Ayuda espiritual
Beto llegó cansado a su casa después del colegio. Se
sentó en la sala, puso su mochila en el piso y se echó
sobre una poltrona, exhausto. Cerró los ojos y relajó el
cuerpo.
De repente escuchó un ruido en la sala. Era su mamá
buscando algo. Viendo que
su hijo había llegado, le preguntó:
- ¡Hola, hijo! ¿Acabas de llegar?
- Sí, mamá. ¡Y estoy muy, pero muy cansado! ¡Hoy día fue
agotador para todos! ¿Qué estás buscando, Doña Judith? –
preguntó él, bromeando con ella, como ella siempre hacía
cuando estaba molesta o preocupada.
- ¡Un documento que necesito urgente y no lo encuntro
por ninguna parte! ¡Si no lo encuentro, no sé qué voy a
hacer!...
Viendo a su mamá tan preocupada, Beto respiró profundo,
llenándose de coraje y se levantó de la poltrona,
poniéndose a buscar también ese papel. De la sala fueron
a los dormitorios, después al comedor y, en seguida, a
un lugar que tenían como “el lugar del desbarajuste”.
No
pudieron.
No lo encontraron. Mirando el reloj, la mamá decidió que
era mejor dejar de buscar e ir a hacer el almuerzo. Beto
respiró profundo, agradecido. No aguantaba más tanta
búsqueda, ¡además del cansancio del colegio!
¡Uff!
Además, que bueno que su mamá dejó de buscar.
Exhausto, en contra de sus hábitos, Beto comió y fue a
dormir. Le gustaba ver televisión o leer un libro antes
de dormir. Pero, esa noche, cayó en la cama, cerró los
ojos y se durmió pronto.
Más tarde se despertó, dejó la cama y fue a la cocina a
buscar un vaso de agua pues tenía mucha sed. En ese
momento, vio a su abuelo Felicio, ya desencarnado, que
entró en la cocina sonriente:
- ¡Hola, mi querido nieto! ¿Todo bien?
- ¡Todo bien, abuelo Felicio! ¡Qué bueno que estés aquí!
Mi mamá está buscando un
documento que necesita urgente y ¡no lo encontramos!
¡Sentí pena por ella, abuelo! ¡Estaba muy preocupada!
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El abuelo Felicio, que estaba ahí cerca, dijo:
- Beto, dile a tu mamá que el documento está guardado en
el armario del cuarto que yo usaba. ¿Entendiste? Voy a
mostrártelo. ¡Ven conmigo!
Y llevó al nieto hasta el cuarto que él ocupaba cuando
estaba encarnado. Abrió un armario y, en un rincón,
junto con otras cosas, estaba el documento tan
importante, en una carpeta verde.
- Entonces, avísale a tu mamá dónde está el documento.
¡No te olvides, Beto!
- No lo olvidaré, abuelo.
Ellos se abrazaron y el abuelo se fue satisfecho.
A la mañana siguiente, Beto se despertó y se levantó
para ir al colegio. Tuvo la sensación de haber tenido un
sueño con su abuelo Felicio, pero pensó que era una
tontería. Al entrar en la cocina para desayudar, vio a
su mamá y se acordó:
- ¡Mamá! ¡Anoche tuve un sueño con el abuelo Felicio!
- ¿Ah sí? ¿Cómo está?
- Muy bien. ¡Parece hasta más joven!
- ¿Y qué te dijo?
- Nada. Conversamos sobre algo, ¡pero nada importante!
De repente, al pensar en lo que dijo, Beto llevó la mano
a la cabeza, acordándose:
- ¡Mamá, sí era importante! ¡El abuelo vino a mostrarme
dónde está el documento que estás buscando!
- ¡¿Estás bromeando, Betito?!...
- ¡No, mamá! ¡Es verdad! ¡Y sé dónde está guardado el
documento!
¿Está
en
una carpeta verde?
- ¡Sí! ¿Dónde? – preguntó la mamá, más animada.
- Ven conmigo que yo te lo muestro, mamá.
La mamá lo acompañó hasta el cuarto que el abuelo
ocupaba cuando estaba encarnado. Beto abrió un armario y
cogió la carpeta verde, mostrándole a su mamá dónde
estaba el documento.
- ¡Gracias a Dios! Qué bueno que le pedí a mi papá que
me ayudara a encontrar ese documento. ¡Él escuchó mis
oraciones! ¡Gracias, papá! – dijo besando el papel ya
amarillento.
- ¡¿Viste, mamá?!... El abuelo Felicio estaba preocupado
en ayudarte. Y nosotros conversamos bastante. Él me dijo
que está muy bien y, siempre que pueda, vendrá a
visitarnos.
Esa mañana cuando todos se levantaron, la mamá le contó
a su marido lo que había pasado y en el desayuno
hicieron una oración de agradecimiento al abuelo que
tanto los había ayudado a través del sueño de Beto.
Nunca más dudaron de la Vida Espiritual y de que
nuestros seres queridos, cuando están en condiciones de
ayudar, están siempre cerca, amparándonos con mucho
amor.
MEIMEI
(Recibida por Célia Xavier de Camargo, el 3/4/2017.)