El Código Penal de la Vida Futura, presentado por Allan
Kardec en la obra El Cielo y el Infierno
(capítulo VII de la primera parte), es fuente de
interesantes reflexiones en torno a la ley de acción y
reacción que rige los caminhos humanos. (*)
Como pondera el propio Codificador, en el mismo capítulo
y con el subtítulo Princípios de la Doctrina Espírita
sobre las penas futuras, “(...) en el que respeta a las
penas futuras, no se basa en él se apoya en las
observaciones, y son estas que le dan plena autoridad.
Nadie jamás imaginó que las almas, tras la muerte, se
encontrarían en tales o cuáles condiciones; son ellas,
esas mismas almas, partidas de la Tierra, que vienen a
iniciarnos hoy en los misterios de la vida futura,
describirnos su situación feliz o desgraciada, las
impresiones, la transformación por la muerte del cuerpo,
completando, así, en una palabra, las enseñanzas de
Cristo sobre este punto. Preciso es afirmar que se no
trata en este caso de las revelaciones de un sólo
Espíritu, el cual podría ver las cosas de su punto de
vista, bajo un sólo aspecto, aún dominado por terrenos
perjuicios. Tampoco se trata de una revelación hecha
exclusivamente a un indivíduo que pudiera dejarse llevar
por las apariencias, o de una visión extática
susceptible de ilusiones, y no pasando muchas veces de
reflejo de una imaginação exaltada. Se trata, sí, de
incontables ejemplos suministrados por Espíritus de
todas las categorías, desde los más elevados a los más
inferiores de la escala, por intermédio de otros tantos
pasando muchas veces de reflejo de una imaginación
exaltada,
auxiliares (médiums) diseminados por el mundo, de suerte
que la revelación deja de ser privilegio de alguien,
pues todos pueden probarla, observándola, sin obligarse
a la creencia por la creencia de otros”.
Lo que genera acciones felices o equivocadas
– Esta transcripción inicial es importante para
situarnos en el universo de observaciones en que se
colocó el Codificador para elaboración de la teoría
espírita, advenida toda de las revelaciones que los
propios espíritus hicieron.
El propio El Libro de los Espíritus, obra lanzada
el 18 de abril de 1857 con los fundamentos doctrinarios
del Espiritismo y organizada en forma de preguntas y
respuestas, tuvo su Parte Cuarta, con dos capítulos y
exactas cien preguntas con sus respectivas respuestas,
totalmente dedicada al tema de las penas y gozos,
terrenos y futuros.
En el citado Código, que citamos en el primer párrafo
arriba, utilizaremos el 3º de los 33 ítems, para
orientar el desarrollo del tema. El texto original se
presenta en los siguientes términos: No hay una única
imperfección del alma que no cause funestas e
inevitables consecuencias, como no hay una sola cualidad
que no sea fuente de un gozo.
Ahora, son las imperfecciones o las cualidades del alma
humana que generan sus acciones felices o equivocadas. Y
esas acciones están caracterizadas con el sello moral
del estadio en que se sitúa el ser. Por lo tanto, los
pensamientos, los sentimientos, y las propias acciones
ejecutadas en el transcurrir de una existencia generan
reflejos en la propia existencia, en la vida espiritual
o incluso en la próxima o futuras existencias, a
depender está claro de la extensión o gravedad de la
acción promovida.
La ley de acción y reacción, o el lema “cada uno según
sus propias obras”, se basa en un perfecto mecanismo de
justicia e igualdad absoluta para todos. No hay
cualquier favoritismo para quienquiera que sea. Actuando
bien, tendremos el mérito del bien. Actuando mal,
tendremos las consecuencias. No se trata de castigo, en
absoluto, sino de consecuencias.
Muchos sufrimientos podrían ser evitados
– Cualquier perjuicio que causemos a nosotros mismos o a
terceros ocasionará consecuencias inevitables en nuestra
propia vida. Eso es de la Ley Divina. Y cualquier
benefício que distribuyamos generará méritos y
beneficios correspondientes en nuestro próprio camino,
aunque haya ingratitud de los beneficiados.
Pasamos a entender, por lo tanto, que hacer el mal a
quienquiera que sea nunca será compensador, pues siempre
responderemos por el mal que causemos, inclusive a
nosotros mismos. Y, de igual manera, toda felicidad o
tranquilidad que proporcionemos al prójimo redundará,
inevitablemente, en bien para nosotros mismos.
No es por otra razón que Jesús enseñó a perdonar. El
odio alimentado, la venganza ejecutada o la persecución
contumaz a cualquier persona redundará en estadios de
sufrimiento y dolor a su propio autor. Perdonando,
liberándonos. También es por la misma razón que la
recomendación siempre constante es para que promovamos
el bien, aunque este no nos sea espontáneo (estamos
aprendiendo a incorporarlo en nosotros mismos), pues
todo bien genera el bien. El mal siempre generará
consecuencias desagradables.
Fácil percibir, por lo tanto, que muchos sufrimientos
existentes hoy en la vida individual, social y colectiva,
inclusive a nivel del planeta, podrían ser evitados si
hubiera el conocimiento de esa realidad de las
consecuencias generadas por nuestros actos. Cuántos
equívocos por el desconocimiento de esa ley que
simplemente usa la justicia y la igualdad como
parámetros...
No tenemos el derecho de herir, de humillar, de
calumniar, de espoliar.... No tenemos igualmente el
derecho de matar, de robar (bienes, dignidad,
oportunidades, paz etc.), de interferir en la vida ajena,
de imponer ideas o patrones que juzgamos correctos.
Todas las criaturas merecen respeto
– Entendamos que las criaturas son libres, desean ser
respetadas, así como queremos ser.…
Este es el detalle: los intentos de dominación,
imposición, de cercenamiento de la libertad individual,
siempre ocasionarán sufrimientos, pues todos somos seres
pensantes, con voluntad propia, responsables por el
propio camino. Podremos, es claro, sugerir, aconsejar
(si fuéramos solicitados), auxiliar en lo que sea
posible, pero jamás violentar las conciencias. Todas
merecen respeto. El tema suscita muchos debates, abre
perspectivas inmensas de estudio. Se observa que las
propias leyes humanas, reflejando las imperfecciones del
estadio evolutivo del planeta, muchas veces son
equivocadas, generando también consecuencias para el
futuro. Lo que se observa actualmente es fruto de toda
esa inconsciencia colectiva de los mecanismos que nos
dirigen la vida.
Hay que pensar en lo que estamos haciendo. Ya no somos
más seres tan ingenuos que desconocen las Leyes Morales.
Estamos todos en un camino evolutivo, donde los derechos
son iguales. Tales derechos, completos, deben ser
respetados por la igualdad y por la justicia.
Y es justamente por la falta de respeto de tales
princípios de igualdad y justicia que se observan los
efectos en la vida material y en la vida espiritual, con
los testimonios que los propios espíritus traen del
estado en que se encuentran, en virtud del patrón moral
que adoptaron en la relación unos com otros o consigo
mismos.
El propio El Cielo y el Infierno trae testimonios,
en su segunda parte, de diferentes espíritus que
describen la situación en que se encontraron después de
la muerte. Pero la cuestión no es sólo para tras de la
muerte. Hay que considerar la propia existencia física,
actual o futura (s), donde los mismos reflejos se hacen
sentir.
Dios nunca abandona a sus hijos
– Será de mucha utilidad que podamos estudiar y debatir
los ítems del Código Penal de la Vida Futura, constante
em el libro en referencia, para esparcir tales
aclaraciones. Aún los testimonios constantes de la misma
obra son de gran utilidad para estudios y reflexiones.
Son princípios desconocidos de la mayoría de los
espíritus encarnados en el planeta, aunque la conciencia,
donde está escritura la Ley de Dios(1),
los avise de sus equívocos. Sofocados por las
imperfecciones morales del orgullo, del egoísmo, de la
vanidad, aún nos permitimos sofocar la propia conciencia
y actuamos en detrimento unos de los otros. De ahí las
consecuencias inevitables y los sufrimientos...En todo,
sin embargo, es preciso siempre considerar la
misericordia de Dios, que nunca abandona a sus hijos y
les abre sin cesar nuevas oportunidades de progreso. El
tema es extenso, pues podremos adentrar los dominios del
arrependimento, expiación y reparación, más deseamos
incluso es sugerir al lector la lectura atenta del
Código constante en El Cielo y el Infierno. Los
ítems enumerados, todos ellos, abren perspectivas
inmensas de comprensión y aclaración, lo que sería
imposible en un artículo de pocas líneas. Mejor aún es
buscar en la fuente original la lucidez y claridad de la
propia Doctrina.
Para concluir, nos gustaría ofrecer a reflexión del
lector la frase de Joanna de Ângelis, en la psicografia
de Divaldo Pereira Franco, constante del capítulo 38 –
La gloria del trabajo –, del libro Candelabro
Espírita (2): En el lugar en que te
encuentras, siempre podrás sembrar la luz de la
esperanza y del amor. He ahí una programación de acción
para modificar los panoramas de la vida humana. Basta
nos situemos en el esfuerzo del bien, para generar
efectos saludables de felicidad y salud. ¡Si usáramos
esta guia en las actitudes de cada día, listo! Estaremos
sintonizados con el bien, generando efectos de amor y
alegría. Simple consecuencia de la ley de acción y
reacción.
Notas:
(*)
Utilizamo-nos da 32ª edição da FEB, de
09/84, com tradução de Manuel Quintão.
(1) Questão 621 de O Livro dos Espíritos,
edição FEB.
(2) 3ª edição da Federação Espírita
Brasileira, maio de 1978.
Traducción:
Isabel Porras - isabelporras1@gmail.com