Los tiempos actuales,
cuando el movimiento espírita en Brasil y en el mundo,
recibe el insulto de corrientes “espiritualistas”
antirreligiosas, generadas por la pretensión apareada
con el obnubilamiento mental de sus fiscales, queremos
probar, con base en los irrefutables pensamientos de
Allan Kardec, André Luiz y Joanna de Ângelis, en cuanto
la religión, expresándose en el sentimiento religioso,
en asociación con la ciencia médica, son vitales para la
salud física y mental de las criaturas...
El sentimiento religioso
se eleva - noble y alto - en el contexto social, ya que
el propio Codificador aseveró2 :“el primer
efecto provocado por el Espiritismo – y más general –
consiste en desarrollar el sentimiento religioso hasta
en aquel que sin ser materialista, mira con absoluta
indiferencia para las cuestiones espirituales”.
¡¿Cómo podemos, entonces, eludir el aspecto religioso
del Espiritismo sin ultrajar el posicionamiento
francamente cristalino del Codificador en ese paso?!...
Si tal absurdo fuera factible, como es el deseo de las
sombras umbralinas infiltradas en el movimiento
espírita, la humanidad tendría perjuicio más superlativo
que el daño causado por la casta sacerdotal al adulterar
el Cristianismo con sus anquilosados dogmas mediavales y
sus ceremonias de exterioridades vacías, caldeadas por
somníferos rituales de torturante uniformidad. ¡Con el
Espiritismo, tal no sucederá!...
La Doctrina Espírita,
riquísima de contenidos nobles, desvela nuevos
horizontes a la comprensión del Ser espiritual en su
índole holística. Anclada en sus postulados, la
humanidad logrará su liberación espiritual del régimen
esclavocrata de las ancestrales instituciones
religiosas, actualmente anémicas y desfasadas...
Después de esa divagación,
analicemos la acción profiláctica del sentimiento
religioso promovendo la salud física y mental ante los
trastornos fisiopsíquicos.
El egrégio Codificador del
Espiritismo nos da a conocer la dramática saga pasional
de Antoine Bell que asesinó, con veneno, a su rival...
Tal crimen, aunque no alcanzado por la justicia humana,
detonó un proceso de esquizofrenia en el criminal,
proceso que eclosionó en su reencarnación siguiente, en
la cual él era empleado de una casa bancaria en Canadá.
En creciente agravamiento, su situación redundó en
suicidio. Habiendo el crimen perpetrado se fijó en su
psiquismo, y probablemente perseguido por la víctima
transformada en obsesor, su conciencia le reprochava...
Aunque fuera un profesional competente, ejecutando con
eficiencia y celo su función, fuera del ambiente de
trabajo era tomado de terribles alucinaciones: perdía el
sueño, golpeaba en el pecho... Eso ocurría diariamente
de las 4 horas de la tarde a las 9 horas de la mañana,
hora en que se dirigía a la casa bancaria. Un
farmacéutico que lo conoció por veinte años era,
frecuentemente, abordado por el sr. Bell, que imagino
haber comprado allí el tóxico que sirvió para envenenar
a su víctima”.
Según Joanna de Ângelis82,
entre otros factores, “(...) se debe incluir en la
psicogénesis del trastorno esquizofrénico, la conciencia
de culpa de las acciones vividas en existencias
anteriores, cuando la delincuencia señaló el desarrollo
del “Self” hedonista y explotador, que solamente
utilizó dos amigos y conocidos para explotarlos,
traicionándoles la confianza o cobardemente
destruyéndoles el cuerpo en horrorosos crímenes que no
fueron ajusticiados, porque pasaron desconocidos o las
circunstancias legales no los alcanzaron... No habiendo
sido liberados por la reparación a través de los
cometimientos impuestos por la Ley vigilante,
esculpieron en las delicadas telas vibratorias del
cuerpo periespiritual la responsabilidad infeliz, que
ahora resurge como cobro, necesidad de reparación,
impositivo de reequilibrio, de recomposición social,
familiar, humana...
He ahí que, en esa, como
en otras ocurrencias psicopatológicas, la interferencia
de seres desencarnados, imponiendo su voluntad
dominadora sobre aquel que lo desgració en el curso de
una existencia anterior, produce distonia equivalente a
aquellas que proceden de las psicogénesis internas y
externas. Tal imposición psíquica frecuente e insidiosa
afecta a los neurotransmisores, facultando que moléculas
— neuropeptídeos — responsables por el equilibrio de las
comunicaciones, las desconecten produciendo la
alienación. La mente, que no es física, emite ondas
especiales que son captadas por otras equivalentes, que
sincronizan con las emisiones que le son dirigidas. Y en
lo que concierne a las afinidades psíquicas, la sintonía
vibratoria permite que sean decodificadas de los
mensajes mentales por otros cerebros que las captan,
conforme los admirables fenómenos parapsicológicos de la
telepatia, de la clarividencia, de la precognición, de
la retrocognición, cuyas experiencias en laboratorio los
hicieron cientificamente comprovados, reales.
Es natural, por lo tanto, que no habiendo la destrucción
del Self cuando ocurre la muerte o desencarnación
del ser humano, la mente prosiga enviando sus mensajes
en consonancia con las construcciones emocionales de
amor o de ira, de felicidad o de desdicha, que se hacen
captadas por estaciones mentales o campos “psi”,
dando curso a las inspiraciones, a las percepciones
ennoblecidas o perturbadoras, facultando el surgimiento
de las nefastas obsesiones de efectos calamitosos. Es
mucho más vasto el campo de esas interocurrencias
espirituales de lo que se puede imaginar, sucediendo,
tan amenudo que sería de extrañarse no encontrarlas en
los trastornos neuróticos o psicóticos de cualquier
naturaleza...
La salud mental, solamente
es posible, cuando el Self estructurado en
valores éticos nobles, comprende la finalidad principal
de la existencia humana, dirigiendo sus sentimientos y
conocimientos en favor del orden, del progreso y del
bienestar de toda la sociedad. La liberación del ego
arbitrario, desvestido de los implementos de la
apariencia que se exterioriza por la “persona”,
permite la integración del ser en la vida en carácter de
plenitud. Todas las terapias académicas proceden,
valiosas y oportunas, considerándose la inmensa variedad
de factores preponderantes y predispuestos, para la
atención de la esquizofrenia, no siendo tampoco de
descartar la fluidoterapia, la aclaración del agente
perturbador y la consecuente labor de sociabilización
del paciente a través de grupos de apoyo, de actividades
espirituales en núcleos propios donde encontrará
comprensión, fraternidad y respeto humano, que lo
llevarán al encuentro con el “Si” profundo en
clima de paz”.
Las actividades
espirituales en núcleos propios, referidas por la
Mentora Amiga, pueden desplegarse en las Casas Espíritas
y ahí entra el aspecto religioso como terapia. Tal
aspecto es tan importante que el Más Alto lo
disponibilizó ya al tiempo de Moisés, conforme podemos
observar en las siguientes enseñanzas de André Luiz4:
“Misión de Moisés –
Se reencarnó Moisés como misionero de la renovación,
para dar a la mente del pueblo la concepción del Dios
Único, transfiriéndola de los recintos iniciáticos para
la plaza pública. Sin embargo, porque la evolución de
los principios religiosos implica siempre el
levantamiento de las costumbres, con la elevación del
alma, el valiente enfrenta batallas terribles del
pensamiento acomodado a los circuitos de la tradición en
que las clases se explotan mutuamente, agravando así los
propios compromisos, para finalmente recibir los
fundamentos de la Ley, en el Sinaí. Desde esa hora, el
conocimiento religioso, basado en la Justicia Cósmica,
se generaliza en el interior de las naciones, por cuanto,
a través del mensaje de Moisés, se informa al hombre
común de que, ante Dios, el Señor del Universo y de la
Vida, es gracias a respetar el derecho de los semejantes
para que sea igualmente respetado, reconociendo que él y
el prójimo son hermanos entre sí, hijos de un Padre
Único. La religión pasa, de ese modo, a actuar, en
sentido directo, en el perfeccionamiento del cuerpo
espiritual para la Vida Mayor, a través de la educación
de los hábitos humanos a depurarse en la amalgama de los
siglos, preparando la llegada de Cristo, el Gobernador
Espiritual de la Tierra.
Los Diez Mandamientos —
Los diez mandamientos, recibidos mediúmnicamente por el
profeta, brillan aún hoy por cimiento de luz en la
edificación del derecho, dentro del orden social. La
palabra de la Esfera Superior grababa la ley de causa y
efecto para el hombre, advirtiéndolo solemnemente:
consagra amor supremo al Padre de Bondad Eterna, en Él
reconociendo su divino origen; te percata contra los
engaños del antropomorfismo, porque patronizar los
atributos divinos absolutos por los tímidos atributos
humanos es caer en peligrosas trampas de la vanidad y
del orgullo; te abstiene de envolver el Juicio Divino en
la estreches de tus juicios; recuerda el impositivo de
la meditación en tu favor y en beneficio de aquellos que
te atienden en la esfera de trabajo, para que puedas
asimilar con seguridad los valores de la experiencia; te
recuerda de que la deuda para con tus padres terrestres
es siempre impagable por su naturaleza sublime; te
responsabilizarás por las vidas que deliberadamente
extinguistes; huye de oscurecer o conturbar el
sentimiento ajeno, porque el cálculo criminal emite
ondas de fuerza desorientada que volverán sobre ti mismo;
evita la apropiación indebida para que no agraves las
propias deudas; destierra de tus labios toda palabra
dolosa a fin de que no se transforme, un día, en
tropiezo para tus pies; te previene contra la envidia y
el despecho, la inconformidad y los celos, aprendiendo a
conquistar alegría y tranquilidad, al precio del
esfuerzo propio, porque tus pensamientos te preceden los
pasos, plasmándote, hoy, el camino de mañana.
Jesús y la Religión —
Mientras, con Jesús, la religión, como sistema
educativo, alcanza eminencia inimaginable: ni templos de
piedra, ni rituales; ni jerarquías efímeras, ni avance
al poder humano... El Maestro abre las arcas del
conocimiento ennoblecido y le distribuye los tesoros. Se
dirige a los hombres simples de corazón, curvados para
la gleba del sufrimiento y les iergue la cabeza trémula
para el Cielo. Se aproxima a cuantos desconocen la
sublimidad de los propios destinos y les sopla la Verdad,
basada en amor, para que el sol de la esperanza les
renazca en el ser. Abraza a los desheredados los y les
habla
de la Providencia Infinita. Reúne, en torno a su gloria
que la humildad escondía, a los viejos y los enfermos,
los cansados y los tristes, los pobres y los oprimidos,
las madres sufridoras y los niños abandonados y les
entrega las bienaventuranzas celestes. Enseña que la
felicidad no puede nacer de las posesiones efímeras que
se transfieren de mano en mano, y sí de la caridad y de
la comprensión, de la modestia y del trabajo, de la
tolerancia y del perdón. Les afirma que la Casa de Dios
está constituida por muchas moradas, en los mundos que
pueblan el firmamento, y que el hombre debe nacer de
nuevo para progresar en la dirección de la Sabiduría
Divina. Proclama que la muerte no existe y que la
Creación es belleza y seguridad, alegría y victoria en
plena Inmortalidad. Por las revelaciones con que vence
la superstición y el crimen, la violencia y la
perversidad, paga en la cruz el impuesto de extremo
sacrificio a los prejuicios humanos que no Le perdonan
la soberana grandeza, pero, reapareciendo renacido, para
la misma humanidad que lo escarneciera y hubo
crucificado, le desvela, en nuevo cántico de humildad,
la excelsitud de la Vida Eterna.
Reviviscencia del
Cristianismo —
Se erige, desde entonces, el Evangelio en código de
armonía, inspirando el devotamiento al bien de todos
hasta el sacrificio voluntario, la fraternidad viva, el
servicio infatigable a los semejantes y el perdón sin
límites. Se inician en todo el orbe inmensas
alteraciones: la crueldad metódica cede lugar a la
compasión; los trofeos sanguinolentos de la guerra
desertan de los santuarios; la esclavitud de hombres
libres es sacudida en los fundamentos para que se anule
de una vez; se levanta la mujer de la condición de
alimaña para la dignidad humana; la filosofía y la
ciencia admiten la caridad en el gobierno de los pueblos;
el ideal de la solidaridad pura comienza a brillar sobre
la fronte del mundo...
Moisés había instalado el principio de la justicia,
coordinando la vida e influenciándola de fuera a
adentro. Jesús inauguró en la Tierra el principio del
amor, a exteriorizarse del corazón, de dentro a afuera,
trazándole la ruta para Dios.
He ahí que el
Cristianismo grandioso y simple resurge ahora en el
Espiritismo, induciéndonos a la sublimación de la
vida íntima, para que nuestra alma se libere de la
sombra que la densifica, encaminándose, renovada, para
las culminaciones de la Luz”.
Es en el sentimiento religioso que vamos a encontrar el
inextinguible y verdadero significado existencial, con
el cual lograremos vencer las nocivas presiones internas
del “Self” y las divergentes exhortaciones
externas adversas.
Aún según comprensión de
la Mentora Joanna de Ângelis5, “(...) el
descubrimiento del significado de la vida es de
relevante magnitud, porque da sentido a la lucha y a los
desafíos que surgen frecuentemente, invitando al
individuo al avance y al crecimiento interior.
Ese sentido existencial es
una forma de religiosidad que debe poseer un alto
significado motivador para que el individuo no
desfallezca en los emprendimientos evolutivos.
(...) Quién no cultiva un ideal religioso se encuentra
fuera del Foco Generador de la Vida, y, de ese modo,
desfallece con más facilidad. (...) El esfuerzo para
encontrarse el significado existencial debe ser
continuo, por cuanto, su falta, su no conocimiento,
puede producir trastornos internos que dan surgimiento a
procesos psiconeuróticos.
Personas inteligentes,
lúcidas, estoicas, bien situadas financieramente,
amadas, cuando pierden el sentido de la vida y caen en
ese vacío existencial, que la religión siempre llena
ofreciendo metas transpersonales, sintiéndose inútiles,
desarrollan trastornos neuróticos que necesitan ser
superados, reencontrando la razón de ser de la vida, la
utilidad de vivir, las inmensas posibilidades que le
están al alcance para hacerse felices y plenas.
Son, por lo tanto, valores
subjetivos, como la oración, la meditación, la reflexión,
la tranquila y el trabajo en favor de la renovación
personal, que consiguen llenar emocionalmente,
reestructurando al individuo en relación a la existencia
humana.
Ese viaje silencioso es
intemporal, no pudiendo ser realizado en determinado
periodo de tiempo, a través de objetivos inmediatos,
sino por medio de experiencias psíquicas y emocionales
que transcienden la conciencia actual, ofreciéndole meta
segura más adelante.
La necesidad de la
religión resalta por el significado profundo de que se
reviste, afreciendo compensación y equilíbrio después de
la temporada carnal. Entonces, el significado
existencial se incorpora al consciente actual y estimula
las funciones del pensamento, que pasaron a trabajar por
la calidad de vida y no sólo por la conquista de cosas
que podrían presuponer la totalidade externa de las
adquisiciones.
(...). Una identificación religiosa del individuo,
trabajará en favor del cambio de las ambiciones
desmedidas para la conquista de lo necesario, de aquello
que produce poder y placer, pero que no se transforma en
gozo neurotizante de funestas consecuencias.
El ser humano debe
aprender a ser feliz conforme las circunstancias,
interiorizando y viviendo la comprensión de su
transitoriedad física y de su Eternidad espiritual”.
Probablemente, por haber
logrado los luminosas penetraciones de la paz, por vivir
religiosamente, pautado en las sanas costumbres
cristianas, según esas luminosas indicaciones de Joanna
de Ângelis, es que Sanson, sólo pasados dos días de su
desencarnación, rogó:“(...) vivid sabiamente,
santamente, por la caridad y por el amor, y habréis
hecho justas la impresiones y delicias que el mayor de
los poetas no sabría describir”.
-
KARDEC, Allan.
O Livro dos Espíritos.
83.ed. Rio [de Janeiro]: FEB,
2002, Conclusão – Tomo VII.
- KARDEC,Allan. O Céu e o Inferno. 51.ed.
Rio [de Janeiro]:FEB, 2003, 2ª parte, cap.V.
- KARDEC,Allan. O Céu e o Inferno. 51.ed.
Rio [de Janeiro]:FEB, 2003, 2ª parte,
Traducción:
Isabel Porras -
isabelporras1@gmail.com