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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 9 - N° 426 - 9 de Agosto de 2015

Traducción
Carmen Morante - carmen.morante9512@gmail.com
 

 

¡Quieroayudar a Jesús!
 

  

David, de 7 años de edad, un niño muy inteligente, como cualquier niño que aprendió a leer y escribir, salía a la calle y leía todo lo que apareciera frente a él, ya fueran los letreros de las tiendas, los de tránsito, los nombres de las calles o esas propagandas enormes colocadas en las avenidas para que muchas personas  las vieran.

Pero David también criticaba mucho el comportamiento  de cualquier persona. Todo lo que veía hacer a una persona,despuéslo volvía un comentario negativo en su boca, criticando lo que el otro había hecho.
 

Cierto día, sentado en la sala, miraba un dibujo animado en la televisión cuando miró a sucostado y vio que, en el periódico que su papá había dejado, traía una noticia: “HOMBRE ROBA GRAN TIENDA”. Interesado, comenzó a leer y supo que el hombre escapó antes de que llegara la policía.

- ¡Mamá! ¡Ven a ver esta noticia que salió en el periódico! – gritó David.

La mamá, ocupada en la cocina, llegó corriendo secándose las manos en el delantal, queriendo saber lo que había sucedido. Y  el niño, con gesto de reproche, le contó el caso del bandido que había asaltado una tienda y escapó.

La mamá se sentó en el sofá, cerca de su hijo, y leyó el comentario que seguía: “El ladrón fue perseguido por los policías, que lograron atraparlo. Preso y muy avergonzado, el pobre hombre confesó que había asaltado el supermercado porque sus hijos estaban pasando hambre. Cansado de verlos llorar, tomó la decisión de robar algo para que sus hijos comieran”. Entonces, la mamá le preguntó al hijo:

- David, ¿leíste todo?

- No, mamá. ¡Solo leí que el ladrón entró en la tienda y fue apresado!

- Pues entonces, lee el resto de la noticia – aconsejó la mamá, pasándole el periódico.

Y David leyó el resto y se quedó quieto, pensando. Después se volteó hacia su mamá con expresión de tristeza:

- ¡Pobre, mamá! ¡Ellos no tenían nada que comer en casa!... Pero,¿por qué en vez de pedir, fue a robar comida a un supermercado?

La mamá estuvo de acuerdo que estaba mal robar, pero continuó:
 

- David, para que ese padre decidiera tomar tal actitud, ¿cuántas veces habría tocado puertas sin ser atendido? No es correcto lo que hizo; sin embargo, como no estoy en el lugar de ese padre, no puedo ni debo juzgar. ¡Él, como cualquier otra persona, es un hermano nuestro que necesita ayuda!

El niño se quedó pensativo y después respondió:

- ¡Pero si todo el mundo piensa así, mamá, todos querrían robar, pues tendrían una excusa!...

- No se trata de pensar que toda la población

vaya a reaccionar así, hijo mío, pero Jesús nos recomendó que, ante el error de alguien, deberíamos colocarnos en su lugar y ver  qué haríamos. Entonces, ¿qué harías tú, David, si estuvieras en el lugar de ese padre?

- No sé, mamá. ¡No estoy en su lugar! – respondió el niño.

- Pues colócate en su lugar: ¿Y si en nuestra casa no tuviéramos comida?

- ¡Ah, comeríamos galletas, canchita, chocolates, frutas, helados, dulces!

La mamá sonrió con tristeza:

- David, cuando una persona no tiene comida, tampoco tiene nada de esas cosas que son superfluas…

- ¿Superfluos?... ¿Qué es eso, mamá?

- Son cosas innecesarias que compramos cuando no sabemos en qué gastar nuestro dinero. ¿Entendiste? Entonces, piensa: ¿Y si no tuviéramos arroz, frijoles, carne, verduras, frutas, nada?

- Ya entendí, mamá. Entonces, ¡ese papá realmente no tenía nada! Si fuéramos nosotros, ¿qué haríamos?

La mamá sonrió tristemente y respondió:

- No sé, David. Es por eso que Jesús nos recomendó que nos coloquemos en el lugar del otro, pues solo así tendremos compasión para ayudar al prójimo. Y Jesús dijo algo más: ¡socorriendo a alguien, quien quiera que sea, que tenga hambre, que tenga sed, que no tenga ropa, que esté enfermo o preso y vayamos a visitarlos, Jesús nos dijo que es como si se lo hiciéramos a Él mismo!

- ¡Vaya!... Entonces, ¡tenemos que ayudar a las personas como nos gustaría que nos ayudaran! ¡Yo quiero ayudar a Jesús!

La mamá abrazó a su hijo, que ahora tenía otra comprensión de la vida y del prójimo.

- De ahora en adelante, mamá, en cualquier situación, voy a colocarme siempre en el lugar del otro. ¡Tenemos que ayudar a ese pobre hombre! ¡Creo que Jesús se va a poner contento conmigo! ¿Cómo vamos a encontrar dónde vive, mamá?

- No lo sé, hijo. Pero vamos a buscar. ¡Creo que Jesús nos va a ayudar a encontrarlo!

En ese instante, ella sintió una emoción profunda, como si el propio Jesús estuviese allí  amparándolos. Y elevó el pensamiento a lo Alto, agradeciendo por la ayuda que ellos recibieron.

MEIMEI

(Recibida por Célia X. de Camargo, el 29/06/2015)




                                                                                   



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Revista Semanal de Divulgación Espirita