muy extraña
que abulta
extraordinariamente la
nariz, como si fuese un
tumor”) (¡que sumarían
523 personas!).
El monarca más conocido
en Francia por su toque
curador fue, con todo,
Carlos V (1364-1380), y
la práctica se extendió
hasta Luís XVI (que
habría tocado a 2.400
pacientes en su
coronación, en 1775) y
Carlos X (que tocó a 121
enfermos en 1824, según
Gomes).
Oliveira (2006) describe
con base en los trabajos
de Marc Bloch (Los Reyes
Taumaturgos)) la
asociación entre la
leyenda de la Santa
Âmbula y el poder regio
de curar. Carlos V se
titulaba cristianísimo,
y atribuía su poder de
cura a Dios, que él
habría concedido en la
época de su coronación
porque él habría sido
ungido por el aceite de
Santa Âmbula. Este
aceite habría sido dado
“por los cielos” a
Francia.
Los reyes montaban un
verdadero teatro, con la
presencia de
representantes de la
iglesia, que tendría
como punto alto la
frase, anunciada por el
sacerdote: “El rey te
toca, Dios te cura.” Una
Ceremonia formal, en
Inglaterra y en Francia,
es acostumbrarse a
anotar los nombres de
las personas que serían
tocadas por los reyes.
Alto político y formal,
cada vez más cercado de
mitos y leyendas, si
algún beneficio hubiese
traído la salud de los
participantes, el
ciertamente sería
olvidado o puesto en
duda con la Revolución
Francesa y el Iluminismo
Francés, enemigos del
clero y de la nobleza,
así como de todo lo que
les diese respeto o les
sostuviera el prestigio.
La política temporal y
eclesiástica se apropió
de la imposición de
manos para la cura y el
vacío de su sentido
espiritual,
destruyéndola a los ojos
de la nueva inteligencia
que surgió en Europea.
Cupo a Mesmer y a sus
discípulos hacer una
nueva lectura, con
pretensión científica y
en bases supuestamente
naturales, de esa
práctica de tratamiento,
que ganó status de
medicina alternativa en
los siglos XVIII y XIX.
Conclusiones
En posesión de las
informaciones, aunque
susceptibles de una
investigación
complementaría más
profunda, ya es posible
algunos análisis.
Con relación al concepto
de dolencia, el
Espiritismo queda en una
posición intermediaría
entre el idealismo del
Antiguo Testamento y el
materialismo científico
contemporáneo. Si, por
un lado, las dolencias
son susceptibles de
análisis y tratamiento
con base en causas
naturales, el
Espiritismo aboga un
componente espiritual a
ellos asociados que
funcionaría como una
especie de catalizador.
Ese componente no se
reduce a los fenómenos
psicológicos, que son
ampliados por la acción
de los Espíritus y de
las influencias del
periespíritu en el
cuerpo de la persona.
El Espiritismo no
concibe una divinidad
vengativa, dando muestra
de su poder de forma
voluntariosa enfermando
a los que no se curvan a
sus deseos y órdenes,
como en el Antiguo
Testamento. Esta
concepción si es
empleada por algún
espírita, es fruto de
confusión. El propone un
universo organizado de
forma inteligente,
regido por leyes
universales, que van
siendo aprendidas en su
significado por el
hombre durante su
trayectoria evolutiva, a
lo largo de diversas
existencias. La
ignorancia y los actos
en disociación con esas
leyes tienen como
consecuencia el
sufrimiento y el dolor,
que son señales,
reacciones y no castigos
divinos.
El sufrimiento no tiene
sólo causas espirituales,
sino causas pasadas (en
la cual la reencarnación
y la idea de justicia
divina tienen un papel
importante) y causas
actuales, estas últimas
generalmente olvidadas
por los espíritas
contemporáneos, pero
discutidas por Allan
Kardec.
Innecesario es decir que
los sacrificios y
prácticas rituales con
la finalidad de perdón
de los pecados por la
divinidad ningún sentido
tienen en el contexto
espírita. La idea de ley
de Dios, entendida como
el texto bíblico, será
sustituida por la
conciencia moral de la
persona en
enfrentamiento con la
realidad, que muchas
veces es intuida,
pensada e investigada
por Espíritus superiores
encarnados en diferentes
culturas occidentales y
orientales. El
Espiritismo valora la
razón, la intuición y la
percepción como medios
para la construcción del
conocimiento.
Con relación al Nuevo
Testamento, del punto de
vista espírita, es
difícil distinguir en
los textos de los
cristianos primitivos lo
que es leyenda de lo que
es hecho, pero no es
inverosímil creer que si
tales curas se dieron,
se dieron por intermedio
de lo que Kardec convino
en llamar mediumnidad de
cura (diferentemente del
magnetismo humano o
pases magnéticos). Las
curas son casi todas
instantáneas o a corto
plazo y envuelven
enfermedades crónicas,
estados graves y mismo
síntomas mutiladores del
organismo humano.
En los casos de
resurrecciones,
excepción hecha a la
atribuida al propio
Cristo, lo que se puede
especular son estados
que en la época de
Kardec se acostumbraba
llamar como catalepsia y
que más recientemente la
medicina prefiere
denominar como estados
de coma profundo.
Kardec retira del
misterio de la fe y de
la acción divina directa
el peso de la
explicación de estos
fenómenos y de otros,
también no comunes o
raros, que él mismo, los
espíritas y los
magnetizadores
testificaron en su
época. Las curas y
mejoras se darían por la
acción de la transmisión
del fluido vital y por
la acción espiritual
sobre el periespíritu,
principalmente; y sobre
el cuerpo,
eventualmente, de las
personas cuando les son
impuestas las manos y
realizados pases.
La fe del paciente que
busca pasistas y médiums
de cura es la confianza
en la posibilidad de la
intervención espiritual
y en la acción de los
fluidos, que le propone
la armonización de los
pensamientos, la
tranquilidad del alma y
la disposición íntima
para usufructuar el
bienestar que esa
técnica puede
proporcionarle. Así, el
Espiritismo rehabilita y
da un nuevo sentido para
las prácticas cristianas
primitivas,
desnudándolas del
ritualismo y del
misticismo con que
fueron entendidas y
modificadas en el paso
de los años, proponiendo
hipótesis explicativas
de su dimensión
espiritual y rescatando
su espiritualidad y su
papel en la salud del
hombre contemporáneo.
Fontes bibliográficas:
A Bíblia
de Jerusalém. São Paulo:
Paulinas, 1985.
GOMES, Mauro. O toque
das mãos do rei.
Disponível em:
http://www.pulmonar.org.br/blog/tuberculose/o-toque-das-maos-do-rei/.
Acesso em 01/12/ 2007.
KARDEC, Allan. O
Evangelho Segundo o
Espiritismo. Rio de
Janeiro: FEB, 1978.
[Edição Popular]
______ A Gênese. Rio de
Janeiro: FEB, 1973.
MICHAELUS. Magnetismo
Espiritual. Rio de
Janeiro: FEB, 1983.
OLIVEIRA, Maria Izabel
B. Morais. O milagre
régio e o ciclo
legendário em prol do
fortalecimento do poder,
no círculo de Carlos V
França (1364-1380),
Revista de História e
Estudos Culturais, v.3,
n. 1, jan/mar 2006.
* A primeira parte deste
artigo foi publicada na
edição anterior desta
revista.
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