Continuamos en
esta edición el
estudio de la
Revue Spirite de
1860,
publicación
mensual de
divulgación
espírita fundada
y dirigida por
Allan Kardec.
Este estudio fue
basado en la
traducción al
idioma portugués
realizada por
Júlio Abreu
Filho y
publicada por
EDICEL. Las
respuestas a las
preguntas
propuestas se
encuentran al
final del texto
para la lectura.
Preguntas para
el
debate
A. ¿Existen los genios de las flores?
B. ¿Puede un Espíritu inferior usurpar el nombre de un
Espíritu
superior?
C. ¿Cómo se formó la Sociedad Parisiense de Estudios
Espíritas?
D. ¿Cómo proceder ante las teorías científicas
propuestas por los Espíritus?
Texto para la lectura
54. Colocándose a su lado el Espíritu del Dr. Vignal,
Cauvière lo distinguía entre los vivos por su envoltura,
menos transparente que la de él.
(P. 91)
55. Kardec evocó a la señorita Indermuhle, sordomuda de
nacimiento, de origen alemán y residente en Berna
(Suiza), la cual le respondió en francés. Su
explicación: “El pensamiento no tiene idioma: yo lo
comunico al guía del médium, que lo traduce al idioma
que le es familiar”. (P. 94)
56. Kardec informa que a los Espíritus serios no les
gusta repetir, porque nuestro lenguaje es tan lento para
ellos que evitan todo lo que les parece inútil. Mientras
que los frívolos, los obsesores y los burlones son
prolijos.
(P. 95)
57. La Revue transcribe un mensaje de Hettani,
que se llamó genio de las flores. San Luis lo rectifica
en varios puntos: el Espíritu no preside, de manera
particular, la formación de las flores. El Espíritu
elemental, antes de pasar a la serie animal, dirige su
acción fluídica a la creación vegetal, pero todavía no
ha encarnado, y actúa bajo la dirección de otras
inteligencias.
(P. 99)
58. Ningún pensamiento, ningún instinto tiene el
Espíritu que da vida a las plantas y a las flores – es
lo que le dice San Luis a Kardec. (P. 99)
59. El Espíritu de Staël dice: “Si Dios puso en nuestros
corazones esa necesidad tan grande de felicidad, es que
ella debe existir en algún lugar. Sí, confiad en Él,
pero sabed que todo lo que Dios promete debe ser divino
como Él, y que la felicidad que buscáis no puede ser
material”. (P. 100)
60. Kardec anuncia el lanzamiento de la 2ª edición de
El Libro de los Espíritus, ocurrida en marzo de
1860, totalmente reestructurada y considerablemente
aumentada. (P. 100)
61. ¿Cómo puede un Espíritu inferior usurpar el nombre
de un Espíritu superior? A esta pregunta, Kardec
responde que Dios puede permitir que esto ocurra para
probar nuestra paciencia, nuestra fe, nuestra firmeza
para resistir a la tentación y ejercitar nuestra
perspicacia para distinguirlos.
(P. 105)
62. No formamos una secta, ni un partido, dice Kardec.
Las raíces del Espiritismo no están en nuestra Sociedad,
sino en todo el mundo. Existe algo más poderoso que
todas las sociedades: es la doctrina que va al corazón y
a la razón de los que la comprenden y, sobre todo, de
los que la practican.
(P. 107)
63. Kardec cuenta cómo se formó la Sociedad Parisiense
de Estudios Espíritas: “Yo recibía en mi casa a un
pequeño grupo de personas; consideraron que el grupo
había crecido; que era necesario un local más grande.
Para tenerlo, tendríamos que pagar, que cotizar. Dijeron
además: es necesario orden en las sesiones; no se puede
admitir al primero que llegue; es necesario un
reglamento. He aquí toda la historia de la Sociedad”.
(P. 107)
64. La forma más o menos imponente del lenguaje no es
importante, porque los impostores pueden adoptarla.
Partimos entonces – dice Kardec – del principio de que
los buenos Espíritus solo aconsejan el bien, la unión,
la concordia y que su lenguaje es siempre sencillo,
modesto, marcado por la benevolencia, exento de
acrimonia, de arrogancia y de fatuidad, en una palabra,
todo en ellos exhala la caridad más pura.
He aquí el verdadero criterio para juzgarlos. (P. 109)
65. Jobard diserta sobre la teoría de la incrustación
planetaria, que explica por qué hay en la Tierra raza
amarilla, negra, blanca y roja.
(P. 111)
66. Kardec dice que esa teoría ya ha sido dada por
varios Espíritus, pero confiesa que no es adepto a ella.
(N.R.: Emmanuel se refiere a la formación de la Tierra
de manera muy diferente a lo propuesto por la teoría de
la incrustación.) (P. 112)
67. El Codificador dice que Dios quiere que adquiramos
la ciencia mediante el trabajo y no encargó a los
Espíritus traerla lista. (P. 112)
68. Los Espíritus tienen dos maneras de instruir a los
hombres: comunicándose directamente o encarnando para
desempeñar ciertas misiones.
(P. 113)
69. Puesto que no ha llegado el tempo para diseminar
ciertas ideas, será en vano que interroguemos a los
Espíritus sobre el asunto.
(P. 113)
70. Separar lo verdadero de lo falso, descubrir el
embuste en los mensajes espíritas, he aquí una de las
mayores dificultades de la ciencia espírita.
(P. 114)
71. Kardec dice que la teoría de la formación de la
Tierra por incrustación no es la única que ha sido dada
por los Espíritus. ¿En cuál creer? Esto prueba que,
fuera de la moral, no se debe aceptar las teorías
científicas de los Espíritus. (P. 114)
72. Es necesario examinarlas racionalmente. Fue así como
se procedió con la doctrina de la reencarnación,
adoptada no porque venía de los Espíritus sino porque
era la única que podía resolver todas las dudas. (P.
115)
73. Según a teoría de la incrustación, la Tierra sería
muy antigua por sus partes y muy nueva por su
aglomeración.
(P. 116)
74. La Revue publica una carta del Dr. Morhéry
con respecto a la señorita Désirée Godu, médium
curadora, que pasó a residir en su casa y a trabajar con
él junto a sus enfermos.
(PP. 117 y 118)
75. El Dr. Morhéry prometió relatar sus observaciones
sobre las curaciones obtenidas por la médium y se
observa, por su misiva, que él era adepto de una
práctica médica diferente de la Medicina orgánica de
entonces, esclava de la farmacología mineral, de la que
tanto se abusó. (P. 119)
76. “¡Cuánta salud arruinada por el uso de sustancias
minerales que, en caso fracasen, aumentan el mal y en el
caso de mejoría, muchas veces dejan huellas en el
organismo!”, lamentó el Dr. Morhéry. (PP. 119 y 120)
77. El Dr. Morhéry relata varias curaciones obtenidas
por la Srta. Godu, entre ellas la de Pierre Le Boudec,
sordo hace 18 años, quien después de tres días de
tratamiento pudo oír, maravillado, el canto de los
pájaros.
(P. 120)
78. Cuando escribió, la médium cuidaba al Sr. Bigot,
afectado desde hacía dos años y medio por un cáncer en
el labio inferior, que ya había llegado al último grado.
Sus dolores eran atroces; Bigot no dormía hacía seis
meses; pero desde la primera curación sintió alivio,
dormía bien y se alimentaba, habiéndole regresado la
confianza, mientras que la llaga había cambiado de
aspecto. (PP. 120 y 121)
(Continúa en el próximo número.)
Respuestas
a las preguntas
A. ¿Existen los genios de las flores?
No. San Luis dice que el Espíritu no preside, de manera
particular, la formación de las flores. El Espíritu
elemental, antes de pasar a la serie animal, dirige su
acción fluídica a la creación vegetal, pero todavía no
ha encarnado, y actúa bajo la dirección de otras
inteligencias.
(Revue Spirite, p. 99.)
B. ¿Puede un Espíritu inferior usurpar el nombre de un
Espíritu
superior?
Sí. Dios puede permitir que esto ocurra para probar
nuestra paciencia, nuestra fe, nuestra firmeza para
resistir a la tentación y ejercitar nuestra perspicacia
para distinguirlos. Es por eso que el examen cuidadoso
de todas las comunicaciones espíritas es indispensable.
(Obra citada, p. 105.)
C. ¿Cómo se formó la Sociedad Parisiense de Estudios
Espíritas?
Surgió de una forma no planeada. Kardec recibía en su
casa a un pequeño número de personas. Consideraron que
el grupo
había crecido; que era necesario un local más grande y
que, para tenerlo, sería necesario pagar, por cuotas.
Dijeron además: que era necesario orden en las sesiones,
que no se podía admitir al primero que llegase y era
necesario un reglamento. He aquí la historia de la
Sociedad, según las palabras del propio Codificador.
(Obra citada, p. 107.)
D. ¿Cómo proceder ante las teorías científicas
propuestas por los Espíritus?
El Codificador fue muy claro en relación a esta
cuestión: fuera de la moral, no se debe aceptar las
teorías científicas de los Espíritus. Es necesario
examinarlas racionalmente. Fue así como se procedió con
la doctrina de la reencarnación, adoptada no porque
venía de los Espíritus sino porque era la única que
podía resolver todas las dudas. (Obra citada, pp. 114 y
115.)