|
La psiquiatría infantil bajo la óptica de una doctora
espírita |
|
Natural de la capital
paulista y residente en Campinas
(SP), Tais Silveira Moriyama (foto) es doctora
psiquiatra especializada en el área de infancia y
adolescencia. Espírita desde su nacimiento, es parte del
Instituto Bairral, de Itapira (SP), donde es responsable
del servicio de psiquiatría infantil.
¿Cómo surgió su interés
por la psiquiatría y especialmente por la psiquiatría
infantil?
Mi padre es psiquiatra y
mi madre fue profesora antes de dedicarse a la
maternidad. Ambos se conocieron realizando un trabajo
voluntario en una institución espírita que acogía a
niños, el Educandário Eurípedes, en Campinas.
Creo que el interés de ambos en el desarrollo
socio-emocional de los niños ha sido uno de los pilares
de la unión entre ellos, y pasé mi infancia escuchando
las conversaciones entre mis padres a ese respecto.
Pienso que eso explica mucho mi interés por la
psiquiatría de la infancia y de la adolescencia.
Para orientar a los
padres con niños pequeños, ¿cuáles son los principales
indicios de un disturbio psiquiátrico en un niño?
El principal indicio de
que el niño necesita pasar por una evaluación
socio-emocional es cuando falla en lograr metas de
desarrollo típicas de su edad. Eso puede ser muy sutil.
Por ejemplo, un niño que demora en hablar puede estar
dentro de un patrón propio de desarrollo, pero también
puede tener algún trastorno. Para saber si ese niño
sigue una curva de desarrollo típico o atípico es
necesario hacer una evaluación relativamente compleja,
involucrando varios aspectos relacionados al
procesamiento de sonidos, desarrollo de habilidades
sociales, vocabulario comprensivo y expresivo, uso de
recursos no verbales de comunicación, etc. Otro ejemplo:
un escolar que no puede hacer amigos puede ser sólo un
niño tímido, pero alternativamente, puede ser un fóbico
social o tener bajas habilidades sociales. Otro ejemplo
más: un niño de ocho años que no puede dormir alejado de
los padres puesta sufriendo de ansiedad de separación.
De manera general yo diría que es complejo trazar los
límites entre las diferencias de temperamento, que son
individuales en cada niño, y los trastornos mentales de
la infancia y adolescencia. Por ello el mejor camino es
tener un profesional de referencia que evalúe el niño de
tiempo en tiempo, o siempre surjan dudas sobre su
desarrollo.
Por su visión espírita y
profesional en el área, ¿hay cómo identificar un límite
entre los disturbios traídos como bagaje de experiencias
anteriores, en la reencarnación, y los disturbios
propiamente desarrollados en la presente existencia?
Creo que la jornada del
espíritu es más relevante que la jornada del cuerpo en
la determinación de los síntomas psiquiátricos. Los
niños nacen ya con algunas tendencias que aumentan o
disminuyen las posibilidades de desarrollar trastornos
mentales, pero los eventos de su vida pueden potenciar o
disipar esas tendencias. Por ejemplo, en un gran estudio
que acompañó a cerca de 13,000 niños desde su nacimiento
hasta la edad adulta, los investigadores descubrieron
que algunos niños, que antes de los cinco años de edad
eran más extrovertidos y ávidos de novedades, tenían una
mayor oportunidad de tomar alcohol en la adolescencia,
es decir, algunas características que ya nacen con el
niño aumentan sus posibilidades de desarrollar un
trastorno mental. Por otro lado, no son solamente las
características desde niño que aumentan sus
posibilidades de usar alcohol, su historia de vida
también puede contribuir a eso. Otro estudio monitoreó a
1,266 jóvenes desde los 13/14 años a los 26/27 años y
mostró que jóvenes más impulsivos y poco comprometidos
con la escuela tenían mayores posibilidades de hacer un
uso problemático del alcohol, pero no solamente eso; los
jóvenes que veían a los padres beber y cuyos padres
desconocían sus hábitos de bebida, también tenían mayor
frecuencia de uso del alcohol. Es decir, resumiendo, los
niños nacen con algunas tendencias, pero corresponde a
los padres velar para que esas tendencias sean bien
dirigidas.
¿De qué manera ocurren
los estímulos para el desarrollo de disturbios en la
presente existencia a partir de la infancia, sin que
necesariamente haya vínculos con existencias anteriores?
Creo que todos nuestros
sufrimientos actuales tienen algún eslabón de conexión
con el pasado, ya sea reciente o remoto. Mientras tanto,
algunos trastornos mentales pueden imponerse a través de
alteraciones orgánicas del cerebro. Un ejemplo de ello
son los casos de trastornos mentales causados por
enfermedades neurológicas, como la psicosis causada por
encefalitis autoinmune, por ejemplo. También es verdad
que algunos niños y adolescentes van a desarrollar
trastornos mentales después del uso de drogas y de
eventos traumáticos de su vida. En el caso de la
esquizofrenia, por ejemplo, sabemos de los principales
factores desencadenantes del cuadro son el uso de
marihuana y la exposición a la violencia o situaciones
de aislamiento y desprestigio social.
El bullying en la
escuela, así como una familia desestructurada, ¿pueden
ser responsables del surgimiento de esas disfunciones
cerebrales?
Si, hoy tenemos datos
sólidos que nos demuestran que el bullying, los
conflictos familiares y otros eventos adversos de la
vida son factores de riesgo para el desarrollo de
diversos trastornos mentales, como la depresión,
ansiedad y hasta psicosis.
Invirtiendo la pregunta
anterior ¿cómo la armonía familiar y un ambiente
saludable ayudar en la recuperación de un niño que trae
o presenta tales dificultades?
El soporte interpersonal
es ciertamente un potente factor en la promoción de la
salud mental. Niños que crecen en ambientes de violencia
y que sufren o presencian conflictos intrafamiliares,
presentan tasas más altas de depresión, ansiedad, uso de
sustancias, psicosis, entre otros trastornos. El
problema, sin embargo, tiene orígenes profundos. Las
familias disfuncionales, algunas veces, son familias
genéticamente enfermas, cuyos miembros tienen pequeños
desequilibrios que, sumados, generan grandes
dificultades en las relaciones. Es verdad que cada
miembro de una familia tiene la obligación de buscar su
propio equilibrio y contribuir con un ambiente doméstico
saludable, sin embargo, cuando eso no es posible, se
debe tratar de evitar que los niños presencien o
participen en esos conflictos. La forma como un niño
percibe su ambiente familiar puede determinar la forma
como percibirá su ambiente para el resto de su vida.
¿Cómo es el componente
físico de esas enfermedades?
El componente físico
puede ser más o menos importante en algunas enfermedades
mentales, como por ejemplo la deficiencia intelectual
relacionada con el síndrome de Down, en que el factor
físico tiene un papel significativo. En otros casos,
como la depresión, por ejemplo, el factor físico es
menos determinante. En los últimos 30 años se han hecho
grandes inversiones en investigaciones de neuroimagen y
genética que pudan esclarecer las bases biológicas de
los trastornos mentales. Hasta el momento, sin embargo,
esos estudios se muestraron de manera general
frustrantes. Esto porque a pesar de haber identificado
muchos factores biológicos que aumentan la posibilidad
de trastornos mentales, ningún factor por sí solo es
suficiente para explicar su manifestación. Por ejemplo,
ser portador de ciertas formas de un gen puede aumentar
la posibilidad de tener una determinada enfermedad
mental, pero aun así, la gran mayoría de las personas
que poseen esa variante son saludables y la mayoría de
las personas que tienen esa enfermedad mental no tiene
ese gen. Esto nos demuestra que la causa de las
enfermedades mentales es múltiple y tiene origen no sólo
en uno u otro factor, sino en la concurrencia de muchos
factores de riesgo. Además, es necesario tener en mente
que es cada vez más difícil separar factores físicos de
los psicológicos. Actualmente está bastante claro que
las experiencias de vida dejan marcas biológicas en el
cerebro. Por ejemplo, niños que son cuidados con celo y
cariño pueden sufrir modificaciones en los procesos de
transcripción génica; con esto ellos pasan a producir
más sustancias relacionadas afectos positivos, lo que
los hace menos propensos a la depresión y a la ansiedad.
Desde el punto de vista espírita podemos entender que
las vivencias del espíritu dejan registros en el cuerpo.
¿Qué es lo que más afecta
emocionalmente a la vida mental de un niño,
contribuyendo al desarrollo de esos disturbios?
Algunos investigadores
afirman que todos los trastornos mentales lidian
esencialmente con dos capacidades humanas, el lenguaje y
la sociabilidad. El sufrimiento psíquico está muy ligado
a nuestra capacidad de coexistir con otros individuos y
de saber lidiar con el estrés que deriva de esas
relaciones. El ser humano es una especie extremadamente
social. Siendo así, yo diría que de manera general los
factores que tienen mayor influencia en el desarrollo
socio-emocional de un niño son los otros seres humanos
que lo rodean. En cada fase de la vida ese elemento
humano será representado por figuras diferentes. Por
ejemplo, en la primera infancia por ejemplo, la relación
con los padres es muy determinante en el desarrollo. En
la fase escolar se suma la importancia de los profesores
y los compañeros. En la adolescencia el ambiente social
del niño se expande y pasa a ser influenciado por
modelos más distantes, como figuras mediáticas, grupos
de amigos, etc. En todas las fases, la familia tiene una
importancia fundamental.
¿Y lo que más le ayuda en
la superación para recuperarse?
Además de buscar un
tratamiento adecuado, definitivamente el soporte
interpersonal es el principal factor determinante de la
salud mental. Es muy importante que las personas en
sufrimiento psíquico se sientan amadas, comprendidas y
protegidas.
¿Y qué nos puede decir
del autismo en la visión médica y espírita?
Tenemos grupos muy
distintos de pacientes con autismo que varían desde
presentaciones clínicas con alteraciones
comportamentales profundas y compromisos extensos de
comunicación e inteligencia, hasta pequeños genios con
trazos peculiares en la esfera social. Para cada caso
debe existir un propósito divino. Creo que en el caso de
nuestros pequeños genios, podemos estar ante espíritus
en misión en la Tierra que han pedido nacer con
dificultades sociales aturdidas para dedicarse con mayor
fluidez a la ciencia, la tecnología, la música y otras
artes. El cerebro social cuesta muy caro al espíritu,
éste trae una serie de instintos que nos quitan parte de
la originalidad y nos inclina a la imitación, a copiar a
otros individuos y tratar de pertenecer a grupos por
encima de todo. En algunos otros casos de autismo tal
vez estemos ante la reencarnación de un espíritu que
estuvo demasiado enfocado en su progreso intelectual,
dejando atrofiar sus facultades afectivas y emocionales.
En otros casos, además, pienso que el autismo es una
forma de prueba, un estado de sufrimiento impuesto al
espíritu para el rescate de ciertos delitos del pasado.
¿Algo resaltante de sus
experiencias que le gustaría relatar a los lectores?
He presenciado con mucha
frecuencia la situación de jóvenes que, habiendo tenido
acceso a toda la comodidad y protección, no encuentran
un propósito en su vida. Lamentablemente esa situación
viene tornándose cada vez más común. Creo que es
fundamental despertar el sentido existencial de los
niños, llevándolos a aferrarse a ideas que puedan llenar
de sus vidas de sentido. Debemos preocuparnos también en
no promover más facilidades de las necesarias; creo
también que necesitamos encarar como egoísmo nuestro el
favorecimiento exagerado de la comodidad dada a nuestros
niños cuando existe aún tanta necesidad a nuestro
alrededor. Propiciar facilidades en exceso es una forma
indirecta de enseñar el egoísmo y la insensibilidad para
con las necesidades ajenas.
¿Hay una directriz
básica, en la visión de un psiquiatra, para que el niño
se transforme en un adulto equilibrado?
Sabemos algunos espíritus
nacen destinados a ciertas pruebas que no podemos
suprimir. Mientras tanto lo que podemos hacer para
mitigar esos sufrimientos es mantener un ambiente de
amor alrededor de cada niño, en donde se pese en justas
proporciones la tolerancia y la exigencia. Necesitamos
ser sensibles a las necesidades de los niños, pero
también recordar que ellos precisan aprender a dar tanto
como necesitan recibir. Tenemos que ser mejores modelos
también, porque los niños aprenden mucho más por
imitación que por las palabras; necesitamos, en fin, ser
más equilibrados y quisiéramos tener hijos más
equilibrados. Y es necesario también recordar de llevar
a nuestros pequeños al ejercicio de la espiritualidad;
necesitamos permitir que ellos tengan directrices claras
desde la infancia y que conozcan las enseñanzas de amor
y de compasión.
A la luz del conocimiento
espírita, ¿qué le gustaría añadir?
Me gustaría hablar en
especial a los padres que sufren por sus hijos, me
gustaría incentivarlos a mantener la esperanza y a
continuar persistiendo. Pido que esos padres venzan los
prejuicios y no duden en buscar la ayuda de un
psiquiatra, porque la medicina está mejorando mucho y
los medicamentos y métodos de terapia modernos pueden
traer mucho alivio.
Me gustaría además
recordar el poder de la oración como proceso de autocura
o de intercesión por alguien. Ante las enfermedades
mentales no debemos prescindir del recurso de la oración
y de los pases. No obstante, quiero pedir también a las
personas que, además de la enorme fe que debemos tener
en los recursos espirituales, recuerden también los
recursos de la medicina. Muchas personas aún tienen un
prejuicio contra la figura del psiquiatra, sobre todo
para los niños. Pero los niños también sufren, y mucho.
Cuanto antes intervengamos mejor será el resultado. Los
psiquiatras de infancia y la adolescencia raras veces
usan medicamentos; la base de los tratamientos para
retrasos del desarrollo son técnicas de estimulación y
orientación a las familias. Aun así en algunos casos
pueden ser necesarios medicamentos, como antidepresivos,
ansiolíticos y antipsicóticos. Si son necesarios, esos
medicamentos deben ser probados. La medicina avanza a
pasos rápidos y cada vez más disponemos de medicamentos
con menos efectos adversos y que no inducen a la
dependencia o desvirtúan de ninguna manera la naturaleza
del espíritu. Los medicamentos son recursos muy útiles
en los momentos emocionales de gran oscuridad, cuando es
difícil ver la luz o salir de un estado de angustia o de
abatimiento muy intenso.
Sus palabras finales.
Pido la generosidad de
nuestros lectores para que consideren que mis respuestas
se limitan a los conocimientos que me son posibles y que
sin duda la verdad se extiende mucho más allá de lo que
pude transmitir.