Continuamos con el
Estudio Metódico del
Pentateuco
Kardeciano, que
focalizará las cinco
principales obras de
la Doctrina
Espírita, en el
orden en que fueron
inicialmente
publicadas por Allan
Kardec, el
Codificador del
Espiritismo.
Las
respuestas a las
preguntas
presentadas,
fundamentadas en la
76ª edición
publicada por la
FEB, basadas en la
traducción de
Guillon Ribeiro, se
encuentran al final
del texto.
Preguntas para
debatir
A.
¿Cómo aborda el
Espiritismo el dogma
de la resurrección
de la carne?
B.
Autores
desencarnados se han
referido en sus
obras al Umbral y a
las Tinieblas. ¿Hay
pues, lugares
circunscritos como
el cielo, el
infierno y el
purgatorio, para las
penas y goces de los
Espíritus, según sus
merecimientos?
C.
¿Qué se debe
entender por
purgatorio?
D.
¿En qué sentido
debemos entender
estas palabras de
Jesús: “Mi reino no
es de este mundo”?
E. El
reinado del bien
¿será algún día
implantado en la
Tierra?
Texto para la
lectura
641.
El infierno y el
paraíso, tales como
los imagina el
hombre, son simples
alegorías: por todas
partes hay Espíritus
dichosos y
desdichados. No
obstante, como ya
dijimos, los
Espíritus de un
mismo orden se
reúnen por simpatía;
pero cuando son
perfectos pueden
reunirse donde
quieran. (L.E.,
1.012-a)
642.
Purgatorio quiere
decir: Dolores
físicos y morales,
es el tiempo de la
expiación. Casi
siempre en la Tierra
hacéis vuestro
purgatorio, donde
Dios os obliga a
expiar vuestras
faltas. (L.E.,
1.013)
643.
Lo que el hombre
llama purgatorio
es igualmente una
alegoría, debiendo
entender como tal no
un lugar
determinado, sino el
estado de los
Espíritus
imperfectos que se
encuentran en
expiación hasta
alcanzar la
purificación
completa. Al
operarse tal
purificación, por
medio de las
diversas
encarnaciones, el
purgatorio consiste
en las pruebas de la
vida corporal.
(L.E., 1.013,
comentario de
Kardec)
644.
Cuando son
inferiores y todavía
no están
completamente
desmaterializados,
los Espíritus
conservan una parte
de sus ideas
terrenas y, para
expresar sus
impresiones, se
sirven de los
términos que le son
familiares. Se
encuentran en un
medio que sólo les
permite sondear el
futuro de manera
imperfecta. Esa es
la causa de que
algunos Espíritus
errantes, o recién
desencarnados,
hablen como
hablarían si
estuviesen
encarnados.
Infierno se
puede traducir como
una vida de pruebas,
extremadamente
dolorosa, con la
incertidumbre de que
exista otra mejor;
purgatorio,
como una vida
también de pruebas,
pero con la
conciencia de un
futuro mejor. (L.E.,
1.014)
645.
Alma en pena quiere
decir: un alma
errante y sufriente,
incierta acerca de
su futuro y a la
cual podéis
proporcionar el
alivio que muchas
veces solicita,
viniendo a
comunicarse con
vosotros.
(L.E.,
1.015)
646.
La palabra cielo
debe ser entendida
como el espacio
universal, los
planetas, las
estrellas y todos
los mundos
superiores, donde
los Espíritus gozan
plenamente de sus
facultades, sin las
tribulaciones de la
vida material, ni
las angustias
inherentes a la
inferioridad.
(L.E., 1.016)
647.
Estas palabras
–cuatro y quinto
cielos- expresan
diferentes grados de
purificación y, por
lo tanto, de
felicidad. Es
exactamente como
cuando preguntamos a
un Espíritu si está
en el infierno. Si
es desdichado dirá
“sí” porque, para
él, el infierno es
sinónimo de
sufrimiento. Pero él
sabe que no se trata
de un horno. Un
pagano diría que se
encuentra en el
Tártaro. (L.E.,
1.017)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A.
¿Cómo aborda el
Espiritismo el dogma
de la resurrección
de la carne?
Según
el Espiritismo, ese
dogma es la
consagración de la
reencarnación,
doctrina conforme a
la justicia de Dios,
porque sólo ella
puede explicar lo
que es inexplicable
sin ella. Si
tomáramos al pie de
la letra la idea de
la resurrección de
la carne, o sea, la
hipótesis de que
alguien que murió
pueda un día revivir
con el mismo cuerpo,
tenemos que
reconocer en primer
lugar, que la
Ciencia demuestra
que esto es
imposible, puesto
que un cuerpo
reducido a polvo
jamás puede ser
reconstruido y
servir de nuevo a la
vida. Racionalmente,
pues, no se puede
admitir la
resurrección de la
carne sino como una
figura simbólica del
fenómeno de la
reencarnación.
(El
Libro de los
Espíritus, preguntas
1.010
y 1.011.)
B.
Autores
desencarnados se han
referido en sus
obras al Umbral y a
las Tinieblas. ¿Hay
pues, lugares
circunscritos como
el cielo, el
infierno y el
purgatorio, para las
penas y goces de los
Espíritus, según sus
merecimientos?
No.
Las penas y los
goces son inherentes
al grado de
perfección de los
Espíritus. Cada uno
obtiene de sí mismo
el principio de su
felicidad o de su
desdicha. Y como
ellos están en todas
partes, no existe
ningún lugar
circunscrito o
cerrado destinado
especialmente a una
u otra. En cuanto a
los encarnados,
éstos son más o
menos felices o
infelices, según sea
más o menos
adelantado el mundo
que habitan. El
infierno y el
paraíso son simples
alegorías. En todas
partes hay Espíritus
dichosos y
desdichados. No
obstante, como ya
dijimos, los
Espíritus de un
mismo orden se
reúnen por simpatía;
pero pueden reunirse
donde quieran,
cuando son
perfectos. (Obra
citada, preguntas
1.012, 1.013, 1.014,
1.016 y 1.017.)
C.
¿Qué se debe
entender por
purgatorio?
Purgatorio
significa: dolores
físicos y morales,
es el tiempo de la
expiación. Casi
siempre hacemos
nuestro purgatorio
en la Tierra, donde
Dios nos obliga a
expiar nuestras
faltas. Lo que el
hombre llama
purgatorio es
igualmente una
alegoría, y se debe
entender como tal no
un lugar
determinado, sino el
estado de los
Espíritus
imperfectos que se
encuentran en
expiación hasta
alcanzar la
purificación
completa, que los
elevará a la
categoría de los
Espíritus
bienaventurados. Al
operarse tal
purificación por
medio de las
diversas
encarnaciones, el
purgatorio consiste
en las pruebas de la
vida corporal.
(Obra citada,
pregunta 1.013.)
D.
¿En qué sentido
debemos entender
estas palabras de
Jesús: “Mi reino no
es de este mundo”?
Al
decir tales
palabras, Cristo
hablaba en sentido
figurado. Quería
decir que su reinado
se ejerce únicamente
sobre los corazones
puros y
desinteresados y que
Él está dondequiera
que reine el amor al
bien. Pero los
hombres, ávidos de
las cosas de este
mundo y apegados a
los bienes de la
Tierra no están con
Él.
(Obra
citada, pregunta
1.018.)
E. El
reinado del bien
¿será algún día
implantado en la
Tierra?
Sí.
El bien reinará en
la Tierra cuando,
entre los Espíritus
que vienen a
habitarla,
predominen los
buenos, porque
entonces harán que
allí reinen el amor
y la justicia,
fuente del bien y de
la felicidad. Por
medio del progreso
moral y practicando
las leyes de Dios,
el hombre atraerá a
la Tierra a los
Espíritus buenos, y
alejará de ella a
los malos. Pero
éstos no la dejarán
sino cuando sean
desterrados el
orgullo y el
egoísmo. Esa
transformación se
efectuará por medio
de la encarnación de
Espíritus mejores,
que constituirán en
la Tierra una
generación nueva.
Entonces, los
Espíritus de los
malos, que la muerte
va segando día a
día, y todos los que
intenten detener la
marcha de las cosas,
será excluidos de
allí porque estarían
desubicados entre
los hombres de bien,
cuya felicidad
perturbarían. Irán a
mundos nuevos, menos
adelantados, a
desempeñar misiones
dolorosas trabajando
por su propio
adelantamiento, al
mismo tiempo que
trabajarán por el de
sus hermanos aún más
atrasados.
(Obra citada,
pregunta 1.019.) |