Entrevista
por Orson Peter Carrara

Año 11 – Nº 533 – 10 de Setiembre de 2017

La psiquiatría infantil bajo la óptica de una doctora espírita

Natural de la capital paulista y residente en Campinas (SP), Tais Silveira Moriyama (foto) es doctora psiquiatra especializada en el área de infancia y adolescencia. Espírita desde su nacimiento, es parte del Instituto Bairral, de Itapira (SP), donde es responsable del servicio de psiquiatría infantil.

¿Cómo surgió su interés por la psiquiatría y especialmente por la psiquiatría infantil?

Mi padre es psiquiatra y mi madre fue profesora antes de dedicarse a la maternidad. Ambos se conocieron realizando un trabajo voluntario en una institución espírita que acogía a niños, el Educandário Eurípedes, en Campinas. Creo que el interés de ambos en el desarrollo socio-emocional de los niños ha sido uno de los pilares de la unión entre ellos, y pasé mi infancia escuchando las conversaciones entre mis padres a ese respecto. Pienso que eso explica mucho mi interés por la psiquiatría de la infancia y de la adolescencia.

Para orientar a los padres con niños pequeños, ¿cuáles son los principales indicios de un disturbio psiquiátrico en un niño?

El principal indicio de que el niño necesita pasar por una evaluación socio-emocional es cuando falla en lograr metas de desarrollo típicas de su edad. Eso puede ser muy sutil. Por ejemplo, un niño que demora en hablar puede estar dentro de un patrón propio de desarrollo, pero también puede tener algún trastorno. Para saber si ese niño sigue una curva de desarrollo típico o atípico es necesario hacer una evaluación relativamente compleja, involucrando varios aspectos relacionados al procesamiento de sonidos, desarrollo de habilidades sociales, vocabulario comprensivo y expresivo, uso de recursos no verbales de comunicación, etc. Otro ejemplo: un escolar que no puede hacer amigos puede ser sólo un niño tímido, pero alternativamente, puede ser un fóbico social o tener bajas habilidades sociales. Otro ejemplo más: un niño de ocho años que no puede dormir alejado de los padres puesta sufriendo de ansiedad de separación. De manera general yo diría que es complejo trazar los límites entre las diferencias de temperamento, que son individuales en cada niño, y los trastornos mentales de la infancia y adolescencia. Por ello el mejor camino es tener un profesional de referencia que evalúe el niño de tiempo en tiempo, o siempre surjan dudas sobre su desarrollo.

Por su visión espírita y profesional en el área, ¿hay cómo identificar un límite entre los disturbios traídos como bagaje de experiencias anteriores, en la reencarnación, y los disturbios propiamente desarrollados en la presente existencia?

Creo que la jornada del espíritu es más relevante que la jornada del cuerpo en la determinación de los síntomas psiquiátricos. Los niños nacen ya con algunas tendencias que aumentan o disminuyen las posibilidades de desarrollar trastornos mentales, pero los eventos de su vida pueden potenciar o disipar esas tendencias. Por ejemplo, en un gran estudio que acompañó a cerca de 13,000 niños desde su nacimiento hasta la edad adulta, los investigadores descubrieron que algunos niños, que antes de los cinco años de edad eran más extrovertidos y ávidos de novedades, tenían una mayor oportunidad de tomar alcohol en la adolescencia, es decir, algunas características que ya nacen con el niño aumentan sus posibilidades de desarrollar un trastorno mental. Por otro lado, no son solamente las características desde niño que aumentan sus posibilidades de usar alcohol, su historia de vida también puede contribuir a eso. Otro estudio monitoreó a 1,266 jóvenes desde los 13/14 años a los 26/27 años y mostró que jóvenes más impulsivos y poco comprometidos con la escuela tenían mayores posibilidades de hacer un uso problemático del alcohol, pero no solamente eso; los jóvenes que veían a los padres beber y cuyos padres desconocían sus hábitos de bebida, también tenían mayor frecuencia de uso del alcohol. Es decir, resumiendo, los niños nacen con algunas tendencias, pero corresponde a los padres velar para que esas tendencias sean bien dirigidas.

¿De qué manera ocurren los estímulos para el desarrollo de disturbios en la presente existencia a partir de la infancia, sin que necesariamente haya vínculos con existencias anteriores?

Creo que todos nuestros sufrimientos actuales tienen algún eslabón de conexión con el pasado, ya sea reciente o remoto. Mientras tanto, algunos trastornos mentales pueden imponerse a través de alteraciones orgánicas del cerebro. Un ejemplo de ello son los casos de trastornos mentales causados por enfermedades neurológicas, como la psicosis causada por encefalitis autoinmune, por ejemplo. También es verdad que algunos niños y adolescentes van a desarrollar trastornos mentales después del uso de drogas y de eventos traumáticos de su vida. En el caso de la esquizofrenia, por ejemplo, sabemos de los principales factores desencadenantes del cuadro son el uso de marihuana y la exposición a la violencia o situaciones de aislamiento y desprestigio social.

El bullying en la escuela, así como una familia desestructurada, ¿pueden ser responsables del surgimiento de esas disfunciones cerebrales?

Si, hoy tenemos datos sólidos que nos demuestran que el bullying, los conflictos familiares y otros eventos adversos de la vida son factores de riesgo para el desarrollo de diversos trastornos mentales, como la depresión, ansiedad y hasta psicosis.

Invirtiendo la pregunta anterior ¿cómo la armonía familiar y un ambiente saludable ayudar en la recuperación de un niño que trae o presenta tales dificultades?

El soporte interpersonal es ciertamente un potente factor en la promoción de la salud mental. Niños que crecen en ambientes de violencia y que sufren o presencian conflictos intrafamiliares, presentan tasas más altas de depresión, ansiedad, uso de sustancias, psicosis, entre otros trastornos. El problema, sin embargo, tiene orígenes profundos. Las familias disfuncionales, algunas veces, son familias genéticamente enfermas, cuyos miembros tienen pequeños desequilibrios que, sumados, generan grandes dificultades en las relaciones. Es verdad que cada miembro de una familia tiene la obligación de buscar su propio equilibrio y contribuir con un ambiente doméstico saludable, sin embargo, cuando eso no es posible, se debe tratar de evitar que los niños presencien o participen en esos conflictos. La forma como un niño percibe su ambiente familiar puede determinar la forma como percibirá su ambiente para el resto de su vida.

¿Cómo es el componente físico de esas enfermedades? 

El componente físico puede ser más o menos importante en algunas enfermedades mentales, como por ejemplo la deficiencia intelectual relacionada con el síndrome de Down, en que el factor físico tiene un papel significativo. En otros casos, como la depresión, por ejemplo, el factor físico es menos determinante. En los últimos 30 años se han hecho grandes inversiones en investigaciones de neuroimagen y genética que pudan esclarecer las bases biológicas de los trastornos mentales. Hasta el momento, sin embargo, esos estudios se muestraron de manera general frustrantes. Esto porque a pesar de haber identificado muchos factores biológicos que aumentan la posibilidad de trastornos mentales, ningún factor por sí solo es suficiente para explicar su manifestación. Por ejemplo, ser portador de ciertas formas de un gen puede aumentar la posibilidad de tener una determinada enfermedad mental, pero aun así, la gran mayoría de las personas que poseen esa variante son saludables y la mayoría de las personas que tienen esa enfermedad mental no tiene ese gen. Esto nos demuestra que la causa de las enfermedades mentales es múltiple y tiene origen no sólo en uno u otro factor, sino en la concurrencia de muchos factores de riesgo. Además, es necesario tener en mente que es cada vez más difícil separar factores físicos de los psicológicos. Actualmente está bastante claro que las experiencias de vida dejan marcas biológicas en el cerebro. Por ejemplo, niños que son cuidados con celo y cariño pueden sufrir modificaciones en los procesos de transcripción génica; con esto ellos pasan a producir más sustancias relacionadas afectos positivos, lo que los hace menos propensos a la depresión y a la ansiedad. Desde el punto de vista espírita podemos entender que las vivencias del espíritu dejan registros en el cuerpo.

¿Qué es lo que más afecta emocionalmente a la vida mental de un niño, contribuyendo al desarrollo de esos disturbios?

Algunos investigadores afirman que todos los trastornos mentales lidian esencialmente con dos capacidades humanas, el lenguaje y la sociabilidad. El sufrimiento psíquico está muy ligado a nuestra capacidad de coexistir con otros individuos y de saber lidiar con el estrés que deriva de esas relaciones. El ser humano es una especie extremadamente social. Siendo así, yo diría que de manera general los factores que tienen mayor influencia en el desarrollo socio-emocional de un niño son los otros seres humanos que lo rodean. En cada fase de la vida ese  elemento humano será representado por figuras diferentes. Por ejemplo, en la primera infancia por ejemplo, la relación con los padres es muy determinante en el desarrollo. En la fase escolar se suma la importancia de los profesores y los compañeros. En la adolescencia el ambiente social del niño se expande y pasa a ser influenciado por modelos más distantes, como figuras mediáticas, grupos de amigos, etc. En todas las fases, la familia tiene una importancia fundamental.

¿Y lo que más le ayuda en la superación para recuperarse?

Además de buscar un tratamiento adecuado, definitivamente el soporte interpersonal es el principal factor determinante de la salud mental. Es muy importante que las personas en sufrimiento psíquico se sientan amadas, comprendidas y protegidas.

¿Y qué nos puede decir del autismo en la visión médica y espírita?

Tenemos grupos muy distintos de pacientes con autismo que varían desde presentaciones clínicas con alteraciones comportamentales profundas y compromisos extensos de comunicación e inteligencia, hasta pequeños genios con trazos peculiares en la esfera social. Para cada caso debe existir un propósito divino. Creo que en el caso de nuestros pequeños genios, podemos estar ante espíritus en misión en la Tierra que han pedido nacer con dificultades sociales aturdidas para dedicarse con mayor fluidez a la ciencia, la tecnología, la música y otras artes. El cerebro social cuesta muy caro al espíritu, éste trae una serie de instintos que nos quitan parte de la originalidad y nos inclina a la imitación, a copiar a otros individuos y tratar de pertenecer a grupos por encima de todo. En algunos otros casos de autismo tal vez estemos ante la reencarnación de un espíritu que estuvo demasiado enfocado en su progreso intelectual, dejando atrofiar sus facultades afectivas y emocionales. En otros casos, además, pienso que el autismo es una forma de prueba, un estado de sufrimiento impuesto al espíritu para el rescate de ciertos delitos del pasado.

¿Algo resaltante de sus experiencias que le gustaría relatar a los lectores?

He presenciado con mucha frecuencia la situación de jóvenes que, habiendo tenido acceso a toda la comodidad y protección, no encuentran un propósito en su vida. Lamentablemente esa situación viene tornándose cada vez más común. Creo que es fundamental despertar el sentido existencial de los niños, llevándolos a aferrarse a ideas que puedan llenar de sus vidas de sentido. Debemos preocuparnos también en no promover más facilidades de las necesarias; creo también que necesitamos encarar como egoísmo nuestro el favorecimiento exagerado de la comodidad dada a nuestros niños cuando existe aún tanta necesidad a nuestro alrededor. Propiciar facilidades en exceso es una forma indirecta de enseñar el egoísmo y la insensibilidad para con las necesidades ajenas.

¿Hay una directriz básica, en la visión de un psiquiatra, para que el niño se transforme en un adulto equilibrado?

Sabemos algunos espíritus nacen destinados a ciertas pruebas que no podemos suprimir. Mientras tanto lo que podemos hacer para mitigar esos sufrimientos es mantener un ambiente de amor alrededor de cada niño, en donde se pese en justas proporciones la tolerancia y la exigencia. Necesitamos ser sensibles a las necesidades de los niños, pero también recordar que ellos precisan aprender a dar tanto como necesitan recibir. Tenemos que ser mejores modelos también, porque los niños aprenden mucho más por imitación que por las palabras; necesitamos, en fin, ser más equilibrados y quisiéramos tener hijos más equilibrados. Y es necesario también recordar de llevar a nuestros pequeños al ejercicio de la espiritualidad; necesitamos permitir que ellos tengan directrices claras desde la infancia y que conozcan las enseñanzas de amor y de compasión.

A la luz del conocimiento espírita, ¿qué le gustaría añadir?

Me gustaría hablar en especial a los padres que sufren por sus hijos, me gustaría incentivarlos a mantener la esperanza y a continuar persistiendo. Pido que esos padres venzan los prejuicios y no duden en buscar la ayuda de un psiquiatra, porque la medicina está mejorando mucho y los medicamentos y métodos de terapia modernos pueden traer mucho alivio.

Me gustaría además recordar el poder de la oración como proceso de autocura o de intercesión por alguien. Ante las enfermedades mentales no debemos prescindir del recurso de la oración y de los pases. No obstante, quiero pedir también a las personas que, además de la enorme fe que debemos tener en los recursos espirituales, recuerden también los recursos de la medicina. Muchas personas aún tienen un prejuicio contra la figura del psiquiatra, sobre todo para los niños. Pero los niños también sufren, y mucho. Cuanto antes intervengamos mejor será el resultado. Los psiquiatras de infancia y la adolescencia raras veces usan medicamentos; la base de los tratamientos para retrasos del desarrollo son técnicas de estimulación y orientación a las familias. Aun así en algunos casos pueden ser necesarios medicamentos, como antidepresivos, ansiolíticos y antipsicóticos. Si son necesarios, esos medicamentos deben ser probados. La medicina avanza a pasos rápidos y cada vez más disponemos de medicamentos con menos efectos adversos y que no inducen a la dependencia o desvirtúan de ninguna manera la naturaleza del espíritu.  Los medicamentos son recursos muy útiles en los momentos emocionales de gran oscuridad, cuando es difícil ver la luz o salir de un estado de angustia o de abatimiento muy intenso.

Sus palabras finales.

Pido la generosidad de nuestros lectores para que consideren que mis respuestas se limitan a los conocimientos que me son posibles y que sin duda la verdad se extiende mucho más allá de lo que pude transmitir.

 

 

Traducción:
Ricardo Morante - rmorante3@yahoo.com

 

 

     
     

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