Hace más de 6 años hemos acompañado en los medios de
comunicación la situación dramática del conflicto que
envuelve Siria, una guerra civil que ya produjo números
sobrecogedores. Según la Organización de las Naciones
Unidas (ONU), son más de 400 mil muertos y casi 5
millones de refugiados desde el inicio de la batalla.
Recientemente algunos hechos tensaron aún
más
la situación.
El gobierno sirio golpeó a
los rebeldes con un duro ataque de arma química
que acabó por
hacer víctimas
a 86 personas, de entre ellas 27 niños inocentes.
Inmediatamente los Estados Unidos bombardearon una base
militar de Siria como represalia al uso de armas químicas
y, como si no bastara, Rusia se manifestó a
favor de Siria y posicionó sus
navíos
de guerra en el mar Mediterráneo
para defender a su aliado. Los ojos del mundo están
volcados para ese conflicto que gana estatus de
guerra entre potencias.
Entendiendo el conflicto en Siria – Desde
el año 2000, cuando Bashar al-Assad asumió el
gobierno después
de la muerte de su padre Hafez, la población
siria viene enfrentando serias dificultades, como el
desempleo, la corrupción,
el autoritarismo y la represión
por parte del gobierno. La mecha del despotismo se dio
en 2011 cuando un grupo de jóvenes
fue prendido y torturado por las fuerzas de seguridad
del gobierno por pintar frases revolucionarías
en un muro de una escuela. A partir de ese hecho la
población
inició una
serie de manifestaciones influenciada por la Primavera
Árabe1, pidiendo la salida de Assad. El
gobierno respondió con violencia, lo que reforzó el
entusiasmo de los manifestantes.
Simpatizantes de grupos antigovierno iniciaron una
revuelta armada para defenderse contra las embestidas
del poder. Con eso la violencia rápidamente
tomó cuenta
del país.
Con el tiempo los civiles dieron espacio a los radicales
y jihadistas – partidarios
de la “guerra
santa” islámica.
Entre ellos están
el autodenominados Estado Islámico
y el Frente Nusra, afiliada a al-Qaeda. La guerra dejó de
ser una simple lucha por el poder y pasó también
a envolver aspectos de naturaleza sectária
y religiosa, con diversas facciones que forman la
oposición
combatiendo tanto el gobierno como unas a las otras.
El EI con sus tácticas
crueles, aprovechándose
de la fragilidad provocada por la guerra civil, pasó a
atacar a los diversos frentes de batalla que se
establecieron, en la perspectiva de instalar su
califado, haciendo el conflicto cada vez más
devastador. A partir de 2014, tropas aliadas de Francia,
Estados Unidos e Inglaterra iniciaron bombardeos en
Siria con el objetivo de contener el avance de los
terroristas. En 2015 Rusia inició una
campaña de apoyo al gobierno sirio, que había
sufrido derrotas importantes en la lucha contra los
rebeldes, lo que posibilitóla
retomada de la ciudad de Aleppo, el más
importante centro tras la capital Damasco, que había
sido conquistada por el EI. Como retoma, los terroristas
intensificaron de manera desafiadora los ataques contra
las potencias mundiales envueltas en el conflicto sirio,
por medio de atentados violentos. Los países
aliados desde entonces invierten cada vez más
en seguridad y en la lucha contra el terrorismo.
Es evidente que la guerra resiste hace tanto tiempo
porque es alimentada por intereses dispensados, tanto de
potencias regionales como Turquía,
que suministra condiciones y armamentos para los
rebeldes, e Irán,
que apoya incondicionalmente al gobierno sirio, en
cuanto a potencias internacionales como a Rusia, que
tiene interés
político
en aquel país.
De esta forma, el riesgo de una guerra envolviendo otros
países
aumenta, pudiendo transformar un conflicto regional en
una batalla aún
mayor.
Con todo ese contexto, la guerra en Siria pasa a ser
problema de todo el mundo, una vez que creó un êxodo
de refugiados, tal vez el mayor de la historia moderna,
los cuales parten principalmente para Europa buscando
asilo, lo que generó una
crisis en los países
de aquel continente. La ONU estima que son necesarios
US$ 3,2 mil millones para proveer ayuda humanitária a
13,5 millones de personas – incluyendo
seis millones de niños sirios. Cerca del 70% de la
población
no tiene acceso al agua potable, una de cada tres
personas no consigue suplir las necesidades alimentarias
básicas,
más
de 2 millones de niños no van a la escuela y uno de cada
cinco individuos vive en la pobreza extrema.
Las consecuencias de una guerra en los días
actuales – El
planeta Tierra, desde el surgimiento del hombre, ya
atravesó incontables
conflictos en diferentes épocas
y regiones territoriales. Evidentemente, la motivación,
los objetivos y sobre todo los armamentos han cambiado
mucho a medida que el tiempo avanza y el hombre progresa
intelectualmente. El hecho es que las guerras alteran
significativamente el curso de la historia, pues acaban
influenciando directamente en civilizaciones, costumbres
y territorialización.
La gran preocupación
es que, con el advenimiento de la tecnología,
las guerras alcanzaron un poder bélico
devastador. Los combatientes dejaron de lado las lanzas
y las espadas para dar espacio a la pólvora
y a las granadas y, en los días
actuales, a las armas químicas
y nucleares, que detentan gran capacidad de diezmar
civilizaciones enteras. La última
gran guerra por ejemplo, conocida como 2ª Guerra
Mundial, fue el conflicto más
letal de la historia de la humanidad, resultando en
aproximadamente 70 millones de muertes, y fue el único
hasta hoy con el uso de armas nucleares.
Las consecuencias de una guerra son incontables, desde
problemas de orden político
y económico
hasta la muerte de civiles inocentes, pasando por graves
cuestiones humanitarias. No hay que pensar solamente en
muertes, sino también
en personas mutiladas, en enfermedades diseminadas, en
problemas psicológicos
y traumas de todo órden,
teniendo en cuenta que la mayoría
abrumadora de las víctimas
son seres humanos comunes que no están
preocupados con la geopolítica
o con las estratégias militares, que sólo
quieren que sus hijos vivan y crezcan bien. Son personas
que no se preocupan con la “seguridad nacional”, sino
con la seguridad personal, con alimentos, ropa, cuidados
médicos
y paz.
Ciertamente, el gran temor de esos tiempos es de que
ocurra una guerra mundial envolviendo a las mayores
potencias militares del mundo, con todo su poder bélico
de armas químicas
y nucleares. Tomando por base el ataque atómico
a Japón
a finales de la 2ª guerra
mundial, que mató instantáneamente
a 200.000 personas y otras miles a lo largo de los años
por consecuencia de la radiación,
podemos tener una idea de lo que sería
un gran conflicto armado hoy.
La Guerra a la luz del Espiritismo – En
algún
momento, buena parte de las personas de bien y
principalmente las que son las víctimas
de la guerra ya indagaron porqué las
batallas existen, o. aún,
por qué Dios
permite que ellas ocurra. Para responder esas preguntas
bajo el punto de vista del espírita,
debemos considerar tres importantes aspectos:
1 – Libre-albedrío:
Al hombre es facultado el derecho de pensar y actuar. Es
lo que llamamos libre-albedrío. Sin él,
seríamos
marionetas en las manos de Dios, como explicaron los espíritus
a Allan Kardec en las obras de la codificación: “Pues
quién
tiene la libertad de pensar, tiene igualmente la de
obrar. Sin el libre-albedrío, el hombre sería uma
máquina”2 Es
por la libertad de actuar que cometemos equívocos,
que a veces causan sufrimientos a nosotros mismos y a
otros. Si somos libres en nuestras acciones, no podemos
responsabilizar al Creador por las consecuencias de
nuestros actos.
2 – Progreso
moral: La calidad de nuestras acciones son directamente
proporcionales a nuestro progreso moral; mientras más
evolucionado es el espíritu,
más
nobles serán
sus actos. Espíritus
moralmente desarrollados no provocan guerras, mientras
que espíritus
ignorantes tienden a buscar los conflictos para resolver
sus intereses. Las guerras nada más son que el reflejo
de instintos de los espíritus aún en evolución.
3 – Ley
de causa y efecto: Como nada ocurre por casualidad, la
Providencia divina se encarga de hacer los ajustes
necesarios, aún
en actitudes puramente humanas; de esta forma, las
guerras, además
de acelerar el progreso colectivo de espíritus
reencarnados, también
sirve como expiación a aquellos que fueron los verdugos
del pasado. Si analizáramos
el conflicto sirio de manera superficial, podemos
imaginar que los refugiados de ahora fueron los verdugos
que en el pasado expulsaron a los nativos de sus tierras
por medio de las guerras.
Allan Kardec habla sobre guerras em El Libro de los
Espíritus, veamos:
742. ¿Cuál es la causa que lleva al hombre a la guerra?
— Predominancia
de la naturaleza animal sobre la espiritual y la
satisfacción
de las pasiones. En el estado de barbárie,
los pueblos sólo
conocen el derecho del más
fuerte, y por eso es por lo que la guerra, para ellos,
es un estado normal. A medida que el hombre progresa,
ella se hace menos frecuente, porque él
evita sus causas y, cuando ella se hace necessária, él
sabe adiccionarle humanidad.
743. ¿La guerra desaparecerá un día de la faz de la
Tierra?
— Sí,
cuando los hombres comprendieran la justicia y
praticaran la ley de Dios. Entonces todos los pueblos
serán
Hermanos.
744. ¿Cuál es el objetivo de la Providencia al hacer la
guerra necesaria?
— La
libertad y el progreso.
El hombre evoluciona intelectualmente a pasos largos,
pero no es capaz de perfeccionar la moral en la misma
proporción.
Utiliza la inteligencia contra sí mismo
produciendo armas de destrucción
masiva con tecnología
punta, guiadas por satélites,
que pueden alcanzar largas distancias y aniquilar
comunidades enteras. Por otro lado, aún
no consiguió cultivar
en sí la
tolerancia, el amor y la compasión.
En este momento en que el planeta Tierra pasa por
transición,
estaremos sometidos de manera más
clara a la Ley de Destrucción.
Muchos espíritus
aquí reencarnados
disfrutan de la última
oportunidad en el orbe terrestre corriendo el riesgo de
en vez de permanecer afiliados a este mundo, sean
exiliados para planetas compatibles con su grado de
evolución,
pues la marcha del progreso es continua. Hagamos, pues,
nuestra parte cultivando el amor y trabajando por la
paz.
Referências:
MAGNOLI, Demétrio. História das
guerras. 3. ed. São Paulo : Contexto, 2006.
KARDEC, Allan. O Livro dos Espíritos:
princípios da Doutrina Espírita. Trad. de Guillon
Ribeiro. 86. ed. Rio de Janeiro: FEB, 2005.
Traducción:
Isabel Porras -
isabelporras1@gmail.com