Brasil después
del Mundial
de
Fútbol
Hoy hace 14 días
que hubo el
cierre del
Campeonato
Mundial de
Fútbol de 2014,
una fiesta
inigualable que
llenó los
estadios,
produjo en
nuestro país una
alegría
contagiosa
raramente vista
y, no obstante,
terminó de
manera
melancólica,
como lo más
pesimista de los
brasileños jamás
podría imaginar.
Pasada la
tristeza y
recuperada la
razón, volvemos
a hablar del
mismo tema que
enfocamos en el
editorial de la
edición 369 de
esta revista –
http://www.oconsolador.com.br/ano8/369/editorial.html
En el día
siguiente al
partido que
ocurrió entre
nuestro equipo
con el de
Alemania, cuyo
final ni es
bueno recordar,
una amiga de São
Paulo nos envió
un hermoso texto
firmado por un
Amigo
Espiritual, cuyo
mensaje nos
gustaría
compartir con
nuestros
lectores:
“Querido país,
patria amada que
nos acoge con su
naturaleza
exuberante,
cielo
profundamente
añil, agua
cristalina y
pura, fuente de
vida y
bendiciones.
Tierra querida
donde se avista
en noche
estrellada el
símbolo de la
Redención
humana, el
Crucero del Sur,
centelleando en
el firmamento
como a
acordarnos que
nuestro destino
es grandioso e
inaplazable.
Bajo las
bendiciones de
la Cruz estamos
todos nosotros,
nuevos
aprendices del
Evangelio de
Jesús, los
nuevos
discípulos de
Cristo de Dios,
con la sublime
tarea de
iluminar el
propio corazón
con las luces
del Evangelio.
Nuestro legado
es mucho más de
que fútbol,
fiestas y
castillos de
arena…
Nuestro legado
necesita ser la
vivencia del
Verdadero Amor.
Que nuestro
patriotismo
supere los
momentos de
juegos y permee
todos los actos
de nuestras
vidas.
Seamos
patriotas,
hermanos, en las
calles,
acogiendo el
hermano en
sufrimiento.
Seamos patriotas
hermanos, en
nuestros
hogares,
educando
nuestros hijos
en la moral del
Cristo.
Seamos
patriotas,
hermanos, en
nuestro trabajo,
contribuyendo
para el progreso
de la nación.
Seamos
patriotas,
hermanos, en las
urnas,
escogiendo los
gobernadores
terrenos que
representan
nuestra
voluntad.
Seamos
patriotas,
amemos la Patria
que nos acoge,
pues es un
regalo de Jesús
para todos
nosotros.
Tierra que canta
el himno de
solidaridad, de
unión entre los
diferentes, de
la fraternidad
de su brava
gente.
Unámonos en
esfuerzos
diarios para
transformar
nuestro Brasil,
a empezar por la
pacificación de
nuestros
corazones,
desarrollando en
nosotros los
valores
imperecederos de
la honestidad.
Nuestro país
reflejará el
brillo de su
pueblo y la
transformación
de cada ser
contribuirá para
la construcción
de un mundo
nuevo.
Ningún brasileño
nació en esta
Patria por
casualidad;
todos tenemos
una misión a
cumplir,
educándonos en
el Bien Mayor.
Unidos en los
ideales
superiores de la
vida,
conquistaremos
el destino
anhelado, ver la
Tierra del
Crucero
transformada en
la Patria del
Evangelio,
temblando la
bandera de
Ismael en cada
corazón, como un
canto de
alabanza al
Padre Creador
por esa tierra
bendecida. Ésa
es nuestra
bandera: Dios,
Cristo y
Caridad.”
(Autor: Espíritu
Amigo)
Hacemos nuestras
las palabras del
Amigo
Espiritual,
conscientes de
que el fútbol es
tan solamente un
deporte, donde,
como nadie
ignora, unos
pierden, otros
ganan, pero el
hecho no tiene
la importancia
que muchos, de
manera
exagerada, le
atribuyen. Si
los niños de
Brasil lloran
hoy porque
vieron su equipo
perder,
acordémonos de
que en 2002 los
niños de
Alemania también
lloraron, para
que doce años
después pudiesen
sonreír, como
probablemente
tanto desearon.
|