Editorial 

 
Hacer el bien es importante; y sin ostentación, aún mejor


En este día en que el nombre de Jesús es acordado por expresivo número de los habitantes de la Tierra, es siempre bueno recordar las lecciones que él nos legó.

Una de ellas dice respecto a la práctica del bien, algo que tiene estrecha unión con la época navideña, cuando las personas se sienten motivadas en dividir un poco de lo que tienen con aquellos que nada o poco poseen en términos materiales.

Hacer el bien sin ostentación, he aquí una de las propuestas conocidas hechas por Jesús de Nazaret:

“Tened cuidado en no practicar las buenas obras delante de los hombres, para que sean vistas, pues, por el contrario, no recibiréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Así, cuando deis limosna, no trompeteéis, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que sean alabados por los hombres. Os digo, en verdad, que ellos ya recibieron su recompensa. Cuando deis limosna, que no sepa vuestra mano izquierda lo que hace vuestra mano derecha; a fin de que la limosna se quede en secreto, y vuestro Padre, que ve lo que se pasa en secreto, os recompensará.”  (Mateo, cap. VI. vv. 1 a 4.)         

En los comentarios que hizo al respecto del texto transcrito, Allan Kardec dice que las personas que prefieren el sufragio de los hombres, y no el sufragio de Dios, muestran que depositan menos fe en la Divinidad que en las personas y que más valor dan a la vida presente que a la futura. Se dicen lo contrario, actúan como se no creyesen en lo que dicen.

De hecho, nadie ignora que muchos sólo auxilian los otros en la esperanza de que la persona que recibe el auxilio venga a vocear por toda parte el beneficio recibido. Y existen también los que, bajo las luces del foco, son capaces de donar grandes sumas, pero, a las ocultas, no disponen de una única moneda.

Lo que, en verdad, les importa es la alabanza de los hombres, lo que facilita a todos nosotros en entendimiento de esta observación hecha por Jesús: “ellos ya recibieron su recompensa” en vida, y nada deben esperar de la espiritualidad.

No saber la mano izquierda lo que da la mano derecha es – dice Kardec – una imagen que caracteriza admirablemente la beneficencia modesta.

Tal debería ser nuestro comportamiento y nuestra conducta, si quisiéramos adaptar los actos de nuestra vida a la propuesta sugerida por Jesús.

La beneficencia que practicamos sin ostentación tiene, además de eso, un segundo mérito. Expresa no sólo la caridad material, sino también la caridad moral, porque resguarda la susceptibilidad del beneficiado, salvaguardándole la dignidad de hombre, cuando evitamos exponer su imagen con el propósito de divulgar lo que hacemos.

Enseña Allan Kardec:

“La verdadera caridad, al contrario, es delicada e ingeniosa en disimular el beneficio, no evitar hasta las simples apariencias capaces de melindrear, dado que todo toque moral aumenta el sufrimiento que se origina de la necesidad. Ella sabe encontrar palabras suaves y afables que colocan el beneficiario a voluntad en presencia del benefactor, al paso que la caridad orgullosa lo aplasta.” (El Evangelio según el Espiritismo, cap. XIII, ítem 3.)

Y la generosidad asume un carácter especialmente sublime cuando el benefactor invierte los papeles y encuentra una forma de parecer ser él el beneficiado delante de la persona a quien pretende realmente ayudar.

En la vida de Cairbar Schutel ése era el comportamiento frecuente. Cierta vez, consciente de que un conocido suyo, morador en la ciudad de Matão (SP), estaba desempleado, él lo buscó diciendo que necesitaba mucho de una persona que pudiese hacer un trabajo en el patio de su casa, donde la mata estaba muy alta. El hombre de pronto buscó atenderlo y recibió la justa remuneración por su trabajo. Después, junto de los amigos, decía – todo feliz – que había prestado un favor al sr. Schutel.

He aquí, conforme el entendimiento espírita, un ejemplo expresivo de lo que significan las palabras de Jesús: “No sepa la mano izquierda lo que da la mano derecha”.

 

Traducción:
Elza Ferreira Navarro
mr.navarro@uol.com.br 

 

 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita