Espiritismo para
los niños

por Célia Xavier de Camargo

 

El Sapo juicioso


Quac era un sapo muy juicioso y todos lo admiraban por su inteligencia y sabiduría.

En el estanque donde residía, él era quien enseñaba a otros sapos y ranas, haciendo las veces de profesor. Pero, justamente por ser sabio, había algunos que le tenían envidia y le deseaban mal.

Croc era uno de esos. Orgulloso y egoísta, se sentía celoso cada vez que sus hermanos, los otros sapos, demostraban afecto por Quac, pues no admitía que nadie fuera mejor que él. Por eso, decidió darle una lección.  

Croc sabía que, en el tronco de cierto árbol, un poco lejos del estanque, habitaba una serpiente.

Un día invitó a Quac a dar un paseo y, cerca del árbol donde sabía que vivía la serpiente, se detuvo y dijo:

- Allí en el tronco de ese árbol hay lombrices muy apetitosas.

A saltos, Quac se dirigió hacia allá y, cual no fue su sorpresa cuando, de adentro del hueco, surgió una cobra de cabeza erguida y con la lengua afuera, lista para dar un brinco.

¡Él se llevó un gran susto! Dio un salto para un lado y escapó justo a tiempo, desapareciendo en medio de la floresta.

Croc se quedó muy decepcionado porque el sabio Quac escapó del ataque de la serpiente.

Algunos días después, Quac andaba buscando comida por la floresta, cuando vio a algunos hombres que, equipados con linternas y redes, se dirigían al estanque. Eran cazadores de ranas. Esperaban que la noche cayera para, sin piedad, acabar con los sapos que encontrasen, porque su objetivo eran las ranas.

Rápidamente, dando saltos, Quac volvió al estaque y, encontrando a Croc, le avisó del peligro que estaban corriendo, y lo comunicó también a los otros del grupo, alertándolos para que se escondieran lo más rápido posible.

Y así lo hicieron, escondiéndose bien. En poco tiempo los hombres llegaron y no encontraron ninguna ranita, mucho menos un sapo.

Buscaron... buscaron... pero las ranas habían desaparecido, entones los cazadores se fueron muy enojados por no haber conseguido cazar nada.

Aliviados, los sapos salieron de sus escondites y conmemoraron la victoria, agradeciendo al querido Quac por salvar sus vidas.

Croc estaba pensativo. Acercándose a Quac, le preguntó por qué los había alertado del peligro, especialmente a él, Croc, cuando habría sido más fácil huir, abandonándolos a su propia suerte.

Agrandando los grandes ojos, Quac respondió:

- ¡Porque yo aprendí que debemos hacer a los demás lo que deseamos que los otros nos hagan!.

Croc meditó estas palabras y se sintió avergonzado de la actitud que había tenido.

Pidió perdón a Quac, afirmando:

-Tú eres realmente un gran sabio y muy bueno también. Ahora comprendo por qué todos te admiran.

Y, a partir de ese día, se volvieron verdaderos amigos y la paz volvió a reinar en el estanque.

 

Tia Célia

 

 
 
Traducción:

Carmen Morante - carmen.morante9512@gmail.com

 

 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita