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Editorial Português   Inglês    
Año 7 321 – 21 de Julio de 2013
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 


El gran desafío de la reencarnación


La reencarnación, o sea, el pasaje del Espíritu por una nueva experiencia en la esfera terráquea donde nos encontramos, presenta un objetivo definido, a lo cual nos referimos en este mismo espacio: alcanzar la perfección. Perfección en lo que se refiere a los valores morales, perfección en lo que se refiere a los valores intelectuales.

En la respuesta dada a la cuestión 204 de su libro “El Consolador”, Emmanuel escribió: ”El sentimiento y la sabiduría son las dos alas con que el alma se elevará para la perfección infinita”.

Ocurre que en esa caminata se presentan algunos desafíos, que Manoel Philomeno de Miranda se refiere en el cap. 21 de la obra “Paneles de la Obsesión”, psicografada por el médium Divaldo Franco.

Nos recuerda él que ninguna existencia física se encuentra entregue al azar, destituida de la cariñosa ayuda y de los socorros providenciales que nos son dados con profusión por los bienhechores espirituales.

 Aunque una faja larga de reencarnaciones se procese a través de fenómenos automáticos, obedeciendo a una programación colectiva, eso no se da sin que los Espíritus encargados de los renacimientos en el planeta tomen conocimiento cuidadoso y ofrezcan a los que reencarnan los medios para eso necesarios.

Tales personas, que juzgamos vivir en aparente desvalimiento y sin el amparo de la Providencia, se sincronizan con los mecanismos de acción automática a cargo de los bienhechores espirituales especializados en esa tarea, que los separan por los valores adquiridos, para atendimiento más bien cuidado, conforme las realizaciones de cada uno.

Además de esos casos, cuando son objetivadas realizaciones especiales, los bienhechores atienden directamente los candidatos que se ofrecen para la aplicación de sus valores éticos morales, los cuales, recuperándose de los dolorosos compromisos del pasado, aceptan las imposiciones severas que se tornan necesarias para su edificación.

Se organizan entonces planes que son sometidos a los interesados, que pasan a recibir, de inmediato, conveniente atendimiento, de modo a apartar la posibilidad de un nuevo fracaso, que puede, no obstante, ocurrir, una vez que el libre albedrío, privilegio del Espíritu inmortal, le permite hacer o no lo que debe, de elegir el bien o el mal, de optar por el placer de ahora o por la felicidad futura… 

Ese fracaso costará, obviamente, tormentoso tributo y pesada obligación para cuantos retornen vencidos y fracasados a la patria espiritual, por falta de vigilancia, trampa o presunción. 

Luchar por el mejoramiento íntimo, aplicando todas las fuerzas para vencer las malas inclinaciones y perfeccionar las tendencias superiores, tornándolas más sensibles a las conquistas espirituales relevantes, he aquí el gran desafío de la reencarnación, que solamente será vencido por medio del esfuerzo diario, constante y especial con que nos apliquemos a la tarea, a lo largo de la jornada. 


 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita