Especial
por Leonardo Marmo Moreira  

Año 11 – Nº 527 – 30 de Julio de 2017

Entendendo el Triple Aspecto del Espiritismo

El Espiritismo presenta sus bases totalmente científicas, a través del análisis del hecho natural, o sea, del fenómeno inherente a la naturaleza. El hecho, en el caso, es, básicamente, el fenómeno mediúmnico, el cual demuestra, inequívocamente, la existencia e independencia del alma en relación al cuerpo y, principalmente, su supervivencia a la muerte del organismo físico.

A partir de las evaluaciones cualitativa-cuantitativas de los fenómenos mediúmnicos en general, y de otros fenómenos relacionados, tales como el magnetismo y la emancipación del alma, un profundo estudio pasa a ser desarrollado acerca de las condiciones la vida espiritual de los llamados “muertos”, que demuestran, continuamente, estar “vivos”, en otra realidad, conservando sus características de carácter y personalidad de la última vida física. Esas entidades, conocidas por muchos como “las almas de los hombres que vivieron en el mundo” (además de eventuales almas que pueden no haber tenido reencarnaciones en la Tierra, pero que, aun así, pueden visitar espiritualmente nuestro planeta), demuestran, a través de las comunicaciones mediúmnicas, que la vida física constituye sólo un pequeño estadio del Espíritu inmortal en su proceso de perfeccionamiento intelecto-moral. En otras palabras, el “muerto” vive un determinado tiempo en el mundo espiritual, pero, si no hubiera alcanzado un nivel de perfección relativa, deberá, a la corta o a la larga, desarrollar otras experiencias reencarnatorias.

Los Espíritus comunicantes también suministran innumerables y contundentes evidencias de que sus respectivos estados de felicidad relativa o de sus niveles de sufrimiento personal dependen directamente del tipo de vida que tuvieron en la Tierra, envolviendo sus elecciones, trabajos, trayectorias, fallos morales y realizaciones espirituales.

El Espiritismo no es sincrético – Además de eso, las tareas desarrolladas en el mundo espiritual, comprendiendo los nuevos aprendizajes y proyectos son dependientes de los requisitos intelecto-morales adquiridos por el Espíritu en cuestión.

En el supracitado contexto, la realidad semimaterial del periespíritu y sus propiedades y la variedad de implicanciones asociadas a los diferentes niveles de materialidad del periespíritu no dejan de ser concretadas constataciones de la realidad objetiva del mundo espiritual y, concomitantemente, de la existencia y de la inmortalidad.

La vivencia personal de todos los “muertos” que se comunican con los “vivos” por medio de los médiums demuestra la existencia de Principios Universales, tales como “Ley de Progreso” y la Necesidad de la Reencarnación”, en ese proceso ininterrumpido de perfeccionamiento del Espíritu Inmotal. 

Así pues, un profundo cuerpo filosófico adviene de las bases científicas, haciendo que el Espiritismo sea una “Filosofía Científica”. Siendo así, el cuerpo filosófico del Espiritismo es intrinsicamente relacionado y consecuente com sus bases científicas. El Espiritismo, consecuentemente, no es sincrético, por el contrario, pues constituye un conjunto conceptual uniforme, cuyos principios fundamentales se refuerzan mutuamente.

Eso implica que quién acepta aleatoriamente algunos principios doctrinarios del Espiritismo, pero aún no comprende las bases científicas que suministraron las evidencias de la existencia real de tales principios y ni la correlación mutua de apoyo entre ellos, aún presenta una mentalidad más espiritualista que propriamente espírita.

Además, el cuerpo científico-filosófico del Espiritismo, mientras más estudiado y comprendido, debe repercutir en consecuencias morales de la más alta religiosidad/espiritualidad para cada adepto.

El Espiritismo presenta tres aspectos – Eso hace que los espíritas tengan condiciones de estudiar con profundidad la esencia de las reflexiones y paradigmas éticos de los mayores moralizadores, filósofos y religiosos de toda la historia de la humanidad, comprendiendo, especial destaque, la esencia del pensamiento del hombre, que fue identificado por los propios Espíritus, como el más evolucionado que ya encarnó en la Tierra, y que fue Jesús de Nazarét (pregunta 625 de “El Libro de los Espíritus”). Esa construcción triple del cuerpo doctrinario del Espiritismo constituye, por lo tanto, un bloque científico-filosófico-religioso, denotando, entre otras cosas, que el Espiritismo estudia el Evangelio, pero no se somete al supuesto carácter de “infalibilidad” de los textos dichos “sagrados”, que es actitud irracional, y, por lo tanto, temerária, una vez que no respetando criterios científicos de evaluación de la Verdad, pueden conducir las visiones dogmáticas equivocadas acerca de la realidad (ved el capítulo “Moral Extraña” de “El Evangelio según el Espiritismo”).

Entendiendo, con bases lógicas, la realidad, reflexionamos sobre la vida y sobre nosotros mismos profunda espiritualidad y objetividad, pudiendo estudiar textos antiguos de Jesús y de otros Espíritus iluminados a la luz de la Doctrina Espírita en busca de una madurez espiritual constante.

Sin embargo, no siempre la lógica del pensamiento espírita, constituída a partir de esa construcción innovadora, es decir, partiéndose del bloque secuencial científico-filosófico-religioso, ha sido respetada. Es importante notar que el Espiritismo presenta tres aspectos, que son constituídos en una secuencia específica (y no de forma independiente o aleatoria), o sea, de las bases científicas surge el cuerpo filosófico con todas las profundas consecuencias de profunda religiosidad que la Doctrina Espírita proporciona.

No todo espiritualista es espírita – A título de ilustración del hecho de que ese bloque secuencial científico-filosófico-religioso no ha sido respetado, podemos citar la predisposición y, en muchos casos, la “convicción” de la comprensión de “todos” los versículos del Evangelio y, en algunos casos de toda la Bíblia, como revelaciones espirituales, lo que no deja de ser actitud de ignorancia del proceso por el cual los referidos textos surgieron. Además, denotan una tendencia “místico-mágica” de que el texto sea perfecto en todos los sentidos porque habría sido originado directamente de Dios, sin ninguna interferencia dos hombres.

Ahora, admitiendo esa idea de cuño mítico, los versículos no podrían caer mutuamente en contradicción, lo que ocurre sistemáticamente en toda la Bíblia, haciendo que, cada año, nuevas denominaciones religiosas basadas en el mismo texto surjan en nuestro planeta. Eso ocurre porque cada líder religioso, proponente de una nueva religión, valora algunos versículos en detrimento de otros que lo contradicen y ahí tenemos una nueva doctrina.

El comportamiento supracitado está relacionado, indirectamente, a actitudes de profundo fanatismo, en el cual el comportamiento de líderes religiosos primarios, que intentan distorsionar el sentido del texto bíblico para “hacerlo enseñar” lo que su orientación doctrinaria o personal prefere, y no la esencia de la enseñanza.

Otro ejemplo de la falta de respeto al bloque secuencial científico-filosófico-religioso es admitir que cualquier filósofo espiritualista, que sea reencarnacionista y acepte el fenómeno mediúmnico, es espírita. Ya vimos eso ocurrir en la historia del movimiento espírita en varias ocasiones.

¿Umbanda es Espiritismo? – De hecho, Leymarie, después de la muerte de Allan Kardec, publicaba artículos de teosofia en la “Revue Spirite”, creada por el Codificador; el entonces presidente de la Federación Espírita Brasileña (FEB), Wantuil de Freitas, contribuyó con una seria confusión histórica al defender que “Umbanda es Espiritismo”; ubaldistas, a partir de una pretensiosa propuesta de Pietro Ubaldi de que el Movimiento Espírita aceptara sus libros para que el “Espiritismo no quedara estacionado”, insisten en imponer al movimiento las obras del escritor católico Pietro Ubaldi.

Lamentablemente, el movimiento espírita no estuvo y no está libre de ese tipo de comportamiento. Las causas son muy variadas y, frecuentemente, coexisten en determinados adeptos e instituciones espíritas.

Algunos presentan esa actitud, pues creen que el Espiritismo puede abrazar a varias tendencias espiritualistas diversas, y, a menudo, mutuamente excluyentes. La Doctrina Espírita no representa un sincretismo religioso. Como diría José Raul Teixeira (USEERJ-1994), “el Espiritismo no es una cesta de gastos”, en la cual “todo lo que habla de Dios es bueno”. Aquellos que tienen esa tendencia no comprendieron cómo surgió la Doctrina Espírita y lo que ella representa en términos de “Alianza entre la Ciencia y la Religión” (ved “El Evangelio Según el Espiritismo”). Aquellos que tienen esa tendencia tal vez estuvieran más bien ambientados y coherentes con las respectivas propuestas en otros movimientos, que no presentan bases doutrinarias tan sólidas como ocurre con el Espiritismo.

Sin embargo, paradójicamente, individuos espiritualistas (pero no siempre espíritas) con fuertes tendencias católicas, africanistas, sincréticas, ecuménicas, entre otras, se sienten, frecuentemente, muy a voluntad, en nuestros ambientes espiritistas, aprovechándose del discurso de la tolerancia religiosa y de la caridad así como del bajo nivel de estudio doctrinario que, en algunos casos, ocurre en el Movimiento Espírita.

La célebre recomendación de Erasto sigue olvidada – Tal escenario tiende a minimizar el análisis crítico del contenido del mensaje espírita y la responsabilidad de su divulgación con elevada calidad, lo que fue muy enfatizado por Allan Kardec, Emmanuel, Divaldo Franco, entre otros. Además, el deseo de que los dirigentes batan récords de frecuencia en sus casas espíritas (aún en detrimento de la calidad doctrinaria guiada), además de la producción y venta de un número gigantesco de obras débiles doctrinariamente han generado una permisividad peligrosa en las casas espíritas.

Algunos autores, escudándose en la donación de derechos autoriales para obras de asistencia social (además de otros que ni eso hacen), se sienten en el derecho de publicar obras meramente espiritualistas como siendo obras espíritas, aún defendiendo ideas en oposición a los principios básicos del Espiritismo. El hecho de donar los derechos autores de una obra no hace necesariamente esa obra algo de calidad, y mucho menos de calidad espírita. Finalmente, algunos autores católicos y protestantes también donan derechos autoriales para obras asistenciales y no por eso sus contenidos se hacen espíritas. Sin respetar las bases científicas de la Doctrina y los métodos de control de la Universalidad de la Enseñanza de los Espíritus, además del escrúpulo kardecista que asevera que “en la duda, te abstiene”, los autores se arriesgan, conscientemente o no, a difundir ideas completamente equivocadas. 

Importante acentuar que la responsabilidad no es solamente de los autores, sino de las editoras espíritas, de los directores de librerías espíritas, de los expositores y de los dirigentes de centros espíritas que venden y/o divulgan tales textos.

La recomendación de Erasto, en “El Libro de los Médiums”, de que “es preferible rechazar diez verdades que aceptar una única mentira, una única teoría falsa” sigue siendo olvidada por muchos escritores, expositores y dirigentes que actúan en el movimiento espírita. La Doctrina Espírita prefiere un avance conceptual más lento, gradual y seguro que arrebatos sin ningún respaldo en la “evidencia del hecho”, o sea, sin bases científicas. Sobre “las utopías, nosotros esperaremos que ellas se concreten en los hechos naturales”, como es enseñado en el texto de la Codificación Kardecista.   

 

Traducción:
Isabel Porras - isabelporras1@gmail.com

 

 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita