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¿Qué tiene el cérebro para enseñar a los médiums?
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La visión
Nuestro mirada es una de las propiedades más activas del cerebro. Nosotros
movilizamos dos tercios (70%) del córtex cerebral cuando
estamos mirando para un niño corriendo. Existen 30 áreas cerebrales que estarán actuantes en esa visión
trabajando en sus detalles. Necesitamos saber quién es,
su localización, con que velocidad se mueve, para dónde
se dirige, qué ropa usa, sus colores, el riesgo que
corre, el parentesco que tiene con nosotros, se viene
hasta nosotros para decir alguna cosa y si necesitamos
abrir los brazos para abrazarla o acudir de un peligro
de caída.
Nuestro registro visual no
es del tipo fotográfico, él es interpretativo, construye
un paisaje con aquello que ve. Lo que vemos crea una
“representación” de lo que “pensamos” estar viendo. De
eso transcurre que más del noventa por ciento de esa
actividad se procesa en la mente, y es eso que permite
que cada uno vea conforme le parezca y no como la cosa
es.
¿Por qué vemos?
Sólo hay visión humana con
la luz. Todo comienza con una onda de energía vibratoria
que alcanza nuestra retina reflejando en ella la imagen
de los objetos. Aquí la luz actúa sobre conos y
bastoncillos produciendo miles de combinaciones en
blanco y negro o coloreadas, en una mezcla de tres
colores fundamentales: rojo, verde y azul – el color es
casi un milagro, y es bueno saber que el existe en
nosotros y no en los objetos. Cuando la energía luminosa
es convertida en impulso nervioso, el recorre el cerebro
produciendo una serie de otros fenómenos que van a
permitirnos “calificar” lo que vemos, dándoles
propiedades:
La mansedumbre de la luna
La quietude de los valles
La algarabía de los
pájaros
Los choros de las fuentes
El brillo de las estrellas
La sonrisa abundante de
los niños
El rojo fuerte de las
fresas
El rojo brillante de la
puesta del sol
El rojo suave de las
rosas.
La visión y el lenguaje
Nuestra mente crea
representaciones simbólicas para aquello que estamos
viendo. Le damos cualidades para comprender su
existencia.
Las propiedades de los
objetos y escenarios arriba descritos no son cualidades
primarias, son “imaginaciones” que creamos para relatar,
interpretar y explicar como esas cosas son para nosotros.
Aprendemos a usar nuestras representaciones con sus
significados para que puedan formar parte de nuestro
lenguaje corriente, dispensando la presencia del objeto
visualizado.
Nuestra infancia está
poblada de imaginaciones que aprendemos a oír y crear
para representar el mundo y aliviar nuestras angustias y
miedos. Creamos los angelitos con alas, el hombre que es
mitad hombre y mitad caballo, la hada que produce
estrellitas, los monstruos, los gigantes y los enanitos,
las brujas y los héroes. Entre tanto, la mayor invención
que creamos para representar nuestras imágenes fue la
escritura. Sólo el ser humano es capaz de representar un
objeto por un conjunto de letras, una palabra, una frase
o un poema.
Se cuenta que una águila es capaz de ver una letra a 15
metros de distancia, pero, seguramente ella no sabe leer,
dar significado a esa letra y comprender lo que ella
dice.
El capricho de la anatomia
– dividiendo la imagen
Cuando la imagen alcanza
la parte posterior del cerebro, en la región occipital,
ocurren fenómenos anatómicos importantes y curiosos. Las
informaciones se distribuyen en capas a partir de un
punto central, en el último giro del lóbulo occipital.
Allí construimos el foco de nuestra mirada, a partir del
cual algunos detalles de la imagen se esparraman como en
una cáscara de cebolla. Una parte será enviada al lóbulo
parietal en el Giro Angular, otra para la región
temporal en el Giro Medial y una tercera vía alcanza,
también en el lóbulo temporal, el Giro Fusiforme.
Vamos a ver cuál es el propósito de esa triple visión:
El Giro Angular y sus
vecinas
Situado en el lóbulo parietal, ese giro desempeña
funciones interesantísimas – él nos permite disponer de
un GPS en el cerebro – nos localiza en el espacio y
permite que seamos informados “dónde” – exactamente esto:
dónde – está determinado objeto. Imaginad que cojamos
una taza en medio de varias vajillas y vasos, los
desarreglados siempre hacen pequeños desastres caseros.
En el lóbulo parietal
derecho algunos experimentos quirúrgicos consiguieron
estimular las proximidades de esa área y el paciente
referir que se sentía fuera del cuerpo – ocurre una
proyección de la imagen corporal para fuera del cuerpo –
semejante a los conocidos relatos metafísicos de
“experiencias fuera del cuerpo” que hoy cuentan con
vastísima comprobación en la literatura médica.
El lóbulo temporal
Aquí hay regiones que nos
permiten tener noción “de lo que es” y de los
movimientos de las personas y de los objetos
identificados – para saber la importancia de esa función
basta circular por el pasillo de un centro comercial
donde varias personas andan apresuradas en nuestra
dirección, obligándonos a desviarnos de uno o de otro. Y
aqui también los desastres se da mal, tropezón
frecuentemente.
El Giro Fusiforme
Pasa en el un fenómeno de
extrema importancia – es un área donde es proyectado el
rostro de las personas, siendo así procesada la
identificación de los amigos y de los desconocidos, una
distinción fundamental para la sociabilidad y la
supervivencia. Y, en ese particular, todos nosotros
tropezamos, acordándonos de aquel rostro, pero nos huye,
con frecuencia, el nombre de la persona.
Un breve resumen
Concluimos, entonces, que
inmediatamente después de tener las imágenes registradas
en el lóbulo occipital ellas esparcen sus conexiones
para áreas vecinas a fin de poder tomar conocimiento del
color, de la forma, del movimiento y de la localización
precisa del objeto visualizado – para cada una de esas
funciones hay un grupo particular de neuronas ejecutando
esa tarea. Dice la Neurologia que nosotros tenemos, sí,
una neurona para nuestra Abuela y otra para Angelina
Jolie.
Entre el cerebro y la mente
Enseña la Neurologia que
la imagen que nos llega a los ojos no es interpretada
como un reflejo que se proyecta en un espejo. Cerebro y
mente van a construir lo que “piensan” estar viendo. Por
lo tanto, para todo lo que vemos el cerebro y la mente
montan una representación de aquello que imaginan ser lo
que está siendo visto.
Merece la pena repetir con los científicos que nuestra
realidad es pura imaginación. Más importante, aún, es
saber que cada uno de nosotros imagina el mundo a su
modo.
La Neurologia enseña que,
al construyamos nuestras imágenes mentales, ajuntamos
algunas piezas que se conjugam en esa imaginación.
Primero, la expectativa – si espero ver un ángel debo
darle alas como una de sus propiedades. Repitiendo lo
que ya aprendemos, la visión es un proceso activo,
nuestra mente es quien nos pone objetos o en las
personas las características que espera ver en ellos.
Después, actúan nuestras
memorias – si ya conozco el pequi del serrado, queda
fácil identificar ese fruto cuando lo encuentro en medio
de la cazuela de arroz alcanzándolo con su color
amarillento. Al ver un rostro en la multitud sabré de
quien se trata si mis memorias detectan nuestro
parentesco o amistad.
Finalmente, interfiere nuestra cultura, personal y
colectiva – el peón que reconoce a los animales en la
roca, el mecánico que trabaja con las piezas del motor,
el médico que manosea los instrumentos de la cirugía, el
cocinero que escoge los ingredientes de la comida, el
explorador que transita fácil por la selva, el piloto
que posa el avión incluso com la niebla de la tempestade
– todos ellos vem detalles que su conocimiento
possibilita componer.
Las extravagancias de la
patología
Lesiones, inflamaciones, tumores y síndromes diversos
son capaces de desencadenar manifestaciones que deforman
nuestra visión. Fuera de los cuadros neurológicos
clásicos de cegueras y hemianopsias, merece la pena
apuntar curiosidades que ocurren con algunas personas.
Afectada el área que
identifica el movimiento de los objetos o de las
personas, el individuo relata curiosidades increibles –
uno de ellos dice que no puede poner su leche en el
vaso. Al volcar la botella él no percibe la descendida
del líquido que acaba derramando – no hay como percibir
que la leche descendió de la botella llenando el vaso.
Otro dice que no hay como andar en el centro
comercial, él nunca sabe si las personas están
viniendo en su dirección y es terrible intentar
atravesar la calle cuando los coches están pasando. Un
tercero nota que aquellos pájaros que vuelan allí cerca
en verdad le parece estén parados, pero ellos aparecen
ahora en un lugar ahora en outro, dejándolo confuso.
Los colores cambian de
tonalidad o desaparecen en pacientes con epilepsia –
ellos pueden relatar “crisis” visuales en las cuales
perciben en su campo de visión el desenrolar de una
escena como si fuera una película. Puede de inicio ser
sus imágenes en blanco y negro, viniendo después el
coloreado adecuado a llenar el escenario.
La mediumnidad – viendo
Espíritus
La videncia es um tipo
raro de mediumnidad. Los niños acostumbran a ver mucho,
así como los ancianos en las fases finales de la vida.
Los buenos médiums
videntes hacen relatos muy interesantes que podemos
comprender mejor conociendo lo que nos dice el cerebro
conforme estamos estudiando.
Necesita ser dicho que el
médium no ve al Espíritu, es el Espíritu que se hace ver
– usando la coparticipación de una fisiologia especial
de que dispone el médium vidente. La percepción de una
entidad espiritual ocurre por una combinación de
fenómenos – es preciso una combinación de los fluidos
del encarnado con el desencarnado; ocurre una sintonía
fluídica con asimilación por el periespíritu del médium
de aquello que le proyecta el Espíritu desencarnado.
Y, finalmente, la imagen que el Espíritu quiere mostrar
tiene su expresión en el cerebro físico del médium en el
cual tendrá que someterse a lo que estudiamos sobre él.
Podemos resumir algunas de nuestras afirmaciones
anotadas arriba:
El mundo visible es una
imaginación de la mente – a eso se llama percepción
visual.
El estímulo visual alcanza
el “cerebro”, pero, es la mente la que construye la
representación de lo que ve – creamos una imagen mental
de lo que pensamos estar viendo.
Cada uno de nosotros construye sus imágenes visuales
conforme sus expectativas, sus memorias y su cultura.
Hay regiones diferenciadas
en el cerebro situadas en el entorno de la región
occipital, para percepción del espacio y lo que el
contiene, la localización de objetos o de personas, su
movimentación, su forma, su color y su identidad facial.
Vamos a los ejemplos en los relatos de los médiums:
Lo que podemos aprender
1 – En El Libro de los Médiums, Allan Kardec
enseña que la videncia es un tipo de mediumnidad rara y
que no se debe provocar su desarrollo, dejando que ella
siga su curso natural, evitando el riesgo de ser
engañados por efecto de la imaginación. El cerebro es
lleno de informaciones y la mente es muy creativa,pudiendo
hacernos ver lo que no existe.
2 – En el mundo fantasioso del niño es común que el
hable con personajes construidos por su imaginación,
pero no todo es ficticio en el mundo del niño. En la
historia de muchos médiums ellos relatan su videncia
desde la infancia y, en esa época, no tenían
conocimiento suficiente para identificar qué parte de la
conversación era inclusive con entidades espirituales.
3 – En el anciano y en los pacientes terminales hay
relatos de visitas de Espíritus familiares que se hacen
ver por el paciente – la veracidade de esos relatos
merece crédito incuestionable – en cuanto a eso la
Doctrina Espírita es llena en comprobaciones.
4 – En la epilepsia, aunque la Neurologia académica aún
no admita, es posible que ciertas crisis sean
precipitadas por entidades perturbadoras, y podemos
conjeturar que las imágenes visualizadas en las crisis
tengan que ver con la dimensión espiritual. En las
palabras de Kardec, la videncia generalmente es un
episodio fugaz, recordando mucho uma “crisis” cortical –
según pensamos, por excitación de neuronas en la región
occipital.
5 – La videncia no es un fenómeno continuo, acostumbra a
ocurrir en flashes, circunscritos, frecuentemente, a un
foco, en un determinado punto del ambiente – a veces el
Espíritu aparece sistemáticamente en el mismo lugar, o
ahora aquí ahora allí. Por lo que estudiamos, la
fijación del Espíritu en una determinada localización
ocurre por estímulo de neuronas localizadas en el
cerebro del médium y no como hecho real. No es, por
ejemplo, culpa del Espíritu de aparecer siempre al lado
del piano, es el cerebro del médium que sólo consigue
verlo allí.
6 – La apariencia con que se presenta el Espíritu tiene
que ver con la estimulación de neuronas del área
occipito-temporal que nos permite identificar las formas
de los objetos. El concepto popular enseña que la
descripción de las formas depende de los ojos de quien
ve – atended para el vestido de la prometida en su boda,
cada invitado hará la descripción que más lo afecta. Por
eso es por lo que en las visiones tanto pueden ser
descritos santos como demonios – alas, auréolas,
tridentes o mantos de luz.
7 – Cuando Wilder Penfield inició las primeras
neurocirurgias para la cura de la epilepsia, el paciente
era operado despierto, con el cerebro expuesto. Eso
permitía que ciertas áreas del cerebro pudieran ser
estimuladas eléctricamente por el neurocirujano. El Dr.
Penfield conseguía obtener, con esa técnica, que el
paciente relatara lo que estaba viendo o sintiendo el
moviendo de sus dedos. Él podía, también, emitir
algunas palabras, gritos, ver escenas de su pasado,
describir lugares donde había vivido o donde se sentía
proyectado.
Allan Kardec enseña que nuestra alma, cuando emancipada
parcialmente del cuerpo, puede “ver” cuadros o
escenarios archivados en su propio cerebro físico. Eso
significa que nuestras neuronas almacenan señales que
nos permiten recomponer memorias de cosas vistas o
vividas – pensamos nosotros que esa es una
vulnerabilidad muy apropriada para la actuación de los
obsesores.
Traducción:
Isabel Porras -
isabelporras1@gmail.com