La pequeña Neli de
primer grado estaba
aprendiendo a leer.
Cierto día, la profesora
llevó a los alumnos a la
biblioteca de la
escuela. Neli tomó uno
de los libros y,
abriendo al azar, leyó:
- Ca... ri... ta...
ti... vo. ¡Caritativo!
¡¿Qué significa
eso?!...
Entonces llamó a la
profesora, que vino a
atender a su llamado.
- ¿Qué es caritativo,
Profesora Marta?
- Caritativo es quien
ayuda a las personas.
Cuando junta muchas
cosas, como dinero,
objetos, muebles, ropa,
etc., para darlas a los
que no tienen nada, se
le da el nombre de
caridad. ¡Entonces, se
dice que la persona es
caritativa!
- ¡Ah!... ¿Quiere decir
que, con todo lo que una
persona junta, es rica
de cosas?
- Exactamente, Neli.
Pero, ¿por qué quieres
saber sobre esto?
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La niña pensó un poco y
después respondió:
- Es que, como usted
explicó, si una persona
es caritativa, también
es rica – respondió
pensativa a la
profesora, que detalló:
- ¡Es que tenemos que
tener en cuenta la
condición de cada uno
con respecto a las
riquezas! Si la persona
no tiene riquezas
materiales, pero tiene
riqueza moral, ¡también
es rica!
- ¿Cómo es eso? ¡No
estoy entendiendo! –
replicó la pequeña,
afligida.
- Jesús nos enseñó que
la persona puede ser
rica materialmente y
espiritualmente. De ese
modo, puede suceder que
no sea rica en bienes
materiales, ¡pero sea
rica en bienes
espirituales! Por
ejemplo: ¿Te acuerdas de
Doña Amelia, que siempre
está en frente de la
escuela? Es pobre en
recursos materiales,
pero rica en bienes
morales.
- No entiendo, Profesora
– dijo la pequeña, con
la mente confundida.
- Te voy a explicar,
Neli. ¡Mira! ¿Doña
Amelia tiene bienes
materiales?
- ¡No! – respondió la
pequeña, con firmeza.
- Muy bien. ¿Ella es
rica en bienes morales?
- ¡No sé, profesora!
- ¿Cómo trata ella a las
personas que encuentra?
- ¡Con una sonrisa, una
buena palabra!...
- Eso mismo, Neli. ¿Qué
más tiene Doña Amelia
que sea bueno?
Neli se puso a
relacionar lo que Doña
Amelia hacía sin recibir
nada a cambio por su
cariño:
- Doña Amelia nunca se
queja, no habla mal de
nadie, ayuda a quien lo
necesita sin pedir nada.
Ella es buena, gentil,
amorosa y por todo lo
que hace no cobra nada.
¡Vive sonriendo a todos
los que pasan por la
calle delante de ella!
¡Ah!... Y aun cuando
está en el semáforo,
ella cuida que las
personas no crucen
cuando la señal es roja.
- Neli, ¿ves cuántas
cosas buenas tiene Doña
Amelia dentro de sí?
- Es cierto, profesora.
Pensando así, reconozco
ahora que ella es una
excelente persona.
- Sin duda, Neli.
Has analizado
muchos hechos que viste,
cómo Doña Amelia trata a
las demás personas. Y
ahora, ante todo esto,
¿qué te parece?
La niña pensó un poco y
respondió:
- ¡Confieso que me
pareció extraña la
actitud de muchas
personas de este
colegio! ¡Tratan mal a
Doña Amelia!
Como la profesora sólo
se quedó mirándola,
curiosa, Neli añadió:
- Pero no importa lo que
la persona haya hecho
mal. Si decide cambiar,
Jesús le ayudará en este
cambio, ¿no?
- Sin lugar a dudas,
Neli. A pesar de ser
pequeña, tienes una
cabecita muy buena.
¡Continúa así!
- Profesora, creo que
Doña Amelia merece ser
ayudada por todos. Su
vida es tan difícil, no
tiene nada que sea suyo.
¡El otro día me contó
que vive debajo de un
puente! Voy a hablar con
mi mamá para que podamos
donarle algo que ella
realmente necesite. ¿No
le parece bien?
La profesora miró a la
alumna con admiración y
respondió emocionada:
- Sí, Neli. ¡Creo que es
genial! Y pienso que
podríamos hacer más por
ella. Tal vez una
campaña para ayudarla.
¿Qué crees?
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La niña quedó encantada
con la idea y decidieron
pedir a todos en el
colegio que colaboren
con cualquier cosa. El
resultado fue tan bueno
que pronto lograron que
una habitación
desocupada de la escuela
estuviera llena de cosas
para donar a Doña
Amelia.
Un día, cuando ya había
juntado muchas cosas,
llamaron a doña Amelia
para contarle lo que
habían
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hecho para su
beneficio. Y
Doña Amelia, con
los ojos muy
abiertos,
mirando todo muy
animada, empezó
a decir: |
- ¡Gracias! ¡Gracias,
chicos!
¡Miren! Esta mesita
puede ser para a la
familia de Bonifacio,
que no tiene nada. ¡Esta
ropa servirá para los
hijos de Elvira! ¡Estas
mantas se pueden donar a
Izabel, que tiene cinco
hijos y en invierno
pasan mucho frío! ...
Voy a pedir que vengan a
buscar las donaciones!
...
Y así Doña Amelia fue
distribuyendo todo a sus
amigos necesitados.
Cuando terminó la
montaña de cosas, la
profesora y Neli
intercambiaron una
mirada de sorpresa, y
luego se echaron a reír:
- ¡Profesora, Doña
Amelia no tiene
necesidad de nada! ¡Lo
que ella realmente
quiere es ayudar a los
demás! ...
- ¡Tienes razón! ¡Que
Dios la bendiga, Neli!
MEIMEI
(Recibida por Célia X.
de Camargo, em Rolândia
(PR), el 21/09/2015.)
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