Navidad con Jesus
Aprovechando la aproximación de diciembre, la profesora
hablaba sobre el asunto, ponderando con los alumnos:
- Nuestras aulas están terminando y después vosotros
estaréis de vacaciones. La Navidad esta llegando y hoy
vamos a hablar sobre ese asunto tan importante para
nosotros que somos cristianos. ¡Todos los días debemos
acordarnos de Jesús y buscar estar junto a él! Con
todo, la Navidad es un momento especial porque toda la
cristiandad conmemora en ese día la venida de Cristo al
mundo. Entonces, me gustaría saber: ¿Cómo esperáis
vosotros conmemorar la Navidad?
El entusiasmo fue general. ¡El asunto era palpitante!
Cada niño habló sobre sus expectativas para la fiesta:
Las visitas a los parientes que vendrían de lejos, los
preparativos y las compras que estaban siendo hechas
para el gran momento y, especialmente, los regalos que
esperaban conseguir.
La profesora oía con atención las informaciones
infantiles, dejando que hablasen a gusto. Después,
comento, con una sonrisa:
- ¡Bien! ¡Veo que están animados y saben lo que quieren!
¿Pero será que alguien se acordó de que es el
aniversario de Jesús y, por tanto, la fiesta es para
El?
Silencio general. Los alumnos cambiaban entre sí miradas
sorprendidas y consternadas. ¡Nadie había pensado en
eso!
Un alumno rompió el silencio, arriesgando:
- Bien, si el aniversario es de Jesús, entonces debemos
pensar como a El le gustaría que preparásemos la
conmemoración, ¿no es así?
Todos estuvieron de acuerdo. Sin embargo, ¿como hacer
eso? ¿Preguntando a Jesús?
Otro muchacho, que oía pensativo, dijo:
- Bien, profesora, creo que sólo podemos hacer eso
buscando en las enseñanzas de Jesús. Mi madre me enseñó
que a Cristo le gustaba estar siempre junto a los
sufridores y necesitados del mundo.
- Excelente, Juanito. ¿Alguien se acuerda de alguna cosa
más?
Dorita, una niña estudiosa y disciplinada, comentó:
- Profesora, el otro día abrí la Biblia al azar y leí un
trecho en el que decía Jesús, al dar una fiesta, que no
deberíamos invitar a los ricos, si no a los que no
podrían retribuir la gentileza.
- Muy bien, Dorita. Tú probaste que entendiste el
mensaje del Maestro.
Ismael, el menor del grupo, que acompañaba todo con
atención, se levantó y dijo:
- Profesora, mi padre dice que Jesús ama a todos mucho:
las personas, los bichitos, las plantas. ¿Es verdad?
- Sin duda, Ismael. El amor de nuestro Maestro se
refleja en toda la naturaleza.
- Entonces, creo que a Jesús no le gustaría llegar a
nuestra casa y encontrar la mesa llena de animales
muertos. ¡A mí no me gusta!
Delante de la ponderación de aquel niño, que recordaba
el respeto a la vida, los demás se callaron. La
profesora pasó la mirada por la sala, donde los alumnos
se mantenían en silencio, pensativos, y sugirió:
- La clase ya se manifestó abordando cosas importantes
que deben ser analizadas con seriedad. Me gustaría que
el grupo reflexionara sobre el asunto y encontrase la
mejor solución para festejar la Navidad de Jesús.
Vosotros tendréis hasta el final de esta clase para
solucionarlo, ¿está bien? Después de ese tiempo, volveré
para saber lo que decidisteis.
Los niños pasaron a reflexionar en el asunto, cada uno
dando una sugerencia. Al final, después de mucha charla,
decidieron. La decisión fue unánime y estaban todos
entusiasmados.
Volviendo, la maestra miró para la clase e indagó:
- ¿Y entonces? ¿Llegasteis a una decisión?
El líder del grupo, se levantó e informó:
- Sí, profesora. Después de todo lo que se habló,
decidimos que la mejor manera de festejar la Navidad, es
hacer visitas a los hospitales. Jesús se acercaba
especialmente a los sufridores y enfermos, y ¿dónde
encontrarlos en mayor numero que no sea en un hospital?
Debe ser muy triste ser niño y tener que pasar la
Navidad separado de la familia, ¿no es así? Podemos
ensayar un teatro, llevar alegría, músicas, juegos y
algunas golosinas que ellos puedan comer. ¿Que piensa la
señora?
La profesora acompañaba conmovida la explicación del
alumno, que era interrumpida por los demás con palmas y
gritos de alegría. Con lágrimas en los ojos, ella lo
aprobó:
- Felicidades, vosotros decidísteis sabiamente. ¡Por
cierto este año tendremos una Navidad diferente!
A partir de aquel día, con la cooperación de las
familias que aceptaron eufóricas la idea de los hijos,
buscaron recursos para realizar el proyecto,
consiguieron dulces y regalos. Cada alumno contribuiría
con sus tendencias, mostrando lo que tenía de mejor. Así,
surgieron actores para un pequeño teatro; payasos, magos
y, cómo no podría faltar, ensayaron las músicas
navideñas.
Llegó el gran día.
Era víspera de Navidad. En un gran transporte se
dirigieron para el primer hospital. ¡Fue un momento
inolvidable! Médicos, enfermeras, cuidadores, todos
aprobaron las iniciativa. Los pacientes entonces, ¡ni
que decir! Acompañaban con ojos brillantes de animación
y alegría las presentaciones variadas y llenas de humor.
Recibieron regalos, balones coloridos y dulces.
Naturalmente, los alumnos se habían informado antes para
saber lo que los pacientes podrían comer, incluso los
diabéticos, que recibieron golosinas especiales.
Notablemente, en el Hospital del Cáncer, la emoción fue
mayor, delante de los niños pálidos, abatidos, muchos
sin cabellos, con heridas, pero todos demostrando en la
mirada la felicidad de aquel momento.
El ambiente saturado de
luz se derramaba en bendiciones de paz, de amor y de
alegría para todos.
¡Ciertamente, tanto los niños enfermos como los alumnos
de aquella clase, jamás olvidarían esa Navidad, cuando
tuvieron la oportunidad de sentir la presencia de Jesús,
tan viva y tan fuerte entre ellos!
Tía Célia
Traducción:
Isabel Porras -
isabelporras1@gmail.com