Lo que es
esencial en el
tratamiento de
la obsesión
Vez u otra el
tema obsesión
vuelve a
discusión
porque, como
sabemos, muchos
de los que nos
leen son
personas que
están dando los
primeros pasos
en lo que se
refiere al
conocimiento de
la doctrina
espirita. Además
de eso, la
obsesión
continua siendo
uno de los
motivos que más
ha llevado
espiritas y no
espiritas a
buscar ayuda en
los centros e
instituciones
espiritas.
Una pregunta
frecuente dice
respecto a las
obras donde el
tema es tratado
objetivamente
por Allan
Kardec. En el
Editorial de la
edición 289,
publicado en
diciembre del
año pasado, ya
nos referimos a
eso.
He aquí el sitio
que permite al
lector pulsando
el editorial:
http://www.oconsolador.com.br/ano6/289/editorial.html
Kardec examinó
el tema en
varios textos de
la Revista
Espirita y
en las obras
La Génesis, El
Libro de los
Médium y
Obras Póstumas,
pero es en
el cap. 28 d’
El Evangelio
según el
Espiritismo
que el lector
encontrará un
guía práctico
que esclarece
como las
obsesiones deben
ser tratadas.
En el capítulo a
que nos
referimos, el
Codificador del
Espiritismo
advierte
inicialmente que
la cura de las
obsesiones
graves requiere
paciencia,
perseverancia, y
devoción y exige
tacto y
habilidades, por
eso que es
necesario, para
que la tarea
tenga suceso,
que encaminemos
para el bien
Espíritus muchas
veces perversos,
endurecidos y
astutos.
Nos acuerda
Kardec que, sea
cual sea el
carácter del
Espíritu
causador de la
obsesión, nada
se obtendrá por
el
constreñimiento
o por la
amenaza, pero
tan solamente
por la
ascendencia
moral de
aquellos que se
dediquen a la
tarea. Es por
eso que es
completamente
ineficaz la
práctica de los
exorcismos o el
uso de fórmulas,
amuletos,
talismán o
cualquier objeto
a eso
asemejado.
Es necesario
que se actúe
sobre el ser
inteligente que
provoca la
obsesión, a
lo cual es
importante que
se hable con
autoridad, que
sólo existe
donde hay
superioridad
moral. El
objetivo es
convencer o
inducir el
Espíritu
perverso a
renunciar a sus
designios malos
y hacer que en
él despunten el
arrepentimiento
y el deseo del
bien, por medio
de instrucciones
hábilmente
ministradas,
cuyo objetivo es
su educación
moral.
Otra observación
importante hecha
por Kardec es
que la obsesión
muy prolongada
puede ocasionar
desórdenes
patológicos y,
por eso,
requiere
generalmente
tratamiento
simultáneo o
consecutivo, por
medio del
magnetismo y de
la medicina
tradicional, con
el objetivo de
restablecer la
salud de la
persona que
sufre el asedio
obsesivo. Y
mismo cuando la
causa esté
apartada, resta
aún combatir los
efectos.
En los casos de
obsesión grave,
el obsidiado se
encuentra como
que envuelto e
impregnado de un
fluido
pernicioso, que
neutraliza la
acción de los
fluidos
saludables y los
rechaza. Es
necesario, pues,
deshacerlos de
ese fluido,
motivo por lo
cual recurrimos
a los llamados
pases
magnéticos, cuya
eficacia es bien
conocida de los
que estudian la
doctrina
espirita.
La participación
del individuo
que sufre el
proceso – el
llamado
obsidiado – es
otro punto que
Kardec destaca
en la obra a la
cual nos
referimos. Es
necesario al
obsidiado
fortificar su
alma, trabajar
por su
perfeccionamiento
moral, hacer la
parte que le
toca, sin esto
será difícil
obtener el
resultado
deseado.
A ese respecto,
el Codificador
afirma que la
tarea de
desobsesión se
presenta más
fácil cuando el
obsidiado,
comprendiendo su
situación,
presta el
concurso de su
voluntad y de
sus oraciones,
modificándose
moralmente,
adoptando nueva
conducta y
buscando
perfeccionarse
espiritualmente,
cierto de que,
en lo que se
refiere a los
procesos
obsesivos, el
mejor médico
será siempre él
mismo.
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