El Espiritismo presenta sus bases totalmente
científicas, a través del análisis del hecho natural, o
sea, del fenómeno inherente a la naturaleza. El hecho,
en el caso, es, básicamente, el fenómeno mediúmnico, el
cual demuestra, inequívocamente, la existencia e
independencia del alma en relación al cuerpo y,
principalmente, su supervivencia a la muerte del
organismo físico.
A partir de las evaluaciones cualitativa-cuantitativas
de los fenómenos mediúmnicos en general, y de otros
fenómenos relacionados, tales como el magnetismo y la
emancipación del alma, un profundo estudio pasa a ser
desarrollado acerca de las condiciones la vida
espiritual de los llamados “muertos”, que demuestran,
continuamente, estar “vivos”, en otra realidad,
conservando sus características de carácter y
personalidad de la última vida física. Esas entidades,
conocidas por muchos como “las almas de los hombres que
vivieron en el mundo” (además de eventuales almas que
pueden no haber tenido reencarnaciones en la Tierra,
pero que, aun así, pueden visitar espiritualmente
nuestro planeta), demuestran, a través de las
comunicaciones mediúmnicas, que la vida física
constituye sólo un pequeño estadio del Espíritu inmortal
en su proceso de perfeccionamiento intelecto-moral. En
otras palabras, el “muerto” vive un determinado tiempo
en el mundo espiritual, pero, si no hubiera alcanzado un
nivel de perfección relativa, deberá, a la corta o a la
larga, desarrollar otras experiencias reencarnatorias.
Los Espíritus comunicantes también suministran
innumerables y contundentes evidencias de que sus
respectivos estados de felicidad relativa o de sus
niveles de sufrimiento personal dependen directamente
del tipo de vida que tuvieron en la Tierra, envolviendo
sus elecciones, trabajos, trayectorias, fallos morales y
realizaciones espirituales.
El Espiritismo no es sincrético
– Además de eso, las tareas desarrolladas en el mundo
espiritual, comprendiendo los nuevos aprendizajes y
proyectos son dependientes de los requisitos
intelecto-morales adquiridos por el Espíritu en cuestión.
En el supracitado contexto, la realidad semimaterial del
periespíritu y sus propiedades y la variedad de
implicanciones asociadas a los diferentes niveles de
materialidad del periespíritu no dejan de ser
concretadas constataciones de la realidad objetiva del
mundo espiritual y, concomitantemente, de la existencia
y de la inmortalidad.
La vivencia personal de todos los “muertos” que se
comunican con los “vivos” por medio de los médiums
demuestra la existencia de Principios Universales, tales
como “Ley de Progreso” y la Necesidad de la
Reencarnación”, en ese proceso ininterrumpido de
perfeccionamiento del Espíritu Inmotal.
Así pues, un profundo cuerpo filosófico adviene de las
bases científicas, haciendo que el Espiritismo sea una
“Filosofía Científica”. Siendo así, el cuerpo filosófico
del Espiritismo es intrinsicamente relacionado y
consecuente com sus bases científicas. El Espiritismo,
consecuentemente, no es sincrético, por el contrario,
pues constituye un conjunto conceptual uniforme, cuyos
principios fundamentales se refuerzan mutuamente.
Eso implica que quién acepta aleatoriamente algunos
principios doctrinarios del Espiritismo, pero aún no
comprende las bases científicas que suministraron las
evidencias de la existencia real de tales principios y
ni la correlación mutua de apoyo entre ellos, aún
presenta una mentalidad más espiritualista que
propriamente espírita.
Además, el cuerpo científico-filosófico del Espiritismo,
mientras más estudiado y comprendido, debe repercutir en
consecuencias morales de la más alta religiosidad/espiritualidad
para cada adepto.
El Espiritismo presenta tres aspectos
– Eso hace que los espíritas tengan condiciones de
estudiar con profundidad la esencia de las reflexiones y
paradigmas éticos de los mayores moralizadores,
filósofos y religiosos de toda la historia de la
humanidad, comprendiendo, especial destaque, la esencia
del pensamiento del hombre, que fue identificado por los
propios Espíritus, como el más evolucionado que ya
encarnó en la Tierra, y que fue Jesús de Nazarét (pregunta
625 de “El Libro de los Espíritus”). Esa construcción
triple del cuerpo doctrinario del Espiritismo constituye,
por lo tanto, un bloque científico-filosófico-religioso,
denotando, entre otras cosas, que el Espiritismo estudia
el Evangelio, pero no se somete al supuesto carácter de
“infalibilidad” de los textos dichos “sagrados”, que es
actitud irracional, y, por lo tanto, temerária, una vez
que no respetando criterios científicos de evaluación de
la Verdad, pueden conducir las visiones dogmáticas
equivocadas acerca de la realidad (ved el capítulo
“Moral Extraña” de “El Evangelio según el Espiritismo”).
Entendiendo, con bases lógicas, la realidad,
reflexionamos sobre la vida y sobre nosotros mismos
profunda espiritualidad y objetividad, pudiendo estudiar
textos antiguos de Jesús y de otros Espíritus iluminados
a la luz de la Doctrina Espírita en busca de una madurez
espiritual constante.
Sin embargo, no siempre la lógica del pensamiento
espírita, constituída a partir de esa construcción
innovadora, es decir, partiéndose del bloque secuencial
científico-filosófico-religioso, ha sido respetada. Es
importante notar que el Espiritismo presenta tres
aspectos, que son constituídos en una secuencia
específica (y no de forma independiente o aleatoria), o
sea, de las bases científicas surge el cuerpo filosófico
con todas las profundas consecuencias de profunda
religiosidad que la Doctrina Espírita proporciona.
No todo espiritualista es espírita
– A título de ilustración del hecho de que ese bloque
secuencial científico-filosófico-religioso no ha sido
respetado, podemos citar la predisposición y, en muchos
casos, la “convicción” de la comprensión de “todos” los
versículos del Evangelio y, en algunos casos de toda la
Bíblia, como revelaciones espirituales, lo que no deja
de ser actitud de ignorancia del proceso por el cual los
referidos textos surgieron. Además, denotan una
tendencia “místico-mágica” de que el texto sea perfecto
en todos los sentidos porque habría sido originado
directamente de Dios, sin ninguna interferencia dos
hombres.
Ahora, admitiendo esa idea de cuño mítico, los
versículos no podrían caer mutuamente en contradicción,
lo que ocurre sistemáticamente en toda la Bíblia,
haciendo que, cada año, nuevas denominaciones religiosas
basadas en el mismo texto surjan en nuestro planeta. Eso
ocurre porque cada líder religioso, proponente de una
nueva religión, valora algunos versículos en detrimento
de otros que lo contradicen y ahí tenemos una nueva
doctrina.
El comportamiento supracitado está relacionado,
indirectamente, a actitudes de profundo fanatismo, en el
cual el comportamiento de líderes religiosos primarios,
que intentan distorsionar el sentido del texto bíblico
para “hacerlo enseñar” lo que su orientación doctrinaria
o personal prefere, y no la esencia de la enseñanza.
Otro ejemplo de la falta de respeto al bloque secuencial
científico-filosófico-religioso es admitir que cualquier
filósofo espiritualista, que sea reencarnacionista y
acepte el fenómeno mediúmnico, es espírita. Ya vimos eso
ocurrir en la historia del movimiento espírita en varias
ocasiones.
¿Umbanda es Espiritismo?
– De hecho, Leymarie, después de la muerte de Allan
Kardec, publicaba artículos de teosofia en la “Revue
Spirite”, creada por el Codificador; el entonces
presidente de la Federación Espírita Brasileña (FEB),
Wantuil de Freitas, contribuyó con una seria confusión
histórica al defender que “Umbanda es Espiritismo”;
ubaldistas, a partir de una pretensiosa propuesta de
Pietro Ubaldi de que el Movimiento Espírita aceptara sus
libros para que el “Espiritismo no quedara estacionado”,
insisten en imponer al movimiento las obras del escritor
católico Pietro Ubaldi.
Lamentablemente, el movimiento espírita no estuvo y no
está libre de ese tipo de comportamiento. Las causas son
muy variadas y, frecuentemente, coexisten en
determinados adeptos e instituciones espíritas.
Algunos presentan esa actitud, pues creen que el
Espiritismo puede abrazar a varias tendencias
espiritualistas diversas, y, a menudo, mutuamente
excluyentes. La Doctrina Espírita no representa un
sincretismo religioso. Como diría José Raul Teixeira (USEERJ-1994),
“el Espiritismo no es una cesta de gastos”, en la cual
“todo lo que habla de Dios es bueno”. Aquellos que
tienen esa tendencia no comprendieron cómo surgió la
Doctrina Espírita y lo que ella representa en términos
de “Alianza entre la Ciencia y la Religión” (ved “El
Evangelio Según el Espiritismo”). Aquellos que tienen
esa tendencia tal vez estuvieran más bien ambientados y
coherentes con las respectivas propuestas en otros
movimientos, que no presentan bases doutrinarias tan
sólidas como ocurre con el Espiritismo.
Sin embargo, paradójicamente, individuos espiritualistas
(pero no siempre espíritas) con fuertes tendencias
católicas, africanistas, sincréticas, ecuménicas, entre
otras, se sienten, frecuentemente, muy a voluntad, en
nuestros ambientes espiritistas, aprovechándose del
discurso de la tolerancia religiosa y de la caridad así
como del bajo nivel de estudio doctrinario que, en
algunos casos, ocurre en el Movimiento Espírita.
La célebre recomendación de Erasto sigue olvidada
– Tal escenario tiende a minimizar el análisis crítico
del contenido del mensaje espírita y la responsabilidad
de su divulgación con elevada calidad, lo que fue muy
enfatizado por Allan Kardec, Emmanuel, Divaldo Franco,
entre otros. Además, el deseo de que los dirigentes
batan récords de frecuencia en sus casas espíritas (aún
en detrimento de la calidad doctrinaria guiada), además
de la producción y venta de un número gigantesco de
obras débiles doctrinariamente han generado una
permisividad peligrosa en las casas espíritas.
Algunos autores, escudándose en la donación de derechos
autoriales para obras de asistencia social (además de
otros que ni eso hacen), se sienten en el derecho de
publicar obras meramente espiritualistas como siendo
obras espíritas, aún defendiendo ideas en oposición a
los principios básicos del Espiritismo. El hecho de
donar los derechos autores de una obra no hace
necesariamente esa obra algo de calidad, y mucho menos
de calidad espírita. Finalmente, algunos autores
católicos y protestantes también donan derechos
autoriales para obras asistenciales y no por eso sus
contenidos se hacen espíritas. Sin respetar las bases
científicas de la Doctrina y los métodos de control de
la Universalidad de la Enseñanza de los Espíritus,
además del escrúpulo kardecista que asevera que “en la
duda, te abstiene”, los autores se arriesgan,
conscientemente o no, a difundir ideas completamente
equivocadas.
Importante acentuar que la responsabilidad no es
solamente de los autores, sino de las editoras
espíritas, de los directores de librerías espíritas, de
los expositores y de los dirigentes de centros espíritas
que venden y/o divulgan tales textos.
La recomendación de Erasto, en “El Libro de los Médiums”,
de que “es preferible rechazar diez verdades que aceptar
una única mentira, una única teoría falsa” sigue siendo
olvidada por muchos escritores, expositores y dirigentes
que actúan en el movimiento espírita. La Doctrina
Espírita prefiere un avance conceptual más lento,
gradual y seguro que arrebatos sin ningún respaldo en la
“evidencia del hecho”, o sea, sin bases científicas.
Sobre “las utopías, nosotros esperaremos que ellas se
concreten en los hechos naturales”, como es enseñado en
el texto de la Codificación Kardecista.
Traducción:
Isabel Porras - isabelporras1@gmail.com