Los animales en
la vida
espiritual
Al consolar un
niño cuyo perro
había muerto, el
papa Francisco
sorprendió a
todos que lo
oían y a los
católicos del
mundo todo: “Un
día, nosotros
veremos nuestros
animales
nuevamente en la
eternidad de
Cristo. El
Paraíso está
abierto a todas
las criaturas de
Dios.”
La frase fue
dicha en el
pasado mes, en
una aparición
pública en la
Plaza de San
Pedro, y
reproducida por
la prensa de
diversos países.
Según reportaje
del periódico
The New York
Times, la
declaración del
papa tuvo fuerte
repercusión
junto a
activistas de
ONGS de
protección a los
derechos de los
animales, como
The Humane
Society y Peta (People
for the ethical
Treatment of
Animals).
El tema ya fue
tratado en esta
revista en
innúmeras
oportunidades.
Los animales
son, según la
doctrina
espírita, seres
en evolución.
Dotados de alma,
son nuestros
compañeros de
jornada y
merecen ser
respetados y,
sobre todo,
amados.
¿Qué les ocurre
cuando cesa su
existencia
corpórea?
Ésa es la
cuestión que
interesa a todos
los que aman los
animales, como
es el caso del
niño que el
pontífice
católico buscó
consolar.
Después de su
muerte corpórea,
las almas de los
animales
conservan la
individualidad
y, aunque muchos
sean conducidos
a la
reencarnación
casi de
inmediato, como
es dicho en las
cuestiones 598 y
600 d’ El
Libro de los
Espíritus,
hay los que
permanecen en la
esfera
espiritual,
donde –
revestidos de su
cuerpo
espiritual –
desarrollan
tareas adecuadas
a la experiencia
que adquirieron
hasta entonces.
En el libro
Evolución en dos
Mundos – cap.
XIII de la 1ª
Parte – André
Luiz dice que
los animales
domesticados por
la inteligencia
humana pueden
permanecer por
determinado
tiempo en la
esfera
espiritual, con
vistas a su
perfeccionamiento,
después regresan
a sus núcleos de
origen en el
suelo terrestre,
para que avancen
en la
peregrinación
evolutiva,
compensados con
valiosas
adquisiciones de
acrisolamiento,
por las cuales
auxilian la
fauna terrestre
con los
beneficios de
las llamadas
mutaciones
espontáneas.
La información
traída por André
Luiz es
corroborada por
autores
diversos, lo que
confiere a la
teoría la
sanción de los
hechos.
(¹)
He aquí algunos
de esos
testimonios:
1. En el libro
Testimonios
de Chico Xavier,
de Suely Caldas
Schubert, se lee
el siguiente
testimonio de
Chico Xavier:
“En 1939, mi
hermano José me
dejó uno de esos
amigos fieles
(un perro). Se
llamaba Lorde y
se hizo mi
compañero,
incluso de
preces, porque,
por la noche, se
quedaba junto a
mí, en silencio,
oyendo música.
En 1945, después
de larga
enfermedad, vino
a fallecer. Pero
en el último
instante, vi el
Espíritu de mi
hermano
aproximarse y
arrebatarlo al
cuerpo inerte y,
durante algunos
meses, cuando
José, en
espíritu, venía
a tener conmigo,
era siempre
acompañado por
él, que se me
presentaba a la
visión
espiritual con
insignificante
diferencia. Me
atrevo a
contarte mis
experiencias,
porque también
pasaste por ese
dolor de perder
un perro leal y
amigo.
Generalmente,
cuando hablamos
en la
supervivencia de
los animales,
mucha gente
sonreí y nos
dirige actitudes
de piedad.”
(Testimonios de
Chico Xavier,
de Suely Caldas
Schubert, pág.
283, 2ª
edición.)
2. En la
Revue Spirite
de mayo de 1865,
Allan Kardec
publicó una
carta de un
correspondiente
de la revista
radicado en
Dieppe, el cual
alude a la
manifestación de
la perrita Mika,
entonces
desencarnada,
hecho ése que
fue observado
por el autor del
relato, por su
mujer y por una
hija que dormía
en la habitación
al lado.
3. El
investigador
espírita Ernesto
Bozzano, autor
del libro
Animali e
manifestacioni
metapsichici,
publicado en
1923, relata
varios casos de
almas de
animales que
fueron vistas u
oídas por una o
más personas,
valiéndose
resaltar que el
Espíritu del
Cura Germano,
autor y
personaje
principal del
clásico
Memorias del
Cura Germano,
siempre se
presentó, tanto
para Chico
Xavier cuanto
para Divaldo
Franco,
acompañado de su
perro, el fiel
amigo Sultán.
4. Divaldo
Franco, en una
entrevista
publicada en la
edición 51 de
esta revista,
así declaró:
“Personalmente,
ya tuve diversas
experiencias con
animales,
especialmente
perros
desencarnados,
que permanecen
como seres
errantes desde
hace mucho
tiempo”. El
enlace que
remite a la
entrevista es
http://www.oconsolador.com.br/51/entrevista/html
5. André Luiz
relata en uno de
sus libros la
visita que la
pareja Bacelar y
dos jóvenes de
la colonia
“Campo de la
Paz” hicieron a
Ismália y
Alfredo. Ellos
fueron
transportados
hasta el Puesto
en un bello
coche, conducido
por dos
soberbios
caballos
blancos. El
vehículo era
casi idéntico a
los viejos
coches del
servicio público
del tiempo de
Luiz XV. (Los
Mensajeros,
cap. 28, págs.
149 hasta 153.)
6. En su primera
obra, André Luiz
dice que una de
las caravanas
socorristas del
grupo
Samaritanos
poseía seis
grandes coches
en formato de
diligencia que,
precedidos por
jauría de perros
alegres y
ruidosos, eran
conducidos por
animales
semejantes a las
mulas
terrestres.
Bandadas de aves
de cuerpo
voluminoso
volaban a corta
distancia,
arriba de los
coches. Eran
llamados ibis
viajeros,
excelentes
auxiliares de
los Samaritanos,
por devoraren
las formas
mentales odiosas
y perversas
emanadas de las
regiones
umbrosas.
Narcisa explicó
en aquella
oportunidad que
en el Ministerio
del
Esclarecimiento
se localizan
parques de
estudio y
experimentación,
donde podrían
ser cosechados
mayores
esclarecimientos
sobre los
animales
existentes en
“Nuestro Hogar”.
(Nuestro Hogar,
cap. 33, pp.
183 y 184.)
7. En 1918, en
su libro
Espiritismo para
niños,
Cairbar Schutel
escribió:
“¿Entonces,
existen allá
casas, árboles,
flores, parques,
animales? ¿Y por
qué no? Después
que allá
lleguemos
veremos todo
eso, y, en la
proporción de
nuestro
perfeccionamiento,
encontraremos,
además de esas
esferas, otros
mundos aún más
desarrollados y
enrarecidos”.
(Espiritismo
para niños,
cap. 6.)
El papa
Francisco, por
lo que vemos, no
se equivocó al
transmitir al
niño la idea de
que él podrá,
sí, rever un día
el perrito que
se fue.
(¹)
Sobre el asunto
vale la pena
leer el artículo
de Irvênia Prada
disponible en
esta revista en
http://www.oconsolador.com.br/9/especial.html.
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