Hacer el bien es
importante
y
todos podemos
Se discutía
entre algunos
amigos cual
tendría sido la
contribución de
naturaleza
doctrinaria más
significativa
que nos fue
traída por el
Espiritismo.
Todos
mencionaron,
obviamente, los
principios
fundamentales de
la doctrina
espírita – la
existencia de
Dios, la
inmortalidad del
alma, la
pluralidad de
las existencias,
la ley de causa
y efecto y el
intercambio
entre los
hombres y los
Espíritus –, los
cuales ya fueron
en esta revista
enfocados en más
de una
oportunidad.
(Leed al
respecto el
texto “La
existencia de
Dios”, que el
lector puede
acceder pulsando
en
http://www.oconsolador.com.br/ano2/57/esde.html
/.)
Uno de los
amigos, sin
embargo, puso
sobre la mesa
una cuestión
poco discutida
en el medio
espírita, pero
de enorme
importancia para
el futuro de
todos nosotros.
Nos referimos a
la cuestión 642
d’ El Libro
de los Espíritus,
en que Allan
Kardec formuló a
los Espíritus la
siguiente
pregunta: -
¿Para agradar a
Dios y asegurar
su posición
futura, bastará
que el hombre no
practique el
mal?
Antes de ver la
respuesta dada
por los
inmortales, es
importante
acordarnos que
el tema “el bien
y el mal” ya
había sido
objeto de otra
pregunta
presentada por
el codificador
del Espiritismo:
- ¿Cómo se puede
distinguir el
bien del mal?
He aquí la
respuesta que le
dieron los
instructores
espirituales:
“El bien es todo
lo que es
conforme la ley
de Dios; el mal,
todo lo que le
es contrario.
Así, hacer el
bien es proceder
de acuerdo con
la ley de Dios.
Hacer el mal es
infringirla.” (El
Libro de los
Espíritus,
cuestión 630.)
La respuesta
obtenida por
Kardec suscitó
dos otras
cuestiones,
publicadas en la
misma obra, que
importa
recordar:
-¿Tiene medios
el hombre de
distinguir por
sí sólo lo que
es bien de lo
que es mal? “Sí,
cuando cree en
Dios y lo quiere
saber. Dios le
dio inteligencia
para distinguir
uno del otro.” (El
Libro de los
Espíritus,
cuestión 631.)
-¿Estando sujeto
al error, no
puede el hombre
engañarse en la
apreciación del
bien y del mal y
creer que
practica el bien
cuando en
realidad
practica el mal?
“Jesús dijo: ved
lo que queríais
que os hiciesen
o no os
hiciesen. Todo
se resume en
eso. No os
engañareis.” (L.E.,
632.)
Jesús se refirió
al tema que
ahora examinamos
en la parte
final del
discurso
apuntado por
Mateo y que pasó
a la historia
del Cristianismo
con el nombre de
Sermón de la
Montaña. Sus
advertencias
fueron en la
ocasión bastante
claras y
fácilmente
inteligibles:
Ni todo aquél
que dice: Señor,
Señor, entrará
en el Reino de
los cielos, pero
sí aquél que
hace la voluntad
de mi Padre que
está en los
cielos.
Muchos me dirán
en aquel día:
¿Señor, Señor,
no pregonamos
nosotros en
vuestro nombre,
y no fue en
vuestro nombre
que expulsamos
los demonios e
hicimos muchos
milagros? Y, no
obstante, yo les
diré: ¡Nunca os
conocí. Retiraos
de mí, obreros,
malos! (Mateo,
7:21-23.)
Notemos todos
que la frase
dicha por Jesús
dice respecto a
hacer la
voluntad de
nuestro Padre, y
no sólo
enseñarla,
profesarla o en
ella creer.
¡Muy bien!. La
respuesta dada
por los
instructores
espirituales a
la pregunta 642
d’ El Libro
de los Espíritus,
que mencionamos
inicialmente, no
podría ser
diferente de la
que Kardec
obtuvo y
publicó:
-¿Para agradar a
Dios y asegurar
su posición
futura, bastará
que el hombre no
practique el
mal? “No; le
cumple hacer el
bien en el
límite de sus
fuerzas, dado
que responderá
por todo mal que
haya resultado
de no haber
practicado el
bien.” (El
Libro de los
Espíritus,
cuestión 642.)
-¿Habrá quién,
por su posición,
no tenga
posibilidad de
hacer el bien?
“No hay quien no
pueda hacer el
bien. Solamente
el egoísta nunca
encuentra
ocasión de
practicarlo.
Basta que esté
en relaciones
con otros
hombres para que
se tenga ocasión
de hacer el
bien, y no hay
día de la
existencia que
no ofrezca, a
quien no se
encuentre ciego
por el egoísmo,
oportunidad de
practicarlo.
Porque hacer el
bien no
consiste, para
el hombre, sólo
en ser
caritativo, pero
en ser útil, en
la medida del
posible, todas
las veces que su
acción venga a
ser necesaria.”
(L.E., cuestión
643.)
La lección que
recogemos en las
palabras arriba
es por demás
obvia: hacer el
bien es
importante y
esencial a la
vida… y no hay
quien no pueda
hacerlo.
|