Espiritismo para
los niños

por Célia Xavier de Camargo

 
La mentira


Aunque no fuese rica, Clarinha era una niña a quien nada le faltaba. Vivía en una casa confortable, tenía una familia amorosa y, todo lo que deseaba, en la medida de lo posible, su padre le compraba.

Pero Clarinha tenía un gran problema: la mentira.

Mentía a todo instante, para cualquier persona y en cualquier  ocasión.  De  tanto  mentir,  Clarinha  no conseguía parar más. La mentira se volvía un hábito en su vida y cuando menos se esperaba, allá estaba ella inventando cosas.

En verdad, ella sentía verdadero placer en eso y sus ojos brillaban de satisfacción al inventar una historia.

Cierto día, Clarinha estaba en la escuela cuando un vecino vino a preguntar si ella sabía del paradero de sus padres.

Más que deprisa ella colocó la cabecita imaginativa para funcionar:

- ¡Ah! ¡Sí sé! Papá y mamá fueron a visitar a mi tío Joâo que está enfermo. ¿Sabe? Él está con un problema terrible en el estómago y...

- ¿Y dónde vive tú tío João?

- Vive en la ciudad aquí cerca. No sé la dirección, pero es proximo al supermercado.

El amigo de su padre le dio las gracias y salió rápidamente, afligido.

Cuando Clarinha salió de la escuela, después de las clases, fue para casa jugando por el camino, cogiendo flores y parando para ver los escaparates de las tiendas de juguetes.

Llegando cerca de su casa, notó un movimiento incomún. Una gruesa cortina de humo cubría todo y los vecinos intentaban apagar el fuego inútilmente.

Vio a sus padres sudando y cansados, que hacían esfuerzos para retirar sus pertenencias del interior de la casa en llamas. Con los ojos abiertos de espanto, Clarinha preguntó:

- ¿Qué ocurrió, papá?...

Volviéndose para ella, él respondió con severidad:

- Cocurrió, hija mía, que tú madre olvidó el cable eléctrico conectado y la casa pegó fuego. Nuestros vecinos notaron que algo extraño estaba ocurriendo por el olor a quemado que se esparcía alrededor, y no sabiendo donde encontrarnos, te preguntaron a ti.

Clarinha, muy roja, bajó la cabeza avergonzada.

- Entonces, ¿fuímos a visitar a tu tío João que está enfermo?

Tartamureando, Clarinha procuró disculparse:

- Pa... papá, disculpa. ¡No pensé que fuese a causar ningún problema!

- ¿“Algún problema”? Hija mía, ¿tú te das cuenta lo que pasó con tu mentira? ¡Casi perdemos todo! Bastaría que hubiéses dicho la verdad, esto es, que fuímos a un lugar, cerca de la ciudad, para que gran parte del problema fuese evitado. Aunque deseosos de ayudar, nuestros amigos no consiguieron abrir la puerta, que estaba cerrada. Si nos hubiésen encontrado antes, nada de eso habría ocurrido.

- ¡Estoy tan avergonzada!...

- Espero que esto te sirva de lección, hija mía. Gracias a Dios, perdimos sólo bienes materiales. Nuestra familia nada sufrió – completó con un suspiro de alivio.

Con los ojos llenos de lágrimas, Clarinha prometió:

- Voy a intentar corregirme, papá. Nunca más diré una mentira. De aquí en adelante quiero decir sólo la verdad.  

 

Tía Célia





Traducción:
Isabel Porras - isabelporras1@gmail.com

 

 

 

     
     

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 Revista Semanal de Divulgação Espírita