Especial

por Nubor Orlando Facure

¿Qué tiene el cérebro para enseñar a los médiums?

La visión

Nuestro mirada es una de las propiedades más activas del cerebro. Nosotros movilizamos dos tercios (70%) del córtex cerebral cuando estamos mirando para un niño corriendo. Existen 30 áreas cerebrales que estarán actuantes en esa visión trabajando en sus detalles. Necesitamos saber quién es, su localización, con que velocidad se mueve, para dónde se dirige, qué ropa usa, sus colores, el riesgo que corre, el parentesco que tiene con nosotros, se viene hasta nosotros para decir alguna cosa y si necesitamos abrir los brazos para abrazarla o acudir de un peligro de caída.

Nuestro registro visual no es del tipo fotográfico, él es interpretativo, construye un paisaje con aquello que ve. Lo que vemos crea una “representación” de lo que “pensamos” estar viendo. De eso transcurre que más del noventa por ciento de esa actividad se procesa en la mente, y es eso que permite que cada uno vea conforme le parezca y no como la cosa es.

¿Por qué vemos?

Sólo hay visión humana con la luz. Todo comienza con una onda de energía vibratoria que alcanza nuestra retina reflejando en ella la imagen de los objetos. Aquí la luz actúa sobre conos y bastoncillos produciendo miles de combinaciones en blanco y negro o coloreadas, en una mezcla de tres colores fundamentales: rojo, verde y azul – el color es casi un milagro, y es bueno saber que el existe en nosotros y no en los objetos. Cuando la energía luminosa es convertida en impulso nervioso, el recorre el cerebro produciendo una serie de otros fenómenos que van a permitirnos “calificar” lo que vemos, dándoles propiedades:

La mansedumbre de la luna

La quietude de los valles

La algarabía de los pájaros

Los choros de las fuentes

El brillo de las estrellas

La sonrisa abundante de los niños

El rojo fuerte de las fresas

El rojo brillante de la puesta del sol

El rojo suave de las rosas.

La visión y el lenguaje

Nuestra mente crea representaciones simbólicas para aquello que estamos viendo. Le damos cualidades para comprender su existencia.

Las propiedades de los objetos y escenarios arriba descritos no son cualidades primarias, son “imaginaciones” que creamos para relatar, interpretar y explicar como esas cosas son para nosotros. Aprendemos a usar nuestras representaciones con sus significados para que puedan formar parte de nuestro lenguaje corriente, dispensando la presencia del objeto visualizado.

Nuestra infancia está poblada de imaginaciones que aprendemos a oír y crear para representar el mundo y aliviar nuestras angustias y miedos. Creamos los angelitos con alas, el hombre que es mitad hombre y mitad caballo, la hada que produce estrellitas, los monstruos, los gigantes y los enanitos, las brujas y los héroes. Entre tanto, la mayor invención que creamos para representar nuestras imágenes fue la escritura. Sólo el ser humano es capaz de representar un objeto por un conjunto de letras, una palabra, una frase o un poema.

Se cuenta que una águila es capaz de ver una letra a 15 metros de distancia, pero, seguramente ella no sabe leer, dar significado a esa letra y comprender lo que ella dice.

El capricho de la anatomia – dividiendo la imagen

Cuando la imagen alcanza la parte posterior del cerebro, en la región occipital, ocurren fenómenos anatómicos importantes y curiosos. Las informaciones se distribuyen en capas a partir de un punto central, en el último giro del lóbulo occipital. Allí construimos el foco de nuestra mirada, a partir del cual algunos detalles de la imagen se esparraman como en una cáscara de cebolla. Una parte será enviada al lóbulo parietal en el Giro Angular, otra para la región temporal en el Giro Medial y una tercera vía alcanza, también en el lóbulo temporal, el Giro Fusiforme.

Vamos a ver cuál es el propósito de esa triple visión:

El Giro Angular y sus vecinas

Situado en el lóbulo parietal, ese giro desempeña funciones interesantísimas – él nos permite disponer de un GPS en el cerebro – nos localiza en el espacio y permite que seamos informados “dónde” – exactamente esto: dónde – está determinado objeto. Imaginad que cojamos una taza en medio de varias vajillas y vasos, los desarreglados siempre hacen pequeños desastres caseros.

En el lóbulo parietal derecho algunos experimentos quirúrgicos consiguieron estimular las proximidades de esa área y el paciente referir que se sentía fuera del cuerpo – ocurre una proyección de la imagen corporal para fuera del cuerpo – semejante a los conocidos relatos metafísicos de “experiencias fuera del cuerpo” que hoy cuentan con vastísima comprobación en la literatura médica.

El lóbulo temporal

Aquí hay regiones que nos permiten tener noción “de lo que es” y de los movimientos de las personas y de los objetos identificados – para saber la importancia de esa función basta circular por el pasillo de un centro comercial donde varias personas andan apresuradas en nuestra dirección, obligándonos a desviarnos de uno o de otro. Y aqui también los desastres se da mal, tropezón frecuentemente.

El Giro Fusiforme

Pasa en el un fenómeno de extrema importancia – es un área donde es proyectado el rostro de las personas, siendo así procesada la identificación de los amigos y de los desconocidos, una distinción fundamental para la sociabilidad y la supervivencia. Y, en ese particular, todos nosotros tropezamos, acordándonos de aquel rostro, pero nos huye, con frecuencia, el nombre de la persona.

Un breve resumen

Concluimos, entonces, que inmediatamente después de tener las imágenes registradas en el lóbulo occipital ellas esparcen sus conexiones para áreas vecinas a fin de poder tomar conocimiento del color, de la forma, del movimiento y de la localización precisa del objeto visualizado – para cada una de esas funciones hay un grupo particular de neuronas ejecutando esa tarea. Dice la Neurologia que nosotros tenemos, sí, una neurona para nuestra Abuela y otra para Angelina Jolie.

Entre el cerebro y la mente

Enseña la Neurologia que la imagen que nos llega a los ojos no es interpretada como un reflejo que se proyecta en un espejo. Cerebro y mente van a construir lo que “piensan” estar viendo. Por lo tanto, para todo lo que vemos el cerebro y la mente montan una representación de aquello que imaginan ser lo que está siendo visto.

Merece la pena repetir con los científicos que nuestra realidad es pura imaginación. Más importante, aún, es saber que cada uno de nosotros imagina el mundo a su modo. 

La Neurologia enseña que, al construyamos nuestras imágenes mentales, ajuntamos algunas piezas que se conjugam en esa imaginación. Primero, la expectativa – si espero ver un ángel debo darle alas como una de sus propiedades. Repitiendo lo que ya aprendemos, la visión es un proceso activo, nuestra mente es quien nos pone objetos o en las personas las características que espera ver en ellos.

Después, actúan nuestras memorias – si ya conozco el pequi del serrado, queda fácil identificar ese fruto cuando lo encuentro en medio de la cazuela de arroz alcanzándolo con su color amarillento. Al ver un rostro en la multitud sabré de quien se trata si mis memorias detectan nuestro parentesco o amistad.

Finalmente, interfiere nuestra cultura, personal y colectiva – el peón que reconoce a los animales en la roca, el mecánico que trabaja con las piezas del motor, el médico que manosea los instrumentos de la cirugía, el cocinero que escoge los ingredientes de la comida, el explorador que transita fácil por la selva, el piloto que posa el avión incluso com la niebla de la tempestade – todos ellos vem detalles que su conocimiento possibilita componer.

Las extravagancias de la patología

Lesiones, inflamaciones, tumores y síndromes diversos son capaces de desencadenar manifestaciones que deforman nuestra visión. Fuera de los cuadros neurológicos clásicos de cegueras y hemianopsias, merece la pena apuntar curiosidades que ocurren con algunas personas.

Afectada el área que identifica el movimiento de los objetos o de las personas, el individuo relata curiosidades increibles – uno de ellos dice que no puede poner su leche en el vaso. Al volcar la botella él no percibe la descendida del líquido que acaba derramando – no hay como percibir que la leche descendió de la botella llenando el vaso. Otro dice que no hay como andar en el centro comercial, él nunca sabe si las personas están viniendo en su dirección y es terrible intentar atravesar la calle cuando los coches están pasando. Un tercero nota que aquellos pájaros que vuelan allí cerca en verdad le parece estén parados, pero ellos aparecen ahora en un lugar ahora en outro, dejándolo confuso.

Los colores cambian de tonalidad o desaparecen en pacientes con epilepsia – ellos pueden relatar “crisis” visuales en las cuales perciben en su campo de visión el desenrolar de una escena como si fuera una película. Puede de inicio ser sus imágenes en blanco y negro, viniendo después el coloreado adecuado a llenar el escenario.

La mediumnidad – viendo Espíritus

La videncia es um tipo raro de mediumnidad. Los niños acostumbran a ver mucho, así como los ancianos en las fases finales de la vida.

Los buenos médiums videntes hacen relatos muy interesantes que podemos comprender mejor conociendo lo que nos dice el cerebro conforme estamos estudiando.

Necesita ser dicho que el médium no ve al Espíritu, es el Espíritu que se hace ver – usando la coparticipación de una fisiologia especial de que dispone el médium vidente. La percepción de una entidad espiritual ocurre por una combinación de fenómenos – es preciso una combinación de los fluidos del encarnado con el desencarnado; ocurre una sintonía fluídica con asimilación por el periespíritu del médium de aquello que le proyecta el Espíritu desencarnado.

Y, finalmente, la imagen que el Espíritu quiere mostrar tiene su expresión en el cerebro físico del médium en el cual tendrá que someterse a lo que estudiamos sobre él.

Podemos resumir algunas de nuestras afirmaciones anotadas arriba:

El mundo visible es una imaginación de la mente – a eso se llama percepción visual.

El estímulo visual alcanza el “cerebro”, pero, es la mente la que construye la representación de lo que ve – creamos una imagen mental de lo que pensamos estar viendo.

Cada uno de nosotros construye sus imágenes visuales conforme sus expectativas, sus memorias y su cultura.

Hay regiones diferenciadas en el cerebro situadas en el entorno de la región occipital, para percepción del espacio y lo que el contiene, la localización de objetos o de personas, su movimentación, su forma, su color y su identidad facial.

Vamos a los ejemplos en los relatos de los médiums:

Lo que podemos aprender

1 – En El Libro de los Médiums, Allan Kardec enseña que la videncia es un tipo de mediumnidad rara y que no se debe provocar su desarrollo, dejando que ella siga su curso natural, evitando el riesgo de ser engañados por efecto de la imaginación. El cerebro es lleno de informaciones y la mente es muy creativa,pudiendo hacernos ver lo que no existe.

2 – En el mundo fantasioso del niño es común que el hable con personajes construidos por su imaginación, pero no todo es ficticio en el mundo del niño. En la historia de muchos médiums ellos relatan su videncia desde la infancia y, en esa época, no tenían conocimiento suficiente para identificar qué parte de la conversación era inclusive con entidades espirituales.

3 – En el anciano y en los pacientes terminales hay relatos de visitas de Espíritus familiares que se hacen ver por el paciente – la veracidade de esos relatos merece crédito incuestionable – en cuanto a eso la Doctrina Espírita es llena en comprobaciones.

4 – En la epilepsia, aunque la Neurologia académica aún no admita, es posible que ciertas crisis sean precipitadas por entidades perturbadoras, y podemos conjeturar que las imágenes visualizadas en las crisis tengan que ver con la dimensión espiritual. En las palabras de Kardec, la videncia generalmente es un episodio fugaz, recordando mucho uma “crisis” cortical – según pensamos, por excitación de neuronas en la región occipital.

5 – La videncia no es un fenómeno continuo, acostumbra a ocurrir en flashes, circunscritos, frecuentemente, a un foco, en un determinado punto del ambiente – a veces el Espíritu aparece sistemáticamente en el mismo lugar, o ahora aquí ahora allí. Por lo que estudiamos, la fijación del Espíritu en una determinada localización ocurre por estímulo de neuronas localizadas en el cerebro del médium y no como hecho real. No es, por ejemplo, culpa del Espíritu de aparecer siempre al lado del piano, es el cerebro del médium que sólo consigue verlo allí.

6 – La apariencia con que se presenta el Espíritu tiene que ver con la estimulación de neuronas del área occipito-temporal que nos permite identificar las formas de los objetos. El concepto popular enseña que la descripción de las formas depende de los ojos de quien ve – atended para el vestido de la prometida en su boda, cada invitado hará la descripción que más lo afecta. Por eso es por lo que en las visiones tanto pueden ser descritos santos como demonios – alas, auréolas, tridentes o mantos de luz.

7 – Cuando Wilder Penfield inició las primeras neurocirurgias para la cura de la epilepsia, el paciente era operado despierto, con el cerebro expuesto. Eso permitía que ciertas áreas del cerebro pudieran ser estimuladas eléctricamente por el neurocirujano. El Dr. Penfield conseguía obtener, con esa técnica, que el paciente relatara lo que estaba viendo o sintiendo el moviendo de sus dedos.  Él podía, también, emitir algunas palabras, gritos, ver escenas de su pasado, describir lugares donde había vivido o donde se sentía proyectado.

Allan Kardec enseña que nuestra alma, cuando emancipada parcialmente del cuerpo, puede “ver” cuadros o escenarios archivados en su propio cerebro físico. Eso significa que nuestras neuronas almacenan señales que nos permiten recomponer memorias de cosas vistas o vividas – pensamos nosotros que esa es una vulnerabilidad muy apropriada para la actuación de los obsesores. 

 

Traducción:

Isabel Porras - isabelporras1@gmail.com

 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita