Espiritismo para
los niños
por Célia Xavier de Camargo

Año 11 – Nº 532 – 3 de Setiembre de 2017

 

El mejor papá del mundo


Carlitos, un niño muy travieso, llegó a casa sintiéndose molesto.

Había estado en el patio trasero jugando a la pelota con sus amigos y, sin querer, rompió el vidrio de una de las ventanas.


 

El papá, que leía el periódico en el balcón, se dio cuenta de lo que había pasado. Se levantó en ese momento y fue a llamarle la atención a su hijo:

- ¡Hijo mío, ten cuidado! No patees la pelota con mucha fuerza. Rompiste un vidrio de nuestra ventana. ¿Y si fuera la casa del vecino? ¡Tu padre tendría que pagar! ¿Y si hubieras lastimado a alguien?

- ¡Pero, papá, no fue mi culpa!    

- Sea quien fuera, tú causaste un daño y te lo descontaré de tu mesada.

Entrando a la cocina, Carlitos se sentó en una silla, rebelde. María, la empleada de su mamá, que lavaba la vajilla, preguntó:

- ¿Qué pasó esta vez, Carlitos?

- Mi papá me regañó solo porque rompí el vidrio de una ventana. Dice que me lo va a descontar de mi mesada. ¡Siempre es mi culpa! ¡Todo yo! ¡Todo yo!

María, que le agradaba el niño, con cariño respondió:

- Carlitos, todos tenemos que ser responsables por nuestras acciones. Y tu padre solo estaba intentando enseñarte responsabilidad, disciplina y respeto a las cosas ajenas.

- ¡María, pero él me regaña todo el tempo! Por tener que bañarme, hacer las tareas del colegio, arreglar los juguetes. ¡Uf! ¡Estoy cansado! Me gustaría tener otro papá. ¿Sabes qué, María? Creo que no le voy a dar un regalo por el Día del Padre.

- Él hace eso por amor, Carlitos. Y no es verdad que tu papá te llama la atención todo el tiempo. ¡Piensa bien!

Carlitos, ya más calmado, pensó un poco y estuvo de acuerdo.

Se acordó de todas las veces que su papá lo había llevado a pasear, pescar, tomar helado, andar en bicicleta, al parque de diversiones. Todas las veces que su papá había llegado cansado del trabajo, pero se sentaba a enseñarle las tareas del colegio que él no lograba hacer solo.

Es más: se acordó de las veces que el papá había entrado en puntas de los pies a su cuarto para desearle las buenas noches.

- Tienes razón, María. Mi papá se preocupa de mí.

Y María, que era una mujer muy resignada, puso la mano en la cabeza del niño, se sentó a su lado y dijo:

- Te voy a contar una historia, Carlitos. Había un joven que, desde pequeño, fue muy travieso, hacía cosas equivocadas, se peleaba con los vecinos, no respetaba a las personas porque nunca tuvo a alguien que le enseñara. Su mamá lo amaba mucho y, como el niño ya no tenía papá, ella no quería que él sufriera. Y así, siempre disculpaba todo lo que el hijo hacía, rodeándolo de cuidados y atenciones. Nunca creía en las profesoras del colegio ni en las personas que venían a alertarla sobre el pésimo comportamiento de su hijo. Un día, él comenzó a robar. Al comienzo eran pequeños hurtos, después pasó a robar cosas más grandes, aparatos de sonido, televisores y hasta carros.

Carlitos escuchaba con los ojos abiertos de espanto:

- ¿Y después? – preguntó interesado.

- Después, acabó preso. La madre lamenta hasta hoy no haberle dado la educación que él necesitaba.

El niño estaba impresionado.

- ¿Tú lo conoces, María?

Con los ojos húmedos ella respondió:

- Sí lo conozco, Carlitos. Ese joven es mi hijo.

Solamente en ese momento el niño se dio cuenta que, antes de que María trabajara en su casa desde que él había nacido, no sabía nada de su vida.

María dejó de hablar, se limpió los ojos en el delantal, y terminó:

- Por eso, agradece a Dios todos los días, Carlitos, por tener un padre que se preocupa por ti y que te ama mucho. Si yo me hubiera preocupado en darle una buena educación y orientación religiosa a mi hijo, probablemente hoy él sería diferente.

Carlitos, muy serio, se acordó:

- Es por eso que papá y mamá siempre me dicen que el Evangelio de Jesús nos ayudará a ser mejores personas.

- Exacto, Carlitos. Pero, en ese momento, yo no lo sabía.

Volviendo de las comprar, la mamá entró a la casa y Carlitos corrió a su encuentro.

- ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Necesitamos comprar el regalo de papá!

- ¡Calma, hijo mío! ¿Pero qué pasó para que estés tan ansioso?

- ¡Es que descubrí que tengo un papá maravilloso! ¡EL MEJOR PAPÁ DEL MUNDO!

 

TIA CÉLIA

 
 
Traducción:
Carmen Morante: carmen.morante9512@gmail.com

 

 

     
     

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