La existencia de Dios
Una profesora estaba teniendo problemas en su clase con
sus alumnos.
Uno de ellos, Luisito, de familia alejada de la religión
y de ideas profundamente negativas, comenzó a difundir
esas mismas ideas a los otros niños.
Ese niño afirmaba que Dios no existía y que todo era una
invención del hombre.
Los otros niños, sorprendidos e inquietos, no sabían
cómo refutar las palabras del compañero y comenzaron a
sentirse inseguros.
Al llegar el asunto al conocimiento de la profesora,
preocupada por el problema, pensó cómo podría cambiar
esa situación, resolviendo la duda. Pensó... pensó... y,
al final, tuvo una idea.
Un día avisó a los alumnos que, a la mañana siguiente,
harían un experimento. Debían traer todas las piezas de
un reloj, una radio, un radiocasete o cualquier objeto
que estuviera roto. Y debían traer también una caja en
la que entrara ese objeto.
Los alumnos estaban muy curiosos, pero la profesora no
quiso adelantar nada, afirmando sonriente:
- Mañana lo sabrán.
Al día siguiente, llegaron todos los alumnos, con una
intensa expectativa, trayendo el material solicitado.
La clase transcurrió normalmente. Al final del período,
la profesora pidió que colocasen el material para el
experimento sobre la carpeta.
Enseguida, mandó que cada uno colocase el objeto roto
dentro de la caja, con todas las piezas, y lo taparan
bien.
Ellos así lo hicieron, sin entender el objetivo al que
la profesora quería llegar.
- ¡Muy bien! Ahora agiten la caja con fuerza, tratando
que todas las piezas encajen en sus lugares y los
mecanismos vuelvan a funcionar.
- ¡Pero, profesora!... – se quejó uno de los niños.
- No discutan. Hagan lo que les estoy mandando.
Los niños agitaron las cajas durante un minuto, cinco
minutos, diez minutos, quince minutos…
Ya no aguantaban más. ¡Estaban exhaustos!
Después de ese tiempo, la profesora pidió que abrieran
las cajas y verificaran el resultado del esfuerzo
empleado.
- ¿Cómo están los aparatos?
Desanimados, los niños miraron el contenido de sus cajas
y uno de ellos respondió:.
- Siguen rotos, profesora.
Fingiendo sorpresa, ella preguntó a la clase:
- ¿NADIE? – dijo, acentuando bien la palabra. - ¡¿Nadie
logró reparar su máquina?!...
Todos respondieron negativamente moviendo la cabeza.
Uno de ellos afirmó, convencido:
- ¡Claro, profesora! ¡Ni aunque nos quedáramos aquí el
día entero, el mes entero o el año entero,
conseguiríamos repararla de esta manera!
- ¡Ah! – exclamó la profesora. - ¿Y por qué?
- Porque para que algo funcione es necesario que
“alguien” coloque las piezas en su lugar, ajuste los
tornillos, etc. En fin, se necesita la mano de una
persona que conozca ese mecanismo y sepa hacer el
servicio.
Los demás alumnos fueron unánimes en estar de acuerdo
con el compañero.
Satisfecha, la profesora preguntó:
-
Muy
bien.
¿Entonces todos están de acuerdo en que para que algo
funcione es necesario el esfuerzo de alguien?
Hizo una pausa y, pasando la mirada lentamente por la
clase, continuó después
- ¡Bien!
¿Y el Universo, que es tan inmenso? ¿Quién puede decirme
quién hizo que el Sol nazca todas las mañanas? ¿O que
las plantitas crezcan? ¿O que las estaciones sucedan
siempre en las épocas correctas?
Percibiendo al final dónde pretendía llegar la
profesora, los niños sonrieron satisfechos.
El niño que afirmaban que Dios no existía bajó la
cabeza, avergonzado.
La profesora aprovechó el momento para fijar la lección,
preguntando a todos:
- Entonces, ¿quién hizo todas estas cosas maravillosas?
Y todos respondieron al unísono:
- ¡DIOS!
- ¿Alguien tiene alguna duda?
Luisito levantó la cabeza y respondió:
- ¡No,
profesora!
Satisfecha, la profesora concluyó el asunto:
- Muy bien. Dios creó todo lo que existe, incluso a
nosotros mismos. Por eso es NUESTRO PADRE. El universo
es regido por leyes sabias y justas, perfectas e
inmutables, y todos estamos sujetos a ellas. Pero, sobre
todo, debemos recordar que Dios nos ama a todos, porque
es profundamente bueno y misericordioso.
Luisito, al final, dijo para alegría de todos:
-Voy a transmitir esta lección a mis papás, profesora.
¡Pienso que ellos nunca pensaron en esto que usted nos
ha explicado!
Tia Célia
Traducción: