Es fácil culpar al
Espíritu obsesor por la
mediumnidad
perturbada,
pero quien lo atrae y lê
ofrece sintonia
es el
encarnado, o sea, el
médium
“Si el médium, del punto
de vista de la ejecución,
no pasa de un
instrumento, ejerce, sin
embargo, influencia muy
grande, bajo el aspecto
moral. Pues que, para
comunicarse, el Espíritu
desencarnado se
identifica con el
Espíritu del médium,
esta identificación no
se puede verificar, sino
habiendo, entre uno y
otro, simpatía y, si así
es lícito decirse,
afinidad.
El alma ejerce sobre el
Espíritu libre una
especie de atracción, o
de repulsión, conforme
el grado de la semejanza
existente entre ellos.
Ahora, los buenos tienen
afinidad con los buenos
y los malos con los
malos, donde se sigue
que las cualidades
morales del médium
ejercen influencia
capital sobre la
naturaleza de los
Espíritus que por
él se comunican. Si el
médium es vicioso,
alrededor de él se
vienen a agrupar los
Espíritus inferiores,
siempre listos a tomar
el lugar a los buenos
Espíritus (…) Los
defectos que alejan a
los buenos Espíritus son:
el orgullo, el egoísmo,
la envidia, los celos,
el odio, la ambición, la
sensualidad y todas las
pasiones que esclavizan
al hombre a la matéria.”
– Allan Kardec. (El
Libro
de los Médiums, cap. 20,
item 227.)
Este texto trata del mal
uso de la mediumnidad,
destacando como un
proceso obsesivo
promueve dificultades en
la vida y en la práctica
mediúmnica. Nuestro
objetivo es entender la
responsabilidad de ser
médium y como tan sutil
es la influencia
perniciosa de Espíritus
inferiores, pudiendo
provocar, conforme
nuestra conducta, o
proceso obsesivo.
Responsabilidad de ser
médium
Iniciamos trayendo la
cuestión de la
responsabilidad de ser
médium, y para eso nada
mejor que la palabra
del Espíritu Tobias,
conforme uma narración
del Espíritu André Luiz
en el capítulo 3 del
libro “Los Mensajeros”,
cuando ese abnegado
trabajador espiritual
explica la función del
Centro de Mensajeros del
Ministerio de la
Comunicación, en la
colônia espiritual
Nuestro Hogar:
“Se preparan aquí
numerosos compañeros
para la difusión de
esperanzas y consuelos,
instrucciones y avisos,
en los diversos sectores
de la evolución
planetária (…)
Organizamos grupos
compactos de aprendizes
para la reencarnación.
Médiums y adoctrinadores
salen de aquí a
centenares, anualmente
(…) Salen miles de
mensajeros aptos para el
servicio, pero son muy
raros los que triunfan.
Algunos consiguen
ejecución parcial de la
tarea, otros muchos
fracasan del todo. (…)
Oprimido porcentaje
permanece a distancia
del fuego fuerte.
Trabajadores sin cuenta
reculan cuando la tarea
abre oportunidades más
valiosas”.
Como vemos, existe en el
mundo espiritual la
preparación de aquellos
que ejercerán la
mediumnidad, y eso es
llevado tan a serio que
André Luiz compara el
Centro de Mensajeros a
una institución
congregando algunas
universidades reunidas.
Y no por otro motivo,
Allan Kardec dedicó una
obra entera de la
codificación espírita
para tratar del asunto,
como es “El Libro de los
Medimos”.
Resáltese de la
explicación de Tobias
que el médium debe ser
fiscal de esperanzas y
consuelos, instrucciones
y avisos, como un
servidor fiel para el
progreso de la
humanidad. Para eso,
debe sintonizar con el
bien, realizando todos
los esfuerzos para
colocarse humildemente a
servicio de Jesus, el
gobernador planetário,
buscando combatir en sí
mismo, de forma
incesante, todas las
adicciones que puedan
llevarlo a afinizarse
con Espíritus
imperfectos. Nunca es
demasiado, como insiste
Allan Kardec en las
obras que componen la
codificación espírita,
llamar la atención del
médium en cuanto a su
responsabilidad y
necesidad de
autoeducación.
El habla del Espíritu
Tobias se casa
perfectamente con la
explicación de Kardec
que abre nuestro texto,
o sea, si existen muchos
fracasos en el campo
mediúmnico, estos se
deben exclusivamente al
médium que, por falta de
estudio y esfuerzo en su
perfeccionamiento, atrae
para sí, por las leyes
de la simpatía y de la
afinidad, Espíritus
imperfectos que lo
desviaron de la tarea.
Ejercer la mediumnidad
no es complicado, pues
ella es una facultad
natural del hombre, del
Espíritu encarnado, pero
exige algunas
reflexiones, como la
realizada por José
Herculano Pires en su
libro “Mediumnidad”:
“En el acto mediúmnico
tanto se manifiesta el
Espíritu del médium como
un Espíritu al cual él
atiende y sirve. Los
problemas mediúmnicos
consisten, por lo tanto,
simplemente en la
disciplinación de las
relaciones
espíritu-cuerpo. Es lo
que llamamos como
educación mediúmnica. En
la proporción en que el
médium aprende,
como Espíritu, a
controlar su libertad y
a seleccionar sus
relaciones espirituales,
su mediumnidad se
perfecciona y se hace
segura. Así, el buen
médium es aquel que
mantiene su equilibrio
psicofísico y procede en
la vida de manera a
crear para sí mismo un
ambiente espiritual de
moralidad, amor y
respeto por el prójimo”.
La educación mediúnica,
que debe ser entendida
como educación del
médium, debe ser
constante, pues el
médium que se considera
preparado y deja el
tiempo pasar,
colocándose alejado del
estudio doutrinário,
corre serios riesgos,
pues acaba entrando en
una zona de malestar
donde adicciones, gestos
y falta de buen sentido
delante de las
manifestaciones
espirituales de que es
instrumento, se instalan
de forma sutil, dando
campo a la instalación y
evolución del proceso
obsesivo que, como se
sabe, conforme la
clasificación de Kardec,
pasa por la obsesión
simple, llega a la
fascinación y puede
terminar em la
subyugación, todas esas
modalidades em varios
grados.
Influencia sutil de los
Espíritus inferiores
Mediumnidad perturbada,
o sea, sin disciplina,
sin discernimento, sin
educación, es campo
preparado para recibir
la influencia sutil de
Espíritus inferiores,
que ocurre en la medida
en que el Espíritu,
después de sintonizar
con el médium, va
paulatinamente dominando
su mente, llevando al
médium a un estado
de espíritu negativo,
que podemos identificar
cuando el médium
comienza a tener
tendencia para el
derrotismo, el desánimo,
perdurando ese estado
durante horas o días.
Debe el médium percibir,
em su dia a día, estados
de espíritu como
dificultad de concentrar
ideas optimistas;
ausencia de
concentración en
lecturas edificantes;
dificultad en orar;
tristeza sin razón;
indisposición
inexplicable,
principalmente cuando el
día de actividad
mediúnica o de estudio;
disgusto con
conversaciones
edificantes; pesimismo;
exageraciones de
sensibilidad; depresión;
colocarse casi siempre
como víctima; obstinada
en no aceptar consejos y
críticas constructivas,
entre otros síntomas
semejantes que pueden
indicar una influencia
negativa sutil.
Las cuatro fragilidades
humanas
El Espíritu Manoel
Philomeno de Miranda, en
el libro “Trillas de la
Liberación”,
psicografiado por el
médium Divaldo Pereira
Franco, presenta en el
capítulo “Los Genios de
las Tinieblas” lo que
los Espíritus obsesores
consideran como las
“cuatro legítimas
verdades” humanas que
facilitan el proceso
obsessivo:
1) Sexo – pues el
hombre fácilmente se
complace en el placer.
2) Narcisismo – por ser
hijo predilecto del
egoísmo, y padre del
orgullo y de la vanidad.
3) Poder – cuando el
hombre revela sus
instintos y se deja
llevar por los intereses
materiales.
4) Dinero – pues él
compra vidas y escraviza
almas.
Todo médium debe tener
redoblados cuidados con
esas cuatro áreas, no
debiendo alegar que una
cosa es ser médium,
cuando busca obedecer
cierta disciplina, y que
otra cosa es tener su
vida privada, cuando esa
disciplina mental y
moral no necesitaría
prevalecer. Ese es el
gran engaño del cual los
Espíritus inferiores
buscan sacar provecho y,
en muchos casos,
consiguen con éxito,
desviando al médium de
sus sagradas funciones,
haciéndolo juguete del
proceso obsesivo.
Advertência necesario
Esclarece el instructor
espiritual Alexander, em
el capítulo 3 del libro
“Misioneros de la Luz”,
dictado por el Espíritu
André Luiz a través del
médium Chico Xavier:
“Es imprescindível
santificar la facultad
mediúmnica,
convirtiéndola en el
ministerio activo del
bien. La mayoría de los
candidatos al desarrollo
de esa naturaleza, com
todo, no se disponen a
los servicios
preliminares de limpieza
del vaso receptivo.
Dividen,
inexorablemente, la
materia y el Espíritu,
localizándolos en campos
opuestos,
cuando nosotros,
estudiantes de la
verdad, aún no
conseguimos identificar
rigurosamente las
fronteras entre una y
otro, integrados en la
seguridad de que toda la
organización universal
se basa en vibraciones
puras. Innegablemente,
(…) los excesos
representan desperdícios
lamentables de fuerza,
los cuales retienen el
alma nos
círculos inferiores.
Ahora, para los que se
aprisionan en las
cárceles de sombra, no
es fácil desarrollar
percepciones avanzadas.
No se puede meditar en
mediumnidad
constructiva, sin el
equilibrio constructivo
de los aprendizes, en la
sublime ciencia del
bien-vivir”.
¿Problemas en el
ejercicio de la
mediumnidad? ¿Desequilibrio
en la vida personal? La
culpa no es de la
mediumnidad, pues ella
es facultad natural. La
culpa es del propio
médium, pues en la
mayoría de las veces lo
encontramos arisco al
estudio, a la reforma
íntima, a la sintonía
con el bien. Acomodado,
y separando lo que es
del
Espíritu de lo que es la
materia, cuando en
verdad somos todos seres
integrales, pasa
fácilmente al campo de
la fascinación, cuando
los Espíritus inferiores
todo hacen pasar a
través de él e,
influenciando
magnéticamente, acaban
llevándolo, con su
mediumnidad conturbada,
a adicciones lamentables
del cuerpo y del alma.
Para pensar
¿Será posible obtener
buenos resultados sin
educación mediúmnica?
¿Podrá un médium que
sufre influencia de
Espíritus inferiores ser
un buen instrumento? ¿Cómo
el médium puede ser un
trabajador de Jesus para
la regeneración de la
humanidad, sin el debido
esfuerzo en ser un
hombre de bien?
Si el Espiritismo es
doctrina que tiene la
misión de realizar la
transformación moral de
la humanidad, ¿cómo el
médium espírita puede
vivir sin realizar su
perfeccionamiento
espiritual?
Finalizando, solicitamos
a todos los médiuns
profunda reflexión sobre
el texto de Allan Kardec
que inicia nuestro
estudio, especialmente
el siguiente tramo:
“El alma (Espíritu
encarnado) ejerce sobre
el Espíritu libre una
especie de atracción, o
de repulsión, conforme
el grado de la semejanza
existente entre ellos”.
O sea: fácil es culpar
al Espíritu obsesor por
la mediumnidad
perturbada, pero quién
lo atrae y le suministra
sintonia es el
encarnado, por lo tanto,
el médium.
Pensemos en eso.
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