El estado de
conturbación
generalizado que
marca este
inicio de
milenio se
aplica
igualmente a la
delicada
cuestión de
género – tema de
este texto. Al
abordar tan
explosivo asunto
– riesgo que
corro debido a
la intensa
patrulla
ideológica
reinante – me
dirijo
precipuamente a
la mujer
espírita, ya que
esta, en tesis,
disfruta de um
arsenal de
conocimiento e
informaciones
privilegiados.
Puesto esto, cabe destacar que, tal vez nunca antes en
la historia humana, los Espíritus encarnados en la
polaridad femenina disfrutaron de condiciones
existenciales tan favorables. No quiero insinuar,
evidentemente, que el estado de perfección ya fue
alcanzado, pues tal cosa aún no existe en la faz de la
Tierra. Pero me refiero a las posibilidades concretas de
vivir uma existencia digna y decente bajo esa moldura
física.
En ese sentido, vale recordar que hoy las mujeres están
presentes en prácticamente todos los sectores de
actividad (de hecho, dominan ampliamente algunos cómo,
por ejemplo, bancos, salud, educación y servicios
financieros, conforme datos publicados en la revista
Usted S/A 150 mejores empresas para trabajar, de
2017). O sea, individuos del sexo femenino están en las
fábricas, en los hospitales, en los arriates de obras,
en los laboratorios, en los parlamentos, ejerciendo
funciones
ejecutivas en las organizaciones, en las actividades de
enseñanza y así por delante. Más aún, mujeres están en
el mando de importantes naciones e instituciones del
planeta, errando y acertando, es preciso resaltar, tanto
como los hombres.
Los comportamientos irrespetuosos en relación a las
personas del género femenino están siendo duramente
combatidos – con total apoyo, dígase, de los hombres. A
propósito, los hombres modernos han revelado una faceta
hasta entonces desconocida, es decir, la de
colaboradores en el hogar – como nunca se vio antes. A
fin de cuentas, los hombres en la actualidad hacen las
compras para el hogar, llevan y buscam los niños a las
escuelas, muchos cocinan e incluso hacen la limpieza de
la casa, entre otras cosas. Dicho de otra forma, el
hombre del siglo XXI de la era cristiana ha mostrado
enorme disposición y flexibilidad en relación a los
pleitos femeninos.
Sin embargo, lo que se ve actualmente va mucho más allá
de la justa búsqueda de espacio y reconocimiento por
parte de los individuos (Espíritus) del género femenino.
Hay presentemente en la Tierra una lucha indescifrable
por el poder en las instituciones. Estimuladas por el
pensamiento feminista belicoso – que es tan errático y
sombrío como el machismo - entramos en una era de
disputas peligrosas movidas por el infeliz raciocinio
binário: mujer x hombre. En efecto, el tema género ha
sido tratado y discutido como si fuera reducto
exclusivamente femenino.
Por lo menos es lo que se observa – paradójicamente - en
muchas publicaciones (especialmente académicas) de esa
área, que deberían dar un tratamiento más exento al
asunto. A pesar de ese lamentable viés, la mujer ha sido
beneficiada y su valor reconocido, dado que – a pesar de
las dificultades del camino y considerando que la
mayoría de los hombres anhela alcanzar objetivos
idénticos – muchas han conseguido llegar al tope. Como
afirmé anteriormente, la mujer ha sido apoyada e
incentivada a realizar sus ideales – aunque estos no
sean, espiritualmente hablando, los más apropiados a su
evolución. Esa relevante cuestión está implícita, por
ejemplo, en la declaración de Indra Nooyi, CEO
mundial de la Pepsico, en una entrevista a la revista
Forbes:
“No creo que las mujeres puedan tener todo. Yo
simplemente no pienso así. Nosotros fingimos que
tenemos todo. Nosotros imaginamos que podemos tener
todo. Mi marido y yo nos casamos hace 34 años. Y tenemos
dos hijas. Y todos los días usted tiene que tomar una
decisión sobre si usted va a ser esposa o
madre,
en verdad muchas veces durante el día usted necesita
tomar esas decisiones. Y usted tiene que cooptar
muchas personas para ayudarla. Nosotros cooptamos
nuestras familias para ayudarnos. Planeamos nuestras
vidas meticulosamente para que podamos ser padres
decentes. Pero si usted pregunta a nuestras hijas, no
tengo certeza de que ellas van a decir que yo fui una
buena madre. No tengo certeza. Y yo tengo todos los
tipos de mecanismos de enfrentamiento”. (énfasis mio)
Note que hay un innegable malestar en el decir de la
ilustre ejecutiva. A pesar del éxito obtenido en su
carrera profesional, hay duda y desasosiego en su
valiente testimonio. Aparentemente, hay la sensación de
que algo crucial está faltando o no fue cumplido en el
ámbito de la familia. En verdad, lo que ella expresa
está absolutamente alineado con vários estudios
enfocados específicamente en personas del género
femenino que disfrutan el mismo estatus profesional. En
algunos casos, vale resaltar, las entrevistadas afirman
sentir celos de las cuidadoras de sus hijos, ya que, en
razón de sus decisiones en priorizar las carreras,
acaban, en la práctica, abdicando, de cierto modo, del
puesto de madres. Es incuestionable que ellas pagan las
cuentas total o parcialmente, ya que consiguieron
conquistar la emancipación financiera, pero no vivir el
sabor y la riqueza experimental de las madres plenas.
El mundo moderno, conforme comenté arriba, no impide
absolutamente nada a las mujeres. Pero toda decisión
tiene un coste. A fin de cuentas, no se puede obtener
todo... Nooyi añade que:
“Mi observación... es que el reloj biológico y el
reloj de la carrera están en conflicto total uno con el
otro. Total, conflicto completo. Cuando usted tiene que
tener hijos, usted necesita construir su carrera. Así
como usted
está subiendo para la gestión intermediaria, sus hijos
necesitan de usted porque ellos son adolescentes, ellos
necesitan de usted para la adolescencia”. (énfasis
mio)
El conflicto ahí explicado transcurre sobre todo del
hecho de que hay papeles diferentes a ser ejecutados
tanto por los Espíritus encarnados en la condición
femenina como por los que están en la masculina. De lo
contrario, no habría cambios físicos tan pronunciados
establecidos por el Creador. En este sentido,
recordemos, además, que Allan Kardec se inclino sobre el
asunto en El Libro de los Espíritus, conforme la
pregunta abajo:
201. En una nueva existencia, ¿puede el Espíritu que
animó el cuerpo de un hombre animar el de una mujer y
viceversa? Cierto; son los mismos los Espíritus que
animan a los hombres y a las mujeres.
202. Cuando está errante, ¿qué prefiere el Espíritu:
encarnar en el cuerpo de un hombre, o en el de una mujer?
Eso poco le importa. Lo que lo guía en la elección son
las pruebas por las que haya de pasar.
Los Espíritus encarnan como hombres o como mujeres,
porque no tienen sexo. Ya que les cumple progresar en
todo, cada sexo, como cada posición social, les
proporciona pruebas y deberes especiales y, con eso, el
deseo de ganar experiencia. Aquel que sólo como hombre
encarnase sólo sabría lo que saben los hombres.
Kardec fue más allá al indagar a los Espíritus en otra
pregunta:
821. ¿Las funciones a que la mujer es destinada por la
Naturaleza tendrán importancia tan grande en cuanto a
las derivadas al hombre? Sí, mayor aun. Es ella
quien le da las primeras nociones de la vida”. (énfasis
mio)
Por lo tanto, para desempeñar tal función – vital, por
señal – es preciso dedicación y valor, aún más en los
tiempos en que vivimos donde los niños, adolescentes y
jóvenes demuestran estar claramente desorientados,
además de revelar significativa falta de sabiduría y
madurez.
Y para que no hubiese cualquier duda al respecto de la
distinción de los papeles, Kardec les preguntó en la
pregunta 822-a de la citada obra:
822-a. Siendo así, ¿una legislación, para ser
perfectamente justa, debe consagrar la igualdad de los
derechos del hombre y de la mujer? De los derechos,
sí; de las funciones, no. Preciso es que cada uno esté
en el lugar que le compite. Ocúpese del exterior el
hombre y del interior la mujer, cada uno de acuerdo a su
aptitud. [...] (énfasi mio)
Basado en tales aclaraciones podemos deducir que el
feminismo está empujando a la mujer a asumir una
posición de enfrentamiento con serios prejuicios,
inclusive para la armonía de la familia humana.
Además, al analizar la influencia del feminismo, el
Espíritu Emmanuel observo, en la pregunta nº 67 de la
obra El Consolador (psicografia de Francisco
Cândido Xavier):
“La ideología feminista de los tiempos modernos, sin
embargo, con las diversas banderas políticas y sociales,
puede ser un veneno para la mujer invigilante de sus
grandes deberes espirituales en la faz de la Tierra. Si
existe un feminismo legítimo, ese debe ser el de la
reeducación de la mujer para el hogar, nunca para una
acción contraproducente fuera de él. Es que los
problemas femeninos no podrán ser solucionados por los
códigos del hombre, sino solamente a la luz generosa y
divina del Evangelio”. (énfasis mio)
Vislumbremos la relevancia de la mujer en otra siembra,
Emmanuel esclarece también (ver cuestión nº 109 de la
misma obra):
“El periodo infantil es el más serio y el más propicio a
la asimilación de los principios educativos.
Hasta a los siete años, el Espíritu aún se encuentra en
fase de adaptación para la nueva existencia que le
compite en el mundo.
En esa edad, aún no existe una integración perfecta
entre él y la materia orgánica. Sus recuerdos del plano
espiritual son, por eso, más vivos, haciéndose más
susceptible de renovar el carácter y a establecer nuevo
camino, en la consolidación de los principios de
responsabilidad, se encuentra en los padres legítimos
representantes del colegio familiar.
He por qué el hogar es tan importante para la
edificación del hombre, y por qué tan profunda es la
misión de la mujer delante de las leyes divinas.
Pasada la época infantil, acreedora de toda vigilancia y
cariño por parte de las energías paternales, los
procesos de educación moral, que forman el carácter, se
hacen más difíciles con la integración del Espíritu en
su mundo orgánico material, y, alcanzada la mayoría, si
la educación no se
haya hecho en el hogar, entonces, sólo el proceso
violento de las pruebas rudes, en el mundo, puede
renovar el pensamiento y la concepción de las criaturas,
por cuanto el alma reencarnada habrá retomado todo su
patrimonio nocivo del pasado y reincidirá en las mismas
caídas, si le faltó la Luz del interior de los sagrados
principios educativos”.
(énfasi mio)
En la obra Diccionario del alma (psicografia de
Francisco Cândido Xavier), el Espíritu Emmanuel
considera también: “El programa del feminismo no es el
de la exclusión de la dependencia de la mujer: debe ser
el de la comprensión de sus grandes deberes. Dentro de
la naturaleza, las líneas determinadas por los designios
insondables de Dios no se cambian, bajo la influencia
del ilimitado albedrío humano; y la mujer no puede
transformar el complejo estructural de su organismo”.
Aún en el citado libro, el Espíritu Eugênia Braga
analiza que “El feminismo – ese que integra la mujer en
el conocimiento propio – es el movimiento de Jesús, en
favor del hogar, para el hogar, y dentro del hogar”.
De ese modo, luego se ve que el movimiento feminista
moderno está completamente desligado de los aspectos
espirituales que emancipan el alma. Su bandera no es a
favor del hogar o de la unión de la familia, sino
esencialmente del poder diminuído.
La mujer contemporánea tiene el legítimo derecho de
hacer sus elecciones. Sin embargo, al priorizar
exclusivamente la carrera, de mi parte vislumbro que
las dificultades serán siempre expresivas, ya que el
número de empleos en el planeta no son suficientes para
absorber a todos – y no me parece que haya tal objetivo,
por lo menos em cuanto el amor y la compasión no
intervienen las decisiones humanas.
Por otro lado, al optar por la familia, la mujer da
prueba de inestimable amor y renuncia. Considerando que
el amor es la más alta conquista espiritual de todo el
universo, el desarrollo de esa virtud será, por
extensión, considerable a los ojos de la espiritualidad.
Reiterando ese entendimiento, el Espíritu Anália Franco,
en la obra Salomé (dictado por el Espíritu Lucius
y psicografia de Sandra Carneiro), explica lo siguiente:
“Es principalmente en el hogar, en la familia, que la
mujer es invitada a ejercitar esa suavidad, ese amor que
agrega y fortalece a los que están a su alrededor. Es
ahí que la nueva sociedad reclama urgencia en la acción
femenina. Compite a la mujer, en particular, trabajar
por la armonía doméstica y familiar. Su dedicación – que
en muchos casos puede aún llegar al sacrificio –
bendecirá a todos los miembros de la familia. Con los
ojos fijos en lo alto, actuará como herramienta de Dios
en la Tierra,
junto a aquellos que el Padre le confió, elevando las
vibraciones en torno a su casa, edificando el bien,
ejemplificando la paciencia, el perdón y el amor. Tal
papel, mis amigos, cabe por encima de todo a la mujer”.
(énfasis
mio)
Además de eso, nada más esclarecedor que recurrir a la
sabiduría de JesuCristo, registrada en el capítulo 22,
titulado “La Mujer y la Resurrección”, del libro
Buena Nueva, dictado por el Espíritu Humberto de
Campos (psicografia de Francisco Cândido Xavier). El
revelador diálogo trae relevantes aspectos sobre el tema
en cuestión:
- ¿Qué tienes tu, Simón? – preguntó el Maestro, com tu
mirada penetrante y amiga.
Sorprendido con la palabra del Señor, el viejo Cefas dio
a entender, por un gesto, sus recelos y sus aprensiones,
como si encontrara dificultad en olvidar totalmente la
ley antigua, para penetrar los umbrales de la idea nueva,
en su camino ancho de amor, de luz y de esperanza.
- Maestro – respondió com timidez -, la ley que nos rige
manda lapidar a la mujer que pervirtió su existencia.
Conociendo, por anticipación, el pensamiento del
pescador y observando sus escrúpulos en extraer una leve
advertencia Jesús le respondió con blandura:
- Casi siempre, Simón, no es la mujer que se pervierte a
sí misma: es el hombre que le destruye la vida.
[...].
El viejo pescador recibía la exhortación con un brillo
nuevo en los ojos, como si fuera tocado en las fibras
más íntimas de su espíritu.[...]
- Maestro - replicó, altamente sorprendido —, vuestra
palabra es la de la revelación divina. ¿Queréis decir,
entonces, que la mujer es superior al hombre, en su
misión terrestre?
- Una y otro son iguales ante Dios - esclareció Cristo,
amorosamente - y las tareas de ambos se equilibran en el
camino de la vida, completándose perfectamente, para que
haya, en todas las ocasiones, el más santo respeto
mutuo. Necesitamos considerar, sin embargo, que la mujer
recibió la sagrada misión de la vida. Habiendo
avanzado más que su compañero en la camino del
sentimiento, está, por eso, más cerca de Dios que,
muchas veces, le toma el corazón por instrumento de sus
mensajes, llenos de sabiduría y de misericordia. En
todas las realizaciones humanas, hay siempre el trazo de
la ternura femenina, levantando obras imperecederas en
la edificación de los espíritus. En la historia de
los hombres, quedan solamente los nombres de los
políticos, de los filósofos y de los generales; todos
ellos son hijos de la gran heroína que pasa, en el
silencio, desconocida de todos, mucha vez dilacerada en
sus sentimientos más íntimos o exterminada en los
sacrificios más pungentes. Pero, también Dios, Simón,
pasa ignorado en todas las realizaciones del progreso
humano y nosotros sabemos que el ruido es propio de los
hombres, mientras que el silencio es de Dios, síntesis
de toda la verdad y de todo el amor.
Por eso, las mujeres más desventuradas aún poseen en el
corazón el gérmen divino, para la redención de la
humanidad entera. Su sentimiento de ternura y humildad
será, en todos los tiempos, la gran brújula para la
iluminación del mundo, porque, sin el tesoro del
sentimiento, todas las obras de la razón humana pueden
parecer como un castillo de falsos esplendores.
Simon Pedro oía al Maestro, lleno de profundo deleite y
santificado fervor de admiración”. (énfasis mio)
Concluyendo, los Espíritus encarnados en la indumentária
femenina tienen delante de sí una valiosa oportunidad de
progreso desde que se dispongan a donar el auténtico
amor a sus semejantes, así como hicieron otras grandes
mujeres del pasado. Ciertamente también habrán de
responder – aunque parcialmente – por lo que vaya a
suceder a aquellos que están bajo su tutela. De hecho,
la familia humana actual necesita de madres realmente
comprometidas y empeñadas en el bienestar espiritual de
los suyos. Y tal misión exige dedicación extrema. Para
que eso ocurra, ellas pueden, por ejemplo, establecer
objetivos más modestos de carrera y trabajo para quedar
más disponibles, próximas y participantes en el
encaminamiento de sus hijos, así como proveerlos con
buenos ejemplos éticos y morales. Al ejecutar tan
importante papel, Dios siempre les reservará
oportunidades de desarrollo y alegrías infinitas.