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En la mayor parte
del mundo, el Espiritismo es
visto como una moda del siglo
XIX |
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La frase de arriba pertenece a Adriana Maria Santos da
Silva (foto), actualmente 1ª Secretaria
del Centro Espírita Amor y Caridad, de su ciudad. Nacida
en São José dos Campos (SP), donde reside, ella nos
habla sobre la institución espírita en la que participa
y nos cuenta cómo ve el movimiento espírita en la
ciudad.
¿Cuándo fue fundado el Centro Espírita Amor y Caridad?
El 19 de diciembre de 1932, siendo presidente Alberto
Mota Ferreira y vicepresidente José do Amaral.
¿Cuál es el perfil principal de la institución?
El Centro Espírita Amor y Caridad es una asociación
privada sin fines de lucro, de carácter religioso,
socioeducativa y de beneficencia social. Tiene como
objetivo promover el estudio, la práctica y la difusión
del Espiritismo en su triple aspecto: filosófico,
científico y religioso, basado en las obras de Allan
Kardec. En la asistencia social, nuestro trabajo social,
cariñosamente llamado "Obra Social Auta de Souza", tiene
la finalidad de ayudar a nuestros hermanos menos
favorecidos, con donaciones de canastas básicas y
ajuares para recién nacidos, entre otras necesidades que
encontramos en cualquier momento.
¿Cómo se desarrolla su programa de trabajo?
Conferencias (con expositores de la región y otras
ciudades del estado de São Paulo).
Estudio de las obras básicas, codificadas por Allan
Kardec.
Tratamiento con fluidoterapia.
Atención fraterna.
Trabajo Mediúmnico.
Actividades educativas y culturales.
Pases Magnéticos.
En su experiencia, ¿cómo ve el movimiento espírita en la
región?
En nuestra región, el crecimiento del número de adeptos
a la Doctrina Espírita se está acentuando cada año. En
nuestra ciudad ya hay más de 50 casas espíritas en
funcionamiento. Esto significa que estamos en el camino
correcto, divulgando y sembrando la doctrina que tanto
nos esclarece.
Y en términos nacionales, ¿cómo viene sintiendo al
movimiento espírita?
En la mayor parte del mundo, el Espiritismo es visto
como una moda del siglo XIX. En Brasil la historia es
muy diferente: nuestros aproximadamente 3,8 millones de
seguidores de la doctrina codificada por Allan Kardec
hacen de Brasil la nación espírita más grande del
planeta, gracias a Dios.
Háblenos sobre el público que frecuenta su institución.
Estamos muy contentos con el público que frecuenta
nuestra Casa, que es bastante diverso – niños,
adolescentes, adultos y ancianos, un hecho que nos da
aún más responsabilidad de mantener la casa con varios
segmentos doctrinarios para la atención de nuestros
asistentes.
¿Cuál es el principal factor de unión e integración del
equipo de trabajo en su institución?
En la dinámica de las actividades de la Casa Espírita,
entendemos que uno de los elementos primordiales a
considerar es, sin duda, la relación interpersonal de
los trabajadores, que debe crear un clima de paz,
fraternidad, concordia y amor, exigiendo de todos una
postura compatible con estos requisitos, para que los
objetivos del Centro Espírita sean alcanzados y que de
ninguna manera se vean en peligro por las desarmonías
que se puedan instalar. Cualquier manifestación de ideas
contrarias a este sentimiento de unión, de todos los
participantes, puede debilitar la acción transformadora
y educativa de la Casa Espírita, realizada a través del
estudio, la difusión y la práctica de la Doctrina
Espírita. Para lograr este objetivo, nos esforzamos por
asegurar que exista una buena convivencia entre los
compañeros de jornada, en la que las relaciones sean
siempre sanas e interactivas, porque no se entiende que
los asuntos personales, a menudo motivados por el
orgullo y la vanidad, puedan afectar negativamente los
servicios que prestamos a la sociedad y a nosotros
mismos.
¿Hay algo significativo que le gustaría decir a los
lectores con relación a su experiencia o su aprendizaje
como espírita?
Sí. La Doctrina Espírita me enseñó quién soy, de dónde
vengo, adónde voy y qué estoy haciendo en este planeta.
Me enseñó que necesito mirar dentro de mí y comprenderme
a mí mismo para poder comprender al prójimo, porque si
tengo mis conflictos, fallas, errores, dificultades,
defectos, seguramente todos los que conviven conmigo en
este mundo también los tienen. Estamos todos en la
lucha, en una guerra interior, luchando con nosotros
mismos para corregir nuestras fallas. El Espiritismo me
ha mostrado que el libre albedrío no es de mi propiedad,
sino de todos, por lo que debo respetar cuando alguien
piensa y actúa de manera diferente a mí.
No tengo derecho a imponer nada a nadie. Y cuando uso
mal el libre albedrío, habrá una consecuencia que tendré
que reparar en esta o en la próxima reencarnación. ¡La
siembra es libre, pero la cosecha es obligatoria! Tengo
derechos, pero también tengo obligaciones y sé que mi
derecho termina cuando comienza el del próximo. Con la
doctrina espírita he aprendido que todas las religiones
son buenas y, en consecuencia, debo respetarlas porque
me gusta que respeten la mía. Que la salvación no
depende de la religión, sino de la práctica de la
caridad con nosotros y con el prójimo. Que el prójimo es
cualquier persona que convive con nosotros en este
planeta, ya sea de otra religión, de otra etnia,
heterosexual u homosexual, rico o pobre, blanco o
negro... Por último, debemos ayudar y convivir bien,
respetando a todos sin prejuicios. Que la caridad no es
sólo dar limosnas, sino también tener tolerancia,
paciencia, dar el abrazo amigo, el mensaje consolador,
la visita a los enfermos, una oración...
… Que ser
cristiano va más allá de los cultos externos, de la
etiqueta religiosa, de las declaraciones vacías de amor
sin la práctica de las enseñanzas de Cristo. En fin, que
la fe sin obras está muerta. Y más: el Espiritismo me
enseñó que Jesús es nuestro guía y el modelo a seguir.
Que cada uno de nosotros está en un grado de evolución;
que todos tenemos un pasado reencarnatorio; que estamos
rescatando y reparando errores y que, en última
instancia, vivimos en la familia junto a afectos y
desafectos para aprender a ser mejores mañana de lo que
somos hoy.
Sus palabras finales.
La felicidad es toda mía y de mi casa de oración que
represento. Conceder esta entrevista fue una experiencia
muy agradable y, ¿por qué no decirlo?, de mucho
aprendizaje.