La Revista Espírita de 1859
Parte 7
Continuamos en
esta edición el
estudio de la
Revue Spirite de
1859,
publicación
mensual de
divulgación
espírita fundada
y dirigida por
Allan Kardec.
Este estudio
está basado en
la traducción al
idioma portugués
realizada por
Júlio Abreu
Filho y
publicada por
EDICEL. Las
respuestas a
las preguntas
propuestas se
encuentran al
final del texto
para la lectura.
Preguntas para
el
debate
A. ¿Cómo vencer la malicia de los Espíritus engañadores?
B. ¿En qué condiciones retornó Voltaire al mundo
espiritual?
C. ¿Hay entre los Espíritus algún tipo de jerarquía?
D. ¿Hay algún fundamento en la mitología?
Texto para la lectura
148. Otra señal de la presencia de los Espíritus malos
es la obsesión: los Espíritus buenos jamás obsesan; los
malos se imponen en todo momento. (P. 258)
149. Al pasar las comunicaciones espíritas por el
control de las consideraciones precedentes,
reconoceremos fácilmente su origen y podremos destruir
la malicia de los espíritus engañadores, que solo se
dirigen a aquellos que se dejan engañar. (P. 258)
150. Agréguese a todo eso que la oración es una poderosa
ayuda: por ella atraemos la asistencia de Dios y de los
Espíritus buenos, aumentando nuestra propia fuerza.
“Ayúdate que el cielo te ayudará”, dice Jesús.
(P.
259)
151. Un corresponsal de Boulogne envía una comunicación
de Voltaire extraída de una obra del juez Edmonds,
publicada en los Estados Unidos. En la comunicación,
Voltaire conversa
con Wolsey, célebre cardenal inglés del tiempo de
Enrique VIII. Dos médiums sirvieron para transmitir el
diálogo. (P. 262)
152. Confirmando que por ignorancia había atacado a la
religión cristiana, Voltaire lamenta no haber conocido
en su época al Espiritismo y lo mucho que podría haber
hecho entonces.
(P.
263)
153. Descreído y dubitativo, sin nadie con quien pudiese
entablar relaciones, fue así que él, Voltaire, entró en
el mundo espiritual. (P. 264)
154. Al principio, conducido lejos de las habitaciones
espirituales, recorrió el espacio inmenso. Después, le
fue permitido ver las constru-cciones maravillosas
habitadas por los Espíritus, hasta que su alma quedase
deslumbrada y aplastada ante el poder que controlaba
tales maravillas.
(P.
264)
155. Con el corazón sintiendo la necesidad de
expandirse, caído en el cansancio y en la humillación,
fue entonces que pudo reunirse con algunos habitantes y
contemplar la posición en que se había colocado en la
Tierra y lo que de ello resultaba en el mundo
espiritual. (PP. 264 y 265)
156. Una revolución completa ocurrió en todo su ser y,
del maestro que era, se volvió el más fervoroso
discípulo. Vio entonces cuán grandes habían sido sus
errores y cuanto mayor debía ser a reparación, para
expiar todo lo que había hecho o dicho para seducir y
engañar a la Humanidad.
(P.
265)
157. Lamenté profundamente – dice él – las opiniones que
expresé y que desviaron a mucha gente; pero, al mismo
tiempo, estoy profundamente agradecido al Creador, el
infinitamente sabio, porque sentí que fui un
instrumento para ayudar a los Espíritus de los hombres a
volcarse al examen y al progreso. (P. 265)
158. Al final de la batalla de Solferino, se desató una
violenta tempestad que hizo que muchos soldados
austríacos se salvasen. Un militar de Italia, que
presenció el fenómeno, evocado por Kardec, dijo que la
tempestad fue provocada por la voluntad de Dios,
exactamente con ese objetivo.
(P.
268)
159. Los Espíritus no tienen en cuenta las distinciones
terrestres, que nada valen entre ellos, pero hay entre
ellos una jerarquía y una subordinación basadas en las
cualidades adquiridas.
(P.
269)
160. El Espíritu del general Hoche informa que
reencarnará en Mercurio, un mundo moralmente inferior a
la Tierra, en el que los habitantes son más
materializados que los que viven en nuestro planeta.
(P.
270)
161. El mismo general cuenta que a partir del momento en
que desencarnó, visitó la Tierra enteramente,
aprendiendo las leyes que Dios emplea para dirigir todos
los fenómenos que contribuyen a la vida terrena.
Después, hizo lo mismo en otros mundos. (P. 270)
162. La Revue trae una comunicación dada por el
Espíritu del Sr. J…, comerciante del departamento de La
Sarthe, muerto en 1859, el cual, además de haber hecho
un estudio serio del Espiritismo, era un hombre de bien
y de una caridad sin límites. Su momento de despertar no
tuvo nada de penoso. “Yo me sentía alegre y dispuesto,
como si hubiese respirado aire puro al salir de una sala
llena de humo”, informó el Sr. J… (PP. 272 y 273)
163. La mitología – dice Kardec – está enteramente
basada en las ideas espíritas; en ella encontramos todas
las propiedades de los Espíritus, con la diferencia de
que los antiguos los habían transformado en dioses.
(P.
277)
164. Kardec habla del hogar de la Sra. G…, viuda, con 4
hijos, de los cuales el mayor cuenta con 17 años y la
menor, 6. Unidos por la creencia espírita, la familia
continuó unida incluso con la muerte del padre que, al
presentir su fin próximo, reunió a sus hijos y les dio
un conmovedor consejo, cuyo final termina así: “Que la
paz, la concordia y la unión reinen entre vosotros; que
nunca el interés os separe, porque el interés material
es la mayor barrera entre la Tierra y el Cielo”. (PP.
278 y 279)
165. Alimentados en las ideas espíritas, esos niños no
se consideran separados de su padre, y una noche por
semana, y a veces más, es consagrada para conversar con
él. (P. 279)
166. Kardec critica el título dado por el Sr. Mathieu,
antiguo farmacéutico del Ejército, a una obra en la que
relata hechos de escritura directa. Mathieu la llamó “Un
Milagro”. Ahora bien, dice Kardec, el milagro es una
derogación de las leyes de la Naturaleza, lo que no se
puede decir de la escritura directa.
(P.
281)
167. Continuando su artículo, Kardec habla sobre
levitación – la suspensión etérea de cuerpos sólidos -,
un hecho demostrado y explicado por el Espiritismo y del
cual fue testigo ocular.
(P.
283)
168. Otro fenómeno citado por él, que se encuentra
también en el orden de las cosas naturales, es el de la
aparición, bastante frecuente y perfectamente explicado
por la Ciencia Espírita.
(P.
283)
169. La Revue publica la sentencia del Tribunal
Correccional de Douai, del 27/8/1859, en la que los
toques y pases magnéticos fueron reconocidos por la
Corte. Kardec critica, sin embargo, a los peritos por su
ignorancia con respecto al magnetismo y al sonambulismo
natural. (PP. 287 y 288)
Respuestas a las preguntas
A. ¿Cómo vencer la malicia de los Espíritus engañadores?
Analizando las comunicaciones espíritas y sometiéndolas
al control recomendado por la Doctrina Espírita,
reconoceremos fácilmente su origen y podremos destruir
la malicia de los espíritus engañadores, los cuales
solo se dirigen a aquellos que se dejan engañar. Es
bueno recordar también que, en casos así, la oración
constituye una poderosa ayuda, una vez que por ella
atraemos la asistencia de Dios y de los Espíritus
buenos, aumentando nuestra propia fuerza.
(Revue
Spirite, pp. 258 y 259.)
B. ¿En qué condiciones retornó Voltaire al mundo
espiritual?
Descreído y dubitativo, sin nadie con quien pudiese
entablar relaciones, fue así que Voltaire entró en el
mundo espiritual. Al principio, conducido lejos de las
habitaciones espirituales, recorrió el espacio inmenso.
Después le fue permitido ver las construcciones
maravillosas habitadas por los Espíritus, hasta que su
alma quedase deslumbrada y aplastada ante el poder que
controlaba tales maravillas. Con el corazón sintiendo la
necesidad de expandirse, caído en el cansancio y en la
humillación, fue entonces que pudo reunirse con algunos
habitantes y contemplar la posición en que se había
colocado en la Tierra y lo que de ello resultaba en el
mundo en el que ahora estaba.
(Obra citada, pp. 264 y 265.)
C. ¿Hay entre los Espíritus algún tipo de jerarquía?
Sí. Hay entre ellos una jerarquía y una subordinación
basadas en las cualidades adquiridas y que nada tienen
que ver con las distinciones terrestres.
(Obra citada, pág. 269.)
D. ¿Hay algún fundamento en la mitología?
Sí. La mitología está enteramente basada en las ideas
espíritas. En ella encontramos, dice Kardec, todas las
propiedades de los Espíritus, con la diferencia de que
los antiguos los habían transformado en dioses. (Obra
citada, pág. 277.)
Traducción:
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
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