La mediumnidad es conocida y registrada desde tiempos
remotísimos. La conocieron hindús, egípcios, griegos y
hebreos. Los registros más accesibles los encontramos en
el Judaísmo, en el así llamado profetismo. Todos los
reyes de Israel eran aconsejados por profetas, cuando
ellos mismos no lo eran. Los profetas, además de
anunciar, por siglos seguidos, la venida de Jesús,
tuvieron presencia importante en las cortes de Israel,
cuyos reyes recibían, a través de ellos, orientaciones y
hasta severas amonestaciones del Mundo Espiritual. Los
reyes, no era raro eran prepotentes, por no gustar de
las advertencias recibidas, a veces ordenaban severos
castigos a los profetas, conforme registra Pablo:
“Fueron apedreados, serrados, tentados, muertos al filo
de la espada; anduvieron vestidos de piel de ovejas y de
cabras, desamparados, afligidos y maltratados. ” (Heb,
11: 37).
El Viejo Testamento registra incontables fenómenos
mediúmnicos, como aquel ocurrido delante del rey
Baltazar y de su corte reunida en el palacio: “... unos
dedos de mano de hombre, y escribían, enfrente del
candelabro, en la estucada de la pared del palacio real;
y el rey veía la parte de la mano que estaba escribiendo.
” El mensaje era escrito en lengua desconocida de todos,
inclusive de los magos y adivinos que el rey había
mandado llamar. Es entonces llamado Daniel, que descifra
el mensaje, anunciando con valor el fin del reinado de
Baltazar, que muere en aquella misma noche. (Dan, cap.
5)
En el capítulo 3, del primer libro de Samuel, este, por
su mediumnidad naciente, informa al sacerdote Eli que él
había caído en desgracia delante de Dios por no educar
convenientemente a sus hijos. En ese mismo libro, en el
capítulo 28, hay el registro de la visita que el rey
Saul hizo a la pitonisa de Endor, conforme un título
dado por el traductor João Ferreira de Almeida. Hay
traducciones más modernas en que la palabra pitonisa fue
substituída por médium, sobresaliendo una que dice
médium espírita (Whatchtower Bible and Tract Society of
New York, inc., 1961). La impropriedad de la expresión
es flagrante, pues si existen
médiums desde todo y siempre, el Espiritismo sólo existe
a partir de 1857, cuando Kardec acuñó los vocáblos
Espiritismo, espiritista y espírita. Fue él quien
tomó del latín la palabra médium, en su forma
original, para designar al intermediario, al profeta, en
lenguaje propio del Espiritismo. Por ahí se puede
evaluar el grado de desconocimiento, o el deseo de
confundir... En el citado pasaje, queda patentada la
conversación del rey Saul con el espíritu Samuel, a
través de aquella mujer. En esa oportunidad, el rey fue
advertido que, si entraba
en la batalla, moriría él y morirían sus hijos. Él, que
era prepotente, como estaba buscando apoyo y no consejo,
entró en lucha con los Filisteos y murió, juntamente con
los hijos, como había sido previsto por el Espíritu que
lo había advertido.
Sin embargo, hay algunos apasionados, negadores por
sistema, incapaces de razonar, que dicen haber sido el
rey Saul engañado por el Demonio. Delante de eso sería
de preguntarse qué demonio bueno sería ese que, dándole
un buen consejo, intentó desviarlo de la muerte...
Hay, aún, los que invocan la prohibición de consultar a
los muertos, contenida en el libro Deuteronómio,
capítulo 18, a ella refiriéndose como ley de Dios. Como
se sabe, las Leyes de Dios son las de los Diez
Mandamientos. Esa prohibición forma parte de las
normativas disciplinarias de Moisés, que pretendió, con
esa medida, cohibir los abusos del intercambio
mediúmnico – con lo que el Espiritismo concuerda
plenamente – con la única diferencia de no prohibir,
sino sólo desaconsejar, pues el Espiritismo no prohíbe
nada... La mediumnidad, según se aprende en el
Espiritismo, debe ser usada para fines nobles, de
interés general, y no para conversaciones ligeras.
Se debe resaltar, sin embargo, que la propia prohibición
de Moisés constituye prueba concluyente acerca de la
existencia del fenómeno mediúmnico, pues nadie prohíbe
lo que no existe. Las leyes son siempre hechas a
posteriori, es decir, para reglamentar o prohibir una
actividad ya existente. ¿Por qué no hay ley que prohíba
a alguien volar sobre el patio de su vecino? Simplemente
porque aún no se generalizó el uso de um aparato
individual de vuelo. Pero, en el momento en que se
hiciera común el uso de aparatos de vuelo que
posibiliten el vuelo individual al hombre, habrá
ciertamente leyes que irán a resguardar la privacidad de
las personas, previendo castigo a aquellos que las
transgredieran. La propia existencia de la ley
constituirá prueba cabal de que, a partir de determinada
época, el hombre comenzó a volar individualmente...
¿Quién puede negar la condición de médium a los profetas
bíblicos? La palabra profeta, en su origen, ya
indica la condición de medianero, de intermediario. La
edición de la Bíblia Sagrada de la Editora de Américas
(vol. 15), en su Introducción General de los Libros del
Antiguo y Nuevo Testamentos, recibían las
manifestaciones divinas eran conocidos por nebi-in
(plural de nabi), que significa “aquel que habla en
nombre de alguien”. Cuando los textos bíblicos
comenzaron a ser traducidos en Griego, la palabra
nabi fue traducida por el término prophetes.
El término griego es formado por el prefijo pro,
que significa en lugar de y phetes, que quiere decir
locutor, luego aquel que habla en lugar de alguien,
por alguien.
La Enciclopædía Britannica (edición original) dice que
el origen de la palabra nabi es obscura, pero que
sus derivaciones significan “intensa excitación”,
reportándose a una palabra asíria que significa caer
en trance.
Algunas enciclopédias, como la Britannica y la Americana
muestran el verdadero significado de la palabra: La
Britannica dice que profeta en Griego clásico quiere
decir “aquel que, al hablar, no lo hace por sus
pensamientos, sino por una revelación “de fuera”.
Cita Platón: “No deben ser llamados profetas aquellos
que simplemente interpretan oráculos, sino
aquellos que hablan en trance.”
En el diccionario de Funk & Wagnalls, se lee: “en el
contexto bíblico, profetizar es pronunciar verdades
religiosas bajo inspiración divina, no
necesariamente predecir acontecimientos futuros, sino
amonestar, exhortar, confortar”. (apud “Las Marcas de
Cristo”, de Hermínio Miranda). ¡Exactamente como
entiende el
Espiritismo: los profetas bíblicos eran médiums! Y
existieron profetas mayores, que se notabilizaron,
dejando sus nombres en la Historia, y otros de más
pequeña expresión, que pasaron anónimos. Lo mismo ocurre
en la actualidad con los médiums, sean ellos espíritas o
no.
Es relevante que se diga que el Diccionario de la
Bíblia, de John D. Davis, en su nota Espíritu
Familiar dice: “Espíritu de una persona fallecida
que los médiums invocaban para consultas, que parecen
hablar desde la tierra, o encarnarse (sic) en el médium,
hombre o mujer”.
En el Nuevo Testamento encontramos pruebas de que el
profetismo tuvo su actividad estimulada. En el
Cristianismo naciente, la presencia de la mediumnidad
fue importante. Es digna de nota la naturalidad con que
son relatados los fenómenos mediúmnicos en el Nuevo
Testamento. El Apóstol Pablo, seguramente la mayor
autoridad en asuntos mediúmnicos de su tiempo, escribió
el primer libro de los médiums de que se tiene
noticia, conforme apunta Hermínio Miranda. El Apóstolo
revela profundo conocimiento del fenómeno en su
Primera Carta a los Coríntios, en los capítulos 12 y
14. Pablo,
no sólo reconoce el ejercicio mediúmnico como actividad
útil, como recomienda su desarrollo, conforme se lee en
el primer versículo del capítulo 14: “Seguíd la caridad,
y procurad con celo los dones espirituales, pero
principalmente el de profetizar. ”
En el capítulo 12, Pablo así se refiere a la mediumnidad:
“Pero la manifestación del Espíritu es dada a cada uno,
para lo que sea útil." Y pasa, a continuación, a
enumerar los varios tipos de mediumnidad, que João
Ferreira de Almeida, en su traducción de la Vulgata
Latina para el Portugués, titula Acerca de la
diversidad de los dones espirituales: “Porque aun
por el Espíritu es dada la palabra de la sabiduría; y a
otro, por el mismo Espíritu, la palabra de la ciencia.”
Pablo continúa enumerando los dones, hablando de la
mediumnidad de cura, de efectos físicos, a que él llama
operación de maravillas. (La Parapsicologia dice
ectoplasmia). Llega a decir del don de
discernir espíritus, que puede ser interpretado como
la mediumnidad intuitiva que debe tener aquel que dirige
una reunión mediúmnica, a fin de saber con que espíritu
dialoga a través de un médium.
Se refiere también a la capacidad de hablar lenguas,
mediumnidad que el Espiritismo cataloga como xenoglosia.
Pero, con el bueno sentido que le conocemos, el Apóstol
de los Gentiles advierte juiciosamente, en una
demostración de que entendía la mediumnidad como
práctica útil, constructiva, edificante: “Pero, si no
hubiera interprete, esté callado en la iglesia, y hable
consigo mismo y con Dios. ” (I Co, 14: 28)
Pablo entendía el ejercicio mediúmnico como actividad
eminentemente práctica, no perdiéndose él en
encantamientos místicos. Es dentro de esa perspectiva
que él recomienda: “Y hablen dos o tres profetas, y los
otros juzguen. ” (I Co, 14: 29) Ese pasaje está
insertado en un tramo a que João Ferreira de Almeida, en
su traducción, tituló: La necesidad de orden en el
culto. Lo que demuestra tener también el traductor
entendido que la práctica mediúmnica requiere control y
evaluación.
Esa necesidad de análisis de las comunicaciones es
enfatizada también por Juan (I Ju, 4: 1), cuando dice:
“Amados, no creáis a todo el espíritu, pero probad si
los espíritus son de Dios; porque ya muchos falsos
profetas se han levantado en el mundo. ”
Esos dos pasajes, primero el de Pablo, recomendando sea
hecho un juicio después de dos o tres comunicaciones y
el de Juan, en el sentido de verificarse la índole del
espíritu que se comunica, sirven de respuesta a los que
dicen que es el Demonio que siempre se comunica.
Ahora, si se comunicaran sólo espíritus volcados al mal,
ni uno ni otro habría hecho recomendaciones en el
sentido de ser hechas las verificaciones y evaluadas las
comunicaciones. Habrían,
simplemente, dicho que todas las comunicaciones deberían
ser rechazadas por ser producidas por espíritus
malignos, como quieren aquellos que, tercamente, niegan
la mediumnidad.
Aunque existan aún aquellos que niegan la mediumnidad,
los tiempos están cambiando. Tras el largo y benéfico
testimonio de Francisco Cândido Xavier, muchos miles de
personas consiguen ver la mediumnidad como actividad
caritativa y respetable, viendo en él un profeta de los
tiempos nuevos, un profeta cristiano, que se encuadró
perfectamente en la recomendación contenida en el libro
Didaquê, según registro en la nota “profeta” de la
Enciclopædía Britannica: “Profeta para ser digno de
acatamiento y respeto debe tener piedad indudablemente y
conducta digna del Señor.”
Traducción:
Isabel Porras -
isabelporras1@gmail.com