La rica historia
del Instituto
Bairral, en
Itapira (SP),
ciudad en donde
nació y reside
José Eduardo
Rocha Pereira (foto)
nos hace posible
realizar varias
entrevistas.
Difundimos la
primera de
ellas, que se
refiiere a uno
de sus grandes
exponentes, el
Dr. José Carlos
Camargo Ferraz,
de notable
influencia en la
institución y
citado aquí con
mucha gratitud
por el
entrevistado.
José Eduardo es bancario jubilado, vicepresidente de la
Fundación Espírita Américo Bairral y tesorero de la Casa
de Reposo Allan Kardec, en la misma ciudad. Espírita
desde 1964, sus respuestas demuestran el cariño con que
dedica su tiempo a la importante institución de salud
mental.
¿Cómo se involucró con la Fundación Espírita Américo
Bairral? ¿Cuándo y por qué?
Era amigo del Dr. José Carlos Camargo Ferraz, espírita
convicto, quien estaba ligado a la Fundación, y en
noviembre de 1966 recibí de él la invitación para
integrar la directiva de la institución. Acepté y pasé a
formar parte de la Comisión de Finanzas (Consejo
Fiscal), trabajando allí por 4 meses. En marzo de 1967
fui elegido para la directiva (actualmente Consejo
Directivo), del cual soy parte hasta ahora, habiendo
ejercido los cargos de Tesorero y Presidente; hoy estoy
en la Vicepresidencia.
¿Quién fue el Dr. José Carlos de Camargo Ferraz?
Era el Promotor Público de la comarca, que vino a
Itapira alrededor de 1956. Tiempo después de su llegada
participó en una reunión mediúmnica en la cual una
comunicación lo convenció completamente de la realidad
del mundo espiritual. A partir de entonces pasó a
dedicarse con extraordinario empeño al estudio de la
Doctrina Espírita y a la práctica de la caridad,
circunstancias que caracterizaron su vida hasta su
desencarnación.
¿Él estaba involucrado con el Instituto Bairral? ¿De qué
manera?
Como Promotor Público, él era el Curador Legal de la
Fundación que mantenía el hospital psiquiátrico
denominado Instituto Bairral de Psiquiatría, ejerciendo
el papel de fiscalización previsto por la ley.
Tratándose de una entidad espírita, allí había prácticas
doctrinarias que lo atrajeron. Con el paso del tiempo, y
en función de su papel legal, se fue interesando en los
aspectos administrativos de la obra, volviéndose su gran
líder y entregándose a esta con cuerpo y alma, habiendo
permanecido allí hasta el final del 2001.
¿Cómo surgió el interés de él en componer canciones
espíritas? ¿Con qué finalidad?
A él siempre le gustó la música. Era compositor y en la
época en que cursó la Facultad de Derecho en Largo São
Francisco se volvió muy popular entre los académicos
justamente por su afición por la música. Compuso
numerosas melodías, varias de las cuales llegaron a ser
grabadas por cantantes consagrados de la época. Los
pacientes del hospital reciban el pase en el auditorio
de la institución; para que el ambiente tuviese el clima
más propicio, él decidió introducir el canto, hecho por
los propios pacientes, en coro, con acompañamiento
musical en vivo. Y los himnos cantados tenían la mayor
parte letra y música de su autoría. Las letras,
invariablemente, hablan de amor, caridad y elevación
espiritual.
¿Cómo surgió la publicación de HIMNARIO ESPIRITA?
Háblenos sobre el librito.
El Himnario fue la manera que encontró de reunir en un
único volumen todos los himnos que eran cantados en ese
trabajo. Son en total 30, de los cuales José Carlos es
el autor de la letra y de la música de 13 y de la letra
de 12. Los 5 restantes están divididos entre 3 himnos
con letra y música originales de la Iglesia
Presbiteriana y 2 de autoría desconocida. Actualmente
está en su séptima edición.
¿Cómo fue su convivencia con él? ¿Y cuáles son las
impresiones que guarda de su personalidad?
Tuvimos una convivencia fraterna de casi 40 años. Su
rasgo más resaltante era el amor a la verdad y el coraje
de decirla. Era de una inteligencia extraordinaria. Yo y
mis compañeros de la directiva del Instituto Bairral
aprendimos mucho con él, no sólo sobre Doctrina
Espírita, sino también sobre los Evangelios, que conocía
profundamente. Y nos deleitábamos cuando, a nuestro
pedido, declamaba varios de los cerca de 1,000 sonetos
de la lengua portuguesa que sabía de memoria.
¿Cuál es el significado de él en la historia del
Instituto Bairral?
Acostumbro decir que en la historia del Instituto
Bairral hay cuatro grandes misioneros, Espíritus
elegidos que se involucraron, cada uno en su tiempo, de
respectivamente, crear, desarrollar y consolidar esta
bendecida obra: los fundadores - el matrimonio Onofre y
Gracinda Batista, su yerno, Cesar Bianchi, y el Dr. José
Carlos de Camargo Ferraz. Nosotros, los dirigentes
actuales, no nos cansamos de resaltar los méritos de
esos maravillosos hermanos, inimitables en su coraje y
en su dedicación al ideal que persiguieron a lo largo de
su existencia.
¿Cuál es el recuerdo más resaltante de su vivencia en
Bairral?
No sabría destacar uno en particular. Recuerdo con
satisfacción y alegría todos los pasos dados en la
dirección del crecimiento técnico del hospital y de su
pionerismo, de que son ejemplos la implementación de las
unidades de tratamiento específicas para cada
diagnóstico, la creación del Núcleo de Terapia Intensiva
y la instalación de la Residencia Médica en Psiquiatría,
que actualmente gradúa ocho profesionales por año en esa
especialidad.
¿Algo que le gustaría añadir o destacar para los
lectores?
El mismo trabajo que inspiró al Dr. José Carlos a la
organización del Himnario Espírita existe hasta hoy,
conducido por un equipo del cual formó parte hace más de
25 años. Lo frecuentan los pacientes que espontáneamente
manifiestan su deseo de participar y recibir el pase
magnético.
Sus palabras finales.
Esta entrevista es motivo de emoción por proporcionarme
tiernos recuerdos del Dr. José Carlos, un gran amigo, un
gran espírita, una criatura que marcó indeleblemente
todo un período importante de mi vida.