¿Hay vida en
otros mundos?
La pluralidad de
los mundos
habitados es,
como sabemos,
uno de los
principios
fundamentales
del Espiritismo.
No se trata de
una opinión
particular
expresa por ese
o aquel Espíritu,
pero un
principio
doctrinario que,
como tal,
atendió al
criterio de la
concordancia
universal,
definido con
clareza por
Allan Kardec en
dos de sus
principales
obras, como más
adelante se ve:
La concordancia
en lo que
enseñen los
Espíritus es,
pues, la mejor
comprobación.
Importa, no
obstante, que
ella se de en
determinadas
condiciones. La
más débil de
todas ocurre
cuando un
médium, a solas,
interroga muchos
Espíritus acerca
de un punto
dudoso. Es
evidente que, si
él estuviese
bajo el
predominio de
una obsesión, o
tratando con un
Espíritu
mistificador,
éste le puede
decir la misma
cosa bajo
diferentes
nombres. Tampoco
garantía alguna
suficiente habrá
en la
conformidad que
presente lo que
se pueda obtener
por diversos
médium, en un
mismo centro,
porque pueden
estar todos bajo
la misma
influencia.
Una sólo
garantía seria
existe para la
enseñanza de los
Espíritus:
concordancia que
haya entre las
revelaciones que
ellos hagan
espontáneamente,
sirviéndose de
gran número de
médium extraños
unos a los otros
y en varios
lugares. (El
Evangelio según
el Espiritismo,
Introducción –
II – Autoridad
de la Doctrina
Espírita –
Control
universal de la
enseñanza de los
Espíritus.)
La mejor
garantía de que
un principio es
la expresión de
la verdad se
encuentra en ser
enseñado y
revelado por
diferentes
Espíritus, con
la participación
de médium
diversos,
desconocidos
unos de los
otros y en
lugares varios,
y en ser, a lo
demás confirmado
por la razón y
sancionados por
la adhesión del
mayor número.
(El Libro de los
Médium, Capítulo
XXXI –
Disertaciones
espíritas – ítem
XXVIII – Nota.)
Lectores de esta
revista han
indagado si el
entendimiento
arriba se aplica
a las
informaciones
que fueron, a lo
largo de los
años, publicadas
en algunos
libros espíritas
sobre la vida en
el planeta
Marte.
Respondemos
negativamente a
esa indagación,
porque
entendemos que
las
informaciones al
respecto de las
condiciones de
la vida en Marte
no atienden al
criterio de la
concordancia que
nortea la
doctrina
espírita, aunque
no dudemos de
que el principio
de la pluralidad
de los mundos
habitados se
aplique también
a Marte, tanto
cuanto a
cualquier otro
planeta.
Al respecto de
Marte hay en la
obra de Allan
Kardec tres
menciones, todas
con el mismo
sentido.
He aquí ellas:
Según los
Espíritus, de
todos los mundos
que componen
nuestro sistema
planetario, la
Tierra es de los
habitantes menos
adelantados,
física y
moralmente.
Marte le estaría
aún abajo,
siéndole Júpiter
superior y mucho,
en todos los
aspectos. (El
Libro de los
Espíritus,
cuestión 188,
Nota 1.)
Según los
Espíritus, el
planeta Marte
sería aún menos
avanzado que la
Tierra; los
Espíritus que en
él están
encarnados
parecerían
pertenecer, casi
exclusivamente,
a la novena
clase, a de los
Espíritus
impuros, de
suerte que el
primer cuadro,
que demos
arriba, sería la
imagen de ese
mundo. Varios
otros pequeños
globos están,
con algunos
matices, en la
misma categoría.
La Tierra
vendría
enseguida; la
mayoría de sus
habitantes
pertenece,
incontestablemente,
a todas las
clases del
tercer orden, y
la parte menor a
las últimas
clases del
segundo orden.
(Revista
Espírita, marzo
de 1858,
artículo de
Kardec: Júpiter
y algunos otros
mundos”.)
Marte es un
planeta inferior
a la Tierra de
la cual es un
esbozo grosero…
(…) Marte es la
primera
encarnación de
los demonios más
groseros; los
seres que lo
habitan son
rudimentales;
tienen la forma
humana, pero sin
ninguna belleza;
tienen todos los
instintos del
hombre sin el
ennoblecimiento
de la bondad.
Entregues a las
necesidades
materiales,
ellos beben,
comen, luchan,
se unen
carnalmente.
(…) En este
planeta el suelo
es árido; poco
verde; un
follaje sombrío
que la primavera
no rejuvenece;
un día igual y
gris; el sol,
apenas aparente,
nunca liberaliza
sus fiestas; el
tiempo pasa
monótono, sin
las alternativas
y las esperanzas
de las
estaciones
nuevas; no hay
invierno, no hay
verano. El día,
más corto, no se
mide de la misma
manera; la noche
reina más larga.
Sin industrias,
sin invenciones,
los habitantes
de Marte gastan
su vida para
conquista de sus
alimentos. Sus
viviendas
groseras, bajas
como madriguera
de fieras, son
repelentes por
la incuria y por
el desorden que
ahí reinan.
(…) Ellos no son
caníbales; sus
continuas
batallas no
tienen por
objetivo sino la
pose de un sitio
más o menos
abundante en
caza. Cazan en
planicies
interminables.
Inquietos y
agitados como
los seres
desprovistos de
inteligencia, se
desplazan sin
cesar. La
igualdad de su
estación, por
toda parte la
misma, comporta
por consecuencia
las mismas
necesidades y
las mismas
ocupaciones; hay
poca diferencia
entre los
habitantes de un
hemisferio a
otro.
(Revista
Espírita,
octubre de 1860,
“Marte”, mensaje
de Georges, por
medio de la
señora Costel.)
Las
informaciones
arriba son
enteramente
opuestas a las
que Chico Xavier
recibió de
diferentes
Espíritus –
Maria João de
Deus, Humberto
de Campos,
Emmanuel y Abel
Gomes –, como
mencionado por
el cofrade
Gerson Simões
Monteiro en el
artículo
titulado
“Emmanuel y Abel
Gomes hablan de
humanidades en
Marte y
Saturno”,
publicado en la
edición 372 de
esta revista –
http://www.oconsolador.com.br/ano8/372/especial.html
/. Al respecto
de tales
mensajes es
bueno, sin
embargo, que el
lector lea
también el
artículo “ ¿Hay
mismo vida fuera
de la Tierra?”,
de Ricardo
Baesso de
Oliveira,
publicado en la
edición 345 de
esta revista –
http://www.oconsolador.com.br/ano7/345/especial.html
Ahora, la no
concordancia de
informaciones
acerca de un
mismo tema las
excluye,
forzosamente,
del criterio que
define lo que
integra o no
integra el
cuerpo
doctrinario del
Espiritismo,
motivo por lo
cual pensamos
que es de buen
tono dejar a la
ciencia
astronómica el
papel que le
cabe en el
descubrimiento
de los secretos
que rodean la
vida en los
diferentes
sistemas
planetarios,
algo que, por
absoluta falta
de comprobación,
añadida de la
inexistencia de
concordancia,
escapa a la
doctrina que
defendemos.
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