En el artículo Acción y Reacción, De Orson Peter
Carrara, uno de los relieves de esta edición, que
mencionamos a seguir, se delinean los aspectos morales
más importantes de esa obra fundamental de Allan Kardec.
“Luego, son las imperfecciones o las cualidades del alma
humana que generan sus acciones felices o equivocadas. Y
esas acciones están caracterizadas con el sello moral de
la etapa en que se sitúa el ser.” (Orson Peter Carrara,
artículo mencionado.)
Nosotros actuamos según el albedrío de nuestros
corazones. Plasmamos actitudes según la inclinación
propia y generamos acciones felices o infelices de
acuerdo con los niveles de deseo que nos mueve en
dirección a los afectos y desafectos que nos son
peculiares. Cada escoja representa una actitud de
vinculación o de liberación, en que nos tornamos felices
o infelices dependiendo de la disposición íntima de
querer el bien o el mal del ser buscado. Influenciamos e
igualmente somos influenciados por los Espíritus que
comulgan con nuestro estado de espíritu.
“Por lo tanto, los pensamientos, los sentimientos, y las
propias acciones ejecutadas en el transcurrir de una
existencia generan reflejos en la propia existencia, en
la vida espiritual o hasta mismo en la próxima o futuras
existencias, dependiendo es obvio de la extensión o
gravedad de la acción promovida.” (Orson Peter Carrara,
artículo mencionado.)
Emmanuel dice que, en caso de suicidio, serán necesarias
dos o más encarnaciones para sanar la lesión
perispiritual consecuente, además del Espíritu pasar por
pruebas semejantes a aquella que lo llevó al suicidio en
la existencia precedente. Las consecuencias de nuestros
actos son, por lo tanto, adecuadas a la intención que
nos movió. Los meritos y deméritos están siempre de
acuerdo con la intención negativa o positiva que
anhelamos, que arrullamos. El libro Acción y
Reacción, de André Luiz, explana, de manera clara,
como se procesa el mecanismo de expiación y también de
su atenuación, cuando eso se torna posible ante nuestro
merecimiento.
“La ley de acción y reacción, o el lema ‘a cada uno
según sus propias obras’, se basa en un perfecto
mecanismo de justicia e igualdad absoluta para todos. No
hay cualquier favoritismo para quien quiera que sea.
Actuando bien, tendremos el merito del bien. Actuando
mal, tendremos las consecuencias. No se trata de
castigo, en absoluto, pero de consecuencias.” (Orson
Peter Carrara, en el artículo mencionado.)
Está todo de acuerdo con los actos, con la intención y
con el merito. La intención y el merito son el fiel de
la balanza. Tengamos la certeza de que en la ley de
compensación nada es mecánico. No se trata de
matemáticas. A los cómputos son agregados, siempre, el
sentimiento y el amor de Dios.
“En todo, sin embargo, es necesario siempre considerar
la misericordia de Dios, que nunca abandona sus hijos y
les abre sin cesar nuevas oportunidades de progreso.”
(Orson Peter Carrara.)
Cada experiencia reencarnatoria encierra la
manifestación de la misericordia de Dios, o, para usar
una expresión significativa, de gracia múltiple de la
Providencia. Nunca estamos solos o abandonados – tenemos
siempre un amigo invisible, un “ángel de la guarda”, que
vela por nosotros.
Por más que erremos, nuevas oportunidades de crecimiento
se nos presentan y tenemos certeza de que jamás seremos
desheredados, porque Dios, nuestro Padre, conforme el
Espiritismo nos enseña, no es sólo el Creador, sino un
Padre soberanamente justo y bueno.