El Sapo
juicioso
Quac era un sapo muy juicioso y todos lo admiraban por
su inteligencia y sabiduría.
En el estanque donde residía, él era quien enseñaba a
otros sapos y ranas, haciendo las veces de profesor.
Pero, justamente por ser sabio, había algunos que le
tenían envidia y le deseaban mal.
Croc era uno de esos. Orgulloso y egoísta, se sentía
celoso cada vez que sus hermanos, los otros sapos,
demostraban afecto por Quac, pues no admitía que nadie
fuera mejor que él. Por eso, decidió darle una lección.
Croc sabía que, en el tronco de cierto árbol, un poco
lejos del estanque, habitaba una serpiente.
Un día invitó a Quac a dar un paseo y, cerca del árbol
donde sabía que vivía la serpiente, se detuvo y dijo:
- Allí en el tronco de ese árbol hay lombrices muy
apetitosas.
A saltos, Quac se dirigió hacia allá y, cual no fue su
sorpresa cuando, de adentro del hueco, surgió una cobra
de cabeza erguida y con la lengua afuera, lista para dar
un brinco.
¡Él se llevó un gran susto! Dio un salto para un lado y
escapó justo a tiempo, desapareciendo en medio de la
floresta.
Croc se quedó muy decepcionado porque el sabio Quac
escapó del ataque de la serpiente.
Algunos días después, Quac andaba buscando comida por la
floresta, cuando vio a algunos hombres que, equipados
con linternas y redes, se dirigían al
estanque. Eran cazadores de ranas. Esperaban que la
noche cayera para, sin
piedad, acabar con los sapos que encontrasen, porque su
objetivo eran las ranas.
Rápidamente, dando saltos, Quac volvió al estaque y,
encontrando a Croc, le avisó del peligro que estaban
corriendo, y lo comunicó también a los otros del grupo,
alertándolos para que se escondieran lo más rápido
posible.
Y así lo hicieron, escondiéndose bien. En poco tiempo
los hombres llegaron y no encontraron ninguna ranita,
mucho menos un sapo.
Buscaron... buscaron... pero las ranas habían
desaparecido, entones los cazadores se fueron muy
enojados por no haber conseguido cazar nada.
Aliviados, los sapos salieron de sus escondites y
conmemoraron la victoria, agradeciendo al querido Quac
por salvar sus vidas.
Croc estaba pensativo.
Acercándose a Quac, le preguntó por qué los había
alertado del peligro, especialmente a él, Croc, cuando
habría sido más fácil huir, abandonándolos a su propia
suerte.
Agrandando los grandes ojos, Quac respondió:
- ¡Porque yo aprendí que debemos hacer a los demás lo
que deseamos que los otros nos hagan!.
Croc meditó estas palabras y se sintió avergonzado de la
actitud que había tenido.
Pidió perdón a Quac, afirmando:
-Tú eres realmente un gran sabio y muy bueno también.
Ahora comprendo por qué todos te admiran.
Y, a partir de ese día, se volvieron verdaderos amigos y
la paz volvió a reinar en el estanque.
Tia Célia
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