Sacrifícios,
mortificaciones
y promesas
Presentamos en esta edición
el tema
nº
141
del Estudio Sistematizado de
la Doctrina Espirita, que
está siendo presentado aquí
semanalmente, de acuerdo con
el programa elaborado por la
Federación Espirita
Brasileña, estructurado en
seis módulos y 147 temas.
Si el lector utiliza este
programa para el estudio en
grupo, sugerimos que las
cuestiones propuestas sean
debatidas libremente antes
de la lectura del texto que
a ellas sigue.
Si es destinado solamente
para uso por parte del
lector, pedimos que el
interesado intente
inicialmente responder las
cuestiones y solo después
lea el texto referido. Las
respuestas correspondientes
a las cuestiones presentadas
se encuentran al final del
texto abajo.
Cuestiones
para debate
1. De acuerdo con la
etimología, ¿qué significa
El vocablo sacrificio?
2. ¿Pagar el diezmo es uma
forma moderna de sacrifício?
3. ¿A qué prácticas la
realización de sacrificios
religiosos está generalmente
relacionada?
4. ¿Cómo ve el Espiritismo
la práctica de las
mortificaciones?
5. ¿En qué consiste, según
las enseñanzas cristianas,
la verdadera penitencia?
Texto para la
lectura
El propósito declarado del
sacrificio varía entre las
diferentes culturas
1. El vocablo sacrificio
tiene, conforme la
etimología, el sentido de
“hacer alguna cosa sagrada”.
En su sentido primitivo y
únicamente religioso,
representa una ofrenda que
se hace a la divinidad por
medio de rituales. La
ofrenda puede ser
representada por una
persona, por un animal o aun
por productos de origen
vegetal u otros objetos.
2. Es importante que se haga
distinción entre el concepto
religioso del término y su
concepción popular. Así, en
el aspecto religioso, además
de la característica del
ritual, se sub-entiende que
el sacrificio será consumido
por la divinidad. Tareas que
ciertas religiones exigen de
sus adeptos, como por
ejemplo el pago de diezmos,
no constituyen sacrificios,
sino reglas de la práctica
religiosa.
3. El propósito declarado
del sacrificio varía mucho
entre las diferentes
culturas. Por extensión,
puede el ser considerado
como una renuncia o
privación voluntaria de
alguna cosa, como la
privación de los gozos
inútiles, que la Doctrina
Espírita considera acto
meritorio, porque desprende
de la materia al hombre y
eleva su alma.
4. Resistir a la tentación
que arrastra al exceso o al
gozo de las cosas inútiles,
quitar de lo que tenemos
para dar a los que carecen
de lo suficiente, hacer el
bien a nuestros semejantes –
he ahí algunas prácticas que
presentan gran mérito dentro
del rol de las llamadas
privaciones voluntarias.
Ciertas religiones imponen
la mortificación para la
remisión de los pecados
5. La realización de
sacrificios religiosos está
generalmente relacionada con
las mortificaciones y las
penitencias. El verbo
mortificar es sinónimo de
afligir, atormentar,
castigar, macerar el propio
cuerpo con penitencias. La
mortificación ocurriría
debido al arrepentimiento o
al dolor resultante del
pecado cometido.
6. En función del
arrepentimiento, ciertas
autoridades religiosas
imponen una pena al
arrepentido para la remisión
de sus pecados, pena esa
representada por ayunos,
oraciones, maceración del
cuerpo y otras tantas
mortificaciones inherentes a
la manifestaciones de culto
externo.
7. En su libro
“Esclarecimientos
Evangélicos”, Sayão examina
el asunto “penitencia” e
informa que esa práctica es,
según algunas religiones,
necesaria al pecador que no
desea agravar su culpa y
hacerse así pues acreedor de
mayores castigos.
8. La penitencia, tal como
la entendía Jesús, no
consiste sin embargo en la
reclusión en claustros, en
los cilicios y en otras
tribulaciones materiales.
Ella consiste en el
arrepentimiento sincero y
profundo y en el propósito
firme en que la criatura
dice no volver a cometer las
faltas que la arrastraron a
la mísera condición humana y
esforzarse por repararlas.
Debilitar el cuerpo sin
necesidad es un verdadero
suicidio
9. El Espíritu penitente –
asevera Sayão – “se absorbe
todo en la oración y en la
vigilancia que Jesús
recomendaba y que forman un
muro a la ondas de pasiones
que nos lanzan en el abismo
de la desdicha”.
10. Hablando sobre la
mortificación y su mérito,
aconsejan los Espíritus
superiores: “Buscad saber en
qué ella aprovecha”. “Si
solamente sirve para quién
la practica y le impide de
hacer el bien,
es egoísmo, sea cuál sea el
pretexto con que entiendan
colorearlas. Privarse a sí
mismo y trabajar para los
otros, tal es la verdadera
mortificación, según la
caridad cristiana.” (L.Y.,
721.)
11. Debilitar el cuerpo con
privaciones inútiles y
maceraciones sin objetivo,
torturar y martirizar
voluntariamente el cuerpo
material son actos que,
evidentemente, contrarían la
ley de Dios, por cuanto
debilitar el vehículo
corpóreo sin necesidad es
verdadero suicidio.
12. En la intuición de
obtener favores o aún
agradar a Dios o a los
Buenos Espíritus, algunas
personas ejecutan
determinadas acciones o se
imponen ciertas privaciones
que llaman promesa. Ahora,
las promesas ya tuvieron su
época y ya va distante el
tiempo de las
supersticiosas imposiciones
de la teocracia. A su
reinado sucedió el imperio
de la inteligencia y de la
razón, únicos fundamentos
inquebrantables de la fe
esclarecida y activa.
Sacrificios, mortificaciones
y promesas son, por lo
tanto, manifestaciones
materiales del culto
externo, practicadas por
personas aún distantes de
las verdades espirituales.
Respuestas a las cuestiones propuestas
1. De acuerdo con la
etimología, ¿qué significa
el vocablo sacrificio?
En su sentido etimológico,
sacrificio significa “hacer
alguna cosa sagrada”. En su
acepción primitiva y
religiosa, representa una
ofrenda que se hace a la
divinidad por medio de
rituales, la cual puede ser
representada por una
persona, por un animal o aún
por productos de origen
vegetal u otros objetos.
2. ¿Pagar el diezmo es uma
forma moderna de sacrificio?
No. Determinadas tareas que
ciertas religiones exigen de
sus adeptos, como por
ejemplo el pago de diezmos,
no constituyen sacrificios,
sino reglas de la práctica
religiosa.
3. ¿A qué prácticas las
realizaciones de sacrificios
religiosas está generalmente
relacionada?
La realización de
sacrificios religiosos está
generalmente relacionada con
las mortificaciones y las
penitencias.
4. ¿Cómo ve el Espiritismo
la práctica de las
mortificaciones?
Hablando sobre la
mortificación y su mérito,
aconsejan los Espíritus
superiores: “Buscad saber en
qué aprovecha ella”. Si
solamente sirve para quién
la práctica y le impide
hacer el bien, es egoísmo,
sea cuál sea el pretexto con
que entiendan como
colorearla. Privarse a sí
mismo y trabajar para los
otros, tal es la verdadera
mortificación, según la
caridad cristiana.
5. ¿En qué consiste, según
las enseñanzas cristianas,
la verdadera penitencia?
La penitencia, tal como la
entendía Jesús, no consiste
en la reclusión en
claustros, en los cilicios y
en otras tribulaciones
materiales. Ella consiste en
el arrepentimiento sincero y
profundo y en el propósito
firme en que la criatura se
decide a no cometer las
faltas que la arrastraron a
la mísera condición humana y
esforzarse por repararlas.
Bibliografia:
O Livro dos
Espíritos, de Allan Kardec,
questões 720 a 726.
O Evangelho
segundo o Espiritismo, de
Allan Kardec, cap. V, item
26.
Elucidações
Evangélicas, de Antônio Luiz
Sayão, pp. 143 a 145 e 465.
Dicionário de
Ciências Sociais, de
Benedicto Silva e outros, p.
1094.
Dicionário de
Teologia Moral, de Cardenal
Francesco Roberti, p. 816.